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SUMARIO<br />

EDITORIAL<br />

Octubre de 1917 - Junio de 1918: más capitalismo, más reformismo. Notas para<br />

un editorial<br />

DOSSIER<br />

Derivas políticas de la investigación universitaria<br />

Seminario colectivo «Conocimiento, verdad y poder»: Balance de una<br />

experiencia<br />

Karla Castellazo, Gimena Perret: Reproduciéndonos a nosotrxs mismxs.<br />

La investigación antropológica en la academia y el rol del trabajo de campo<br />

Juan José Nardi, Isolda Bertellotti y Paula Formento: Una epistemología<br />

para una sociología menor<br />

Verónica Tozzi: A propósito de Malvinas: realismo figural y evaluación<br />

heurística para las reescrituras de la experiencia de guerra.<br />

UNIVERSIDAD<br />

Mariano Repossi, Faderico Yamamoto: Una introducción a la vida no<br />

académica<br />

Michel Foucault: Prefacio a la edición estadounidense de El Anti-Edipo<br />

Eduardo Emilio Glavich: Siete tesis acerca del movimiento estudiantil<br />

Maximiliano Román: Producción de conocimientos y reproducción del<br />

poder en nuestra Facultad<br />

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DOCUMENTOS UNIVERSITARIOS<br />

Colectivo de Estudiantes de filosofía: Seminario colectivo curricular «Filosofía,<br />

historia, comunidad»<br />

El Brote (Psicología UBA), CAUCE (UNLP), El Viejo Topo (Sociales<br />

UBA), La Cantera (UNGS), FUL (UNQ): Documento de discusión<br />

ARTÍCULOS VARIOS<br />

Patricio Enrique McCabe: Gualeguaychú no tiene quién le escriba<br />

Víctor Militello: Alain Badiou o el platonismo materialista<br />

Laura M. Galazzi: De la escuela en los tiempos del control<br />

Julián Kan, Mariano Repossi, Alejandro Viegas: Prólogo a El fetichismo<br />

capitalista en la organización de la producción<br />

RESEÑAS<br />

Impreso en Chilavert, experiencia filmada (por Mariano Repossi).<br />

Blas de Santos: La fidelidad del olvido. Notas para el psicoanálisis<br />

de la subjetividad militante (por Florencio Francisco Noceti).<br />

AA.VV.: UBA Factory. Reestructuración capitalista y lucha de clases<br />

en la Universidad de Buenos Aires (1992-2006) (por Verónica Lía<br />

Zallocchi).<br />

Claudio Katz: El rediseño de América Latina, ALCA, MERCOSUR<br />

y ALBA (por Julián Kan).<br />

Miscelánea, revista de cultura y pensamiento (por Mariano Repossi).<br />

Agenda y actividades<br />

Números anteriores<br />

3 dialéktica<br />

SUMARIO


COLECTIVO DE TRABAJO:<br />

dialéktica 4<br />

Gastón Falconi<br />

Eduardo Emilio Glavich<br />

Patricio Enrique McCabe<br />

Juan José Nardi<br />

Florencia Francisco Noceti<br />

Vanesa Lorena Prieto<br />

Mariano Repossi<br />

Verónica Lía Zallocchi<br />

AGRADECIMIENTOS Y COLABORACIONES:<br />

Verónica Tozzi, Paula Formento, Isolda Bertellotti, Lucía Laura M.<br />

Galazzi, Julián Kan, Alejandro Viegas, Federico Yamamoto, El Brote<br />

(Psicología UBA), CAUCE (UNLP), El Viejo Topo (Sociales UBA), La<br />

Cantera (UNGS), FUL (UNQ), Colectivo de Estudiantes de Filosofía<br />

(UBA), MQN (UBA).<br />

ENVÍOS DE COLABORACIONES Y COMENTARIOS:<br />

O VÍA MAIL:<br />

CORRECCIÓN Y DIAGRAMACIÓN:<br />

DISEÑO ARTÍSTICO Y DIBUJOS:<br />

IMPRESIÓN, COMPAGINACIÓN Y ARMADO:<br />

Gabriela Mistral 3250 (C.P. 1419)<br />

Capital Federal<br />

eglavich@filo.uba.ar<br />

Colectivo de trabajo de <strong>Dialéktica</strong><br />

Gastón Falconi<br />

tonelterrible@hotmail.com<br />

Espacio Comunitario La Gomera<br />

Benito Quinquela Martín 1795, Barracas.<br />

Tel. 4301-3028


Octubre de 1917 - Junio de 1918<br />

Más capitalismo y más reformismo<br />

Notas para un editorial<br />

Dedicamos este número de dialéktica a quienes,<br />

conservando las determinaciones de figuras anteriores,<br />

no soportan per se que la tradición de todas las generaciones muertas<br />

oprima como una pesadilla el cerebro de los vivos,<br />

pues saben que no pueden comenzar su propia tarea<br />

antes de despojarse de toda veneración supersticiosa por el pasado…<br />

1.<br />

El capitalismo internacionalizado continúa en su fase de crecimiento.<br />

De esto no hay ninguna duda, a pesar de las recientes «turbulencias»<br />

financieras. Cualquier indicador que se tome lo corroborará sin<br />

mediaciones. Si la ex Unión Soviética (Rusia) y China se «pelean» con<br />

EE.UU. y el conjunto de la Unión Europea, no es actualizando el debate<br />

de otrora, capitalismo vs. comunismo o mercado vs. planificación,<br />

sino por la cuota de la plusvalía que la clase capitalista obtiene de los<br />

trabajadores. Las relaciones de producción capitalistas se expanden<br />

y generalizan con las necesarias contradicciones de su proceso pero<br />

con las también necesarias fuerzas de las leyes de acumulación del<br />

capital. Sin embargo, la creciente subsunción de la sociedad por el<br />

capital no se realiza sin encontrar algunas dificultades dignas de<br />

mención. Una de ellas es el desgaste de las antiguas formas<br />

parlamentarias con las que se obtenía el consenso, por parte de los<br />

explotados, a su propia esclavitud. El ciudadano ávido de ejercer sus<br />

derechos viene siendo reemplazado por el consumidor cuya libertad<br />

se restringe a las opciones que provee el mercado. Pero este tránsito<br />

dista de ser idílico. Las movilizaciones contra la guerra que se suceden<br />

al interior de los propios países agresores parecen poner un límite<br />

claro a las pretensiones del capital de apropiación de los recursos<br />

naturales. Es así que el costo que tiene el consumo irresponsable de<br />

petróleo muestra su cara más cruel en las innumerables muertes<br />

5 dialéktica<br />

EDITORIAL


«propias» que a diario experimentan los ciudadanos estadounidenses<br />

y promueve un resurgir de la lucha por los derechos civiles que no pasó<br />

desapercibido para quienes encuentran un paralelismo entre este<br />

momento y el vivido en ocasión de la guerra de Vietnam.<br />

2.<br />

América Latina en su conjunto sigue, como no podría ser de otra<br />

manera, el mismo patrón económico y político, y no resulta fértil, ni<br />

teórica ni mucho menos políticamente, plantear diferencias de peso<br />

entre los llamados «noventa», el tan mentado «neoliberalismo» –<br />

categoría por cierto ajena al marxismo– y la actualidad<br />

latinoamericana: apenas una serie impresentable –para los<br />

trabajadores– de populismos socialdemocratizantes. Así, hablar<br />

positivamente de que ciertos gobiernos han puesto límites a las<br />

políticas «neoliberales» es hacerles el juego, en el plano político, a<br />

quienes ejercen el ya conocido péndulo de acumulación del capital:<br />

ora liberalizo y privatizo, ora cierro y estatizo, ora soy (neo)liberal,<br />

ora socialdemócrata.<br />

Hugo Chávez Frías, Lula Da Silva, Evo Morales, Tabaré Vázquez,<br />

Cristina Kirchner, Michelle Bachelet y el resto de la comparsa nac&pop<br />

sólo distraen, jugando para la burguesía. La Habana asiste al pase de<br />

mando por linaje de sangre. Marcos escribe (¡y las publica!) novelas<br />

eróticas. Morales habla en… Chávez habla durante horas y elogia a<br />

Cristo. Crist… ina cita a Hegel. Y muchos/as de nuestros/as (futuros/<br />

as ex) compañeros/as se suman a la farsa del «otro modelo es posible»,<br />

«otro país es posible», «otro socialismo (el del siglo XXI) es posible», en<br />

fin, ¡otro capitalismo es posible! Por ello, nos interpelan al grito de<br />

Matías Martin: «y vos... ¿de qué lado estás?», descubriendo por doquier<br />

sólo la lucha (ínter burguesa) entre oficialismo y oposición, cual meros<br />

analistas políticos que, sirviéndose de diarios de gran circulación,<br />

desdibujan casi por completo la lucha irreconciliable entre el capital y<br />

el trabajo, entre la burguesía y el proletariado. Será por eso que se alinean<br />

con el «Modelo de Acumulación y de Inclusión Social» que pregona la<br />

candidata Cristina Fernández de Kirchner (acompañada siempre por<br />

Hebe de Bonafini), modelo que, como todos saben, cambia<br />

sustancialmente el capitalismo de los ’90 y el de los ’70 contra el que<br />

militaron muchos/as de los/as que hoy están desaparecidos/as. ¿Se<br />

puede defender con mediana seriedad que alinearse, por una cuestión<br />

de «mal menor», de «acumulación de fuerzas» o de «contradicción<br />

fundamental», con las fuerzas que impulsan el «Modelo de Perfil<br />

dialéktica 6


Industrialista» del kirchnerismo es una alianza social a favor de los<br />

intereses de la clase obrera, aunque más no sea en alguna de sus pobres<br />

figuras más o menos (in)mediatas? ¿O se puede creer que Cristina,<br />

citando a Hegel, se convirtió en la encarnación misma de la dialéctica<br />

de lo real? 1 ¿Acaso no es la misma que les ofreció, por ejemplo, a los<br />

empresarios españoles –que no son poca cosa en Argentina y lo son<br />

desde los noventa!– seguridad jurídica al decirles que nosotros (ella)<br />

somos capitalistas y que tomen más en cuenta lo que hacemos que lo<br />

que decimos… en los periódicos?<br />

Es indudable que el suelo común sobre el que debaten los<br />

gobernantes antes mencionados es que los cambios sólo son posibles<br />

mediante alguna «forma estado» más o menos atenta a los reclamos<br />

populares, pero sin cuestionar en esencia el régimen capitalista. Los<br />

movimientos sociales incluso se hacen cargo de esta situación y hasta<br />

en el caso boliviano entienden inevitable una forma de «capitalismo<br />

andino». En este panorama de real politik ha pasado desapercibida la<br />

última declaración zapatista. Allí se cuestiona, explícitamente, con<br />

todas las letras, el régimen capitalista, y se caracteriza en qué consiste<br />

su nueva ofensiva: «La etapa actual del capitalismo es, en sentido<br />

estricto, una nueva guerra de conquista. La IVº guerra mundial, una<br />

guerra en todas partes, en todo momento, de todas las formas. La<br />

más mundial de las guerras. El mundo es, así, redescubierto una y<br />

otra vez cada que el nuevo dios, el mercado, convierte en mercancías<br />

bienes que antes eran ignorados o permanecían fuera del circuito<br />

mercantil. [...] La mercancía que permanece, a pesar de los cambios y<br />

avances tecnológicos e informáticos, es la fuerza de trabajo, las<br />

trabajadoras y los trabajadores del campo y de la ciudad. El sueño<br />

capitalista de un mundo sin trabajadores, sólo con robots y máquinas<br />

que no exigen sus derechos ni se sindicalizan ni hacen huelgas, es<br />

eso: un sueño. Otro mundo será posible sobre el cadáver del<br />

capitalismo como sistema dominante». [25-03-2007.versión disponible<br />

en www.lafogata.org].<br />

1 Invitamos a leer los discursos de lanzamiento de campaña que Cristina Fernández de<br />

Kirchner dio el 19/07/07 en el teatro Argentino de La Plata y el 14/08/07 en el Luna<br />

Park. Para la adscripción de CFK al hegelianismo, ver su discurso de clausura al IIº<br />

Congreso Internacional Extraordinario de Filosofía, celebrado en San Juan. Y la<br />

contratapa de Página/12 del 16/07/07, «Texto y subtexto de la filosofía», en la que el<br />

sociólogo barroco y funcionario oficialista Horacio González conecta ese discurso de<br />

CFK con el que le precedió inmediatamente en el mismo congreso: el de Marilena De<br />

Souza Chauí, otra funcionaria oficialista, pero del gobierno brasileño.<br />

7 dialéktica<br />

EDITORIAL


3.<br />

Por ello, esgrimir que en Argentina, por ejemplo, el cambio –supuesto, no<br />

puesto– devino a partir de las movilizaciones populares contra el<br />

«modelo» de los noventa –«modelo»: otra categoría vedette y por<br />

supuesto ajena al marxismo–, y más aún del movimiento obrero<br />

organizado, es totalmente ajeno a la realidad efectiva o, al menos, es<br />

muy discutible. Especialmente si consideramos los indicadores<br />

económico-sociales, que en el mejor de los casos muestran que apenas<br />

una capa de trabajadores alcanzó los niveles salariales de la década<br />

de los ’90, quedando el resto por debajo de esos niveles. En este<br />

sentido, la concentración de los ingresos del segundo semestre de<br />

2006 se asemeja a la de 1996 antes de la «crisis del tequila».<br />

De todas formas, aceptamos la invitación a discutir de algunos<br />

compañeros que caracterizan al gobierno de Kirchner como<br />

progresivo. Sostienen que frente al gobierno de De la Rúa con su ley de<br />

flexibilización laboral y su política de disminución del déficit fiscal –<br />

que provocó una baja en las jubilaciones, los salarios públicos y los<br />

planes asistenciales–, y frente al gobierno de Duhalde y su masivo<br />

plan de asistencia focalizada, el actual gobierno argentino propició<br />

un impacto positivo sobre la reducción de la desigualdad a partir de<br />

reimpulsar la intervención estatal en áreas claves de la economía.<br />

Así, mientras por un lado se van reduciendo los planes de asistencia<br />

social, por el otro se los va reemplazando con el crecimiento del<br />

empleo, los aumentos jubilatorios, los convenios colectivos de trabajo,<br />

el control de precios, etc. Pero lo que hay que tener en cuenta es que<br />

los aumentos salariales, fruto de los convenios colectivos de trabajo,<br />

llegaron, en términos nominales, a fines de 2005, a un 25%, en 2006 a<br />

un 19%, y en lo que va de 2007 estamos en una cifra aun menor. Esto<br />

no tiene nada de progresivo sino más bien todo lo contrario. Y a quien<br />

nos diga que los aumentos salariales tienden a estabilizarse porque<br />

la inflación no aumenta, le recordamos que hoy por hoy los índices<br />

inflacionarios construidos por el INDEC están siendo «un poco»<br />

cuestionados.<br />

Un párrafo aparte merece la tan mentada «burguesía nacional»,<br />

que en 2006 su inversión en maquinaria y equipos durables –lo que<br />

se puede llamar inversión «productiva»– llegó sólo al 38%, mientras<br />

que su inversión en construcciones al 62%. Estos números están en<br />

consonancia con el crecimiento de la construcción a tasas del 20%<br />

anual. Esto produjo un incremento del valor inmobiliario, sobre todo<br />

dialéktica 8


en zonas residenciales en donde el precio del metro cuadrado superó<br />

en dólares el valor de los 90´s. 2<br />

Doble error: por un lado, dar por hecho el cambio, dar lo supuesto<br />

por puesto, y, por el otro, servirse a-críticamente de una dudosa<br />

causalidad que proyecta más bien una (su) necesidad populista de<br />

contra-hegemonía berreta y que toma por verdaderos los sueños de su<br />

abstracción, crudamente desmentidos por quienes son diariamente<br />

derrotados a la hora de sostener su poder adquisitivo frente al embate<br />

inflacionario (creyéndolos). Y si bien desde la perspectiva económicosocial<br />

es notorio que «los noventa» no se han ido para nada, a pesar de<br />

la recuperación de las economías regionales y de que amplísimos<br />

sectores del movimiento obrero continúan claramente dormidos, y de<br />

que buena parte de los movimientos sociales o bien pasaron de moda, o<br />

bien, de vereda...<br />

Es en el plano de la política donde se registran las mayores<br />

novedades. Las jornadas del 2001 no pasaron sin dejar rastro y<br />

propiciaron una nueva cultura política en amplios sectores de la<br />

población. Un cambio de estilo que se evidencia en situaciones donde<br />

se recurre a la acción directa sin mayores preámbulos. Nos referimos<br />

a hechos como los ocurridos en la estación Constitución del ferrocarril<br />

ex-línea Roca, los piquetes, que son el recurso obligado de cualquier<br />

movilización, la frecuente toma de edificios públicos y, últimamente,<br />

la quema de empresas como modo de forzar la negociación. Resume<br />

muy bien este estado de ánimo popular el delegado pesquero del<br />

sindicato de los obreros marítimos de Puerto Deseado, Daniel Medina,<br />

quien explica: «Acá no hay respuestas de nadie, la gente va por más,<br />

no va a quedar empresa en pie […] Los que tendrían que estar acá<br />

dando la cara están en Puerto Santa Cruz sobándole el lomo al<br />

presidente y no contestan el teléfono. Bueno acá tienen, la gente no<br />

espera más. Dijeron que han perdido más de 300 millones de pesos.<br />

Entonces ¿cuánto ganan que no nos dan lo que pedimos?» (El Ancasti,<br />

21-07-07).<br />

4.<br />

Nada de esto es considerado seriamente por quienes una y otra vez<br />

sostienen la «táctica del voto útil». Esa que propugna que «hay votar<br />

a» Kirchner (2003), a Ibarra (2003), a Bielsa (2006), a Filmus (2007), a<br />

Cristina y a Scioli (2007), se hace carne y se cristaliza en impresentables<br />

1 Ver Instituto de Estudios Fiscales y Económicos, Informe IEFE, Buenos Aires, 2007,<br />

2006.<br />

9 dialéktica<br />

EDITORIAL


políticas de alianza… de clase, apoyando hasta con el voto a candidatos/<br />

as prístinamente defensores/as de la burguesía, y perdiendo con ello la<br />

más elemental independencia de los trabajadores respecto de las<br />

burguesías de distinto signo.<br />

Por otra parte, los resultados electorales suscitan adversas<br />

interpretaciones. Están quienes interpretan que asistimos a una<br />

«profundización de la crisis de representatividad política» y su<br />

consecuente «imposibilidad de recomposición del sistema político».<br />

Esta perspectiva se apoya en el alto número sumado de abstención,<br />

voto en blanco e impugnación, a la vez que celebra cualquier «día de<br />

furia» esporádico, inorgánico e inmediatista (sea la quema de una<br />

formación del ferrocarril, sea el linchamiento de un violador). Y están<br />

quienes afirman que no hay crisis de los partidos políticos<br />

tradicionales, sino «justamente lo contrario»: una enorme<br />

recomposición, al compás de la (re)acumulación, del sistema político.<br />

Esta otra perspectiva se apoya también en datos aritméticos<br />

contrastables con el padrón electoral: en Argentina, donde las<br />

elecciones ya son de hecho optativas, participa de los procesos<br />

electorales, en promedio, cerca del 70% del padrón, nada más y nada<br />

menos; y de ese 70%, el 95% vota a los candidatos de los partidos<br />

tradicionales del régimen...<br />

Pese a que la gente sigue acudiendo masivamente a las urnas,<br />

no podemos dejar de notar que la representación política aparece<br />

fragmentada. Es obvio que el sistema de partidos de la tradición<br />

institucional argentina dejó de existir tal como lo conocíamos. Hay<br />

en este momento 638 partidos en Argentina. Solamente en Misiones,<br />

sobre un padrón de 60 mil votantes, hay 4500 candidatos... En las<br />

inminentes elecciones presidenciales de octubre, ni la Unión Cívica<br />

Radical ni el Partido Justicialista se presentarán como tales, no obstante<br />

la mayoría de los postulantes pertenecen o pertenecieron a esos sellos.<br />

¿Alguien puede hoy definir qué significa ser «peronista», «radical» o<br />

«socialista»? ¿Era imaginable este panorama en los meses previos a<br />

diciembre de 2001? 3<br />

2 Cabe reconocer que los piquetes en Tartagal, Cutral-Có y Plaza Huincul efectuaron<br />

embriones del «Que se vayan todos»: «No hubo conducciones en las sombras y, por el<br />

contrario, los reclamos de los sectores se expresaron en asambleas democráticas en las<br />

que participaba todo el mundo» (Página/12, 18/5/97). «Acá, el único partido que hay<br />

es la solidaridad. Como no tenemos nada, sólo nos tenemos a nosotros mismos»<br />

