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A mediados del siglo XX la ciudad de México ... - Revista EL BUHO

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mesoamericana que ofrendaba a los niños primero al dios jaguar olmeca y luego a<br />

Tláloc en lo alto <strong>de</strong> <strong>la</strong>s montañas. Su l<strong>la</strong>nto atraería a <strong>la</strong> lluvia. De allí <strong>la</strong> mueca <strong>de</strong> l<strong>la</strong>nto<br />

<strong><strong>de</strong>l</strong> bebé-jaguar. Su expresión simbólica son tres cuentas <strong>de</strong> ja<strong>de</strong> representadas ya en <strong>la</strong><br />

época olmeca (por ejemplo en <strong>la</strong> Este<strong>la</strong> C <strong>de</strong> Tres Zapotes). ¿Por qué tres? A mi juicio<br />

se refieren a los tres fluidos corporales que se producen abundantemente en el l<strong>la</strong>nto <strong>de</strong><br />

una criatura: lágrima, moco y saliva. Los niños, según los arqueólogos eran <strong>de</strong>capitados<br />

y el corazón <strong>de</strong>positado en el cuauhxicalli. Por asociación, luego en Teotihuacan todo<br />

sacrificio aparece <strong>de</strong>signado mediante tres gotas esti<strong>la</strong>ndo <strong>de</strong> un corazón trilobu<strong>la</strong>do.<br />

Esta triple asociación <strong><strong>de</strong>l</strong> ja<strong>de</strong> con el agua y <strong>la</strong> sangre sacrificial tiene asimismo una<br />

representación simbólica mediante <strong>la</strong>s tres cuentas <strong>de</strong> ja<strong>de</strong> o chalchihuites en <strong>la</strong>s<br />

representaciones zapotecas, totonacas, mayas y teotihuacanas, <strong>de</strong> don<strong>de</strong> fue retomada<br />

por el arte tolteca y luego conscientemente recuperada por <strong>México</strong>-Tenochtit<strong>la</strong>n. No es<br />

un azar entonces que reaparezcan, multiplicadas, sobre el rostro <strong>de</strong> Frida en sus<br />

numerosos autorretratos. Sin embargo, su rostro permanece impávido, alusión tanto a <strong>la</strong><br />

rigi<strong>de</strong>z <strong><strong>de</strong>l</strong> mo<strong><strong>de</strong>l</strong>o fotográfico (que en <strong>la</strong> época <strong><strong>de</strong>l</strong> trabajo <strong>de</strong> su padre había recurrido a<br />

un armazón para impedir el movimiento <strong>de</strong> los retratados) como a <strong>la</strong> dignidad con que<br />

se <strong>de</strong>bía asumir el dolor físico y moral que <strong>la</strong> aquejaban.<br />

Cada uno <strong>de</strong> los atributos físicos <strong>de</strong> <strong>la</strong> Nana se duplica en el paisaje interior: su<br />

piel como <strong>la</strong> tierra, <strong>la</strong> leche que escurre <strong>de</strong> <strong>la</strong>s pare<strong>de</strong>s <strong>de</strong> <strong>la</strong> caverna como <strong>de</strong> una<br />

cascada invisible. Desconocida y presente, esta imagen se trata <strong>de</strong> una advocación <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

Gran Diosa Madre, encarnación <strong><strong>de</strong>l</strong> axis mundi, <strong>la</strong> diosa/árbol-nodriza, el<br />

Chichiualquauitl o Chichihualquauitl, habitante <strong><strong>de</strong>l</strong> paraíso teotihuacano, heredado<br />

sincréticamente por los pueblos nahuas mediante el concepto <strong><strong>de</strong>l</strong> paraíso infantil <strong>de</strong><br />

Xochat<strong>la</strong>pan (como anotáramos anteriormente, también <strong>de</strong>nominado Chichihualcuauhco<br />

y Tonacacuahtit<strong>la</strong>n).<br />

El árbol es una imagen que ha fascinado a todos los hombres y el árbol que<br />

<strong>de</strong>spliega en el cielo su copa es un árbol femenino: ―ampara y alberga a todos los seres<br />

vivientes y los alimenta con sus frutos que cuelgan como estrel<strong>la</strong>s‖, dice Paz al citar a<br />

Erich Neumann. Así, el cielo en que extien<strong>de</strong> sus ramas el árbol-diosa no es el cielo<br />

diurno sino el nocturno, ―<strong>de</strong> ahí que <strong>la</strong>s hojas, <strong>la</strong>s ramas, los frutos y los pájaros sean<br />

vistos como estrel<strong>la</strong>s‖. En seguida, Paz encontraba otra fuente para sus investigaciones<br />

sobre el Gran Vidrio: para <strong>de</strong>signar el eje <strong>de</strong> <strong>la</strong> Novia, Duchamp había empleado <strong>la</strong><br />

expresión arbre-type (árbol-tipo). Georges Dumezil ya había observado alguna vez que<br />

De nuestra portada http://www.revistaelbuho.com Marzo 2012 Pag.18

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