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ealizar en familia. Este es el caso de los paseos familiares [flaneries de famille]<br />

(Huart, 1841: 22; [ 2007: 94]). Dautresme (2001: 83-84), en su análisis<br />

del tiempo y las formas de sociabilidad del paseo en el Palais-Royal del París<br />

de fina<strong>les</strong> del siglo XVIII, nos habla de la porosidad de esta práctica social:<br />

“se pasea también para obtener también el « golpe de vista » que ofrece el<br />

espectáculo de los paseantes; se degusta allí, en compañía, de los placeres de la<br />

conversación, se buscan realizar allí encuentros, tanto « honestos » como<br />

« licenciosos ». El paseo es todavía inseparable de otros tipos de placeres, como<br />

la asistencia a los espectáculos, o el consumo de refrescos a la sombra de los<br />

árbo<strong>les</strong> o bajo los templetes. El paseo aparece de esta forma como un<br />

pasatiempo informal, aunque reglamentado, una actividad ociosa pasajera, en el<br />

límite de lo invisible que, al borrarse detrás de otras costumbres, deja pocas<br />

huellas. Por oposición a otras actividades ociosas, el paseo aparece, en<br />

consecuencia, ante todo, como una actividad « hueca », un tiempo de<br />

disponibilidad abierto a un gran espectro de distracciones apacib<strong>les</strong>.”<br />

El flâneur encuentra semejanzas y diferencias con el dandy. Este último<br />

es considerado como una más, entre otras, de las encarnaciones del primero<br />

(Gilloch, 1996: 153). Históricamente debe vincularse el surgimiento del<br />

dandy a aquella nobleza ing<strong>les</strong>a y francesa que, una vez perdido el poder<br />

político, a raíz de la emergencia de la burguesía, trata de equilibrarlo con un<br />

mayor poder y visibilidad social, convirtiéndose en el centro de atención de<br />

las reuniones socia<strong>les</strong>. En estas circunstancias, el dandy ocioso desarrolló<br />

como actividad regular la flanerie en los pasajes (Köhn, 1989: 27-30). Benjamin<br />

(2007: 432) se refiere a la disposición del dandy cuando declara que<br />

“[l]a ociosidad del flâneur es una manifestación contra la división del trabajo.”<br />

[M 5,8] (en cursiva en el original). Según Herbert (1988: 34), en la<br />

década de 1830, en Francia, era identificado por sus costumbres exquisitas,<br />

su indiferencia y su traje impecable; emuló al caballero y al aristócrata de<br />

las Islas Británicas en lo que llegó a ser considerado como el fenómeno de la<br />

anglomanía.<br />

Es decir, históricamente, en Francia nació el flâneur cuando el dandy callejeaba<br />

y visitaba espacios de sociabilidad. En todo caso, con el tiempo,<br />

otros sectores socia<strong>les</strong>, como los periodistas, se incorporaron a la flanerie,<br />

que asimismo asimiló, alrededor de 1860, muchas de las características exteriores<br />

del dandy, según Herbert (1988: 34): “El dandy no era necesariamente<br />

un flâneur, pero el flâneur está casi siempre un dandy.” (en cursiva en el<br />

original). Creo que la visibilidad del dandy no está reñida con el incógnito<br />

34

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