(declaración de un fogonero en Clarín, 1/6/97). «No tienen partido político que los<br />

cobije. No tienen estructuras que los apoyen. Son conocidos sólo en el reducido ámbito<br />

dialéktica 10


El estado gestor que el capital requirió desde mediados de los ’70<br />

hasta finales de los ’90 expresa el desfondamiento del zócalo sobre el<br />

que descansaba el sistema de partidos: con el otrora estado de bienestar<br />

eran ostensibles las mediaciones entre las protestas del trabajo y las<br />

pretensiones del capital, pero hoy el estado ha perdido casi toda su<br />

capacidad para asumir compromisos merced al avance inexorable de<br />

los flujos financieros internacionales. Durante los últimos quince años,<br />

por lo menos, el estado nos advierte que no debemos perturbar «el<br />

humor de los mercados», como si los mercados fueran los dioses<br />

caprichosos de la mitología griega. Ante semejante impotencia estatal,<br />

las protestas colectivas fueron ensayando e inventando formas de lucha<br />

que permitieran colocar en propias manos la posible respuesta a<br />

problemas comunes: al demarcar un problema en su particularidad<br />

inmediata, el piquete como interrupción del espacio de la circulación<br />

económica y la asamblea como interrupción del tiempo de la<br />

representación política mostraron tal efectividad que hoy son prácticas<br />

habituales en cualquier protesta social. Claro que tal efectividad halla<br />

límites macizos cuando ignora o niega un vínculo anti-capitalista y<br />

anti-estatalista entre las luchas. Pero no caben dudas de que asistimos<br />

a un nuevo ciclo de enfrentamientos entre el capital y el trabajo en el que<br />

la fisonomía del estado cobrará una nueva figura, necesariamente<br />

adecuada a esta etapa del capitalismo y, por lo tanto, distinta de las<br />

precedentes. Las sucesivas transformaciones del estado son<br />

irreversibles, de manera que tanto las aspiraciones de la izquierda que<br />

exige «control del estado» y «redistribución de la riqueza» como las<br />

añoranzas populistas por el «fifty-fifty» (50% del PBI para la mayoría<br />

explotada y 50% para la minoría explotadora) son mistificaciones<br />

alucinadas por el peso de la veneración supersticiosa del pasado.<br />

Entonces, si no hay vuelta atrás de la forma estado tal como la<br />

conocíamos, asimismo no hay vuelta atrás del sistema de partidos tal<br />

como lo conocíamos. Al desmembramiento en facciones que carecen<br />

de toda distinción ideológica y política acompaña un cambio en la<br />

retórica de la mayoría de los candidatos que expresa cabalmente que<br />

el flujo social de las protestas colectivas resulta inapresable por la<br />

tradicional forma partidaria de representación. Un ejemplo muy<br />

ilustrativo de esto nos lo ofrece Mauricio Macri, quien luego de la primera<br />

en el que se mueven. Muchos no conocen Buenos Aires. Ninguno se sentó a debatir<br />

frente a una cámara de televisión» (Clarín, 1/5/97). Pero esto sólo podemos reconocerlo<br />

ahora, sobre el hecho consumado del verano 2001/2, cuando el búho de Minerva alzó<br />

su vuelo.<br />

11 dialéktica<br />

EDITORIAL


vuelta electoral por la jefatura de gobierno porteña, cuando era evidente<br />

que ganaría el ballotage, afirmó en la conferencia de prensa: «Acá la<br />

gente no eligió un partido, sino una manera de hacer las cosas». Por<br />

supuesto que el candidato del PRO se refiere a la manera de «vender»<br />

las cosas, pero es que el sistema representativo recobró vigor al costo de<br />

atomizar la oferta electoral en múltiples productos del marketing y la<br />

«asesoría de imagen». Los partidos hoy son una mercancía que hay que<br />

adornar para poder vender. Es sabido que la democracia liberal gusta<br />

de la analogía con el libremercado: la libertad ciudadana para elegir<br />

candidatos en el cuarto oscuro es análoga a la libertad burguesa para<br />

elegir mercancías en el mostrador. Asistimos hoy al paso de la analogía<br />

a la plena identificación entre democracia y mercado. Las encuestas<br />

(fuente laboral privilegiada de muchísimos egresados de las<br />

universidades nacionales) regulan la góndola del cuarto oscuro y las<br />

elecciones se han convertido, tácitamente, en internas abiertas. El proceso<br />

de rarefacción y condensación del sistema representativo adquiere la<br />

velocidad del just in time, del «justo a tiempo», del modelo toyotista de<br />

producción: a cada reducción del porcentaje de votos o de «imagen<br />

positiva» le corresponde una escisión partidaria; a cada demanda, un<br />

candidato recién horneado (o recalentado).<br />

Inmersos en este paisaje problemático, la única respuesta que<br />

concebimos es la de pensar y practicar la democracia radical,<br />

anticapitalista y antiestatalista en todas las situaciones cotidianas, sean<br />

o no de lucha abierta contra el liberalismo en cualesquiera de sus<br />

formas.<br />

5.<br />

En nuestro ámbito más cercano, la universidad, la cosa no es muy<br />

diferente. La tendencia a ser cada vez más propiamente capitalista se<br />

corresponde, a su vez, con leyes nacionales para la educación superior<br />

«desde afuera» y con estatutos autónomos «desde adentro» que no<br />

son otra cosa que la cristalización de muchos de los (in)defendibles<br />

postulados de la Reforma del ‘18. Así, en la UBA se reproduce y se<br />

reforma –día a día, en la tranquilidad de las cursadas, y no en las<br />

burdas coreografías de las asambleas universitarias que no son otra<br />

cosa que pan y circo para la gilada– en un espectro que va apenas de<br />

la centroizquierda a la centroderecha. Y dentro de ese espectro, la<br />

casi totalidad de la intelectualidad universitaria que deambula por<br />

los pasillos de los edificios o se enclaustra, o se encuentra con la<br />

«angustia existencial» de no saber qué hacer, o permanece expectante,<br />

dialéktica 12


o directa y concientemente cooptada y legitimando a diestra y siniestra<br />

el orden establecido.<br />

La palabra «democratización» está hoy en boca de una gran<br />

cantidad de universitarias/os, pero en las prácticas de una<br />

insignificante porción de éstas/os. La doble reducción del concepto<br />

de democracia, primero al simple procedimiento electoral y luego al<br />

«aumento de la cantidad de representantes», vacía de todo sentido<br />

revolucionario cualquier proceso de «democratización» de la<br />

estructura universitaria. Claro que esta doble reducción se apoya en<br />

la apatía generaliza de las masas universitarias, que no parecen estar<br />

exigiendo y practicando la democracia en las aulas donde transcurre<br />

el centro de la vida académica cotidiana. He aquí el «giro copernicano»<br />

que fuimos elaborando en las páginas de dialéktica: la<br />

democratización de la universidad no pasa por la cantidad de<br />

personas sentadas en los sillones de la superestrutura, sino por el<br />

tipo de relaciones y de instituciones que construimos y sostenemos<br />

cotidianamente en todos los espacios. La fábrica de conocimientos<br />

no se democratiza aumentando el número de capataces, sino<br />

arrancándole al capital el mando de la producción.<br />

Pero asistimos al proceso contrario, porque mientras dura el<br />

entretenimiento, en el plano de lo formal, con los porotos de la<br />

representación, la lógica del capital avanza, en el plano de lo real, sin<br />

pedir permiso sobre todos los espacios cotidianos de la universidad.<br />

Dicho de otro modo, mientras el epicentro de la conflictividad trasunta<br />

el terreno del derecho (estatutos, reglamentos, procedimientos<br />

electorales), de hecho la tendencia mundial nos está pasando como<br />

alambre caído. Esa tendencia que, prescindiendo de los fastos<br />

massmediáticos y de la espectacularidad de la violencia desnuda,<br />

somete incesantemente, cada vez más y más, la universidad al capital,<br />

ha sido objeto de teorización en las páginas de dialéktica en una serie<br />

de números que lleva más de quince años consecutivos. Claro que<br />

estas teorías siempre han tomado como punto de partida la<br />

implicación subjetiva y el compromiso corporal y militante de sus<br />

intelectos productores. Y el presente número de dialéktica no será<br />

una excepción en esa serie.<br />

6.<br />

En el presente número de dialéktica decidimos elaborar un DOSSIER<br />

enmarcado en las discusiones epistemológicas de las Ciencias Sociales,<br />

13 dialéktica<br />

EDITORIAL


comenzando por la introducción de una versión abreviada de la<br />

discusión que tuvo lugar en una reunión del Seminario colectivo<br />

«Conocimiento, verdad y poder», que refleja el balance de la práctica<br />

de dicho seminario, que intenta reflexionar sobre las diferentes<br />

problemáticas que recorren a las disciplinas sociales partiendo desde<br />

el mismo lugar desde donde se producen. En segundo término, y a tono<br />

con estas discusiones, presentamos tres artículos: «Reproduciéndonos<br />

a nosotrxs mismxs. La investigación antropológica en la academia y el<br />

rol del trabajo de campo», en el cual se piensa sobre los límites propios<br />

de la labor investigativa característica de la Antropología académica;<br />

«Una epistemología para una sociología menor», texto a partir del que<br />

se exploran, a través de un relato fenomenológico, las cualidades de un<br />

dispositivo experimental; y «A propósito de Malvinas: realismo figural<br />

y evaluación heurística para las reescrituras de la experiencia de<br />

guerra», que somete a crítica las construcciones de la memoria en su<br />

relación con el oficio del historiador/a.<br />

La sección UNIVERSIDAD prolonga la perspectiva crítica del Dossier<br />

desde otros ángulos. «Una introducción a la vida no académica»<br />

pone el ojo en los grupos de estudio autoorganizados que buscan<br />

tensionar la organización académica del conocimiento anidando los<br />

márgenes de la universidad. Este artículo introduce, además, el artículo<br />

que le sigue: el prefacio que Michel Foucault escribió especialmente<br />

para la edición estadounidense de El Anti-Edipo y que publicamos en la<br />

traducción que realizaron integrantes de un grupo de estudio. Ambos<br />

textos muestran que los grupos de estudio como productores<br />

instituyentes de alternativas a la academia pueden ser laboratorios de<br />

intervención política aquí y ahora. A las tesis de Foucault le siguen<br />

«Siete tesis acerca del movimiento estudiantil» que intervienen en el<br />

debate que trata la caracterización del denominado «movimiento estudiantil».<br />

Cierra esta sección un artículo que llega desde Chaco, más<br />

precisamente desde la carrera de Filosofía de la UNNE (Universidad<br />

Nacional del Nord Este), y que nos muestra que Resistencia no es sólo<br />

el nombre de una ciudad: «Producción de conocimientos y reproducción<br />

del poder en nuestra Facultad».<br />

Retomando la sección DOCUMENTOS UNIVERSITARIOS, acercamos dos<br />

materiales que invitan a repensar las dinámicas de la intervención<br />

política en el seno de la academia: «Seminario colectivo curricular<br />

«Filosofía, historia, comunidad», escrito por un colectivo de estudiantes<br />

de filosofía de la UBA y «Documento de discusión», cuya autoría<br />

dialéktica 14


comparten las agrupaciones El Brote (Psicología UBA), CAUCE (UNLP),<br />

El Viejo Topo (Sociales UBA), La Cantera (UNGS) y FUL (UNQ).<br />

En ARTÍCULOS VARIOS, los avatares del conflicto por las papeleras<br />

son analizados en «Gualeguaychú no tiene quién le escriba». De la<br />

asamblea ambiental entrerriana pasamos a la asamblea porteña de Villa<br />

Pueyrredón, uno de cuyos integrantes escribe «Alain Badiou o el<br />

platonismo materialista», un artículo de raigambre filosófica que<br />

explora la matriz conceptual del pensador francés. «De la escuela en<br />

los tiempos del control», por su parte, indaga el corrimiento de<br />

paradigmas entre un esquema disciplinar de la sociedad y otro de control<br />

en el ámbito de la educación actual. Para finalizar esta sección, «Prólogo<br />

a El fetichismo capitalista en la organización de la producción» es un<br />

adelanto de la segunda edición del libro que el compañero Sebastián De<br />

Altube está a punto de publicar.<br />

Finalizando este número presentamos las siguientes reseñas:<br />

«Violentar el pensamiento», donde se analiza el relato audiovisual de<br />

una práctica concreta de coinvestigación; «La fidelidad del olvido.<br />

Notas para el psicoanálisis de la subjetividad militante», acerca del<br />

libro escrito recientemente por el compañero Blas de Santos; «UBA<br />

Factory. Reestructuración capitalista y lucha de clases en la<br />

Universidad de Buenos Aires (1992-2006)», en torno a una compilación<br />

de escritos de activistas universitarios/as; «El rediseño de América<br />

Latina, ALCA, MERCOSUR y ALBA» de Claudio Katz; y, por último,<br />

«Miscelánea», revista de cultura y pensamiento oriunda de la ciudad<br />

de Mar del Plata.<br />

Como siempre, y ya al final de la revista, se encontrarán con la<br />

sección AGENDA Y ACTIVIDADES, donde socializamos e invitamos a<br />

diferentes espacios de discusión y/o acción.<br />

7.<br />

Las efemérides no nos gustan. Pero el colectivo de trabajo de dialéktica<br />

está escribiendo y discutiendo estas «Notas para un editorial» al<br />

cumplirse 89 años de la Reforma del ’18. Quienes vayan a leerlo y a<br />

discutirlo, lo harán en octubre, cumpliéndose 90 años de la revolución<br />

rusa. A casi 90 años de octubre del ‘17 y de junio del ’18: reforcemos<br />

nuestro anticapitalismo, luchemos contra cualquiera de sus formasestado,<br />

profundicemos nuestra crítica a la universidad reformista.<br />

Junio de 2007<br />

15 dialéktica<br />

EDITORIAL


dialéktica 16<br />

dossier<br />

DERIVAS POLÍTICAS DE L INVESTIGACIÓN UNIVERSITARIA<br />

Epistemología y metodología de las ciencias sociales<br />

El dossier sobre epistemología y metodología de las<br />

ciencias sociales que presentamos en este número reúne<br />

una serie de reflexiones sobre un campo sobre el que<br />

venimos actuando en diversos planos. Hace un tiempo<br />

que venimos orientando buena parte de nuestro<br />

pensamiento al área de lo que se conoce<br />

académicamente como epistemología y metodología.<br />

La máquina académica las suele separar en espacios<br />

curriculares desconectados entre sí reduciendo a mera<br />

técnica a la metodología y despojando de su carácter de<br />

intervención a la teoría del conocimiento. Esta doble<br />

operación tendrá como resto una epistemología<br />

meramente descriptiva que suele reducirse a un relato<br />

que, dando por sentado que la ciencia es la única<br />

organización del conocimiento, comenta las<br />

dificultades que esta enfrenta.<br />

Nuestro interés en esta área del pensamiento,<br />

en cambio, recorre otras posibilidades. Entendemos<br />

que es allí donde una disciplina puede pensar sus<br />

propias condiciones de producción y no casualmente<br />

suele ser un punto de conflicto en algunas carreras<br />

siendo en otras directamente inexistente. En otro<br />

plano, también nos vimos empujados a pensar las<br />

condiciones de producción de la propia producción de<br />

conocimiento. En el nudo de estas dos preocupaciones<br />

se alojó la iniciativa de promover una materia<br />

alternativa de epistemología en Filosofía y Letras.<br />

Iniciativa que una vez concretada durante el<br />

segundo cuatrimestre del año pasado dejó en su balance<br />

algunas satisfacciones y una gran cantidad de dudas<br />

que recopilamos y analizamos en el presente dossier.<br />

Este seminario de carácter autogestivo abrió un tipo<br />

de brecha en la academia donde esta se vió obligada a<br />

reconocer institucionalmente un tipo de lógica que<br />

mina sus cimientos. Estos mismos cimientos


institucionales son deconstruidos de una manera<br />

meticulosa y descarnada en «Reproduciéndonos a<br />

nosotrxs mismxs. La investigación antropológica en la<br />

academia y el rol del trabajo de campo» por quienes<br />

diariamente padecen el modelo de investigación<br />

«realmente existente». Otros, en cambio, aunque<br />

guiados por la misma inquietud, exploran las<br />

posibilidades que ofrece la investigación militante en<br />

el seno de los movimientos sociales. Una imprenta<br />

recuperada en Pompeya fue escenario de los primeros<br />

escarceos de una sociología que entendida en clave<br />

menor pueda escapar del paradigma mayoritario a la<br />

hora de emprender una investigación en la trajinadísima<br />

temática de los movimientos sociales. La metodología<br />

que se recorre en «Una epistemología para una<br />

Sociología Menor» trabaja en una clave que sospecha<br />

igualmente del idilio acrítico con los sujetos del<br />

movimiento social y de la distancia aséptica que se<br />

enseña a los futuros sociólogos.<br />

Si antes señalábamos que la epistemología suele<br />

ser el nombre de la crisis en algunas carreras no<br />

olvidábamos tampoco que en otras carreras, y ahora<br />

nos referimos específicamente a Historia, no hay<br />

siquiera un espacio formal donde la reflexión<br />

epistemológica tenga lugar. Sin embargo, hace un<br />

tiempo que esta inquietud está empezando a encontrar<br />

un lugar en la conflictiva agenda de los historiadores.<br />

La revista Nuevo Topo, en su número 3, dedica un dossier<br />

a esta preocupación. A su vez se ha constituido un grupo<br />

de estudio sobre epistemología de la historia que es<br />

una de las consecuencias de las inquietudes del<br />

seminario autogestivo que antes comentamos. En esta<br />

dirección es que nos parece pertinente publicar «A<br />

propósito de Malvinas: realismo figural y evaluación<br />

heurística para las reescrituras de la experiencia de<br />

guerra». Allí se nos introduce en una temática que<br />

paradójicamente se encara desde la carrera de Filosofía<br />

y que elige como objeto de sus preocupaciones el<br />

conflicto de Malvinas que viene operando como una<br />

suerte de punto conflictivo de nuestra historia reciente.<br />

17 dialéktica<br />

DOSSIER


1 CASTELLAZO, K., MORGENFELD, L. y ORTIZ, S., «De cómo en la universidad se organiza<br />

el poder del conocimiento», <strong>Dialéktica</strong>, año xiii, núm. 16, primavera 2004, pp. 42-<br />

52.<br />

dialéktica 18<br />

Seminario colectivo<br />

«Conocimiento, verdad y poder»<br />

Balance de una experiencia<br />

A comienzos del año 2003, en la Facultad de Filosofía y Letras (UBA) se<br />

dieron cita unas decenas de estudiantes, docentes y graduados para actualizar<br />

una posibilidad que hace un tiempo atrás era impensable en ese recinto: la<br />

autogestión colectiva y horizontal de un seminario curricular. Los detalles<br />

de esta experiencia fueron publicados en dialéktica al año siguiente. 1<br />

Digamos que, allá lejos y hace tiempo, en los comienzos de esta revista, no<br />

era imaginable siquiera la posibilidad de que un grupo integrado por<br />

estudiantes diseñara y presentara un seminario alternativo. Digamos también<br />

que dialéktica es hija de una convicción similar en cuanto al protagonismo<br />

que en relación al conocimiento pueden jugar los estudiantes.<br />

Hace aproximadamente dos años elevamos la apuesta: otra<br />

convocatoria pública y abierta generó un grupo de estudiantes, graduados y<br />

docentes con el objetivo de presentar, ya no un seminario, sino una materia<br />

alternativa. Hoy ponemos a consideración, entonces, una experiencia de<br />

autogestión del conocimiento con un incipiente grado de desarrollo: nos<br />

referimos de esta manera al seminario de epistemología «Conocimiento,<br />

verdad y poder», que tuvo lugar durante el segundo cuatrimestre del 2006<br />

y que ofició como un dispositivo que permitió el despliegue de potencias que


dormían ocultas en los pliegues de la realidad política universitaria. 2 Este<br />

seminario, al igual que los talleres, los grupos de estudio y la propia revista<br />

son resultado de una «intuición» que recién en este tiempo parece cobrar<br />

«concepto». 3 Dos ideas fuerza organizan este campo. La primera sostiene, y<br />

no es poco, que estudiantes y docentes podemos producir conocimiento en<br />

forma horizontal; la segunda afirma que para que esto suceda debe ser alterado<br />

de manera radical el andamiaje académico tal cual lo conocemos. Algo de<br />

esto es lo que se discute en las intervenciones que a modo de balance ocurren<br />

el interior del seminario e intentan dar cuenta de los contornos de esta<br />

experiencia. No son muchas las prácticas de autogestión del conocimiento<br />

en las aulas de la educación universitaria pero algunas están en curso y<br />

constituyen laboratorios que buscan nuevas formas de relacionarse con el<br />

conocimiento.<br />

Las líneas que siguen dan cuenta de un intento colectivo por realizar<br />

una «crítica de la razón académica» que explore los alcances y los límites de<br />

lo que se intentó realizar en el seminario. No se pretende un registro preciso<br />

de lo que aconteció en ese último encuentro. La edición del material en bruto<br />

(más de treinta carillas tamaño A4) estuvo a cargo de integrantes del colectivo<br />

de trabajo de dialéktica que no participaron del seminario colectivo.<br />

Formas de construcción de conocimiento: horizontalidad / clase<br />

tradicional<br />

-Para mí la experiencia ha sido buena... Creo que la construcción de<br />

conocimiento de esta manera es posible, por supuesto que hay que<br />

2 Otra experiencia, políticamente solidaria con las mencionadas, nació como proyecto<br />

de materia de «Filosofía del siglo XIX» para la carrera de Filosofía de esta misma<br />

facultad. Anunciada en el artículo «Germinal» (<strong>Dialéktica</strong>, año xiv, núm. 17,<br />

primavera 2005, pp. 123-8), formulada programáticamente a comienzos de 2006<br />

(«Proyecto de materia curricular para la carrera de Filosofía: ‹Un largo siglo XIX›»,<br />

publicado en <strong>Dialéktica</strong>, año xv, núm. 18, invierno 2006, pp. 143-8) y abierta<br />

públicamente a la participación, se desarrolla actualmente (segundo cuatrimestre<br />

de 2007) como seminario colectivo de grado «Filosofía, historia, comunidad». Esta<br />

experiencia eleva aún más la apuesta política, gracias al sedimento de las anteriores:<br />

el colectivo que impulsó el proyecto hasta su concreción en seminario de grado<br />

estuvo compuesto exclusivamente por estudiantes. Más detalles de esta experiencia<br />

pueden leerse entre los documentos publicados en la sección UNIVERSIDAD de este<br />

número de <strong>Dialéktica</strong>.<br />

3 Para una reflexión acerca de los grupos de estudio, ver «Una introducción a la<br />

vida no académica» en la sección UNIVERSIDAD del presente número. También, por<br />

