INTRODUCCION: Té con SIR ENDIPITY

Algunos vuelos ofrecen proyectar películas en sus itinerarios, mientras otros
simplemente dejan sus iniciales en el cielo. Viene a su recuerdo el instante fílmico de
grandes ventajas que mostraba a un joven que se suicidaba del bungee sin un freno, pues
adora sus cabellos. El piensa que no importa caer eternamente si se logra escapar. Un
rápido corte de edición pone el cuerpo en el paracaídas perdido de la gravedad, el espacio
completamente sumido a causa del peso muerto de una persona dormida; la cara del
muchacho hundido en la fuga de viento sideral como en un mullido colchón...aunque ya no
habría más sueños para éste.
Guillermo tiende la mano a los minutos que se lanzan con turnos sucesivos del
trapecio de su reloj. Tres minutos, el período de duración de la etapa REM, constituye una
buena medida de tiempo: ni tan largo para armar un fósil, ni tan corto para las lentísimas
agitaciones del gozo.
(650 metros sobre el nivel del mar y elevándose todavía)
-Carajo, Guillermo, ¿estás con nosotros o qué?
-Algo me cayó mal...
-Sí...sí...es demasiado el vuelo de las anfetaminas en tí, lo sé. ¿Cierto o no?; Dime
sinceramente, ¿Cuánto puedes evadirlo sin volver a caer en arenas movedizas? ¿Un
minuto? ¿Dos? ¿Tres minutos?...amigo, todo lo que sube tiene que bajar. ¡Has sentado tu
vida en la feria más veloz del desideratum y puedes perder el control!
Guillermo, falto de orden, negó con la cabeza, sujetó la revista con fuerza y cerró
los ojos. Sintió la presión del arnés tubular comprimiendo su estómago, la terrible
velocidad generada en el último recodo y el retardo de su cabeza persiguiendo una
inclinación de 360º sobre el centro de gravedad de aquella vía, anticipando el clímax y la
nada más allá de ese punto. Cree oír las bocinas de control: “En caso de pérdida en la
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