10.05.2013 Views

Primeras Páginas de Los amigos que perdí - Prisa Ediciones

Primeras Páginas de Los amigos que perdí - Prisa Ediciones

Primeras Páginas de Los amigos que perdí - Prisa Ediciones

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

<strong>de</strong> Marta Sánchez— y fuiste tú quien vino a mí y me<br />

besó en los labios. Nos besamos como antes, sin ardor<br />

ni premura, con calculada morosidad, con esa mezcla<br />

inquietante <strong>de</strong> culpa y <strong>de</strong>seo, y, cuando quise besarte<br />

también el cuello y ahí atrás <strong>de</strong> la oreja para arrancarte<br />

un suspiro, dijiste mejor no, mejor me voy a dormir, y<br />

me diste un fugaz besito en la mejilla y bajaste <strong>de</strong>l carro.<br />

No supe entonces lo <strong>que</strong> sé ahora: <strong>que</strong> ese sería nuestro<br />

último beso. De haberlo sabido, no habría dudado tanto:<br />

te hubiese llevado abajo, a la playa, y, como lo hicimos<br />

alguna vez en tu carro, te hubiera amado con pasión y,<br />

también, con el amargo presagio <strong>de</strong> la <strong>de</strong>rrota.<br />

Pocos días <strong>de</strong>spués nos volvimos a encontrar. Me<br />

llamaste a casa <strong>de</strong> Mar, me confesaste entre risas <strong>que</strong><br />

Lima te tenía al bor<strong>de</strong> <strong>de</strong>l colapso y, dado <strong>que</strong> ella había<br />

salido y yo estaba solo, te animaste a <strong>de</strong>cirme <strong>que</strong> vendrías<br />

a visitarme hasta los extramuros <strong>de</strong> la ciudad, a<br />

a<strong>que</strong>llos bucólicos parajes en los <strong>que</strong> me había refugiado<br />

<strong>de</strong>l alboroto y el chismorreo limeños. Fue una sorpresa<br />

verte llegar en tu pe<strong>que</strong>ño carro blanco: pensaba <strong>que</strong> tu<br />

familia se había ocupado <strong>de</strong> ven<strong>de</strong>rlo cuando te fuiste a<br />

Austin. Parecías algo nerviosa. Podía sospecharlo, no<br />

tenías <strong>que</strong> <strong>de</strong>círmelo: te inquietaba la posibilidad <strong>de</strong><br />

encontrarte con Mar. Por eso no quisiste entrar a su casa,<br />

a pesar <strong>de</strong> mi insistencia. Apenas diste una fugaz miradilla<br />

a la sala —y elogiaste el refinamiento <strong>que</strong> exhibía—,<br />

cruzaste palabras conmigo y, a la vista <strong>de</strong> tu incomodidad,<br />

fue evi<strong>de</strong>nte <strong>que</strong> <strong>que</strong>rías salir a dar una vuelta, lo <strong>que</strong><br />

hicimos enseguida. No imaginé <strong>que</strong> volveríamos a estar<br />

juntos en tu carrito blanco. Aún hoy lo recuerdo con<br />

cariño. Cuando estoy en Lima y veo un carro como el<br />

tuyo, lo sigo con la mirada y me pregunto, invadido por<br />

49

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!