supuesto, invitamos a consultar la sección AGENDA Y ACTIVIDADES.<br />

19 dialéktica<br />

DOSSIER


pulirla, pero para mí ha sido novedoso, es decir, yo he recorrido bastante<br />

tiempo en la academia y nunca había hecho una experiencia así, que<br />

creo que es buena. Creo que se puso bastante esfuerzo en el trabajo de<br />

los grupos; los trabajos en los grupos en los que yo participé fueron<br />

todos realmente positivos y la gente venía con el texto leído, unos más,<br />

otros menos, algunos comprendían más, otros no entendían nada, pero<br />

aquí había intercambio genuino y auténtico y vi ganas de aprender. Me<br />

parece que el mecanismo éste de construir conocimiento sin docente, o<br />

sea el mecanismo de enseñanza y aprendizaje tradicional, no lo vamos<br />

a sacar en un cuatrimestre, es un largo plazo. Pero es un largo plazo<br />

LARGO, realmente, es una tradición fenomenal la que se quiere revertir.<br />

Así que no se puede plantear esto como batalla y si no chau..., de ninguna<br />

manera. Creo que, realmente, la experiencia debe considerarse exitosa;<br />

que les hayan bochado en la junta me parece un detalle, hubiera sido<br />

rarísimo que se los aprobaran. Si se lo hubieran aprobado habría que<br />

haber pensado «qué pasó acá», o sea, ¿la universidad se está<br />

desarmando...? Digamos, es como si alguien planteara el aborto a la<br />

iglesia católica y se lo aprobaran de una, más o menos algo así. Nada<br />

más.<br />

- En cuanto a la forma: al principio me fue novedosa y después, con<br />

el transcurrir del tiempo, no tanto. No sé si de verdad supimos agarrar<br />

una dinámica como para encarar los textos colectivamente. La última<br />

vez que vine, alguien había planteado que no logramos construir un<br />

piso común; yo creo que es cierto: no lo logramos, y creo que es culpa<br />

de todos, no sólo de los organizadores. Podría decir lo mismo que<br />

todos: que no nos tomamos el tiempo para leer, que los contenidos<br />

eran muchísimos –y lo eran–, pero creo que tampoco en las discusiones<br />

del plenario nos pusimos a dar una discusión profunda de decir:<br />

«bueno, paremos la pelota, cómo agarramos esto de forma colectiva,<br />

de forma que participemos todos». Yo no sentí en ningún grupo el<br />

papel de los coordinadores imponiéndose como profesores, para nada<br />

en ese sentido. Pero sí, de alguna gente, darse discusiones entre dos,<br />

tres, que ya tenían más conocimiento, coordinadores o no, no fue ésa<br />

para mí tanto la línea divisoria, sino que como grupo no nos pudimos<br />

plantear tiempos en común, problemas en común y objetivos en<br />

común… Bueno, básicamente eso; creo que habría que pensarlo en<br />

relación con el tema de cómo generar conocimiento colectivo, sobre<br />

todo porque yo en otras aulas, tal vez, en una materia de historia,<br />

por ejemplo, donde yo pueda tener determinado conocimiento y mis<br />

dialéktica 20


compañeros también, el hecho de que esté el profesor..., se armaban<br />

discusiones en el práctico y por el hecho de que estuviera el profesor no<br />

era menos colectivo, era lo mismo. Quizá eran más colectivas que muchas<br />

veces las discusiones de los grupos de acá. Me parece que el problema<br />

está en plantearnos problemas y tiempos y cosas que podamos manejar<br />

todos.<br />

-Lo que yo me quedé pensando un día era que en algún punto hay<br />

una contradicción entre esta forma nueva en la que pretendemos<br />

construir conocimiento colectivo, horizontal, y la eficacia, de la que<br />

hablaba un compañero en la primera reunión, que implica pretender<br />

enmarcar esta forma colectiva, que funciona muy bien en otros<br />

ámbitos, dentro de la institución y dentro de una materia,<br />

particularmente. O sea, ya creo que se plantea dentro del seminario,<br />

en una materia de grado me parece que aún más. Por supuesto, a<br />

pesar de todo, esta forma es la que me parece más productiva, más<br />

constructiva, pero creo que es una pregunta que habría que pensar,<br />

más ahora que va a presentarse como materia. De qué manera, si es<br />

posible, conciliar esas dos cosas, redefiniendo lo que pretendamos<br />

lograr o entendemos como eficacia, que por lo menos para mí no son<br />

los mismos objetivos que una materia tradicional o que la academia<br />

plantea. Pero para mí faltó, si eficacia es lograr el objetivo, nosotros<br />

no logramos el objetivo académico de abordar y laburar problemas y<br />

de pensar sobre ellos y sobre todo de producir, creo que no<br />

produjimos. ¿Si me fui pensando algo distinto a lo que pensaba en<br />

relación a la epistemología, la verdad, etc.? Yo decía: no, la verdad<br />

que no. Me voy como con la idea y con prácticas en el cuerpo que<br />

están buenísimas y que son mucho más productivas que la mayoría<br />

de las materias que cursé en la carrera, pero falta algo y creo que es<br />

algo a pensar y a ver qué solución se le da.<br />

-En general, comparto con la mayoría que tiene este sentido positivo de<br />

empezar con algo nuevo, tenemos, bueno, muchos de los vicios encima<br />

de la cursada, de la relación de que alguien te explique algo que no<br />

entiendas, de alguna manera es un poco así también. Me acuerdo de<br />

que en la primera clase habíamos tenido una discusión en uno de los<br />

grupos, y uno de los compañeros cada dos palabras decía «pero estamos<br />

repitiendo», ya desde el primer encuentro, y no nos dejaba arrancar.<br />

Bueno, obviamente estamos repitiendo, pero se supone que nos vamos<br />

21 dialéktica<br />

DOSSIER


a ir superando, entonces, hay que darle paciencia, hay que construir el<br />

proyecto... Todo eso me parece positivo.<br />

-Con muchas cosas de las que se dijeron estoy de acuerdo, le daría<br />

algunos matices. Creo que fue una experiencia, exagerando un poco,<br />

dolorosa en un punto, tener que hacerse cargo, desnudarse, ponerse<br />

frente al espejo y reconocer la deformación que uno trae después de<br />

tantos años de trabajo estudiando de manera formal, y la masividad<br />

que eso le dio, eso nos puso a todos a jugar con un grado de<br />

responsabilidad colectiva muy fuerte y eso tiene su cuota de dolor,<br />

reconocer que viene con una carga de formación muy fuerte, tanto a<br />

nivel pedagógico como teórico intelectual. Y particularmente por otro<br />

lado creo que se diferencia, por supuesto, tiene baches, tiene ascensos,<br />

descensos, nos acomodábamos a una dinámica de laburo y la<br />

impugnábamos dos clases después. Creo que hay que hacer un buen<br />

mapa de las contradicciones y las limitaciones que tuvimos para<br />

problematizar. Una de las aristas más positivas que tiene esta<br />

experiencia es la de poder problematizar, nuestra formación, nuestro<br />

laburo, y pensar una pedagogía popular para la universidad. Creo<br />

que eso requiere mucho laburo, y mucho más laburo colectivo, uno<br />

podría irse, leer los textos y venir acá a trabajar, pero creo que implica<br />

una cuota mucho más amplia de trabajo colectivo que se puede dar<br />

en un cuatrimestre con más horas o a lo largo del tiempo. Por otro<br />

lado habría que ver qué bien el mapa, qué dinámica está presente en<br />

los grupos, ver otras formas con eso, ver si los plenarios se podrían<br />

haber hecho con más tiempo entre uno y otro. Todas esas cosas habría<br />

que plantearlas bien, ver los pro y los contra. Sobre todo pensando<br />

en que la experiencia sigue, en que la experiencia se puede llegar a<br />

profundizar. Porque hay otros colectivos trabajando de esta manera<br />

y por lo que puede llegar a pasar con epistemología si se aprueba o<br />

no como materia. Creo que hay que darle más laburo al colectivo en<br />

este sentido; de pensar esto que planteaba alguien, pensar en formas<br />

organizativas y qué relación tiene eso con la posibilidad de un proceso.<br />

Yo creo que nadie niega el rol del docente como asistente, por lo<br />

menos una pedagogía popular no lo impugna, no impugna al docente,<br />

no lo diluye. A veces pasa por confort, o por la imposibilidad de<br />

saber qué hacer frente a un escenario, y a veces es más... buscado ese<br />

resultado. Pero creo que hay que discutir bien eso, y no sabemos<br />

tampoco qué hacer cuando estamos frente a un aula en la universidad,<br />

cuando tenemos que activar en un curso acá.<br />

dialéktica 22


-Para mí lo rico fue que aprendimos. Creo que fue una experiencia<br />

colectiva de poder poner en la dinámica el hecho de que trabajar de<br />

manera colectiva y horizontal es inventar dispositivos. Quizás en un<br />

principio nos costó plantearnos eso y quizá teníamos la idea de ver<br />

qué pasaba si nos reuníamos o nos poníamos en grupo. Y me parece<br />

que fuimos construyendo la idea de que hay que inventar también<br />

dispositivos que organicen la tarea como forma de producir<br />

colectivamente. Creo que no lo logramos pero que se empezó a forjar.<br />

Dos puntas que me resultaron interesantes fueron, una, que al<br />

principio teníamos mucho miedo de que alguien tomara la palabra o<br />

que se plantearan ciertos ejes de lectura o cierta síntesis, me parece<br />

que fuimos incorporando la práctica y la idea de que, que alguien<br />

haya trabajado más un tema y tenga algo para decir, no implica que<br />

esté violentando al otro.<br />

-Hicimos un montón de críticas al seminario, todas correctas las que<br />

escuché hasta ahora, sin embargo nos animamos a quedarnos hasta<br />

el final y a cargar con esas críticas y a decir las críticas. Para mí eso<br />

tiene que ver con que esta experiencia requiere de un compromiso<br />

mayor y también eso de no haber podido abordar los textos, los<br />

problemas en la dinámica, los problemas en..., un montón de cosas.<br />

Bueno, este tipo de experiencias requieren de un compromiso mayor<br />

que el que nos pide la academia, eso es así. Es más difícil, no sólo<br />

porque luchamos contra nuestra formación sino porque aunque no<br />

lucháramos contra nuestra formación también sería más difícil, porque<br />

requiere un compromiso mayor, no venimos a consumir sino a<br />

producir, o a intentar producir, entonces es distinto.<br />

-Yo estoy en contra de eso, estoy en contra de pensar que si yo tengo<br />

mucha voluntad, leo mucho, estudio mucho, voy a llegar a producir<br />

colectivamente conocimiento, no es un trabajo que se haga<br />

individualmente. Al mismo tiempo, hacen falta un montón de<br />

herramientas para que esa voluntad sea productiva, o sea, hace falta<br />

voluntad pero en el medio hacen falta un montón de elementos para<br />

eso.<br />

-Creo que el grupo que estaba presentando esto tenía muchas<br />

herramientas por todos los años de experiencia de haber trabajado<br />

en talleres extracurriculares, que no pusimos en juego esos elementos<br />

muchas veces, que muchas veces lo pusimos en juego pero cada<br />

23 dialéktica<br />

DOSSIER


miembro del grupo individualmente. Yo particularmente en los<br />

pequeños espacios me sentía interpelada a poner directivas, a plantear<br />

los problemas, y lo hacía, a pesar de que había como un supuesto en<br />

el grupo de que teníamos que desaparecer casi, en la colectividad. Y<br />

bueno, creo que tendríamos que haber empezado mucho más<br />

directivos, en el sentido de ir corriéndonos de a poco y aprovechar<br />

esta diversidad de gente, que además venía con una intención activa<br />

de producir un cambio, aprovechar a esta gente para que nos rompa<br />

la estructura con la que veníamos. Creo que tendríamos que haber<br />

sido más estructurados e ir rompiendo la estructura a partir de la<br />

dinámica que se diera acá, que fuera emergente esa dinámica. Me<br />

parece que empezamos al revés.<br />

-Pensando en experiencias futuras, hay que tratar de sacarnos cada<br />

vez más de encima la instancia del plenario, que creo fue bastante<br />

improductiva, y reemplazarla un poco más por algo más parecido a<br />

una clase vertical. Sobre todo por esto último, muchas veces hay<br />

acumulaciones previas de saberes que hay que reconocer y por querer<br />

partir de una absoluta igualdad de condiciones, que es abstracta,<br />

porque no tiene nada que ver con las condiciones reales en que llegan<br />

los cuerpos acá, se termina generando algo que es peor, que es la<br />

apropiación individual, incluso silenciosa, ni siquiera verbalizada,<br />

de los saberes previos. Eso es todo.<br />

-Me parece que el postulado de que todos somos sumamente<br />

inteligentes y que podemos hacer las cosas, es el único postulado que<br />

permite estos resultados. Por eso soy un hincha pelotas con la<br />

voluntad, creo que efectivamente la inteligencia no es tener y saber<br />

muchos textos, me parece que cuando se reclama que los<br />

coordinadores o dinamizadores expliquen más o den más<br />

conocimiento, se pide academia, me parece que no es la función de<br />

los que más saben. En términos de saber, acá hay muchísima más<br />

gente que sabe muchísimo más que nosotros, hay monitores humanos<br />

en cada aula que te pueden bajar cuatrocientos años de cultura, en<br />

un teórico… Esos tipos SABEN más. Yo no quiero, no estoy pensando<br />

en eso [...] Me parece que sí hizo falta lo otro que no tenemos aquellos<br />

que sabemos más, la posibilidad de transmitir no el conocimiento<br />

sobre el campo, Lévi-Strauss, sino la relación que hay que establecer<br />

con el conocimiento, eso es lo que está faltando. Y eso es lo que quizá<br />

menospreciamos, la idea de que cuando uno plantea problemas no<br />

dialéktica 24


está transmitiendo un conocimiento, está abriendo una situación donde<br />

cada uno puede relacionarse con el conocimiento. Y en general nosotros<br />

nos relacionamos con el conocimiento de la manera como nos<br />

enseñaron en la universidad, de sometimiento, desigualdad, creemos<br />

que no podemos... Para mí la facultad es sólo eso, y ahí seguramente<br />

difiero con muchos, la facultad es una máquina de impedir, en el sentido<br />

de que separa los cuerpos de lo que pueden producir.<br />

-Esto fue un seminario, además de otras cosas, pero también un<br />

seminario. Y esto significa que está atravesado también por<br />

circunstancias que no manejamos. No lo manejamos todo, a menos<br />

que seamos muy iluministas criticando el iluminismo. Como creo<br />

que compartimos el malestar en la academia, estamos tratando todos,<br />

en este pequeño espacio, de pensar algo, de construir algo<br />

colectivamente. Pero no es un grupo de estudio esto, no es una materia,<br />

un seminario común. Tampoco quiere ser algo exclusivamente para<br />

los convencidos. Ni los convencidos institucionalmente, totalmente<br />

metidos en la institución, ni tampoco los que están por fuera<br />

totalmente de la institución. No estaríamos acá, estaríamos haciendo<br />

otra cosa. Por lo tanto, me parece que está, al menos para mí, en<br />

todos los que están en el medio, entre la institución absoluta y lo total<br />

por afuera, es decir los más, lo más universal que hay, que no somos<br />

ni nosotros ni los otros, sino los que están entre nosotros y los otros,<br />

esos son lo más universal, y al mismo tiempo somos parte nosotros<br />

de eso. Por eso esta consideración nos obliga a desafíos. Menciono<br />

cinco: el primero, socializar conocimientos, pero socializar lo conocido,<br />

quizás antes de pretender producir socialmente o colectivamente. Me<br />

parece que hay pasos, por eso el desafío es socializar conocimientos,<br />

también prácticas, y otras cuestiones. El otro desafío es que<br />

experiencias como ésta, seminario-no seminario, academia-no<br />

academia, es estudiar más. Es un desafío estudiar más, o leer más.<br />

No »instrumentalizar» lo que estamos estudiando, ni siquiera para<br />

fines muy nobles como la revolución. Pero entre otras cosas estamos<br />

estudiando más. Y me parece que esto nos plantea un tercer desafío,<br />

que es recuperar el placer por estudiar, por el saber, recuperar ese<br />

placer que tanto la academia como muchos de los que dicen estar<br />

contra ella, lo mantienen, o no saben disfrutarlo. Entonces recuperar<br />

eso es un desafío. El otro desafío es continuar con el ideario<br />

emancipatorio, teórica y prácticamente. Y el último desafío es que<br />

esto está en construcción, en invención, en construcción colectiva. Pero<br />

25 dialéktica<br />

DOSSIER


si esto está en construcción y en invención colectiva, con todos los<br />

problemas que vimos; lo otro, en general, está repodrido, por lo tanto la<br />

elección no es muy difícil de realizar. Pero cuidado que ambas cosas,<br />

eso que consideramos repodrido, está también en nosotros, en nuestras<br />

prácticas, por lo tanto, como desafío, si lo podrido no está solamente en<br />

el afuera y también está en nosotros, pero parte de lo que hacemos no<br />

está totalmente repodrido, entonces me parece que el desafío es continuar<br />

estudiando mucho y haciendo mucho.<br />

- Una cosa que viniendo de afuera, me pareció que faltaba un poco...,<br />

como que había una sobrevaloración de la palabra, de que hablasen<br />

todos, que producir horizontalmente era que todos dijeran algo pero<br />

no había tanto una cosa de decir «escuchémonos» o también de saber<br />

qué piensa el otro. Es decir, valorizar un poco más la escucha también,<br />

con la palabra, para que sea más horizontal la producción de<br />

conocimiento. Porque, si es una primera etapa, sería también socializar<br />

lo que cada uno tiene y lo que trae, y lo que tienen otros compañeros<br />

que también en la facultad falta un poco, porque al que hay que<br />

escuchar es al profesor y después lo que hacen los otros compañeros<br />

en la clase solamente es interrumpirlo. Quizá en hacer tantos pedidos<br />

de que todos participemos y todos hablemos, por ejemplo, el tema<br />

de los chicos que venían con la propuesta, a veces..., si hay un trabajo<br />

de un año y medio previo y si vienen con un laburo que ya tienen,<br />

también está bueno escuchar a ver qué tienen para ofrecer. Y después<br />

no es que el que se queda callado..., muchas veces encontrás lo que<br />

estás pensando en lo que dicen tus compañeros, está bueno eso. La<br />

posibilidad está como para que se abra, entonces por ahí poner un<br />

poco de hincapié en eso, en la escucha y, antes de decir, vale también<br />

poder escuchar para poder contestar. Pero igual fue una experiencia<br />

muy positiva para mí.<br />

Dificultades y problemas a resolver: el Piso Común y la<br />

cuestión de los Tiempos<br />

-Hay muchas cosas para decir pero voy a decir una sola, tengo tres<br />

minutos. En general, el balance para mí sería sumamente positivo, en<br />

cuanto a una experiencia nueva, en cuanto a prácticas que se están<br />

construyendo. Pero voy a decir la cosa mala, que es algo que me<br />

quedé pensando después de una reunión un miércoles. Tiene que ver<br />

dialéktica 26


con lo que fueron diciendo, la cuestión de los tiempos, el problema de<br />

que no se puede llegar a abordar con profundidad el problema, ni<br />

siquiera hablo de los textos, sino los problemas, para los cuales los<br />

textos supuestamente son un disparador, pero nunca se pudo pasar<br />

de ese disparador al problema real. Claramente falta tiempo, falta<br />

un piso común…<br />

-En relación a los tiempos, me parece que una de las cuestiones más<br />

fuertes para inventar dispositivos, fue poner en tela de juicio el tiempo<br />

que supone la institución. Ahí tuvimos un problema, pero no creo<br />

que haya tenido que ver con la extensión del programa sino con que<br />

la lectura la encaramos como se plantea cuando se lee para una<br />

materia, superficial. Quiero decir, no es lo mismo leer para venir a<br />

escuchar al docente, que me dice lo que está en el texto, que leer<br />

como para tener algo más activo para plantear. Y en ese sentido me<br />

parece que no se trata de la extensión del programa sino que cuando<br />

en los últimos dos encuentros pensamos una dinámica diferente a<br />

como veníamos trabajando, de tener algún texto en común y rotar<br />

un segundo texto, por deseo o por interés, lo que fuera, elegir un<br />

texto y después hacer la puesta en común, creo que fue rico, que se<br />

intercambió y se aprendió incluso de lo que no se había leído, y nos<br />

planteó que se puede organizar de alguna manera distinta sin cortar<br />

el programa, no por este programa sino en general. Pero que también<br />

sacamos la idea de que todos leen todo, porque termina siendo un<br />

fetiche, porque en realidad la lectura que nos planteamos es una<br />

lectura más profunda. Entonces esto en relación al dispositivo.<br />

-Yo voy a encarar mi evaluación para el mismo lado que la compañera,<br />

me parece que faltó y falta la producción, eso que veníamos a buscar.<br />

Me parece, la compañera lo explicó bien, que se plantearon desde ya<br />

un «vamos» y que no era el mismo para todos. O sea, la gente que<br />

quedó y la gente que vino, vino mismo con diferentes intereses,<br />

algunos buscando la materia, otros el contenido, otros la dinámica...<br />

Me parece que eso no se respetó, no se tuvo en cuenta. Y que hay que<br />

partir de algo en común para producir algo en común, si no, no vamos<br />

a producir. Es lo que pasa ahora, que algunos se pelean por una cosa,<br />

otros se pelean por otra, entonces eso habría que salvarlo para la<br />

próxima o de acá a un futuro. Creo que no tiene que ver con el<br />

contenido, el contenido o el programa es abarcable, la cantidad de<br />

textos no me preocupa porque todos sabemos que la cantidad de textos<br />

27 dialéktica<br />

DOSSIER


no es importante, pero sí me parece que faltó tener una búsqueda sobre<br />

esos textos. No se concibió una búsqueda común frente a esos contenidos,<br />

más o menos lo que ya se estuvo planteando.<br />

-Yo creo que empezamos al revés, que empezamos postulando que<br />

todos éramos sujetos, que veníamos con distintos saberes y que íbamos<br />

a establecer un piso común a partir de los textos, y que íbamos a<br />

producir conocimiento colectivamente. Lo postulamos, determinamos<br />

que somos sujetos libres, lo decretamos y tiramos la pelota a la cancha<br />

para jugar sin mediaciones. Creo que nos equivocamos en eso, que<br />

no somos sujetos libres, que venimos con distintos saberes pero que<br />

no se pueden construir pisos comunes con textos. En vez de partir de<br />

la diversidad, partimos pensando que estábamos construyendo un<br />

piso común poniendo textos comunes, a todos. Y no partimos de la<br />

diversidad, de hecho, le dimos, por ejemplo, poca importancia a la<br />

diversidad de disciplinas que había, saltaron cosas de las disciplinas<br />

en determinado momento que nos hicieron «tin, tin, tin». Pensábamos<br />

que iban a haber distintas disciplinas, lo pensamos previamente,<br />

entonces dijimos que de última los de filosofía se pondrían a explicar<br />

a Kant o a Hegel, eso es lo único que pensamos con respecto a las<br />

disciplinas, digo, previamente, y los de antropología saldrían a<br />

explicar los textos de antropología, (...) Partimos de unos postulados<br />

y no construimos las mediaciones.<br />

-Buscar un piso común no existe en este tema, hay que construirlo, y<br />

eso lleva tiempo. Los chicos, de hecho, no querían un piso común; yo<br />

estuve en las primeras reuniones y no había ningún piso común, se<br />

notaba mucho la diferencia entre carreras y la idea era juntarse un<br />

cuatrimestre o un año, y terminaron juntándose un año y medio,<br />

porque llevó más tiempo. Justamente por la libertad que daba no<br />

estar en una materia ni en un seminario. Un piso común para mí no<br />

se podía lograr, ni en un cuatrimestre ni en un seminario, y está bueno<br />

que se haya visto que no hay un piso común, pero no hay que tomar<br />

esto como una falla sino como que falta terminar algo.<br />

-Respecto de lo relacionado a la producción, justamente, me parece<br />

que es fundamental el tema del piso común para poder producir algo,<br />

y además hay que ver qué estamos considerando como producción.<br />

Porque en un determinado momento hay que problematizar los<br />

modos de producir. O sea, no podemos producir desde el principio y, si<br />

dialéktica 28


tomamos producción como un resultado y desde otro lugar, también<br />

estamos produciendo cuando no estamos produciendo, al<br />

problematizar, discutir, plantear los problemas, estamos produciendo.<br />

Y quería proponer estas dos cosas porque me parece que, justamente,<br />

se lo están tomando como si fuera el final, y en realidad no es un<br />

final, o es un final que es un principio. Todavía falta: ver si hay una<br />

materia, ver si no seguimos una cuestión dual. Para mí tendría que<br />

seguir, además de ser una materia si es que la hay, tendría que seguir<br />

habiendo un espacio más tipo seminario donde se pudieran seguir<br />

profundizando cosas. A este espacio, donde va a haber posiciones<br />

distintas que se van a discutir colectivamente, que va a ser una<br />

continuación del seminario. Creo que hay que tener un poco de<br />

paciencia, estas cosas llevan tiempo, no se iban a resolver en un<br />

seminario ni se van a resolver en una materia y, si tenemos suerte, no<br />

se van a resolver en los próximos años. Igual se van a ir resolviendo<br />

otras cuestiones, no es que no se va a resolver nada ni va a estar<br />

siempre en el aire... Para mí, además de un compromiso mayor, hay<br />

que darnos tiempo para que funcione, porque tampoco es puro<br />

voluntarismo, si hubiéramos leído todos y hubiéramos venido todos<br />

a discutir, hubieran surgido problemas también, algunos se hubieran<br />

repetido y otros no.<br />

Selección de textos y contenidos del Seminario<br />

-En cuanto a los contenidos, hay una condición, me parece, que es<br />

que como toda materia de la facultad es introductoria, abre sistemas,<br />

qué sé yo..., Platón, Kant, Hegel, hay muchísimos textos que vi por<br />

primera vez que tenía muy poco tiempo como para poder leerlos<br />

todos, y venir acá y tratar de problematizar sobre eso era como muy<br />

complicado, requiere mucho más tiempo, mucho más trabajo sobre<br />

el texto. En ese sentido la ambición de cuatro o cinco textos para una<br />

clase, por más de que lo hayamos dividido, era demasiado como para<br />

realmente trabajarlos seriamente.<br />

-Para mí hay dos cosas positivas que pasaron que salvan en gran medida<br />

la experiencia. Una es que la gente de historia haya pensado que tiene<br />

que pensar una epistemología, por ejemplo, eso sólo es posible en un<br />

espacio como éste. La otra es las últimas clases, las últimas veces,<br />

precisamente en las que trabajamos la unidad seis, se hizo algo que en<br />

