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En anarquía - Camille Pert - del Kolectivo Conciencia Libertaria

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“<strong>En</strong> <strong>anarquía</strong>” de <strong>Camille</strong> <strong>Pert</strong><br />

«Ciudadanos: no juzgo necesario detallarles los sufrimientos que nos impone la sociedad<br />

actual… Cada uno de ustedes harto directamente tocan con el dedo la fragilidad de ese edificio<br />

de muerte y de expoliación… bien ven sus ojos fulgurar por todas partes los signos precursores<br />

de su derrumbamiento. ¿Qué es la sociedad que nos rodea? ¡un mar de sangre velado por una<br />

bruma hipócrita! El antagonismo de las situaciones y de los intereses se siente en todo y por<br />

todos… Los pueblos, locos de furor, quieren triturar a otros pueblos, en vez de unirse todos<br />

para triturar el autocratismo… ¡Los proletarios, descarriados y engañados, pelean unos contra<br />

otros cuando debieran estrecharse solidariamente y precipitarse sobre el odioso monopolio!<br />

¡Por todas partes la antítesis trágica! Los unos hacen su aparición en la existencia entre el brillo<br />

de los millones arrancados por su padre capitalista a los trabajadores a quienes tortura con el<br />

hambre… Otros que nacen en el abandono de la calle… el lodo es su cuna… la suciedad su<br />

alimento… la esclavitud su porvenir».<br />

Se detuvo, echó agua en la copa, la bebió y continuó con voz algo ronca, pero con dicción<br />

siempre clara de actor, en medio <strong>del</strong> atento silencio de la subyugada asamblea.<br />

«Todos los males reconocen por causa el monopolio de los medios <strong>del</strong> trabajo y las fronteras<br />

que dividen los pueblos… Esas dos monstruosidades deben desaparecer. Es una operación<br />

indispensable que ha de practicarse en el cuerpo social…»<br />

Se calló por un momento, se sentó, con sus gruesas piernas separadas; bebió un segundo<br />

trago y se arregló la garganta. <strong>En</strong> seguida se levantó, y yendo y viniendo, con el tono más<br />

tranquilo, empezó a edificar después de la rabiosa destrucción a que antes se había dedicado.<br />

«¡El colectivismo es el único remedio al mal social; reposa sobre estas bases admirables;<br />

tierras, casas, minas, fábricas, ferrocarriles, etc., serán propiedad nacional, común para<br />

todos!… El trabajo será obligatorio y moderado… Cada uno será deudor de cierto número de<br />

horas de trabajo diarias para la sociedad… Se trabajará en talleres nacionales perfectamente<br />

acondicionados… ¡A cada trabajador la misma parte social! <strong>En</strong> la actualidad, los patronos se<br />

arruinan luchando unos contra otros y se vengan esquilando al obrero… ¡La sociedad<br />

convertida en único patrón no luchará contra sí misma! ¡Los obreros, en el día, combatiendo<br />

entre sí se disputan los salarios… si se asocian todos no tendrán intereses opuestos!...<br />

Suprimida la miseria se suprime el crimen… ¡No existirá el odio, puesto que el objeto <strong>del</strong> odio,<br />

la Riqueza indebidamente acaparada por algunos, se repartirá entre todos!...»<br />

Estallaron los aplausos, pero no los aplausos indiferentes o rutinarios de antes; el problema<br />

social, con todos sus tristes accesorios, se cernía sobre todas las inteligencias…<br />

Celestino bebió un gran vaso de agua absintada, se puso en la boca una píldora que sacó <strong>del</strong><br />

bolsillo de su chaleco y se plantó en medio de la escena en una actitud análoga a la de un<br />

viajante de comercio que seduce al cliente escamado.<br />

«Esperando que un trastorno social dé completa satisfacción a nuestras legítimas aspiraciones,<br />

hay ciertas medidas, ya en el día accesibles a todos, que alivian la miseria y que poco a poco<br />

preparan el gran acontecimiento cuyo desarrollo tendrá cumplida satisfacción en el porvenir».<br />

«Tal es la sociedad colectiva la Universal, cuyos miembros son innumerables en el Norte y que<br />

no tardará en ser apreciada en todas estas comarcas cuando se conozca su utilidad. La<br />

Universal da el poder necesario durante las huelgas. Es el embrión de la sociedad colectiva<br />

futura… Por su objeto material, la Universal, compañía cooperativa para todos los artículos<br />

necesarios a la vida, cuando todos los trabajadores sin excepción se le hayan adherido, como<br />

es su deber, agotará los ingresos de la clase comerciante… ¡La Universal entrega todo artículo<br />

a precio de coste, suprime el intermediario entre el productor y el consumidor… ese roedor<br />

inútil, que expolia injustamente a la masa con su ilícita ganancia! ¡Mujeres, piensen en el<br />

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