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En anarquía - Camille Pert - del Kolectivo Conciencia Libertaria

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“<strong>En</strong> <strong>anarquía</strong>” de <strong>Camille</strong> <strong>Pert</strong><br />

su vez!... ¡Final de revoluciones, final de huelgas, siempre el pobre, siempre el trabajador paga<br />

las consecuencias! Y, acabada la comedia, se encuentra como antes, apaleado y con el vientre<br />

vacío.<br />

Es fatal, observó Gerald; luchan contra una sociedad organizada, fuerte, defendida, no sólo por<br />

el soldado, sino mucho más aún por la rutina, el hábito <strong>del</strong> respeto de todos… Y luego, dígase<br />

lo que se quiera, los burgueses son superiores a ustedes; al fin son los únicos depositarios de la<br />

ciencia.<br />

– ¡Sí, son fuertes! exclamó Bonthoux; ¡así es seguro que nos quedaremos con la nueva<br />

organización en el papel y en nuestras cabezas!...<br />

Augusto se echó hacia atrás silbando, y lió un cigarrillo.<br />

– ¡Acuerdo mutuo!... ¡Una tontería!... ¡Se está siempre de acuerdo para demoler… pero trátese<br />

de reconstruir… cada uno tirará para sí!<br />

– ¡Cállate, animal! exclamó Bonthoux indignado. Hablando de ese modo se desanima a los<br />

hombres serios que desean ir a<strong>del</strong>ante… ¿Somos ciegos o locos? ¿Somos criaturas? ¿No<br />

sabremos nunca más que gritar, quejarnos, andar a tontas y a locas y no sabremos edificar la<br />

sociedad que anhelamos? No, te lo aseguro; ¡somos hombres, y lo probaremos cuando llegue<br />

la hora! ¡Si no nosotros, nuestros hijos conocerán el mañana asegurado, el trabajo moderado y<br />

bienhechor… Sus mujeres sonreirán en la casa y ya no se oirá a los pequeñuelos llorar de frío y<br />

de hambre!...<br />

Emilio dejó caer la voz dulce y lenta; la frente apoyada sobre una mano, los ojos fijos en una<br />

visión lejana, y con un dedo trazaba distraídamente dibujos sobre la mesa con el líquido<br />

derramada.<br />

– Sí, todos… todos los humanos, todo lo que vive, piensa y siente, salvado de una existencia de<br />

sufrimientos y de angustias. ¡Basta ya de esas luchas enervantes para conservar una vida que<br />

se maldice, de cual se desembarazaría uno si no hubiera otras vidas que les retuvieran!...<br />

¡Basta ya de estas visiones desgarradoras en que se nos presenta el porvenir… viejo,<br />

imposibilita lo de ganar su pan… siendo una carga para hijos a quienes se roe el miserable<br />

mendrugo! ¡Oh, poder estar enfermo… detener un día ese trabajo de esclavo sin la caída<br />

inmediata en la fosa; poder amar, pensar, estudiar… no verse reducido a la condición de bestia,<br />

de máquina de producción!...<br />

– ¡El trabajo es lo que ennoblece al hombre, lo que le coloca sobre los animales! continuó<br />

Bonthoux. ¡Y el burgués, rechazándole injustamente sobre nosotros solos, ha hecho de él un<br />

terror, un sufrimiento, un castigo!... ¡El trabajo, que debería ser el equilibrio <strong>del</strong> pensamiento <strong>del</strong><br />

hombre, ha sido convertido por una casta en un suplicio, en un presidio atestado de esclavos…<br />

y allí, con el látigo en la mano, peor aún, con el hambre a sus órdenes, los sujeta e imposibilita<br />

eternamente para la libertad!...<br />

Gerald se había levantado y traía <strong>del</strong> mostrador botellas de licores diversos que escanció en las<br />

copas. Bebió y, con los ojos velados por la embriaguez <strong>del</strong> veneno, dijo:<br />

– ¡A qué trabajar! Se necesita tan poco para satisfacer la vida animal… los goces positivos<br />

están en la existencia espiritual. ¡Oh, ir a países templados, donde amplias y leves vestiduras<br />

cubrirían las desnudeces… frutos procedentes de un suelo sin cultivo, ramas entrelazadas, he<br />

ahí el alimento y la habitación!... ¡Qué festines, qué palacios son preferibles a los goces<br />

soñados!...<br />

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