29 dialéktica<br />

DOSSIER


la facultad no se hace que es buscar el entramado epistemológico y de<br />

conocimiento que tienen las cosas que se exponen. Me parece que eso lo<br />

hicimos nosotros y que esas dos experiencias ya hacen valer el seminario.<br />

- Otro tema positivo que vi es la selección de textos, que me pareció<br />

realmente muy buena, si tuviera que hacer un comentario ahí diría<br />

demasiado amplia para un cuatrimestre, pero creo que eran todas<br />

perlas, no había ningún texto que uno dijera éste lo dejaría porque<br />

me pareció poco interesante, de ninguna manera. Me parece que<br />

cuando nos aprueben la materia, yo creo que la van a aprobar, porque<br />

no hay como insistir para lograr las cosas, van a tener que estrechar<br />

un poquito el alcance y profundizarlo.<br />

-Yo no cursé seminarios, es mi primer seminario y creo que fue<br />

novedoso en muchos aspectos, si tuviera que poner una palabra, creo<br />

que fue novedoso. Primero en cuanto a los contenidos, me enfrenté<br />

con cosas que jamás había leído, discusiones que se dieron en los<br />

grupos que me parecieron re-contra interesantes y me dejaron<br />

pensando, miles de veces volví pensando a casa, no sólo por las cosas<br />

que leí en el texto sino por las discusiones en los grupos… Armar un<br />

programa en común no es ver qué textos sacamos, qué textos no,<br />

bueno, no, sino qué queremos ver, qué queremos abordar, o sea qué<br />

estamos buscando al leer esos textos, qué objetivos, como para ir con<br />

algo ya más en la cabeza a la hora de empezar a discutir.<br />

-Hubiese estado bien que tuviésemos una dinámica de preparación<br />

de textos que no tuvimos. A nosotros se nos había ocurrido, a los que<br />

convocamos, se nos había ocurrido en alguna ocasión y no pudimos<br />

nunca proponerlo y cruzarlo inclusive creyendo que hubiese sido una<br />

buena idea, que cada vez quienes se propusiesen preparasen los textos,<br />

ver alguna manera de generar producción. Eso creo que también<br />

hubiese enriquecido, para eso hay que bajar la cantidad y densidad<br />

de los textos, porque si no pasa lo que pasó: un montón de textos<br />

sobre los cuales sobrevolamos.<br />

-En general, lo que más me inquietó desde el principio de la cursada<br />

fue la fragmentariedad con la que lográbamos trabajar los problemas<br />

y los textos, en el sentido de que no hubiera realmente un discurso<br />

común en lo que aportábamos, sino más bien pequeños islotes de opinión<br />

o de argumento cuya procedencia y cuyo destino a veces no se terminaba<br />

dialéktica 30


de entender siquiera. Eso creo que es una manifestación de un doble<br />

problema, por un lado tal vez hay cierta fragmentariedad en el programa<br />

mismo, que no tiene una línea con la cual profundice en algunos<br />

contenidos, sino que más bien va salteando desde una visión a otra de<br />

lo que es la epistemología. Y por otra parte, creo que tiene que ver con<br />

ese problema, que ya se manifestó varias veces, de la total dilución de la<br />

función docente en un contexto social y pedagógico en el que no estamos<br />

acostumbrados a eso, e incluso quizá no sea posible diluir totalmente la<br />

función docente.<br />

«Lo Político» y la apuesta a futuro<br />

-Me pareció que fue muy rico también que pudimos incluir y<br />

equilibrar la discusión didáctica y el trabajo de aprendizaje con la<br />

dinámica política que fue adquiriendo esto, en todo sentido; en<br />

relación a la institución, a los paros... Si bien por momentos no fue<br />

ideal y sentíamos que se iba para un lado o para otro y que nos faltaba<br />

tiempo para una cuestión o para otra, me parece que es un eje que<br />

tenemos que tener en cuenta. Que producir conocimiento de otra<br />

manera implica también hacer algo que la academia no hace, que es<br />

discutir y problematizar todos los aspectos que hacen a la vida<br />

institucional, porque en eso estamos. Entonces si bien hubo ruidos,<br />

fue bastante rico, de alguna manera pudimos equilibrar las cosas. Y<br />

lo último es en relación al número, hay que tener en cuenta qué pasa<br />

cuando nos planteamos esta dinámica, tener en cuenta qué va pasando<br />

con la gente que va llegando, estar más atentos, para que no quede<br />

como algo reducido.<br />

-Lo último, creo que se subsumió mucho el trabajo del seminario a la<br />

búsqueda de plantearlo como materia. Es de primera buscar ese<br />

objetivo, institucionalizarlo, pero en algún punto siento que no se<br />

priorizó el trabajo del seminario como seminario y como grupo nuevo,<br />

me parece que el grupo que vino, inconscientemente tal vez, impuso<br />

ya de por sí esto de que tenía que salir como materia y venimos para<br />

probar, para experimentar..., yo sentí que eso chocó y subsumió el<br />

laburo que el seminario merecía. Bueno, eso es lo malo. Y lo bueno,<br />

que el seminario como espacio fue genial y abrió un montón de cosas<br />

que no se tendrían que subsumir sólo a presentarlo como materia o<br />

seminario. Creo que es valorable lo que deja en los cuerpos y no puede<br />

31 dialéktica<br />

DOSSIER


quedar sólo en la discusión seminario-materia, contenido o no, creo<br />

que eso es algo que debería recuperarse.<br />

-Buena parte del balance acá, de pedir más docentes o de pensar que<br />

hicimos demasiada política, es parte de aquello que se nos impone<br />

como una inercia en la facultad, y me parece que no es así, que es<br />

absurdo creer que lo político viene de afuera y se inmiscuye. La<br />

facultad por suerte no separa lo académico de lo político, y sabe que<br />

lo que hacemos acá es buscar un nuevo tipo de relación con el<br />

conocimiento. Y a eso nosotros lo llamamos política, ellos saben que<br />

hacemos política y por eso rompe las pelotas. El ochenta por ciento<br />

de los esfuerzos fue de sobrevivir en esta selva que nos impide pensar.<br />

Todo este tiempo que rompíamos las pelotas, y que se lo llamó política,<br />

es el tiempo en que luchábamos por poder sostener este espacio, es<br />

imposible que un espacio como éste no dedique una buena parte de<br />

su tiempo a la política, sencillamente porque no lo podemos evitar.<br />

-Y lo último que quería era mencionar lo de la fisura en la academia.<br />

Yo lo que más me cargo de este espacio es que me parece mucho más<br />

importante la fisura que se produce en nosotros, mucho más que en<br />

la academia. La academia no va a cambiar mucho en los próximos<br />

años, quizá en el próximo siglo, de hecho sigue siendo más o menos<br />

escolástica desde que apareció la universidad. Pero es importante<br />

que cambiemos nosotros.<br />

-Yo estoy conforme básicamente porque celebro obviamente que se<br />

generen este tipo de espacios y espero que se puedan ir ampliando,<br />

creo que no se puede pretender, como ya dijeron varios, que esté<br />

todo resuelto de entrada, hay que ir pensando todo el tiempo en<br />

aspectos de nuestra propia actividad. Y quizá, en lo personal yo suelo<br />

pensar mucho todo en los largos plazos, por ahí por pensar tanto en<br />

los largos plazos tiendo a perder de vista la evaluación del corto y el<br />

mediano plazo, que es importante también. En ese sentido creo que<br />

hay muchas cosas que van a ir decantando con el tiempo, cuando<br />

podamos ir viendo cómo se va dando la historia, y creo que no hay<br />

que perder de vista tampoco que estamos todavía como en una especie<br />

de etapa de oralidad, donde todavía estamos discutiendo muy en el<br />

aire, todo es charla, y cuando tengamos cosas más bajadas al papel,<br />

yo siempre insisto en esto, vamos a poder ir captando ciertos discursos<br />

que puedan ser más referenciales. Y me parece que también es válido<br />

dialéktica 32


porque, por ahí a alguno no le gusta, pero creo que todo esto se enmarca<br />

también en una especie de lógica acumulativa. Acumulativa de<br />

experiencias, de discusiones, que enriquecen todo esto. Creo que en ese<br />

sentido no hay que desesperarse y, en relación a esto, el problema que a<br />

mí más se me planteó durante toda esta cursada fue el tema de quién es<br />

el sujeto de todo esto. Qué va a pasar de aquí en más, quiénes vamos a<br />

seguir metidos en este ámbito estricto de lo epistemológico, más allá de<br />

que hay otros espacios de participación, y si se piensa en relación a esta<br />

forma de articulación, quién va a ser el que va a acumular todo eso, yo<br />

no reniego de esta idea de acumulación. Cómo se va a incorporar gente,<br />

si se va a estar empezando todo el tiempo de cero, entonces qué es lo que<br />

estamos haciendo. Es un problema que se me plantea, en el que entra en<br />

juego obviamente el tema de la temporalidad, que es algo que siempre<br />

planteo dentro de los grupos más cercanos, el de qué es lo que permiten<br />

los tiempos académicos; si realmente esto se encuadra dentro de una<br />

cursada, cómo se continúa después, por fuera de ese corte tan artificial<br />

que plantea la temporalidad académica, el calendario académico. Creo<br />

que pasa por ahí, pensar ese tipo de cuestiones, realmente quién es el<br />

sujeto de toda esta actividad en relación a los tiempos más que nada.<br />

-Respecto de quién es el sujeto, de cómo sigue esto, etc., a mí me<br />

parece que independientemente de cómo siga este programa, esta<br />

materia o este seminario, la apuesta era a evidenciar la posibilidad<br />

de animarse a este tipo de cosas, no para que se reproduzcan<br />

experiencias iguales sino para que sí se reproduzca el ánimo de que<br />

podemos agarrar la mochila, cargarla al hombro, meterle las cosas<br />

que se nos den la gana y salir a caminar. La apuesta no es a que nos<br />

pongamos todos a estudiar epistemología y hagamos un programa<br />

cada vez mejor. La apuesta es a que la experiencia de epistemología<br />

salga, que la experiencia de filosofía del siglo xix salga, que se siga<br />

intentando este tipo de cosas. Porque en realidad, ni con un seminario<br />

ni con una materia ni con un grupo de gente hacemos nada, más allá<br />

de que se amplíe esta experiencia en particular.<br />

33 dialéktica<br />

DOSSIER


dialéktica 34


Reproduciéndonos a nosotrxs mismxs<br />

La investigación antropológica en la academia<br />

y el rol del trabajo de campo<br />

KARLA CASTELLAZZO<br />

GIMENA PERRET<br />

Si alguien esconde una cosa detrás de un matorral, a<br />

continuación la busca en ese mismo sitio y, además, la encuentra, no hay<br />

mucho de qué vanagloriarse en esa búsqueda y ese descubrimiento; sin<br />

embargo, esto es lo que sucede con la búsqueda y descubrimiento de la<br />

«verdad» dentro del recinto de la razón<br />

FRIEDRICH NIETZSCHE, Sobre verdad y mentira en sentido extramoral<br />

Si el sujeto del saber se limita a hacer que dé vueltas en torno a lo<br />

dado una forma inmóvil, haciendo que el material se sumerja desde en<br />

este elemento quieto (…) se trata más bien de un monótono formalismo,<br />

que si logra establecer diferencias en cuanto al material es, sencillamente<br />

porque éste estaba ya presto y era conocido<br />

G. W. F. HEGEL, Fenomenología del Espíritu<br />

Cuando nos preguntamos por la manera en que se hace ciencia social,<br />

las respuestas que aparecen a la mano hablan de las metodologías de<br />

investigación utilizadas para tal fin. Por lo general estas diferentes<br />

metodologías son deudoras de ciertos supuestos epistemológicos y<br />

gnoseológicos y de ciertas teorías sociales que les dan basamento y<br />

contenido.<br />

35 dialéktica<br />

DOSSIER


Al mismo tiempo, se habla de una «comunidad científica» en<br />

la que se valida el conocimiento producido por cada investigador, y<br />

de las formas de validación que esta «comunidad» acepta como<br />

correctas en momentos históricos determinados. Pero cuando se habla<br />

de «comunidad científica» no siempre se hace referencia a unas<br />

personas y un lugar determinados sino que más bien se habla en<br />

abstracto, como si en ella no intervinieran procesos de subjetivación<br />

específicos.<br />

En este artículo pretendemos, como lo habíamos hecho en uno<br />

anterior 1 , debatir la práctica antropológica, pero esta vez haciendo<br />

pie en las condiciones de producción de conocimiento antropológico<br />

en la academia. Ponerle contenido concreto a la «comunidad<br />

científica» a la que pertenecemos, problematizando algunos aspectos<br />

tanto de su funcionamiento real como de los supuestos<br />

epistemológicos y metodológicos que sustenta.<br />

Del malestar a la crítica<br />

Partimos de un malestar. Este malestar está presente, en principio, a<br />

lo largo de la formación académica que padecimos -la formación como<br />

antropólogas en la carrera universitaria de la Universidad de Buenos<br />

Aires- y luego, en la forma en que se produce conocimiento en<br />

proyectos de investigación financiados y evaluados desde el Estado<br />

(ya sea dependiendo de la Universidad o de otras instancias estatales).<br />

Si hay un punto oscuro en la carrera de Ciencias Antropológicas<br />

de la UBA es en la formación para la investigación. Desde el vamos,<br />

la carrera contiene sólo cuatro instancias para este fin: tres materias<br />

(«Epistemología y métodos de investigación social», «Métodos<br />

cuantitativos en antropología» y «Metodología y técnicas de la<br />

investigación de campo») y un seminario anual (el «Seminario de<br />

investigación»). De las tres materias, la primera sólo encara contenidos<br />

epistemológicos sin conexión con la investigación, la segunda sólo<br />

transmite los métodos y técnicas cuantitativos que pueden emplearse<br />

en una investigación, y la última intenta que los estudiantes realicen<br />

una investigación en un cuatrimestre desde un marco teórico muy<br />

específico -que apela a las relaciones intersubjetivas para la producción<br />

1 «La antropología en la mira. Apuntes para una discusión sobre la praxis<br />

antropológica», revista Dialéctica , año xiv, número 17, Buenos Aires, primavera 2005.<br />

dialéktica 36


de conocimiento- pero que no está contextualizado en un mapa mayor<br />

de otras posibles metodologías y tampoco plantea siquiera un conjunto<br />

de métodos y técnicas que podrían operacionalizarlo. El seminario<br />

anual de investigación, que debería servir como insumo para la Tesis<br />

de licenciatura, por lo general no llega más que a producir un texto<br />

escrito -proyecto de investigación- de la forma «correcta» que la<br />

academia aceptaría, pero nunca a desarrollar una investigación. Así<br />

es que el estudiante de antropología tiene mínimas instancias formales<br />

para aprender a investigar y pocos contenidos que le aporten a ello, y<br />

sale de la carrera con su proyecto bajo el brazo, en busca de un director<br />

que quiera asistirlo -más o menos a la distancia- para, ahora sí, realizar<br />

en solitario su investigación que luego presentará en la forma de Tesis.<br />

Durante muchos años se ha venido cuestionando esta<br />

deficiencia en la carrera, y de esta crítica surgieron grupos<br />

autogestivos de estudio y de investigación con mayores o menores<br />

posibilidades de desarrollo. En el último año, nosotras venimos<br />

participando de un Taller de Metodología que surgió de estudiantes<br />

y graduados de antropología pero que también involucró a estudiantes<br />

de sociología. En este taller venimos estudiando diferentes corrientes<br />

teórico-metodológicas -lo que nos ha permitido organizar<br />

medianamente lo que aprendimos en la formación académica- pero<br />

también pudimos empezar a develar supuestos de cada disciplina a<br />

partir del intercambio transdisciplinario. Al mismo tiempo, a la luz<br />

de estas discusiones, se nos pusieron en cuestión nuestras propias<br />

experiencias de investigación -tanto en el ámbito académico como<br />

por fuera de éste- y las raigambres teórico-prácticas a partir de las<br />

cuales -querámoslo o no- se desarrollan.<br />

Este pensar nuestras propias prácticas también se profundizó<br />

en unas Jornadas 2 que organizamos, de las cuales emergieron<br />

infinidad de «nuevas» problemáticas. Las preguntas que se proponía<br />

atravesaran las jornadas eran: ¿Qué es investigar?¿Para qué se investiga<br />

y para quién? ¿Con quién y cómo se investiga? Estábamos participando<br />

de unas jornadas de investigación que ponían en cuestión el propio<br />

significado de investigar, y esto en relación con las preguntas sobre<br />

el objetivo de una investigación, el con quién/quiénes se realiza y de<br />

qué manera. Teníamos que empezar por desnaturalizar el hecho de<br />

2 Jornadas de investigación en/desde/para la acción, 11 y 12 de noviembre de 2006, Facultad<br />

de Filosofía y Letras y Facultad de Ciencias Sociales, UBA. Organizadas por dos<br />

colectivos de revistas: Astrolabia y Eskalera Caracol.<br />

37 dialéktica<br />

DOSSIER


que una investigación implique simplemente la producción de<br />

conocimiento sobre un otro aún desconocido y por descubrir, al mismo<br />

tiempo que problematizar de dónde o de quiénes debe surgir el interés<br />

de investigación. Además pudimos pensar que se podría producir<br />

conocimiento conjuntamente y de forma igualitaria (aunque no<br />

idéntica) con el otro, y que los parámetros de objetividad que requiere<br />

el conocimiento científico también estaban sobre el tapete.<br />

Estas preguntas comenzaron a hacer interferencia en nuestras<br />

experiencias. Por un lado nos mostraban los límites que han tenido<br />

los intentos de investigaciones autogestivas que buscaban la<br />

participación del otro en la producción de un -deseable o noconocimiento<br />

científico. Y por otro, comenzaban a hacernos ruido en<br />

nuestro transitar investigativo por las instancias académicas o<br />

formales de producción de conocimiento (UBACyT, CONICET, etc.)<br />

Nuestra experiencia y nuestra hipótesis<br />

Las reflexiones que aquí presentamos son consecuencia de nuestra<br />

propia participación en equipos de investigación de la UBA/FFyL y<br />

en instancias formales como son las jornadas y congresos, la<br />

presentación de trabajos para ser publicados, etc… Es a partir de ello<br />

que deseamos plantear ciertos problemas que se derivan de la práctica<br />

de investigación y que desde algún tiempo vivenciamos/<br />

experimentamos con cierto malestar.<br />

A su vez, en este ámbito académico donde se desarrolla la<br />

disciplina antropológica, podemos identificar una arista particular y<br />

problemática del trabajo de investigación: se hace especial hincapié<br />

en la realización de trabajo de campo como eje central de toda<br />

investigación. Pareciera ser que una investigación que sólo se<br />

plantease como reflexión en torno a problemáticas de lo social no<br />

entraría dentro del campo de la producción de investigación<br />

antropológica si no tuviera dentro de su seno las prácticas sociales<br />

de los otros. La antropología pasa, así, a ser sinónimo de etnografía,<br />

pero este hacer etnografía se reduce preferentemente a la situación de<br />

trabajo sobre el terreno, sin involucrar toda la práctica teórica que la<br />

etnografía de hecho incluye. No es que en estas investigaciones no se<br />

produzca desde la teoría sino que al exaltar el momento del trabajo<br />

de campo se esconde el poder de la teoría de producir conocimiento<br />

verdadero. Pareciera haber cierto empirismo que niega el papel de la<br />

dialéktica 38


eflexión teórica, cuando en realidad muchas veces el trabajo empírico<br />

sólo es utilizado para enunciar afirmativamente algo que ya se sabe<br />

teóricamente. Esto produciría en principio dos efectos: por un lado,<br />

la fetichización del trabajo de campo como única fuente de nuevo<br />

conocimiento verdadero (y su reducción a mera técnica de extracción<br />

de datos); y por otro lado, el ocultamiento del poder productivo y<br />

modelizador de la teoría producida y reproducida una y otra vez en<br />

los ámbitos académicos, la cual incluye a su vez el trabajo de campo<br />

como tarea legitimadora de sí misma. A su vez deja impotente a la<br />

disciplina antropológica a la hora de producir teoría, hecho que se<br />

evidencia en la casi inexistente producción de conocimiento reflexivo<br />

sobre la práctica de investigación antropológica en el seno de la unidad<br />

académica a la cual se diría que pertenecemos.<br />

Para sostener esta hipótesis comenzaremos haciendo un breve<br />

recorrido por la forma en que investigamos en la academia, con el<br />

objetivo de dejar planteada la problemática y abrir la discusión hacia<br />

quienes estén dispuestos/as a cuestionar su propia práctica<br />

autolegitimante. Luego, problematizaremos la concepción sobre el<br />

trabajo de campo que resulta de las prácticas de investigación<br />

académica en las que participamos.<br />

Viejas (pero actuales/actuantes) preguntas: qué, cómo, para<br />

quién, para qué<br />

Qué se investiga<br />

El primer problema que identificamos es el que concierne a cómo<br />

surge, cómo se define una problemática de investigación en el seno<br />

de un proyecto académico. ¿Cuáles son los criterios que operan al<br />

momento de la elección de un tema de investigación? Creemos que<br />

podemos hacer una suerte de ranking que no se plantea de forma<br />

explícita sino que puede deducirse de la vivencia:<br />

1. Posibilidad de aprobación por parte de evaluadores<br />

específicos.<br />

2. Que no sea un tema demasiado trabajado como para que<br />

podamos decir que ha pasado de moda pero tampoco un tema tan<br />

poco trabajado que se corra el riesgo de que sea «poco interesante»<br />

desde la perspectiva de los evaluadores.<br />

39 dialéktica<br />

DOSSIER


3. Que el tema no este tocando terreno «ajeno», es decir, el<br />

ámbito de investigación de otros «colegas».<br />

4. Gustos personales (en general los del/de la director/a del<br />

proyecto, salvo que tengas suerte y sea un director o una directora<br />

medianamente democrática o «políticamente correcta» que intente<br />

llegar a una suerte de consenso con el resto de los integrantes sobre<br />

la elección del tema, cosa importante para el involucramiento con el<br />

tema de investigación y por ende para llevar adelante las tareas que<br />

requiera el proyecto).<br />

5. Posibilidades personales (tanto del/de la directora/a como<br />

de los miembros del equipo), sobre todo con respecto a la realización<br />

del trabajo de campo: si el lugar donde debería llevarse adelante está<br />

cerca o lejos geográficamente, en qué época del año es preferible<br />

realizarlo, etc.<br />

dialéktica 40<br />

Cómo se investiga<br />

Una vez planteado el tema -y a pesar de tener que realizar un «estado<br />

de la cuestión»-, por lo general, no se busca el diálogo con equipos o<br />

personas que hayan trabajado o estén trabajando las mismas temáticas.<br />

A cada proyecto de investigación, su discusión interna. Comúnmente no<br />

hay intercambio de investigaciones, aún cuando las problemáticas<br />

sociales se interconectan por abajo. Sólo parece importar lo que se<br />

produce en el propio espacio de investigación (proyecto, instituto,<br />

grupo de investigadores con afinidades personales/académicas/<br />

políticas/teóricas). Es decir que si se plantea la pregunta sobre quiénes<br />

otros están investigando las mismas problemáticas es simplemente<br />

con el objeto de no superponerse temáticamente y así no aparecer<br />

como disputando quintitas de poder. Esto produce la sensación de<br />

estar siempre comenzando desde cero y al mismo tiempo, de estar<br />

pasando por caminos por los que ya otros pasaron. ¿No es esto una<br />

pérdida terrible de tiempo de trabajo socialmente necesario?<br />

También se plantea al trabajo de campo como práctica<br />

legitimante por excelencia del conocimiento a producir, actitud que<br />

problematizaremos más abajo.<br />

Para quién/quiénes se investiga<br />

¿A quién/quiénes importa lo que investigamos? Si tomamos el ranking<br />

que propusimos más arriba, podemos decir que a los únicos que les


importa el tema elegido es a nosotros/as mismos/as. En ninguna<br />

instancia es posible involucrar las necesidades o problemáticas<br />

surgidas en una comunidad como disparadoras de un proyecto de<br />

investigación. Todo se dirime en las cuatro paredes del edificio<br />

académico. El otro, a pesar de ser utilizado como elemento legitimador<br />

de las conclusiones de investigación, no es más que un informante al<br />

servicio de una problemática de investigación que por lo general no<br />

le interesa, puesto que no ha surgido de su cotidianeidad sino de las<br />

necesidades de reproducción académica de determinados<br />

investigadores. La relación que se establece con el otro (objeto/sujeto<br />

de investigación) es de mera extracción de información. Esto se torna<br />

evidente en la práctica de trabajo de campo. Recientemente, en un<br />

trabajo inédito 3 sobre una experiencia de investigación entre los y las<br />

tobas de Formosa, una compañera antropóloga nos cuenta sobre cómo<br />

ha sido históricamente la relación entre los y las tobas y los/as<br />

antropólogos/as:<br />

Cuando planifiqué mi proyecto de investigación de doctorado,<br />

me detuve frente a un nuevo interrogante: si otros<br />

antropólogos que habían trabajado previamente en las<br />

comunidades solían pagar a sus interlocutores su tiempo de<br />

conversación ¿cuál era la razón para que yo no lo haga? o<br />

¿Por qué debería hacerlo?. Al fin y al cabo, conversar<br />

abiertamente sobre las «historias de sus vidas», con una<br />

grabadora de por medio y un consentimiento, significaba<br />

legitimar una situación: un método de investigación. No querer<br />

ver esta escena, me/nos hubiera significado mentirnos: ellas<br />

[las tobas] en ese momento actuaban como mis «informantes»,<br />

y el registro de sus experiencias previas les recordaban que<br />

así debían hacerlo. ¿Por qué obviar el dinero entonces? Hubiera<br />

sido deshonesto de mi parte no «reconocer» el tiempo de<br />

«trabajo», puesto que ese tiempo «reconocido» fue parte de la<br />

escena original con el antropólogo (real o no) que se continúa<br />

repitiendo en varias comunidades indígenas de Formosa.<br />

Pagar o «reconocer» (como suelen denominar a este<br />

tipo de transacción las y los tobas) no nos asegura que estemos<br />

libres del problema complejo de la «representación del otro».<br />

Por otra parte, ofrecer el beneficio de la co-autoridad textual a<br />

3 Gomez, Mariana: «Prólogo imprudente de una antropóloga (des)ubicada». Trabajo<br />

realizado en el marco del seminario de doctorado Reflexividad, Método y Arte de la<br />

