INTRODUCCION: Té con SIR ENDIPITY

se concentran en Jueves Santo. Nubes de palomas por encima de la explanada. El
excremento y la transmutación dan fruto sobre la arquitectura virreinal y las piedras
empiezan a sangrar.
El arzobispo cruza la fachada. La arquidiócesis pone la medalla milagrosa adonde la
barbilla. Amén. El arzobispo levanta ambos brazos y, por un momento, se convierte en un
crucifijo humano. La gente rebosa alegría más allá del rezo. Inversión termal para bien o
para mal. Su santidad percibe una sensación de gota en la mano izquierda. Una gota de
sangre cae en la palma y le escurre lentamente por el antebrazo. Este se alarma por un
instante: ¿Ha ocurrido mi señor en el lienzo de los estigmas?. La segunda gota cae y
entonces se percata de que la sangre proviene de arriba.
Todos alzan la mirada.
Por encima de esta misa anómala de los ojos, de estrabismo con todo el peso que
soportan las torres, se percibe un movimiento.
Durante un ajuste de cuatro siglos, aquellas lajas cubriendo la parroquia habían
permanecido silenciosas, sólidas, indescifrables, fijas como corazas sin tregua. Ahora la
roca comienza a desangrarse con el trabajo continuo de la lluvia y en la medida que sus
ángeles esculpidos cobran vida.
El primero de los varios modelados en las paredes se estremece y abre los ojos
lentamente. El color despierta maravillosamente en la estatua. Las alas truecan sus vetas
por plumaje y se despliegan de golpe. Las manos se despegan del bloque y todo el cuerpo
se endereza sobre la cornisa, bebe el aire del mediodía y enfría la luz con una sombra de
capas arenosas. El resto de la hueste completa una formación conforme la materia es
vencida, entonces se arrojan a la plaza y dan inicio a la masacre. La grey se dispersa, corre
histérica sobre aceite derramado. Las inmensas uñas se incrustan en el primer cráneo y lo
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