identidad y participación - Cristino Barroso Ribal - Universidad de ...

Hay, en segundo lugar, una relación de complementariedad con los
otros cargos políticos, lo que le ha otorgado esa imagen que hace unos
años viene categorizada como la de ‘componentes de una clase política’,
aparte de la sociedad, independientemente de sus colores partidistas.
Complementariedad que deriva, en cierta identificación con el resto de los
políticos. En el gobierno, en la oposición, entre ellos. Complementariedad
que conduce al consenso. En lo positivo, destacable y extrapolable al
resto de la sociedad, este esfuerzo de buscar el consenso significa ser
conscientes, día a día, de la necesidad de coordinar esfuerzos, bajo el
principio democrático de la tolerancia y el servicio público. En lo negativo,
significa cierto corporativismo (sólo se ponen de acuerdo entre ellos y
para cosas que les afectan, o cuando no les queda otro remedio) y
distanciamiento de los ciudadanos.
En tercer lugar, en el ámbito político también se generan relaciones
de interferencias y malos rollos. No hace falta llegar al insulto y a la
descalificación (aunque se llega muy a menudo), pero sí se da aquello de
‘si tal iniciativa la tomó el anterior cargo, ahora yo hago lo contrario’ (aun
proviniendo del mismo partido o coalición). Despilfarro de recursos,
expectativas frustradas, derroche de energías no renovables, úlcera y
estrés, son indicadores del cargo político... y sus alrededores.
Ubicado (el cargo político) en la cúspide del nivel estratégico, en no
pocas ocasiones tiene la osadía de entrar en el nivel de la gestión (en el
ámbito profesional) y en el nivel operativo (el de la sociedad), con el
objeto de dirigir, enseñar, conducir, generando no pocas relaciones de
competencia y de interferencias. Rara vez, alguna complementariedad.
En el ámbito profesional y técnico también existe un interés
homogeneizador por resaltar el carácter institucional de la participación.
También les diferencia los niveles de responsabilidad, las ideologías, las
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