Etnografía, dictado por Ruth Behar. Marzo-abril 2007.<br />

41 dialéktica<br />

DOSSIER


Y también:<br />

personas que mayoritariamente se han socializado a través de<br />

la palabra y la memoria oral, no se si tiene mucho sentido<br />

(realmente no lo sé y a veces creo que sólo tiene sentido para<br />

nosotros, con lo cual se vuelve un acto egoísta). Por eso decidí<br />

aceptar los supuestos que ellas manejaban y que, sin decir<br />

nada, se impusieron como obvios: si yo enmarcaba el diálogo<br />

de una determinada manera, se esperaba que allí se den todos<br />

los elementos: inclusive el dinero a cambio de la palabra<br />

«llevada» o «guardada». Si iba a comportarme como una<br />

antropóloga, debía jugar por entero a ello.<br />

Varias de las familias a donde llegaba a hacer la entrevista o<br />

bien se mostraban reticentes a responder algunas preguntas,<br />

o bien lo hacían pidiendo algo a cambio después de terminar.<br />

«Algo» podía ser ropa, calzado para los niños, leche en polvo,<br />

remedios. ¿Y cómo no darlos si había personas enfermas en<br />

las familias? Las demandas de la comunidad eran claras y<br />

sumamente respetables, pero yo no podía soportar que mi<br />

relación con ellas estuviera preferentemente mediada por un<br />

intercambio material de cosas a cambio de datos e información.<br />

Y así, plantea:<br />

Mi experiencia de «trabajo de campo» se encuentra atravesada<br />

por una tensión [...]: escribir sobre personas con las cuales<br />

hemos vivido y sentir que las estamos «usando» para nuestros<br />

trabajos, monografías y carrera. Una experiencia vivencial, un<br />

encuentro colectivo y personal «achatado» por las demandas<br />

de una carrera académica (Narayan 1997:30), cuando no por<br />

los objetivos de los proyectos de desarrollo.<br />

Y se pregunta:<br />

¿Debemos recompensar materialmente a nuestros<br />

interlocutores cuando tomamos la decisión de hacer una<br />

investigación respaldados por una institución «científica»? ¿Es<br />

esta una transacción comercial? ¿Por qué los investigadores<br />

sociales nos dedicamos a producir conocimiento que sólo<br />

circula en los ámbitos académicos? ¿Cómo se puede trascender<br />

esto? ¿Quiénes se benefician con nuestras investigaciones?<br />

¿Qué utilidad tiene lo que escribo, lo que hago?<br />

dialéktica 42


En este sentido se entiende por qué se genera tanto debate en torno al<br />

problema de la «devolución». Sobre todo cuando se trabaja con<br />

sectores marginales, hemos escuchado a compañeros de trabajo de<br />

campo decir cosas como «hay tanta necesidad», «algo tenemos que<br />

dar a cambio», «me niego a ir y no hacer nada», «me da no se qué ir<br />

y no hacer una devolución».<br />

En una relación en la que el otro «me deja» investigar en tanto<br />

yo -culpa mediante- le doy algo a cambio se pone en evidencia, de la<br />

peor manera, la desigualdad entre el investigador y el investigado.<br />

Asimetría que no puede desaparecer en tanto investigador e<br />

investigados tengan objetivos diferentes, es decir, no compartan un<br />

objetivo común, una problemática de investigación que surja de la<br />

necesidad de ambos.<br />

La práctica de investigación académica se plantea como<br />

imposibilidad de producir conocimiento de forma colectiva, en donde<br />

el otro se sienta involucrado y pueda así participar en un interrogante<br />

y una búsqueda que lo incluyan. De esta manera, la investigación<br />

sólo tiene sentido en el restringido espacio académico y pierde todo<br />

sentido para los protagonistas de la práctica social que se pretende<br />

analizar.<br />

Para qué se investiga<br />

Parte de lo que hemos dicho hasta aquí nos lleva a otra pregunta:<br />

¿qué sucede con los resultados de la investigación? En el circuito de<br />

circulación académico, parte de estos resultados se difunden en<br />

jornadas y congresos, donde a través de una exposición oral de quince<br />

minutos son escuchados, en general, por nuestros propios compañeros<br />

de equipo y tal vez por otros que poco pueden entender de tan breve<br />

exposición. Frecuentemente también sucede que las mesas temáticas<br />

son armadas de tal manera que equipos de investigación que tratan<br />

temáticas similares sigan sin encontrarse, evitando todo diálogo que<br />

pueda cuestionar el propio trabajo o el trabajo ajeno.<br />

Otra posibilidad de difusión puede ser, con mucha suerte, la<br />

edición de un libro al que quizás nuestros otros puedan acceder. Claro<br />

que con la edición no alcanza si estos otros no tienen reales<br />

posibilidades materiales y simbólicas de acceso, y esto involucra no<br />

sólo la acción de adquirirlo sino también la de ser de su interés y<br />

participar del código de escritura utilizado en la publicación.<br />

Entonces ¿qué buscamos cuando investigamos?<br />

43 dialéktica<br />

DOSSIER


Cada vez nos convencemos más que es nuestra propia<br />

reproducción (académica y material) lo único que nos interesa.<br />

Reproducción que esta garantizada mediante (al menos) dos<br />

congresos por año, un par de publicaciones, informes, la renovación<br />

de una beca, la obtención de otra… Reproducción que -como sabemos<br />

y le gustaba decir a Macedonio Fernández- ha convertido el escribir<br />

no como el resultado de pensar sino más bien como la antesala de<br />

publicar. Así, la lógica reproductiva cierra sobre sí misma: investigo<br />

para escribir, escribo para publicar, publico para tener currículum,<br />

tengo currículum para obtener subsidios para la práctica de<br />

investigación, que debe tener como resultado publicaciones que deben<br />

presentarse en congresos que serán un punto más en el currículum...<br />

Dinámica dentro de la cual queda poco espacio para el pensamiento<br />

y la producción de conocimiento crítico, es decir, pertinente a las<br />

problemáticas que se plantea la sociedad/comunidad.<br />

Hasta aquí, breves pareceres sobre una maquinaria a la que<br />

muchos/as de nosotros/as estamos sometidos/as, de la que somos a<br />

su vez engranaje, y que resulta complejo no reproducir.<br />

Cotidianamente pareciera que todo queda librado al comportamiento<br />

individual, a conformarnos diciéndonos «bueno, yo desde mi lugar<br />

hago lo mejor que puedo», sintiéndonos impotentes para intervenir<br />

proponiendo una transformación colectiva y de conjunto.<br />

La pérdida de sentido de la producción de conocimiento<br />

académica no sólo la percibimos en nuestro trabajo cotidiano en<br />

equipos de investigación, también se evidencia en la crisis que<br />

atraviesan las instituciones educativas (que «acumulan» y<br />

«transmiten» el conocimiento social). La producción de conocimiento<br />

destinada de antemano a morir en el paper y nuestro consentimiento<br />

implícito -que deviene de nuestra inercia y de nuestro silencio-, son<br />

prácticas académicas que creemos es necesario, como mínimo,<br />

cuestionar, si consideramos que el conocimiento producido por las<br />

ciencias sociales tiene que tener un sentido definido con la sociedad<br />

en la que participa.<br />

El rol del trabajo de campo en las investigaciones<br />

académicas<br />

En este contexto (académico) nos preguntamos, entonces, acerca del<br />

lugar que ocupa el trabajo de campo en las investigaciones<br />

dialéktica 44


antropológicas que aquí se desarrollan. Esta pregunta nos surge de<br />

nuestra participación en el circuito académico, específicamente a partir<br />

de una situación en la que presentamos una ponencia en una de las<br />

mesas de un Congreso Nacional de Antropología. Luego de terminar<br />

la exposición uno de los comentadores de la mesa intervino diciendo:<br />

«Muy interesante, pero ¿como aplicas todo esto?, ¿dónde esta el<br />

trabajo de campo? Falta el campo». Este comentario generó un debate<br />

interesante entre los presentes, sobre cuál es el rol de la teoría y el<br />

papel del trabajo de campo para generar nuevo conocimiento y nuevas<br />

preguntas. Obviamente el debate fue cortado de cuajo. Como ya<br />

sabemos, no era el lugar para pensar.<br />

Como planteamos respecto de los criterios que se ponen en<br />

juego a la hora de definir un tema de investigación, otro tanto ocurre<br />

en relación con la elección del lugar donde llevar adelante la práctica<br />

etnográfica. Si planteamos al «campo» como un «lugar» no es porque<br />

consideremos que se reduce a un mero espacio geográfico y social<br />

sino que esta reducción es la que -creemos- se realiza en la práctica<br />

concreta de los equipos de investigación académicos.<br />

Reflexionando, entonces, acerca de cuáles son los criterios que operan<br />

al momento de la definición del campo, nos encontramos con que se<br />

ponen en juego los mismos criterios del ranking anterior pero<br />

invertidos:<br />

1. Posibilidades personales de acceso al campo (tanto del/de<br />

la directora/a como de los miembros del equipo): si el lugar donde<br />

debería realizarse está cerca o lejos geográficamente, en qué época<br />

del año es preferible realizarlo, etc…<br />

2. Gustos personales (en general los del/de la director/a del<br />

proyecto, salvo que tengas suerte y sea un director o una directora<br />

medianamente democrática o «políticamente correcta» que intente<br />

llegar a una suerte de consenso con el resto de los integrantes sobre<br />

en qué terreno trabajar).<br />

3. Que el territorio no se superponga con territorios «ajenos»,<br />

es decir, el ámbito de investigación de otros «colegas».<br />

4. Que no sea un ámbito en el que se haya trabajado demasiado<br />

anteriormente y así mantener un elemento de originalidad.<br />

5. Posibilidad de aprobación por parte de evaluadores<br />

específicos.<br />

45 dialéktica<br />

DOSSIER


A pesar de que el primer criterio mencionado es el de mayor peso al<br />

momento de la definición y planificación del trabajo de campo, ocurre<br />

que no siempre pueden ser contempladas las necesidades y<br />

posibilidades personales de todos/as los y las integrantes del equipo<br />

de investigación, lo que convierte muchas veces a la realización del<br />

trabajo de campo en una carga, en algo que «hay que hacer». Esto,<br />

que lo hemos vivido en carne propia, termina convirtiendo al trabajo<br />

de campo en una mera instancia de obtención de información.<br />

Información que por otro lado, muchas veces queda boyando en las<br />

muchas entrevistas nunca desgrabadas.<br />

De este modo, el trabajo de campo pierde el sentido, se reinstala<br />

el malestar en nuestra práctica de investigación. Nos acecha la<br />

sospecha de que lo que estamos haciendo es confirmar lo que ya<br />

sabíamos, que el trabajo de campo es sólo una formalidad a cumplir<br />

y que tenemos que producir y reproducir el «estar ahí» para legitimar<br />

nuestra investigación como científica.<br />

Pareciera que a lo largo de la historia de la disciplina el trabajo<br />

de campo se ha erigido como el método que garantizaría la validez y<br />

verdad de toda investigación. Así es, entonces, que no puede no<br />

hacerse trabajo de campo si se quiere que las conclusiones sean vistas<br />

como verdaderas, aún si este ejercicio se transforma en una mera<br />

formalidad. Por otro lado, también vale poner en cuestión si la validez<br />

y la veracidad de una investigación pueden estar dadas por el método<br />

o si, en cambio, implican un proceso que involucra a su vez tanto a<br />

investigadores como a investigados 4 .<br />

Entonces ¿para qué? ¿Por qué se plantea como condición<br />

necesaria para todo equipo de investigación el hacer trabajo de campo?<br />

Cada vez más creemos que es una forma de legitimar el propio trabajo<br />

como científico y así, en última instancia, seguir reproduciéndose en<br />

tanto equipo de investigación que pueda seguir percibiendo subsidios<br />

estatales. Tenemos entonces dos tipos de problemáticas<br />

epistemológicas con respecto al rol del trabajo de campo: por un lado,<br />

el problema del método como dador de validez científica, y por el<br />

otro, el tema de la reproducción de la comunidad científica en el seno<br />

de las instituciones estatales.<br />

4 Para un acercamiento a esta problemática, ver: «La cuestión de la validación del<br />

conocimiento», en revista Astrolabia n° 2, primavera 2006.<br />

dialéktica 46


Relaciones teoría-método-práctica social<br />

Uno de los conceptos más utilizados en el área de metodología de la<br />

carrera es el de «reflexividad». Con «reflexividad» se refieren a un<br />

comportamiento a llevar adelante en la práctica de investigación que<br />

implica una vigilancia epistemológica de la situación de trabajo de<br />

campo. «¿Por qué está sucediendo esto? ¿Por qué el sujeto se ha<br />

comportado de esta manera? ¿Por qué ciertas áreas permanecen<br />

oscuras? ¿Qué diferencias de orientación yacen detrás del fracaso de<br />

comunicación?» 5 , son algunas preguntas que nos plantea Paul Willis<br />

para hacer este ejercicio. Y así sigue definiendo el concepto:<br />

Es aquí, en esta interrelación de seres humanos, de códigos<br />

culturales y de formas, donde existe posibilidad de<br />

sorprenderse. [...] Es tiempo de preguntar y explorar, de<br />

descubrir las diferencias entre posiciones subjetivas, entre<br />

formas culturales. Es tiempo de iniciar acciones o de quebrar<br />

expectativas para probar diferentes ángulos bajo luces<br />

diferentes. Es, por supuesto, también el tiempo de máxima<br />

alteración para los investigadores, cuyos propios significados<br />

están siendo profundamente confrontados. Es precisamente<br />

en este punto cuando el investigador debe asumir la autoreflexión<br />

sin restricciones y al azar.<br />

[...] Sin embargo, si estos momentos de crisis se<br />

entienden como una incertidumbre creativa, producidos por<br />

una relación social estructurada, que apuntan y surgen a partir<br />

de contradicciones importantes, podremos disponer de otras<br />

opciones teóricas y metodológicas. La comprensión teórica<br />

desarrollada a través de lo que caracterizo como un método<br />

más activo y reflexivo puede hacerse mediante una<br />

reformulación y una articulación más precisa de lo que he<br />

denominado amplia confesión teórica [...] Esta elaboración<br />

teórica, extensión y especificación, especialmente al interior<br />

de una teoría que reconoce el juego de contradicciones,<br />

permitirá una mejor comprensión y explicación del ahora más<br />

complejo o multifacético sujeto de estudio y de la naturaleza<br />

de la relación que lo ha descubierto hasta el momento. [...]<br />

Existe, por tanto, la posibilidad de un desarrollo circular entre<br />

una confesión teórica cada vez más específica y las<br />

5 Willis, Paul. «Notas sobre el método». En: Hall, Stuart et al (eds): Culture, Media,<br />

Language. Hutchinson, London, 1980, pp. 89-95. Traducción del original «Notes on<br />

