10.05.2013 Views

Primeras Páginas de Los amigos que perdí - Prisa Ediciones

Primeras Páginas de Los amigos que perdí - Prisa Ediciones

Primeras Páginas de Los amigos que perdí - Prisa Ediciones

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

tarme y, cuando escuchaba el pito amenazante, me <strong>de</strong>spedía<br />

con una promesa: El libro <strong>que</strong> estoy escribiendo te lo<br />

voy a <strong>de</strong>dicar a ti. Incumplí esa promesa. Me enamoré <strong>de</strong><br />

Mar. Me fui con ella a Washington. Escribí el libro gracias<br />

a ella. Por eso se lo <strong>de</strong>diqué a ella. Lo siento, Melanie.<br />

Era el <strong>de</strong>stino, una vez más. Pero en el corazón <strong>de</strong>l<br />

libro estuviste —estás— tú. Fue también una manera <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>dicártelo. Aun<strong>que</strong>, lejos <strong>de</strong> agra<strong>de</strong>cérmelo, terminaste<br />

molesta conmigo. Yo sentí <strong>que</strong> ese libro le pertenecía a<br />

Mar. Todavía hoy lo siento así. En todo caso: perdón por<br />

incumplir mi promesa.<br />

Tú tampoco cumpliste la vaga promesa <strong>de</strong> ir a<br />

Madrid. Lo comprendo perfectamente. No tenías mucho<br />

dinero, te estabas enamorando <strong>de</strong> Eric. Me contabas <strong>de</strong><br />

él por teléfono. Me pareció <strong>que</strong> te daba miedo ilusionarte<br />

<strong>de</strong>masiado, i<strong>de</strong>alizarlo. No me <strong>de</strong>cías gran cosa. Sentía,<br />

y me dolía, <strong>que</strong> no <strong>que</strong>rías compartir conmigo los<br />

pe<strong>que</strong>ños <strong>de</strong>talles <strong>de</strong> esa relación <strong>que</strong> —lo podía intuir<br />

bien a miles <strong>de</strong> kilómetros, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> a<strong>que</strong>lla olorosa cabina<br />

pública <strong>de</strong> la <strong>que</strong> acababa <strong>de</strong> salir un pobre africano<br />

abrumado por la soledad— era lo <strong>que</strong> habías estado buscando<br />

tanto tiempo, una verda<strong>de</strong>ra promesa <strong>de</strong> amor. No<br />

te voy a mentir: sentí celos. Aun<strong>que</strong> sabía <strong>que</strong> no podía<br />

ser tu pareja, <strong>que</strong> ya no me veías como un amante —y<br />

por eso en mi última visita habías preferido <strong>que</strong> durmiese<br />

en el sofá; y por eso, cuando te abracé <strong>de</strong>snudo antes<br />

<strong>de</strong> entrar a la ducha, evitaste <strong>de</strong>licadamente mis besos<br />

y sonreíste co<strong>que</strong>ta pero distante—, aun<strong>que</strong> sabía <strong>que</strong><br />

ya no podía ser tu hombre, tampoco podía evitar <strong>que</strong> la<br />

súbita presencia <strong>de</strong> Eric en tu vida me incomodase un<br />

poco. Nunca estabas en casa. Cuando te llamaba, te sentía<br />

apurada. Si Eric estaba contigo, no podíamos hablar,<br />

41

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!