method» realizada por Gabriela López.<br />

47 dialéktica<br />

DOSSIER


contradicciones y tensiones propias del trabajo de campo, hacia<br />

reconstrucciones teóricas, para luego volver nuevamente a las<br />

especificidades de la relación del trabajo de campo. Es este el<br />

proceso de producir, finalmente, una acabada explicación de<br />

lo concreto<br />

Y finalmente propone:<br />

La idea de la metodología reflexiva nos lleva más allá de la<br />

simple preocupación por las técnicas de recolección de datos.<br />

[...] En mi opinión, es precisamente el interés teórico el que<br />

induce al investigador a desarrollar ciertas técnicas, establecer<br />

búsquedas comparativas, inventar o invertir cánones<br />

metodológicos, seleccionar ciertos «problemas» para una<br />

explicación analítica. A pesar de que las técnicas son<br />

importantes y a pesar de que debemos preocuparnos de su<br />

validez, nunca reemplazarán a la conciencia teórica y al interés<br />

que surge del reconocimiento del rol que uno tiene en una<br />

relación social de inestable configuración. Sin este despertar<br />

teórico las técnicas registrarán acríticamente sólo la cara<br />

aparente de una «realidad» externa.<br />

Debemos resistir, por lo tanto, la tendencia<br />

hegemonizadora de la técnica. Pareciera tomar control en<br />

momentos de incertidumbre. En forma específica, debemos<br />

deconstruir la mística noción de la observación participante,<br />

cuya mera invocación y descripción taxonómica pareciera<br />

garantizar la calidad del relato.<br />

Lo que Willis nos plantea en estos párrafos y a lo largo del artículo<br />

del que fueron extraídos, es un metodología reflexiva que supere,<br />

por un lado, el empirismo que coloca la verdad en una realidad<br />

externa al investigador, el cual sólo debe ir a buscarla mediante<br />

métodos y técnicas correctas que le aporten validez al descubrimiento.<br />

Y por otro lado, un subjetivismo extremo que considere que nada<br />

puede decirse de lo concreto más que lo que el investigador puede<br />

interpretar desde su subjetividad. Los elementos para salir de estos<br />

extremos estarían dados, para él, por las contradicciones aparecidas<br />

en todo trabajo de campo, entre concepciones y prácticas tanto del<br />

investigador como de los investigados, y que darían pie a la<br />

reflexividad.<br />

En este sentido, la práctica de investigación involucraría al<br />

trabajo de campo no sólo como un método que utiliza diferentes clases<br />

de técnicas de extracción de información sino como un ida y vuelta<br />

dialéktica 48


entre las prácticas y concepciones de los sujetos estudiados y las<br />

prácticas y teorías del sujeto que investiga. A su vez, el rol de la<br />

teoría y de la reflexión por parte del investigador adquiere especial<br />

importancia, oponiéndose a las posturas que pretenden que «los<br />

hechos se expresan por sí mismos’. Así, la validez o la verdad del<br />

conocimiento producido no estaría dada por el sólo hecho de estar<br />

ahí observando, participando, preguntando y anotando, sino por el<br />

constante involucramiento del investigador en esta vigilancia<br />

reflexiva. Mediante el ejercicio de la reflexividad la antropología<br />

tendría la posibilidad de generar nuevo conocimiento.<br />

Ahora bien: a pesar de que este tipo de reflexiones<br />

metodológicas son comunes a muchos de los investigadores e<br />

investigadoras de la disciplina antropológica en la Universidad de<br />

Buenos Aires, nuestro fragmentado conocimiento de la práctica real<br />

de investigación nos permite afirmar que no es lo que sucede en la<br />

cotidianeidad del desarrollo de un proyecto. Lo que sí sucede es que<br />

el trabajo de campo se presenta como un momento empírico mediante<br />

el cual poder corroborar las hipótesis surgidas de la reflexión teórica,<br />

dejando fuera -o para otro momento- todos los elementos provenientes<br />

«del campo» que hagan ruido, es decir, que no se ajusten a la<br />

corroboración de la hipótesis. Se convierte así al trabajo de campo en<br />

el momento legitimante de la verdad de las conclusiones elaboradas.<br />

Esto tiene como contraparte que toda apuesta teórica que no recurra<br />

a una situación de trabajo de campo novedosa sea acusada de poseer<br />

una falta, falta terrible dado que es la dadora de verdad.<br />

Pareciera existir cierto miedo al teoricismo y esto provoca que<br />

se caiga en una postura a favor del trabajo de campo pero que oculta<br />

el rol que la teoría está teniendo para producir conocimiento. Nosotras<br />

creemos que las realidades sociales que analiza la antropología<br />

requieren un acercamiento real entre antropólogos y sujetos que<br />

implique no sólo compartir prácticas (esto es lo contrario a ir a extraer<br />

información) sino elaborar problemáticas, hipótesis y teorías<br />

conjuntamente (en la medida de lo posible). Nos parece también que<br />

la producción teórica es también una práctica desde la cual se puede<br />

producir nuevo conocimiento, justamente porque es una práctica que<br />

no está separada de otras prácticas sociales.<br />

En una charla entre Gilles Deleuze y Michel Foucault, éstos<br />

decían:<br />

...estamos viviendo de una nueva manera las relaciones teoríapráctica.<br />

La práctica se concebía tanto como una aplicación<br />

49 dialéktica<br />

DOSSIER


de la teoría, como una consecuencia, tanto al contrario como<br />

debiendo inspirar la teoría, como siendo ella misma creadora<br />

de una forma de teoría futura. De todos modos se concebían<br />

sus relaciones bajo la forma de un proceso de totalización, en<br />

un sentido o en el otro. Es posible que, para nosotros, la<br />

cuestión se plantee de otro modo. Las relaciones teoría-práctica<br />

son mucho más parciales y fragmentarias. Por una parte una<br />

teoría es siempre local, relativa a un campo pequeño, y puede<br />

tener su aplicación en otro dominio más o menos lejano. La<br />

relación de aplicación no es nunca de semejanza. Por otra parte,<br />

desde el momento en que la teoría se incrusta en su propio<br />

dominio se enfrenta con obstáculos, barreras, choques que<br />

hacen necesario que sea relevada por otro tipo de discurso (es<br />

este otro tipo el que hace pasar eventualmente a un dominio<br />

diferente). La práctica es un conjunto de conexiones de un<br />

punto teórico con otro, y la teoría un empalme de una práctica<br />

con otra. Ninguna teoría puede desarrollarse sin encontrar una<br />

especie de muro, y se precisa la práctica para agujerearlo. [...]<br />

No existe ya la representación, no hay más que acción, acción<br />

de teoría, acción de práctica en relaciones de conexión o de<br />

redes. 6<br />

Y lo decían refiriéndose a la relación entre la producción teórica, de<br />

los intelectuales y las prácticas de transformación social.<br />

Sin embargo, aquí venimos tratando sobre la propia práctica<br />

académica de investigación antropológica, la cual produce<br />

conocimiento de una manera específica que parte, en principio, de la<br />

no relación con las prácticas que buscará estudiar. En tanto la<br />

producción de conocimiento antropológico (teoría) se produzca<br />

dentro de una esfera que permanece escindida de las prácticas sociales<br />

de las que pretende hablar con verdad, a las que pretende representar,<br />

parece imposible pensar la instancia de trabajo de campo como algo<br />

distinto a mera ejemplificación o instancia portadora de legitimidad<br />

obsecuente a la teoría.<br />

Si la práctica teórica de producción antropológica surgiera en<br />

el seno de las prácticas sociales que quiere explicar, la teoría podría<br />

funcionar antes que como un «marco teórico» que busque totalizar<br />

las prácticas en cuestión, como una caja de herramientas múltiple<br />

como lo es la praxis social.<br />

6 Michel Foucault, «Los intelectuales y el poder», en: Microfísica del Poder<br />

, Las ediciones de La Piqueta, Madrid, 1979, pp. 77-78.<br />

dialéktica 50


El trabajo de campo, en tanto método de una disciplina<br />

científica no es más que una herramienta para la producción de<br />

conocimiento que, tal como se desarrolla en los equipos de<br />

investigación institucionales, está más cerca de servir a los intereses<br />

de la teoría (y de sus poseedores) que plantearse como una práctica<br />

social productora de conocimiento para/con y desde la sociedad.<br />

51 dialéktica<br />

DOSSIER


dialéktica 52


Una epistemología para una Sociología Menor<br />

a) Introducción<br />

ISOLDA BERTELLOTTI<br />

PAULA FORMENTO<br />

JUAN JOSÉ NARDI<br />

Más allá de la búsqueda epistemológica, este texto es, también, un<br />

relato fenomenológico. Mejor dicho, una fenomenología que abarca<br />

la «descripción» de un dispositivo experimental, a la vez que esboza<br />

una interpretación posible sobre las condiciones por las cuales este<br />

dispositivo se desarrolló. Tomaremos el trabajo que hicimos en la<br />

Imprenta Chilavert, un intento de coinvestigación que se materializó<br />

en una experiencia filmada llamada Impreso en Chilavert. 1<br />

Consideramos que el producto de dicho proceso excede el documental<br />

que pudimos construir y que por eso es pertinente reflexionar sobre<br />

el recorrido que vivimos por más de un año.<br />

El presente trabajo busca reconstruir, en primer lugar, el camino<br />

que nos llevó a la imprenta recuperada Chilavert así como también<br />

algunos sucesos relevantes que se dieron durante ese año de trabajo<br />

en la cooperativa. En segundo lugar, trataremos de poner a jugar la<br />

1 Los invitamos a leer la reseña del mencionado documental en el presente número de<br />

<strong>Dialéktica</strong>.<br />

53 dialéktica<br />

DOSSIER


genealogía precedente con el concepto de dispositivo experimental y,<br />

en tercer lugar, cómo este último permite ampliar nuestra concepción<br />

de lo que llamamos sociología menor.<br />

b) La «descripción»… la genealogía<br />

El trabajo dentro de la imprenta Chilavert surge como la posibilidad<br />

de ensayar alternativas a la investigación sociológica clásica. Como<br />

miembros del Colectivo Urbanautas 2 nos habíamos empezado a<br />

cuestionar las formas en que nos estábamos acercando a las Fábricas<br />

Recuperadas, así como también la manera en que estábamos<br />

interviniendo en dichos espacios y por lo tanto a nuestra forma de<br />

relacionarnos con sus protagonistas. El cuestionamiento a ciertas<br />

prácticas sociológicas surgió a partir de las investigaciones que<br />

habíamos realizado anteriormente en distintas fábricas recuperadas,<br />

donde nos fuimos guiando según prácticas propias de la sociología<br />

clásica, es decir, aquellas que fuimos incorporando en la facultad.<br />

La revisión bibliográfica, las entrevistas, las observaciones y el<br />

posterior análisis del trabajo de campo bajo un marco teórico<br />

predefinido, se fue complejizando cuando decidimos hacer una<br />

devolución del trabajo en los lugares que investigamos, ya que<br />

implicaba modificar la relación que habíamos establecido con los<br />

investigados. En efecto, hasta ese entonces ellos sólo habían sido una<br />

fuente de información para nosotros, nos ayudaron a pensar las<br />

relaciones y acciones que se daban en los distintos espacios, sin haber<br />

generado un espacio donde las/los trabajadores reflexionaran acerca<br />

de lo producido por nosotros. En este sentido, la devolución implicaba<br />

un trato de igual a igual, a partir del cual podíamos discutir lo que<br />

habíamos escrito.<br />

Mediante la devolución de los informes, buscábamos<br />

acercarnos desde un costado «más político», o sea, politizar nuestra<br />

intervención en dichos espacios. Nuestra relación con ellos basada<br />

en el plano de investigador – investigado impedía encontrar lugares<br />

comunes. Nosotros solamente pudiendo analizarlos, a ellos o a sus<br />

acciones, y manteniéndonos al margen, sin opinar, ni actuar en<br />

relación al espacio que estábamos compartiendo.<br />

La devolución fue distinta en cada fábrica, y en muchas no se<br />

pudo hacer. La idea de generar una discusión con todos las/los<br />

2 Colectivo de investigación en Fábricas Recuperadas.<br />

dialéktica 54


trabajadores era muchas veces trabada por quienes estaban al frente<br />

de la organización. En otras ocasiones fuimos nosotros mismos el<br />

obstáculo, ya que se nos complicaba la idea de discutir con ellos lo<br />

que habíamos escrito sobre la fábrica.<br />

Un cambio de rumbo era necesario. Pero ¿cómo?, ¿hacia dónde?<br />

Para eso buscamos no sólo en los modelos de investigación que<br />

deambulaban en la academia sino también en espacios no académicos.<br />

Desde las prácticas sociológicas las posiciones predominantes se<br />

basaban en una oposición entre una investigación basada en los<br />

criterios de objetividad y distanciamiento respecto del objeto, más<br />

allá de la filiación política de los investigadores y una investigación<br />

basada en el compromiso de los mismos con las luchas de los<br />

movimientos sociales. Para esta última es necesario salir de la torre<br />

de marfil –sociológica en este caso– y abandonar el distanciamiento<br />

con los que luchan para mejorar sus condiciones de vida. Sin embargo,<br />

entendíamos dicha discusión como dos caras de una misma moneda.<br />

En ambas, el investigador no es un sujeto que intenta pensar con el<br />

otro, sino que se mantiene al margen, poniendo en el centro de la<br />

escena al «objeto investigado» o al movimiento social que necesita<br />

mejorar sus condiciones de vida. ¿Y el investigador? Dicha polémica<br />

supone al investigador por fuera del mundo que vivimos o capaz de<br />

transformarse en un desocupado más, negando las diferencias y<br />

siendo, muchas veces, el vocero o el gestor de los movimientos.<br />

Para nosotros, aceptar el problema en los términos de sociología<br />

académica vs. sociología comprometida implicaba dejar de hablar<br />

de las consecuencias de la intervención de los investigadores –sean<br />

académicos o militantes– durante el trabajo de campo. Dicho más<br />

técnicamente: buscábamos interrogarnos acerca del proceso de<br />

investigación, y, sobre todo, acerca de los efectos producidos por la<br />

intervención de los investigadores sobre su «objeto».<br />

Las devoluciones que llegamos a hacer, y las que no también,<br />

nos dieron una pista sobre esto. En efecto, las respuestas que<br />

obtuvimos en los lugares en donde al menos un trabajador leyó los<br />

informes, nos mostraron una amplia gama de respuestas y<br />

apreciaciones sobre nuestro trabajo. Desde recomendaciones para que<br />

cambiemos algunas cosas de lo que estaba escrito, hasta cuestiones<br />

más de fondo como por qué escribíamos sobre ellos. De todas formas,<br />

algo era común a todas las fábricas. Nuestra presencia y trabajo habían<br />

sido percibidos por los trabajadores, hasta por aquellos que apenas<br />

habíamos tomado contacto. Esto nos llevó a plantearnos que si nos<br />

55 dialéktica<br />

DOSSIER


ateníamos sólo a la idea de intervención poco importaba si se trataba<br />

de una investigación comprometida o no ya que nuestra sola presencia<br />

en el espacio provocaba efectos en la cotidianeidad del «objeto». Con<br />

esto queremos decir que toda investigación social genera a partir de<br />

su intervención variables inmanejables que exceden el fin político que<br />

pueda tener. Por ejemplo, una investigación sobre un movimiento<br />

social que busca colaborar con el proceso político que este impulsa,<br />

interviene en la cotidianeidad del movimiento más allá del objetivo<br />

que se plantea; es un grupo o un investigador exógeno que a lo largo<br />

de su estadía en campo produce efectos en el grupo investigado, más<br />

allá de sus propias intenciones.<br />

Algunas posturas teóricas conciben el trabajo de campo como<br />

un proceso de socialización en donde el investigador debe adoptar el<br />

papel de aprendiz, es decir, debe emprender el aprendizaje de una<br />

cultura diferente, o, si se quiere, comprender por qué un determinado<br />

grupo se desenvuelve de cierta manera. De todas formas, se trata de<br />

un proceso de socialización que debe cumplir un adulto ya socializado;<br />

es, para plantearlo en estos términos, un tipo de socialización secundaria<br />

muy especial. «Se trata de un aprendizaje social sin internalización, un<br />

aprendizaje instrumentalizado para un objetivo externo. (…) Se trata, pues,<br />

de un aprendizaje controlado, una socialización con retorno previsto». 3<br />

Decíamos muy especial, porque al no considerar la<br />

investigación social como una intervención en la vida cotidiana del<br />

«objeto», pareciera que el único que se socializa durante la misma es<br />

el investigador, y que su presencia en el campo no guarda para su<br />

«objeto», más allá de la renuencia a dar o no información, ningún<br />

tipo de importancia, es decir, no lo afecta en nada.<br />

Entonces, ¿Cómo repensar la práctica de la investigación como<br />

una práctica política? Entendiendo una práctica política como la<br />

posibilidad de cuestionar lo dado, y entendiendo que la investigación<br />

es una forma de transitar dicho cuestionamiento a partir de intervenir<br />

en un espacio que no es el propio, es que empezamos a discutir cómo<br />

seguir con las investigaciones. En este sentido, nuestras discusiones<br />

giraban en torno a cómo integrarnos, tanto los miembros de la fábrica<br />

como los investigadores, dentro de un espacio que supusiera abrir<br />

debates no siempre agradables para los que participan en él.<br />

3 cfr.Velasco, H. y Díaz de Rada, A., La lógica de la investigación etnográfica, Editorial<br />

Trotta, Madrid, 1997.<br />

dialéktica 56


En este contexto, algunos 4 de nosotros junto a un grupo de<br />

estudiantes de cine, decidimos armar un documental en Chilavert.<br />

¿Por qué Chilavert siendo que nunca habíamos trabajado con ellos?<br />

Suponíamos que era la fábrica con la cual podíamos tener mayores<br />

acuerdos políticos, y eso era imprescindible a la hora de experimentar<br />

otra práctica investigativa. El proyecto era un poco osado, sobre todo<br />

teniendo en cuenta nuestra historia en las fábricas recuperadas. Se<br />

basaba en generar un espacio donde pensar la forma de organización<br />

del lugar con sus problemas y aciertos, trabajando con técnicas de<br />

educación popular. Queríamos hacer talleres de reflexión sobre lo<br />

que pasaba al interior de la fábrica, pero abordándolos no sólo desde<br />

la palabra sino también desde el cuerpo. Estos talleres, a su vez,<br />

ayudarían a definir la problemática para trabajar en el documental.<br />

Cuando llegamos, nos recibieron dos personas de la fábrica, Cándido<br />

y Ana. Ambos nos dieron su apoyo, pero nos aclararon que debíamos<br />

hablar con el resto y convencerlos de la propuesta. Fue el primer<br />

contacto, en donde nos dijeron que iba a ser muy difícil que algunos<br />

trabajadores se enganchen con nuestras propuestas dado la<br />

heterogeneidad del grupo, pero que igual lo intentáramos.<br />

No abordamos a todos los trabajadores juntos, sino que<br />

empezamos a ir a la fábrica y a partir de estos encuentros<br />

fragmentarios ir negociando nuestra propuesta. Nunca habíamos<br />

experimentado esta forma de trabajo, y significó un desafío para<br />

nuestro modo previo de hacer sociología. Así fue como empezamos<br />

a ir, sin cámaras ni grabadores, a charlar con ellos. Compartíamos<br />

saberes y vida cotidiana, qué hacíamos, cómo vivíamos, de qué<br />

trabajábamos, cómo se imprime un libro, qué otras actividades hacían,<br />

cómo se operaba la máquina o cómo copiaban. Cualquier tema era<br />

bueno para generar vínculos. Cuando nos preguntaban qué hacíamos<br />

ahí, hablábamos de un documental pero sin saber bien de qué se iba<br />

a tratar. Intentamos tirar la idea de los talleres pero no hubo mucho<br />

eco en la fábrica. Al tiempo, les mostramos un documental de una de<br />

nuestras compañeras y luego llevamos las cámaras, filmando un poco<br />

ellos y un poco nosotros y charlando sobre qué cosas les gustaría que<br />

apareciesen en un documental de la fábrica. Un día, un par de ellos<br />

se quedaron, y así filmamos un pequeño corto que luego sería parte<br />

del documental. A ese material le agregamos la filmación de nuestras<br />

4 Algunos, ya que dentro de nuestro colectivo no estábamos de acuerdo en la necesidad<br />

de buscar otros modos de experimentar una investigación.<br />

57 dialéktica<br />

DOSSIER


euniones. Hasta ese momento, habíamos registrado una sola, así que<br />

hicimos una pequeña selección de lo filmado para mostrarles. La idea<br />

era ir socializando con ellos cómo iba avanzando cotidianamente<br />

nuestro trabajo. El día de la presentación del corto, armamos una<br />

dinámica como un modo de integrar su visión sobre el trabajo con la<br />

nuestra, pero esta actividad no fue realizada ya que la mayoría de los<br />

trabajadores se levantó de la mesa y se fue a trabajar. El planteo que<br />

recibimos por parte de uno de ellos fue que seamos más consistentes<br />

en nuestra propuesta, que vayamos con algo más armado, y no todo<br />

para armar ahí, ya que no nos conocíamos, que debíamos ser más<br />

propositivos y no dejarlo todo «librado a lo que suceda». El primer<br />

golpe bajo ya lo habíamos recibido. ¿Qué hacer? ¿Cómo seguir<br />

trabajando? ¿Cómo leer la acción de los que se levantaron? ¿Qué hacer<br />

con la demanda de tener algo más armado? Construir un código<br />

común con ellos era muy difícil y ni hablar entre nosotros. Todos<br />

estos temas se enmarcaban en la discusión de si eso que estábamos<br />

llevando adelante era o no una investigación.<br />

En ese momento no nos detuvimos demasiado a interpretar<br />

qué fue lo que pasó, decidimos seguir trabajando –mucho desde la<br />

intuición– con esas «objeciones», viviéndolas como las condiciones<br />

de trabajo que ellos nos proponían. En este sentido, no abandonamos<br />

el proyecto ni accedimos a llevar algo cerrado de nuestra parte. Por<br />

el contrario, entendimos que podíamos trabajarlo como parte de su<br />

intervención en el documental, dejando abierto las diferencias que<br />

teníamos sobre cómo llevar adelante el mismo.<br />

A esta altura del proceso, cualquier práctica que se saliese de<br />

lo establecido implicaba un esfuerzo por parte de todos que no<br />

siempre se podía materializar como lo habíamos imaginado. Los<br />

trabajadores rápidamente nos pedían entrevistas y preguntas<br />

pautadas sobre la recuperación de la fábrica, nosotros nos negábamos<br />

a dicha práctica pero sentíamos que nuestras propuestas no hacían<br />

eco en ninguno de ellos. Modificar la forma de entender la<br />

investigación no era un camino fácil, sobre todo si uno no tenía muy<br />

claro cómo generar acuerdos comunes con personas con las cuales<br />

no habíamos trabajado antes. A esto se sumaba que tampoco teníamos<br />

un trabajo previo con la gente de cine, por lo que en el tránsito del<br />

proyecto empezamos a repensar qué era para nosotros la intervención,<br />

el cine, la sociología, los modos de acercarse. Rápidamente, caíamos<br />

en las formas que ya teníamos naturalizadas, para los sociólogos la<br />

palabra era la diva de la escena, mientras que para las de cine, la<br />

dialéktica 58


imagen hablaba por sí misma. En común teníamos la necesidad de<br />

buscar conflictos para reflexionar sobre ellos, pero el cómo era algo<br />

que no habíamos resuelto, y tampoco podíamos hacerlo con los<br />

trabajadores.<br />

Sin embargo, la heterogeneidad de los trabajadores tuvo su<br />

contracara cuando se nos acercó una ex pasante Ornella, (en ese<br />

momento, estaba intentando ser incorporada a la fábrica) con unos<br />

objetivos parecidos a los nuestros: mostrar lo que no se ve de las<br />

fábricas recuperadas ya que entendía que «aún faltaba mucho por<br />

recuperar» 5 . Le contamos que no queríamos hacer entrevistas por los<br />

resquemores que teníamos a partir de las experiencias de investigación<br />

anteriores. Ella decidió hacer sus entrevistas y pautó su propio guión,<br />

y esto para nosotros fue la posibilidad de resignificar una herramienta<br />

a partir de su uso. Al ser parte de las fábricas y con intereses políticos<br />

en juego, la posibilidad de generar algo distinto estaba en el horizonte.<br />

Las entrevistas no pudieron ser realizadas a todos, dado la resistencia<br />

que generó entre sus compañeros. Algunos sostenían que éramos<br />

nosotros, los investigadores quienes debíamos hacer las entrevistas<br />

ya que teníamos el saber – hacer. Por otra parte, se quejaban de que<br />

la ex pasante descuidaba sus tareas mientras entrevistaba a sus<br />

compañeros. Mas allá y por estas dificultades, los diálogos logrados<br />

daban cuenta de la situación de Chilavert en ese momento en donde<br />

se discutía cómo integrar a la cooperativa a las ex pasantes. En este<br />

proceso, se sumaron dos trabajadoras más que estaban afectadas por<br />

la misma situación que Ornella.<br />

Al proyecto se sumó la propuesta de otro trabajador, Jorge, el<br />

de menor jerarquía durante la gestión anterior 6 y que a su vez, tenía<br />

grandes diferencias con sus compañeros por el modo de trabajo. Una<br />

vez recuperada la fábrica empezó a trabajar en el sector de copiado<br />

junto a una persona que era de afuera de la fábrica pero que le<br />

enseñaba el oficio. En el transcurso de nuestro trabajo en la fábrica<br />

dejó esa actividad y pasó al área administrativa. Con él organizamos<br />

una recorrida por algunos lugares de la fábrica, haciendo hincapié en<br />

los cambios que habían realizado después de la conformación de la<br />

cooperativa. Jorge eligió hacer una entrevista al trabajador más<br />

antiguo y de mayor jerarquía durante la gestión bajo patrón. En la<br />

5 De hecho, una de las preguntas que le hizo a sus compañeros era: ¿qué falta recuperar<br />

en Chilavert?<br />

6 Era personal de limpieza por lo que era el único que estaba tanto en el taller como en<br />

las oficinas.<br />

59 dialéktica<br />

DOSSIER


misma surgió un conflicto que provenía de la estructura organizativa<br />

anterior y las posiciones políticas que tenía cada uno de ellos a la<br />

hora de los conflictos gremiales. Nos proponíamos reflexionar sobre<br />

dicha discusión entendiéndola no como cuestiones personales, sino<br />

como lugares que se ocupan en una estructura, intentando hacer una<br />

comparación entre el antiguo modo de organización y el actual. Sin<br />

embargo no encontramos piso común para dicho análisis.<br />

Ambos conflictos latentes en la fábrica, el de Ornella intentando<br />

ser parte de la cooperativa y el de Jorge, increpando a su compañero<br />

por la postura que había tenido en la renegociación de los sueldos<br />

durante la gestión tradicional, buscaron una vía de escape a través<br />

del nuevo equipo que había ingresado a su lugar de trabajo. Sin<br />

embargo, a la hora de estructurar el documental nos hicimos eco del<br />

conflicto de las ex pasantes. Al analizarlos, el tema de Ornella era<br />

más afín a nuestros intereses. Pertenecíamos a una misma generación,<br />

todos jóvenes de entre 20 y 30 años que nos daba un saber- hacer<br />

común. A su vez el grupo de intervención estaba conformado<br />

mayoritariamente por mujeres por lo que se sumaba a nuestras charlas<br />

reflexiones sobre las relaciones de género que se daban dentro del<br />

espacio de trabajo, ampliando nuestro piso común. Ciertas formas<br />

de entender la participación, el trabajo y la organización nos permitían<br />

resonar con su situación al interior de la fábrica. Jorge, en cambio,<br />

tenía una postura menos tangible para nosotros. No pertenecíamos a<br />

la misma generación ni teníamos una historia común. Su estar en la<br />

cooperativa se relacionaba solamente con una necesidad laboral y no<br />

tanto por el intento de hacer algo distinto. De antemano no había<br />

suelo común y se nos hacía muy difícil construirlo. En tanto y en<br />

cuanto no se pudiese hacer una reflexión en torno al conflicto que<br />

excediese a las personas en cuestión nos parecía que no podíamos<br />

estructurar el documental en torno a una pelea entre individuos, pelea<br />

además que se acotaba a la gestión anterior. Igualmente creíamos<br />

necesario incluir la recorrida y la entrevista de Jorge en el documental<br />

ya que había sido la forma que él había tenido para apropiarse del<br />

proyecto y uno de los objetivos era mostrar la diversidad tanto al<br />

interior de la fábrica como también entre los trabajadores y nosotros.<br />

Estos problemas fueron los articuladores del documental, los puntos<br />

de convergencia en un interés común, más allá de las diferencias que<br />

mencionamos. Sin embargo, la edición no fue tema sencillo. Primero<br />

de todo, nos separamos de los trabajadores de Chilavert, lo que<br />

implicó que ellos no participasen de este proceso, es decir nosotros<br />

dialéktica 60


esolvimos sobre el trabajo que habíamos hecho en conjunto 7 . Nos<br />

surgieron por este motivo, cuestionamientos éticos acerca de qué,<br />

cómo y en qué contexto mostrar las imágenes que entre todos<br />

habíamos registrado. Fueron varios los problemas que transitamos<br />

como grupo a la hora de hacer nuestra construcción de lo que<br />

habíamos filmado. Algunos de ellos fueron: planos problemáticos que<br />

habíamos conseguido sin autorización de los protagonistas 8 , quiénes<br />

eran nuestros espectadores, qué podíamos generar en Chilavert, cuál<br />

era nuestro rol en la construcción.<br />

El modo que encontramos para volver a «abrir» el espacio de<br />

reflexión filmada fue proyectando en la fábrica el documental editado<br />

sin un final cerrado. Filmar el debate posterior a la proyección y<br />

utilizarlo como cierre del documental fue el modo que encontramos<br />

para hacer una reflexión final conjunta del trabajo.<br />

c) Dispositivo de intervención y dispositivo experimental.<br />

Generalmente las discusiones epistemológicas sobre las<br />

investigaciones sociológicas giran en torno a la relación que existe<br />

entre el dispositivo que construye el investigador y el objeto<br />

investigado. En este sentido, algunos consideran que el dispositivo<br />

caracteriza por sí mismo al objeto, de manera externa al mismo. Es<br />

decir, que la relación que se entabla con el investigado es a partir de<br />

dicho dispositivo, el cual, a su vez, lo define. En estos casos, el<br />

dispositivo se construye partiendo de las nociones que tienen los<br />

investigadores sobre el objeto, no pudiendo ser modificado ni<br />

cuestionado por éste. Otro sector, sostiene que no existe una<br />

caracterización del fenómeno por parte del dispositivo, sino que lo<br />

que se expresa es una interacción entre el dispositivo y el objeto. 9 En<br />

otras palabras, sostienen que la intervención del dispositivo sobre el<br />

objeto lo modifica por el sólo hecho de tener que relacionarse con él.<br />

7 En ese momento se nos abrió una vez más la pregunta de cómo trabajar en conjunto, c<br />

uando entendíamos que no había un interés común de participar en la edición del<br />

documental.<br />

8 El plano más conflictivo, mostraba a una de las trabajadoras de Chilavert diciéndole<br />

a un compañero de trabajo que al no participar de las asambleas no era parte de la<br />

cooperativa.<br />

9 Ver Prigogine Ilya y Stengers, Isabelle, Entre el tiempo y la eternidad, Alianza, Buenos<br />

Aires, 1991, Cap. VI.<br />

61 dialéktica<br />

DOSSIER


Ahora bien, desde nuestra experiencia en la imprenta Chilavert<br />

consideramos lo siguiente: si bien es cierto que el dispositivo expresa<br />

una interacción, consideramos que es incorrecto seguir sosteniendo<br />

durante todo el proceso de investigación la distinción entre dispositivo<br />

y fenómeno, o entre sujeto y objeto. Desde nuestra apreciación, hay<br />

momentos donde esta distinción tiende a desaparecer. Proponemos<br />

llamar dispositivo experimental a este tipo de dispositivo. El mismo se<br />

configuraría entonces cuando se diluyen las distinciones previas a la<br />

intervención. En los casos que esto no suceda hablaremos de dispositivo<br />

de intervención.<br />

En términos generales, el dispositivo de intervención tendría dos<br />

dimensiones: una de ellas estaría dada por el proyecto elaborado antes<br />

de entrar a campo y por las representaciones propias de los<br />

investigadores respecto de su objeto. La otra, la podríamos definir<br />

por las variables sociodemográficas y por las trayectorias políticas<br />

de los integrantes del dispositivo.<br />

En otras palabras, toda investigación supone a priori, si se<br />

quiere antes de entrar a campo, la construcción de un dispositivo de<br />

intervención. Este dispositivo tiene como supuesto que el investigador<br />

puede proyectar las condiciones de la intervención a priori. Este se<br />

encuentra delimitado por las representaciones que tenemos como<br />

investigadores del espacio/grupo que queremos investigar.<br />

Representaciones que operaron ya previamente al momento de la<br />

elección del espacio en el que se elige intervenir. En este proceso, los<br />

investigadores crean su objeto de investigación.<br />

Nuestro propio dispositivo de intervención en Chilavert se fue<br />

delimitando a partir de lo que nosotros creíamos que ellos eran. La<br />

representación que construimos respecto del espacio nos limitaba<br />

acerca de lo que podíamos y no podíamos hacer. A partir de nuestras<br />

propias trayectorias como militantes e investigadores adentro de las<br />

fábricas teníamos una imagen de las cooperativas en general y de<br />

Chilavert en particular que nos permitió proyectar talleres donde<br />

todos los trabajadores participasen y así poder planificar un<br />

dispositivo para trabajar desde nuestros intereses, en este caso, un<br />

modo particular de llevar adelante la investigación.<br />

Si bien el dispositivo de intervención nos permitió acercarnos a<br />

la fábrica e interactuar con los trabajadores desde un encuadre<br />

determinado, su respuesta hacia el mismo nos obligó a repensar dicho<br />

dispositivo. Así sucedió, por ejemplo, con las actividades que nosotros<br />

proponíamos y no eran aceptadas por los miembros de la cooperativa,<br />

dialéktica 62


o con las propuestas que diferían de lo que nosotros queríamos hacer<br />

en el espacio, o cuando presentamos la edición con final abierto antes<br />

del debate. En ambos momentos, éramos nosotros pensando sobre<br />

ellos. De todas formas, ambos momentos, abrieron la posibilidad de<br />

profundizar el dispositivo experimental, en el primer caso, con las<br />

propuestas de las ex pasantes y de Jorge y, en la devolución, con el<br />

debate abierto que se dio luego de la proyección en el último caso.<br />

La apertura del dispositivo de intervención al dispositivo<br />

experimental depende de cuán resistente sea el primero a los golpes<br />

del «objeto». O también, cuán sensibles seamos a las afecciones propias<br />

de la interacción que se nos van presentando. Cuando hablamos de<br />

golpes, nos referimos a las respuestas que podemos recibir de los<br />

investigados a las propuestas de investigación que llevamos. Al<br />

entender la investigación como una relación, la misma se estructurará<br />

a partir de una negociación con el actor en cuestión. Ahora bien, dicha<br />

negociación implica estar sensibles a los cambios que puede proponer<br />

el investigado. Sensibilidad refiere aquí a la capacidad de ser afectados<br />

por determinadas cuestiones que tienen todos los miembros del<br />

dispositivo. En nuestro caso en Chilavert, los problemas claves que<br />

surgieron fueron los de las pasantes –en relación al ingreso a la<br />

cooperativa una vez finalizada la pasantía–, y el problema con Jorge<br />

–el trabajador que más disentía con sus compañeros por los modos<br />

de trabajo–. Como ya dijimos, nuestra propia composición de grupo<br />

–estudiantes universitarios de entre 25 y 30 años, mayoritariamente<br />

mujeres– nos permitió familiarizarnos con el conflicto que se<br />

representaba en la figura de Ornella y las otras ex pasantes. Un código<br />

común que nos permitía potenciarnos en las prácticas que ambos<br />

hacíamos, hizo que el dispositivo experimental se enfocase en torno a<br />

este conflicto y no en torno al de Jorge. 10<br />

Para pensar el dispositivo experimental, encontramos útil<br />

asimilarlo a la práctica del boxeador. En un combate, «hay un<br />

entrenamiento y una técnica adquiridos que operan allí, pero no hay<br />

partituras ni directores. Es preciso lanzarse a lo imprevisible y dejarse<br />

alterar por ello. Sólo siguiendo el ritmo del oponente es posible<br />

derrotarlo». 11 En el caso de la investigación, se puede pensar el<br />

10 Esto no sucedió sólo con nosotros sino también con los miembros de la cooperativa.<br />

En la devolución, el tema sobre el que más se sienten interpelados es el de las ex pasantes.<br />

El otro, casi ni se menciona.<br />

11 Martín, Facundo, «Sobre el pugilismo y la finitud. Algunas notas acerca de la<br />

subjetividad en la práctica marcial y deportiva», en Revista A martillazos, Año 1, Nº 1,<br />

Buenos Aires, Otoño 2007, p. 53.<br />

63 dialéktica<br />

DOSSIER


combate como una lucha de saberes, o también se puede pensar el<br />

combate como una coproducción, donde te lanzas a lo imprevisible<br />

del encuentro, con el objetivo de generar una producción conjunta.<br />

Dando lugar a que la lucha se produzca en situación, en lugar de<br />

hacer demostraciones de las técnicas adquiridas, donde el otro pasa<br />

a ser admirador de las habilidades. Esta demostración de<br />

conocimiento podría prescindir casi del encuentro con el otro. Si<br />

como investigadores buscamos entender el espacio a investigar como<br />

un espacio de encuentro de saberes, de lucha para una producción<br />

conjunta de conocimiento, tenemos que dejar afectar nuestra<br />

planificación, nuestros cuerpos, exponiéndonos a un combate<br />

cotidiano y que en el caso de Chilavert nos llevó un año.<br />

Por eso, en este tipo de experiencias de investigación lo<br />

relevante, lo que nos enriquece y vuelve más sabios es el proceso, el<br />

modo y las estrategias para los encuentros, y no el resultado que<br />

obtengamos en el combate. En este sentido, la profundización de este<br />

dispositivo experimental nos coloca indefectiblemente frente a<br />

experiencias límite. En este límite de la experiencia se sigue<br />

expresando la experiencia, es decir, tanto lo que compone las<br />

relaciones sociales como lo que las descompone, a la vez que es el<br />

espacio donde la representación social no opera. Básicamente, estamos<br />

frente hasta lo que en ese momento era lo innombrable, lo que no<br />

conocíamos.<br />

d) Dispositivo de intervención, dispositivo experimental y<br />

sociología menor<br />

La profundización del dispositivo experimental es el objetivo principal<br />

de la sociología menor. Es un proceso que permitiría avanzar en la<br />

experimentación con uno mismo y con el otro. Es, en este sentido,<br />

que puede ser entendida como una investigación participante, aunque<br />

no intenta cambiar sólo la realidad del investigado, sino también la<br />

del investigador. La idea es experimentar otra sociología y<br />

experimentar a su vez otra realidad que no sea, en el caso de nuestra<br />

experiencia en Chilavert, la sociológica. Este tipo de investigación no<br />

es comprometida. No es una sociología de los que luchan. Está<br />

comprometida con la experimentación, con el encuentro, con el<br />

fortalecimiento y la potenciación del lazo de solidaridad. Desea<br />

practicar el compromiso de otra forma; compromiso con lo relacional,<br />

dialéktica 64


con el encuentro con el otro. La sociología menor busca sustraerse de<br />

la cotidianeidad para poder someterse al desierto de lo inesperado.<br />

Dicho proceso implica poner a jugar las representaciones y los<br />

objetivos que se tienen en torno a un espacio a investigar, con las<br />

representaciones y objetivos de dicho espacio. Implica un movimiento<br />

de todas las partes que conforman el dispositivo, construyendo así<br />

un dispositivo común donde los actores puedan plantearse los<br />

problemas de otra manera. Para esto, entendemos el dispositivo de<br />

intervención como la práctica necesaria para salir al ring, el<br />

entrenamiento que permite presentarse ante un otro, una propuesta<br />

de combate, de coproducción. Pero no debemos olvidarnos que es<br />

un bastón y no el medio por sí mismo.<br />

El dispositivo experimental abre un proceso de subjetivación que<br />

está relacionado con los grupos y/o personas que participan en él.<br />

En este sentido, vale la pena aclarar que este nunca se conformó por<br />

la totalidad de los trabajadores de Chilavert, ni por la totalidad de<br />

los participantes del grupo de investigación que participaron de la<br />

experiencia. Es por eso que anteriormente decíamos que el dispositivo<br />

experimental desdibuja la distinción entre sujeto – objeto ya que los<br />

roles no pueden ser definidos taxativamente. Decimos que la<br />

desdibuja porque inventa una línea de subjetivación que pasa por<br />

otro lado; abre otro espacio.<br />

En efecto, la gran mayoría de investigaciones sobre fábricas<br />

recuperadas trabaja con los recuerdos de la experiencia de los<br />

trabajadores. En cambio, el dispositivo experimental habilita la<br />

intersección entre ese recuerdo de la experiencia y una sensación<br />

presente. El cruce entre un recuerdo objetivado –entendido como<br />

exterioridad– y la sensación subjetiva –entendida como interioridad–<br />

abre la posibilidad de desdibujar la enunciación individual de un sujeto<br />

sobre un objeto para convertirse en una enunciación colectiva sobre los<br />

problemas de la experiencia, en donde la reflexión sobre la práctica<br />

es inseparable de su explicación.<br />

Por último: aunque este tipo de investigación suponga una<br />

participación activa de ambos lados, no implica que todos deban<br />

hacerlo. Preguntas del tipo qué sucede cuando hay sectores renuentes<br />

a ser parte del proceso, o qué pasa cuando hay desacuerdos sobre<br />

qué temas investigar, o también sobre el cómo hacerlo se responden<br />

en situación.<br />

65 dialéktica<br />

DOSSIER


dialéktica 66


A propósito de Malvinas: realismo figural y<br />

evaluación heurística para las reescrituras de la<br />

experiencia de guerra<br />

VERÓNICA TOZZI *<br />

La presencia incómoda del ex –soldado y su irritante<br />

propensión a salirse del juego, una vez más había<br />

recordado, en un ambiente a veces algo saturado de<br />

conceptos, representaciones y teorías, la presencia<br />

bruta de los sentimientos, de los hechos, de los<br />

cuerpos muertos. 1<br />

Estas «enmudecedoras» palabras expresan la marca definitoria de<br />

cualquier abordaje del pasado: su carácter controversial. La disputa<br />

y la necesidad de reexpresar, mirar de otra manera, en suma, reescribir<br />

y promover la reescritura de las versiones del pasado (por historias<br />

ya escritas o por historias sugeridas en documentos y testimonios)<br />

me ha llevado reiteradamente a afirmar que la aproximación a la<br />

historia de cualquier porción del pasado nos arrastrará a la historia<br />

de la historia de ese pasado. La sensación de la imposibilidad de<br />

detener el debate historiográfico, acompañada del convencimiento<br />

(aunque no lamento) de la imposibilidad de alcanzar la versión<br />

* Una primera versión de este trabajo fue leída en I Jornadas de Epistemología y Filosofía<br />

de la Historia, Comahue, 2007.<br />

1 Gamerro, C., Ñ, 31/3/2007.<br />

67 dialéktica<br />

DOSSIER


definitiva del pasado, ni siquiera un cierre aceptable, consensuable y<br />

justo, resulta en la urgencia a tematizar los discursos que se arrogan<br />

su representación. En respuesta a las «guerras» del discurso, la<br />

filosofía de la historia en el siglo XX se ha visto llevada a examinar,<br />

centralmente, el lenguaje en el que se expresa nuestra relación con el<br />

pasado. Es en este espíritu que abordaré de un modo polémico y a<br />

propósito de Malvinas, las contribuciones de dos grandes teóricos<br />

del lenguaje histórico, Frank Ankersmit y Hayden White, con el objeto<br />

de ofrecer un marco pragmático para orientarse crítica y creativamente<br />

en las disputas de representación sobre la experiencia de guerra.<br />

I. Giro lingüístico y aire nuevo para la filosofía de la historia<br />

No es ocioso recordar una vez más que, gracias a la aparición en 1973<br />

de Metahistoria, 2 la filosofía de la historia alcanza su giro lingüístico<br />

dando lugar a lo que, siguiendo a Ankersmit, llamamos hoy «la nueva<br />

filosofía de la historia». En ella, la noción de explicación, como<br />

concepto clave para dar cuenta del status del conocimiento histórico,<br />

es desplazada por el concepto de narración, con profundas<br />

consecuencias: liberados de las ataduras de pensar la legitimidad de<br />

la práctica historiográfica en comparación con las ciencias naturales<br />

nos abrimos 1. a la especificidad de la historización del pasado, 2. a<br />

una diversidad de tradiciones (fenomenología, hermenéutica,<br />

pragmatismo y hasta la nueva filosofía de las ciencias) y de disciplinas<br />

(teoría del arte y teoría literaria) que elucidan su especificidad.<br />

No obstante la sofisticación teórica de las reflexiones acerca de<br />

la naturaleza de la historización, no menos que de la historización<br />

misma de los sucesos del pasado reciente, nada más incómodo que<br />

su exhibición pública «frente» o «ante» aquellos que fueron parte<br />

involuntaria, o al menos desprevenida, de los sucesos mismos. Por<br />

mi parte, abordaré las disputas por la historización de las experiencias<br />

de guerra y posguerra de los ex –conscriptos en Malvinas,<br />

radicalizando su status lingüístico. Específicamente, propondré<br />

abordar la «nueva filosofía de la historia», desde una aproximación<br />

2 White, H. (1992) Metahistoria, La imaginación histórica en el siglo diecinueve, FCE, México,<br />

(1ª ed. en inglés 1973). Para una detallada exposición de su teoría ver mi Introducción<br />

White, H. (2003) El texto histórico como artefacto literario, Paídós.<br />

3 Pragmática por atender a la práctica concreta de la historiografía en su contexto<br />

situacional, y heurística por promover y estimular la investigación.<br />

dialéktica 68


pragmática y heurística 3 , por ser la única estrategia que no se paraliza<br />

por el carácter polémico de las diversas miradas al pasado reciente;<br />

por el contrario, sólo ella encuentra una ocasión para ejercitar la<br />

imaginación histórica en la propuesta de nuevas miradas históricas a<br />

un punto crítico tal como para que merezca la pena re-escribir su<br />

historia.<br />

II. La guerra y después<br />

El 25º aniversario del regreso argentino a suelo malvinense sacó a la<br />

luz una tensión persistente en la Argentina posdictadura. Por un lado,<br />

la experiencia de jóvenes soldados reclutados para ganar una guerra<br />

devenida en derrota, a quienes hablar fue lo primero que les<br />

prohibieron a su regreso. Por otro lado, una no exagerada pero<br />

importante producción discursiva fundamentalmente periodística,<br />

político-diplomática y militar sobre la guerra. La experiencia que,<br />

como dice el ex –soldado Edgardo Esteban, «los partió en dos,<br />

arrastrándolos al comienzo de un camino doloroso, los sentimientos<br />

destrozados por el horror vivido y el porvenir que ya no sería el<br />

mismo dando lugar a una lucha interior en cada uno de los que<br />

estuvieron allí» 4 , coexistió con sendos trabajos abocados a analizar:<br />

la trama secreta de la guerra, las causas de la derrota y las relaciones<br />

entre el desenlace bélico y el final de la dictadura.<br />

Malvinas demanda hacernos cargo de esa experiencia de<br />

posguerra. La derrota resultante fue vivida por la sociedad civil como<br />

el comienzo del fin del régimen militar, desafiándonos a conformar<br />

una justa imagen de aquella experiencia bélica sin legitimar<br />

concomitantemente los discursos marciales de la dictadura. Hasta la<br />

derrota, nadie consideraba seriamente la posibilidad de cuestionar la<br />

entrega de sus hijos por alrededor de un año al cuidado e instrucción<br />

de las fuerzas armadas. Tras la derrota, no sabemos si quienes<br />

estuvieron en Malvinas son «ex-soldados», «chicos», «ex-soldados<br />

combatientes», «ex-combatientes», «veteranos», en suma, si en tanto<br />

sobrevivientes, clasificarlos como víctimas o como héroes. Los<br />

nombres no son inocentes, disputan cómo contar la historia de la<br />

4 Página 12, 2/4/07.<br />

69 dialéktica<br />

DOSSIER


guerra de Malvinas, disputan, en fin, cómo recordar esos 74 días en<br />

los que un país se unió para enviar a sus hijos a morir.<br />

Tras 25 años se aprecia la incipiente literatura argentina y<br />

británica al rescate de testimonios de esa experiencia. Sin embargo,<br />

el dilema originado en la distancia entre una experiencia que demanda<br />

voz y un discurso que al dársela la distorsiona, no ha sido resuelto.<br />

¿Qué significa, entonces, para aquellos preocupados por la historia<br />

reciente, contar con los testimonios de aquellos que atravesaron una<br />

experiencia límite tal como una guerra bajo el mando de una dictadura<br />

y que culminó en una derrota? En el caso específico de la investigación<br />

historiográfica, ellos cumplen una función epistémica por darnos<br />

acceso, aunque no directo, a lo que sucedió, y una función política<br />

por ser demandas vivas de escuchar la voz de los afectados. Como es<br />

bien sabido, los reclamos de atender a la experiencia de los<br />

directamente afectados en eventos límite no son novedosos.<br />

Eclosionaron en los estudios del trauma, de las políticas de la<br />

identidad y el poscolonialismo. No demoró mucho en darse a notar,<br />

desde las entrañas mismas de la academia militante, la desconfianza<br />

en esta idea de «experiencia» velada por el lenguaje esperando<br />

liberación. No obstante, el cambio de siglo vuelve a invocar deshacerse<br />

de la prisión del lenguaje para dar lugar a la experiencia.<br />

Mi propósito no es despreciar ni enaltecer la experiencia, sino<br />

mediar entre dos estrategias que esta noción suscita: la que encuentra<br />

en el lenguaje un escudo para evitar los temores y los terrores que<br />

son típicos de la experiencia, cuya consecuencia es la creación de un<br />

absoluto otro del lenguaje al que nos liga la nostalgia de la pérdida.<br />

O, por el contrario, una opción más humilde y tal vez menos poética<br />

dirigida a investigar los «discursos de experiencia» con el fin de<br />

desentrañar cómo el término ha funcionado en diferentes contextos<br />

políticos y académicos, pero que en su tenor descriptivo enumerativo<br />

no ofrece criterios para preferir ciertas consideraciones en lugar de<br />

otras. Mi propia posición sugiere que la clave reside en efectuar un<br />

análisis pragmático y heurístico de la relación entre experienciatestimonio-escritura<br />

histórica, por sus ventajas políticas y epistémicas<br />

al involucrar al testimoniante como interlocutor crítico y autocrítico<br />

sobre la representación de la guerra y no mero testificador de<br />

sufrimientos pasados. Antes de ello, será relevante reconstruir algunos<br />

argumentos a favor de este «giro experiencial».<br />

dialéktica 70


III. Una forma de retorno a la experiencia: el «privilegio<br />

epistémico» de las víctimas<br />

En trabajos anteriores he utilizado la expresión limbo mnémico 5 para<br />

bautizar diversas formas de olvido que acechan y obturan la<br />

representación de eventos límite, ya por ausencia de representación,<br />

ya por imposición de representación clausurante y redentora. En el<br />

esfuerzo de evitar el deslizamiento hacia una velada clausura del<br />

conflicto, a una exculpación de los perpetradores o al silenciamiento<br />

de las voces de las víctimas es que se ha considerado crucial otorgar<br />

el «privilegio epistémico» a sus experiencias para dirimir<br />

representaciones en conflicto. Ahora bien, como Malvinas me ha<br />

ilustrado, el «privilegio epistémico» es una de las caras del limbo<br />

mnémico, pues considerar el testimonio como registro de una<br />

experiencia privilegiada y directa de los hechos tiene diversas<br />

consecuencias indeseablemente reprochables. En primer lugar, resulta<br />

no sólo epistémica sino políticamente ingenuo: esto es, no sólo<br />

desconoce el carácter «teóricamente» cargado de toda experiencia<br />

subjetiva sino que oculta a su vez la problematicidad de lo registradono<br />

registrado por ella. En segundo lugar, pasa por alto el hecho de<br />

que los relatos testimoniales no son otra cosa que géneros discursivos<br />

o literarios como lo son las novelas, las tragedias o las comedias. Por<br />

último, y definitivamente inaceptable, tras la donación de privilegio<br />

epistémico se condena al testimoniante y a su testimonio a funcionar<br />

como no más que un registro verídico no interpretado de los hechos,<br />

privando a dichos testigos de participar mediante sus intervenciones<br />

discursivas en la discusión pública sobre cómo dar sentido, cómo<br />

comprender, cómo ofrecer nuevas preguntas sobre lo que sucedió.<br />

Justamente, para los argentinos, el limbo mnémico en el que se ha<br />

sumergido la experiencia de aquellos que estuvieron en el teatro de<br />

operaciones adquiere un tono incómodamente original, no sólo por<br />

la impudicia de una sociedad que pasó sin solución de continuidad<br />

del apoyo festivo al repudio intransigente, sino por ser la inversión<br />

del privilegio epistémico donado a la experiencia de la víctima. Dado<br />

que se supone que la experiencia es irrevisable e incontestable, en<br />

lugar de problemática, conflictiva y narrativa o teóricamente<br />

5 Tozzi, V. (2006) «Apuntes sobre Malvinas. Tragedia y limbo mnémico en el encuentro<br />

con el pasado reciente», en Macón, (2006) Pensar la democracia, imaginar la transición<br />

(1976-2006), Ladosur, Buenos Aires.<br />

71 dialéktica<br />

DOSSIER


constituida, se evita escuchar o dialogar con aquellos con los que no<br />

compartimos la angustia de la derrota y la reivindicación de la gesta.<br />

Haciéndose eco de los reclamos de reconocimiento de una identidad<br />

trasvasada por una experiencia traumática, Frank Ankersmit ha<br />

recientemente descrito esta tensión entre olvidar y recordar en<br />

términos de trauma 1, con el objeto de destacar que, tras la pérdida<br />

en el background del inconsciente, la identidad del individuo<br />

traumatizado queda intacta. «La tensión –admite– puede resolverse<br />

a través de la subsunción de la experiencia traumática en el relato de<br />

una vida, tal como sucede en la práctica psicoanalítica.» 6<br />

Acompaño a Ankersmit en su admisión del rol positivo que el<br />

lenguaje cumple en estos casos, concretamente, en la posibilidad de<br />

una elaboración de la experiencia traumática a través de su<br />

narrativización. No obstante, como veremos a continuación, el<br />

holandés encuentra la ocasión para el «reingreso» de una experiencia<br />

radicalmente no lingüística en su recomendación a los historiadores<br />

de dar la espalda a la disciplina y confiar en su subjetividad. 7<br />

IV. La radicalización del «giro experiencial», Ankersmit y la<br />

nostalgia<br />

Tal vez con el objeto de dislocar a sus lectores, quienes testificaron en<br />

los ‘80 su calurosa bienvenida a la llegada del giro lingüístico a la<br />

filosofía de la historia, Ankersmit nos sorprende con la flamante<br />

publicación de Sublime Historical Experience. El libro es el tercero de<br />

la trilogía iniciada con Historical Representation y Political Representation 8<br />

en los que desarrolla una teoría antirreferencialista de la<br />

representación, considerándola como un sustituto de la realidad. El<br />

objetivo es iluminar la relación entre representación (lingüística o no)<br />

y realidad sin apelar a la experiencia, la evidencia, o a cualquier otra<br />

noción epistémica valorada por la filosofía de la historia pre-giro<br />

lingüístico. Su marco de reflexión para el status de la representación<br />

histórica no será la teoría literaria (a la White), interesada en la historia<br />

como discurso, sino las teorías de la representación artística, que<br />

permiten concebir al texto histórico, en analogía con las obras de arte,<br />

6 Ankersmit, F. (2005) Sublime Historical Experience, Stanford U. P., Stanford, p. 323.<br />

7 Cf. Ibid., pp. 67 y 283.<br />

8 Ambos de 2002, de Stanford University Press.<br />

dialéktica 72


como cosas en el mundo susceptibles de erigirse en sustitutos<br />

representacionales.<br />

Una representación histórica, según Ankersmit, es o debe ser<br />

entendida en analogía con las obras de arte, cuya particularidad es la<br />

de ser tanto cosas en el mundo como vehículos de significación. La<br />

equivalencia ontológica entre lo representacional y lo representado<br />

permite que cualquier cosa pueda representar cualquier otra, sin<br />

necesidad de manifestar semejanza al modelo ni relacionarse<br />

referencialmente con él. Una representación funciona como un<br />

sustituto para un ausente representado. Las narratios (representaciones<br />

históricas) son análogas a las «metáforas», sugieren un «punto de<br />

vista» desde el cual mirar algo en el pasado, no refieren al mundo<br />

sino que son acerca de algo (lo sustituido). Como ha sostenido ya<br />

desde su temprano Narrative Logic, 9 tienen un status lógico distinto al<br />

de los enunciados singulares empíricos que la componen (los cuales<br />

refieren y son evaluables veritativamente). En síntesis, la lógica<br />

narrativa de Ankersmit es holista al nivel de la significación y de la<br />

evaluación de la narratio, la cual, como un todo, es una sugerencia de<br />

ver «como si...», pero es correspondentista al nivel de los enunciados<br />

singulares. La función de los enunciados singulares que componen la<br />

narratio es la de individuarla; ella es definida por dichos enunciados,<br />

los cuales no cumplen rol epistémico alguno, no constituyen una base<br />

para verificar o refutar narratios.<br />

Sin abandonar esta ontología del texto, Sublime Historical<br />

Experience dará ingreso a una experiencia pura del pasado lo<br />

suficientemente poderosa como para dar lugar a la representación<br />

misma. Ankersmit: ¿un «Nuevo Filósofo de la Historia»? según sus<br />

propios términos, explora la elucidación de una experiencia inmediata<br />

y no contaminada por el lenguaje, con la intención de escribir la<br />

«historia de la experiencia histórica», esto es, cómo el hombre<br />

occidental experimentó el pasado a través de los siglos,<br />

independientemente de cómo lo narró. 10 Ahora bien, ¿cómo<br />

podríamos experimentar en el presente aquello que por definición<br />

no está más: el pasado? ¿Cómo evitaríamos distorsionar el pasado o<br />

9 (1983) Narrative Logic: A Semantic Analysis of the Historian’s Language, Martinus Nijhoff<br />

Philosophy Library, Dordrecht and Boston.<br />

10 Cf. Ankersmit (2005) p. 13.<br />

11 Ibid., p.94. La representación no es sustituto de la experiencia, no representa la<br />

experiencia (la experiencia sublime es irrepresentable) ni tampoco cumple un valor<br />

epistémico de control de adecuación de la representación del pasado.<br />

73 dialéktica<br />

DOSSIER


la experiencia del pasado a través de alguna escritura de la historia<br />

de la experiencia?<br />

Para nuestra perplejidad, Ankersmit cree eludir estas<br />

dificultades hablando de una «experiencia misma del texto». 11 Una<br />

combinación de una noción de experiencia estética pragmatista (PAE),<br />

derivada de Dewey, y su peculiar teoría de la representación histórica,<br />

pretendidamente «derivada» de la filosofía del arte de Danto, nos<br />

guiará a «reinfantilizar» la filosofía y a rescatar la experiencia de la<br />

prisión del lenguaje. Esta combinación de pragmatismo clásico<br />

prelingüístico y filosofía analítica del lenguaje ordinario (sustentada<br />

por un filósofo como Danto quien rechaza al pragmatismo como una<br />

de las tantas instancias de escepticismo histórico) es la apertura a<br />

«…aquella experiencia de ruptura con el contexto que heredamos<br />

del pasado o el cambio mismo de la experiencia.» 12 El pasado mismo<br />

sobrevive en ciertos objetos, obras de arte y textos. Lo que es dado en<br />

PAE y en la experiencia histórica es el rico y variado contenido de<br />

nuestra experiencia de la obra de arte o del pasado en su<br />

cuasinoumenal desnudez, con inmediatez y directez inusual. El objeto<br />

se descontextualiza del pasado y del historiador. 13<br />

Ankersmit celebra la imposibilidad de que esa experiencia<br />

inmediata sea capturada por el escrito histórico y es por ello que<br />

introduce la noción de «sublime experiencia histórica». La experiencia<br />

sublime se asocia, por un lado, a un tipo de olvido, al que sucede<br />

cuando el ingreso en un nuevo mundo involucra concomitantemente<br />

el abandono o pérdida de uno previo. Por el otro, a un tipo de trauma,<br />

denominado trauma 2, y que involucra el tránsito a una nueva<br />

identidad, «el haber llegado a ser ahora un nosotros que ya no<br />

somos». 14<br />

Advierto mis recelos hacia su esfuerzo por evitar que esta<br />

combinación de, por un lado, una radical autonomía de la experiencia<br />

respecto del lenguaje y, por el otro, un rol crucial para ella en el cambio<br />

representacional, no sea más que un simple resabio positivista. Tal<br />

vez su teoría representacional a la Danto, nos dé la salida.<br />

Aparentemente, el antirreferencialismo representacional admite que<br />

12 Ibid., p.124.<br />

13 Cf. Ibid., pp. 125 y 258.<br />

14 Cf. Ibid, pp. 325 y 347.<br />

15 Cf. Ibid., p. 121. Por el contrario, la experiencia cotidiana, puntual y diferenciada, es<br />

una respuesta a las presiones del contexto y de la tradición, y, por tanto, mediada, de<br />

manera que nos da una relación indirecta con el mundo.<br />

dialéktica 74


una experiencia no lingüística (diversa de la experiencia contrastadora<br />

de enunciados singulares) disrumpa y sustituya una narratio por otra<br />

o, redundantemente, sustituya un sustituto por otro. La experiencia<br />

histórica, en tanto ocurre en la interfase de encuentro entre historiador<br />

y pasado, ofrece un contacto inmediato y superficial entre ellos, pero<br />

de contenido complejo. 15 La violencia de la sublime experiencia<br />

histórica da lugar a una nueva representación acerca de que «ahora<br />

somos lo que ya no somos más». La nueva representación histórica<br />

cargará, entonces, con la frustración de la inasibilidad lingüística de<br />

la experiencia histórica y con la nostalgia de la identidad irrecuperable.<br />

V. De la inmediatez de la experiencia a la «re-escritura de<br />

experiencia»<br />

No exige un esfuerzo crítico sofisticado advertir que diarios, películas,<br />

historias y novelas sobre Malvinas nos hablan de la necesidad de<br />

recuperar algo. Sentimientos de pérdida una identidad abandonada<br />

en las islas se extienden en todas las representaciones de Malvinas.<br />

La nostalgia por «lo que ya no se es» es manifiesta en<br />

conmemoraciones, expresiones artísticas y análisis políticohistoriográficos<br />

del fenómeno, al punto de cualificar de «aminorado»<br />

análogo de la experiencia histórica sublime de Ankersmit. A propósito<br />

de su viaje a Malvinas la periodista Julieta Vitullo relata con autocrítica<br />

que «…para un argentino o argentina no hay nada que se asemeje a<br />

la experiencia de ir a Malvinas. ¿Acaso no creía yo que desde mi<br />

distancia crítica podía evadir por completo la mirada nostálgica sobre<br />

ese espacio otro que nunca se tuvo, mirada que es –en realidad– la<br />

mirada sobre un tiempo otro que nunca existió?... menudo engaño si<br />

creía yo que iba a librarme de esa nostalgia, un engaño casi tan penoso<br />

como el de creer que las Malvinas son argentinas… nostalgia por el<br />

falso terruño. Nostalgia del guardapolvo blanco. Nostalgia barata…» 16<br />

Se revela aquí que el discurso de la experiencia inmediata, sea<br />

sublime o traumática, no sólo es inherentemente nostálgico, sino que<br />

alienta políticas restauracionistas y conservadoras, pues trabaja sobre<br />

la ficción esencialista de una identidad lamentablemente perdida, y<br />

ello en los dos sentidos distinguidos por Ankersmit. Es alentada en<br />

la búsqueda de aquella identidad que continúa la misma a través de<br />

16 Ñ, 31/03/2007, 29.<br />

75 dialéktica<br />

DOSSIER


su devenir pero que debe luchar para que las disrupciones<br />

experienciales no la fragmenten; serán las narrativizaciones las que<br />

vendrán en auxilio para reconciliar experiencia e identidad. Es<br />

también alentada en el reconocimiento de la esencia propia de aquella<br />

identidad definitivamente desplazada por la luz cegadora de la<br />

experiencia sublime; un cambio ruptural de intensidad tal en el que<br />

una esencia es sustituida por otra, cuya esencia es no ser más. En<br />

ambos casos, se navega por la nostalgia de la identidad: de la<br />

identidad en peligro en el caso de trauma 1, o de la identidad<br />

definitivamente perdida en el trauma 2. 17<br />

Mi renuencia a sumarme al giro experiencial, no obstante, no<br />

licencia eludir las dos demandas con que el historiador se enfrenta a<br />

la hora de contribuir a la representación del pasado reciente: evitar el<br />

limbo mnémico sin disfrazar el carácter controversial de la historia<br />

tras alguna representación pseudo consesuada. Por tanto, la pregunta<br />

obligada es cómo elegir entre las diversas redes conceptuales en las<br />

que aparece entramada la noción de experiencia histórica, no con el<br />

objeto de hacer irónicamente un experimento crucial acerca de su<br />

autenticidad, sino para evaluar qué práctica historiográfica y política<br />

promueve cada una. En este punto vuelvo a Hayden White, de cuya<br />

herencia trata Ankersmit de escapar.<br />

VI. La historia como promesa de reescritura del pasado<br />

Es la noción whiteana de «realismo figural» la que me permitirá dar<br />

cuenta de un modo más eficaz de las sustituciones de las<br />

representaciones históricas o, como preferiré denominarlas, de las<br />

reiteradas reescrituras del pasado. En varias de sus obras, White<br />

describe las disputas historiográficas como la lucha y la promesa por<br />

parte de los historiadores de alcanzar, mas nunca lograr, la<br />

representación realista y significativa del pasado, tarea que exige gran<br />

imaginación para apropiarse de la manera más prolífica de las<br />

convenciones lingüísticas disponibles, con el objeto de mediar entre<br />

otras interpretaciones, los documentos y la audiencia. 18<br />

17 Dejo para otra ocasión la demostración de que esta apropiación nostálgica de la<br />

influyente teoría de la representación artística de Danto es absolutamente desviada.<br />

18 Cf. White, H. (1992), p. 16.<br />

dialéktica 76


La propia obra de White puede leerse como un recorrido<br />

diacrónico y sincrónico por las diversas historiografías, con el objeto<br />

de develar los recursos lingüísticos utilizados. Y, en este sentido, es<br />

que me sumo a su actitud apropiacionista de la práctica histórica<br />

previa, de su aprendizaje de la experiencia de la escritura histórica,<br />

en lugar de convocarnos a olvidarla y atender a la propia subjetividad.<br />

La exposición más sugerente de esta alternativa la encuentro en su<br />

»Auerbach’s Literary Theory. Figural Causation and Modernist<br />

Historicism», 19 porque, en primer lugar, nos da una clave para tomar<br />

cada nueva representación de la realidad (literaria o histórica) como<br />

proponiéndonos mirar bajo otro aspecto los acontecimientos pasados.<br />

Se nos insta a asumir otra perspectiva, con la promesa de que bajo<br />

esta nueva mirada la realidad se verá mejor. En segundo lugar, cada<br />

nueva propuesta es hecha siempre desde algún contexto (disciplinar<br />

y/o político) y es el contexto el que legitima la significación alcanzada.<br />

Finalmente, y más importante aún para el tema que nos ocupa, las<br />

diferentes propuestas también se relacionan entre sí figuralmente,<br />

pero aquella que promueva nueva investigación, que deje más<br />

preguntas abiertas, en suma, que no clausure la búsqueda y la disputa,<br />

será considerada mejor.<br />

La primera sugerencia permite, en la situación presente de<br />

debate sobre el pasado reciente, apreciar los testimonios –no menos<br />

que las representaciones históricas académicas, investigaciones<br />

periodísticas, representaciones literarias y artísticas– como propuestas<br />

de relación de acontecimientos pasados con acontecimientos<br />

posteriores, como esperando alcanzar en algún futuro su plena<br />

significación. Sólo así podemos hacernos cargo de la ambigüedad<br />

temporal de las experiencias postraumáticas (remiten a un suceso<br />

que ya pasó pero, en tanto experiencia, son presente).<br />

La segunda sugerencia nos advierte que testimonios,<br />

representaciones histórico-académicas, investigaciones periodísticas,<br />

representaciones literarias y artísticas, todas son, en cuanto<br />

representaciones, apropiaciones de un pasado desde un presente<br />

específico, con sus recursos lingüísticos y simbólicos disponibles. La<br />

relatividad al contexto y la dilucidación del mismo en términos de<br />

recursos lingüísticos, es la respuesta a la conciencia sobre la dificultad<br />

de configurar representaciones realistas del pasado y, por ello mismo,<br />

19 En White, H. (1999) Figural Realism, Studies in the Mimesis Effect, The Johns Hopkins,<br />

Baltimore.<br />

77 dialéktica<br />

DOSSIER


debemos evitar reducir este análisis a un determinismo lingüístico<br />

simplista en el que ciertas figuraciones necesariamente legitiman<br />

ciertas políticas Más aún, la autoconciencia de la falta de criterios<br />

fácticos para desestimar o legitimar figuraciones debe evitar combinar<br />

tan extremo determinismo con una cierta «libertad»de manipulación,<br />

por parte de agentes históricos e historiadores, de los recursos<br />

lingüísticos disponibles. Tal combinación claramente inconsistente<br />

soslaya tres dificultades: 1, que la producción concreta de imágenes<br />

eficaces es algo que puede ser evaluado sólo retrospectivamente: saber<br />

para quién se escribe la historia, «leer» la demanda en la sociedad, es<br />

también una empresa de figuración, imaginación y crítica. 2, que las<br />

aseveraciones whiteanas acerca de la conexión entre la metahistoria<br />

compartida por historiadores y público remite al hecho de que<br />

cualquiera que se apropie de su pasado desde su presente no lo hace<br />

ex nihilo o por mera introspección en su experiencia pre-teórica, por<br />

ello se hace necesario un análisis formalista de los recursos culturales<br />

disponibles (lo que no significa determinantes) para la construcción<br />

de los trabajos históricos. 3, que asumir la demanda pública de<br />

representación por parte de un grupo es necesariamente una tarea<br />

tanto autocrítica, dado que quien se arroga dicho rol debe tomar<br />

decisiones acerca de cómo utilizar los recursos, como crítica, porque<br />

atender demandas no implica satisfacerlas servilmente o asumir la<br />

postura del que reclama.<br />

Finalmente, la propia relación entre representaciones sucesivas<br />

y/o coexistentes de los acontecimientos que se dirijan a destacar<br />

diferentes aspectos de los mismos, la tercera sugerencia, resulta<br />

también iluminada en términos del «realismo figural». Es decir, los<br />

aspectos destacados por las representaciones posteriores tienen una<br />

función renovadora de los destacados por las representaciones<br />

anteriores, en el sentido de que las posteriores tratan de cumplir<br />

promesas incumplidas por las anteriores, renovando la promesa de<br />

alcanzar la representación.<br />

VII. La presencia incómoda del cuerpo muerto<br />

Es esta valoración heurística y pragmática de las reescrituras de la<br />

experiencia, en la que debemos pensar a la hora de entablar un diálogo<br />

20 En Tozzi, 2006, analicé el film Iluminados por el fuego y los libros Partes de Guerra<br />

(Speranza y Cittadini) y Las Guerras por Malvinas (Federico Lorenz).<br />

dialéktica 78


con los relatos de experiencia de Malvinas. Mi punto es evadir leerlos<br />

como expresiones de una disputa por la mejor aproximación a una<br />

experiencia inmediata, en última instancia inasible, para buscar las<br />

preguntas que suscitan en nosotros, su auditorio. En trabajos<br />

anteriores he explotado el marco teórico que presenté, esta lectura<br />

pragmática del realismo figural whiteano, para analizar con cierto<br />

detalle ciertas representaciones (fílmicas, literarias e históricas) de<br />

las experiencias de los ex -soldados en Malvinas, con el objeto de<br />

criticar el privilegio epistémico de los testimonios de experiencia por<br />

ser otra forma de limbo mnémico. 20 En esta oportunidad, me<br />

concentraré en una instalación encargada por los familiares de caídos<br />

en Malvinas, primordialmente orientada no a traernos los relatos de<br />

experiencia de aquellos que volvieron, sino a situarnos en la incómoda<br />

presencia del cuerpo muerto.<br />

Durante aproximadamente los 74 días en los que se<br />

conmemoraron los 25 años de la escalada bélica, el país se pobló<br />

(bastante discretamente diría yo) con actos, inauguraciones de<br />

monumentos, publicaciones nuevas, suplementos temáticos en los<br />

diarios, documentales y programas televisivos especiales en torno a<br />

Malvinas, antes y después. De todo ello, lo que más llamó mi atención<br />

fue la muestra Malvinas, islas de la memoria. Imágenes públicas, objetos<br />

privados, realizada por la Comisión de Familiares de Caídos en<br />

Malvinas e Islas del Atlántico Sur en el Centro Cultural Recoleta (en<br />

el corazón de Buenos Aires). La muestra contrastaba duramente con<br />

las diversas apariciones públicas de algunas de las organizaciones de<br />

excombatientes –ya en conmemoraciones, ya en manifestaciones, ya<br />

en transportes públicos obligados a pedir dinero– vestidos con sus<br />

uniformes de combate y blandiendo en muchos casos simbología<br />

nacionalista, muchas veces provocando involuntariamente el rechazo<br />

velado de la sociedad (la incómoda presencia del ex -soldado). Por el<br />

contrario, la instalación de los familiares invitaba al recogimiento (la<br />

incómoda presencia del cuerpo muerto). El visitante ingresa a un gran<br />

galpón tenuemente iluminado y ambientado con grabaciones de voces<br />

relatando escenas de guerra como sonido de fondo, pero es atraído<br />

al fondo del mismo por la visión de cientos de cruces de madera<br />

blancas que se elevan al techo. Es imposible respetar el orden de las<br />

diversas estaciones de la exposición; nos sentimos impelidos hacia<br />

las cruces para dejarnos envolver por la espiral ascendente en la que<br />

21 En 2004, los Familiares pudieron construir un cementerio en Darwin, reemplazando<br />

las cruces por otras más resistentes, y trajeron las originales al continente.<br />

79 dialéktica<br />

DOSSIER


están dispuestas. Lucen gastadas, carcomidas, portan todo tipo de<br />

objetos personales: rosarios, medallas, flores de plástico, fotos,<br />

birretes, cartas. La religiosidad de la escena es a primera vista<br />

chocante. El shock deja paso a la consternación y la tristeza en cuanto<br />

nos anoticiamos de que son las cruces originales de las primeras<br />

tumbas de poco después de la derrota. 21<br />

Sería mezquino limitar la incómoda presencia del cuerpo<br />

muerto, el pasado no-ausente, a las demandas de justicia y reparación.<br />

Creo, por el contrario, que es la ocasión para reabrir la polémica (o al<br />

menos no disimular su clausura) sobre Malvinas, sobre su aura de<br />

sueño de unidad nacional en una tierra lejana, sobre las cuentas<br />

pendientes de Argentina. Es, en suma, la ocasión para ejercitar nuestra<br />

crítica teórico-conceptual y nuestra creatividad discursiva. Mi reclamo<br />

no es un juego académico banal; por el contrario, el trabajo de<br />

articulación epistémica, política y estético-expresiva propio del<br />

discurso histórico es de urgencia insoslayable.<br />

La exposición de las cruces en la muestra del Recoleta contrasta<br />

en tierra firme la impotencia e indignación denunciada por Federico<br />

Lorenz a propósito de su reciente viaje a las islas y el obligado<br />

recorrido por el cementerio erigido recientemente en Darwin, en el<br />

que se ha visto enfrentado una y otra vez a la leyenda «soldado<br />

argentino sólo conocido por Dios»: si Dios los conoce ya no es preciso<br />

escribir sus historias. Más aún, acusa, en un país en donde el<br />

terrorismo de estado ha dejado un saldo de 30000 desaparecidos,<br />

delegar en Dios la identidad de los caídos de Malvinas no es más que<br />

otro acto de irresponsabilidad estatal y, yo agregaría, de anomia social.<br />

Como dice Lorenz, «quienes fueron a Malvinas tenían nombre y<br />

apellido», 22 sufrieron, temieron, rieron y construyeron, durante los<br />

pocos días que duró la guerra para ellos, lazos comunitarios,<br />

protagonizaron anécdotas. Vidas, breves vidas que merecen ser<br />

narradas.<br />

En oposición a la tumbas sin nombre que hoy se erigen en las<br />

islas, las carcomidas cruces del Recoleta, vestidas y rodeadas de<br />

objetos personales, reúnen en sí mismas esas historias. Pero la<br />

centralidad de las cruces en la muestra es un signo del clamor, no<br />

por menos, sino por más y más historia. Las cruces despintadas de<br />

Malvinas no son sólo ocasión de luto y melancolía, no son sólo ocasión<br />

para la reconstrucción de la vida de un soldado particular bajo<br />

22 Clarín, 23/4/2007, 17.<br />

dialéktica 80


andera, sino que son, y deben ser, ocasión de interrogación sobre<br />

las diferencias y diferimientos del cuerpo muerto, sobre las diferencias<br />

de clase, de religión, de procedencia cultural que no dejaron de<br />

funcionar ni en el reclutamiento, ni en la asignación de destinos y<br />

funciones, ni en las islas, ni en la posguerra, ni en la dictadura, ni en<br />

la democracia. Se trata de la necesidad de escribir la historia de las<br />

diferencias en la recuperación, la reinserción o el suicidio; historia<br />

que es diferida en Malvinas como símbolo nacional de unificación.<br />

Como se habrá podido advertir, mi aproximación ha evadido<br />

la tradicional distinción entre historia y memoria, suponiendo que<br />

una es el reino de la objetividad y la neutralidad y la otra el ámbito<br />

habilitado para las disputas de las políticas de la identidad, reparación<br />

y reconocimiento. Y es justamente en la vinculación entre memoria<br />

política e identidad que se habilita el espacio para la nostalgia por la<br />

identidad perdida, algo tan caro en la memoria de Malvinas. No<br />

obstante, como vimos en detalle en el giro experiencial ankersmistiano,<br />

su sublime experiencia histórica pretende revitalizar la representación<br />

nostálgica de la identidad perdida en el espacio de la práctica<br />

historiográfica, esa nueva identidad que se reconoce en no ser más.<br />

Pero no podemos soslayar que toda identidad supone exclusión, a<br />

un punto tal que la nostalgia por la identidad perdida inevitablemente<br />

es nostalgia por la exclusión perdida y nostalgia por ese mundo que<br />

oficiaba de contexto para que dicha identidad se reconociera. La<br />

sensibilidad nostálgica soslaya, en suma, tanto el carácter conflictivo,<br />

dinámico y abierto de los términos identitarios, como la necesidad<br />

de adherir a la presuposición de un cierto privilegio e inmediatez<br />

por parte del sujeto individual en su acceso a su esencia pasada.<br />

En definitiva, no se trata de que la presencia del cuerpo muerto<br />

no nos incomode, sino de que no paralice nuestra imaginación teórica<br />

creativa. No se trata tampoco de evadir la nostalgia sobre el verdadero<br />

o falso terruño, sobre el espacio que alguna vez o nunca tuvimos. En<br />

suma, no se trata de promover políticas negacionistas. Más bien se<br />

trata de indagar en la nunca agotada posibilidad de formas<br />

alternativas de narrar esas experiencias de participación en<br />

acontecimientos límite, de promover escrituras que motiven más<br />

preguntas, más investigación como rechazo a los intentos de establecer<br />

versiones definitivas de la identidad y de la historia. Que motiven en<br />

definitiva a «quien quiera» o «quien sea» a la participación en el juego<br />

del lenguaje de la reescritura de la historia.<br />

81 dialéktica<br />

DOSSIER


dialéktica 82


Una introducción a la vida no académica<br />

Apuntes desde un grupo de estudio hacia algunas alternativas a<br />

la universidad existente<br />

MARIANO RE POSSI<br />

FEDERICO YAMAMOTO<br />

1. Contingencia y necesidad. El grupo de lectura del Anti-Edipo<br />

(GLAE) surge en uno de esos puntos de encuentro entre el azar y la<br />

organización. A mediados de 2006, un compañero que estaba<br />

terminando la carrera de Antropología y que venía leyendo a Michel<br />

Foucault con alegría, se topó con el prefacio a la edición<br />

estadounidense de El Anti-Edipo. Ese prefacio, un texto breve y potente<br />

(como se podrá apreciar a continuación), empujó a nuestro compañero<br />

de Antropología al abordaje de El Anti-Edipo, libro de cuyas<br />

dificultades a la hora de leerlo no daremos detalles. Bástenos señalar<br />

aquí que fue la atracción de esta lectura lo que inició una cadena de<br />

mails y de coincidencias con otras y otros que ostentaba inquietudes<br />

similares e indagaban textos en la misma dirección. Todo lo cual<br />

obtuvo como deriva destacada la constitución del GLAE. Hasta aquí,<br />

la parte que le tocó jugar al azar de los encuentros. Hablemos de su<br />

organización.<br />

2. Un «fantasma de grupo» recorre el mundo. Desde hace años existen<br />

grupos de lectura y estudio practicados, principal pero no únicamente,<br />

por personas ligadas directa o indirectamente al ámbito universitario.<br />

Entre esos grupos de estudio nos interesa destacar aquellos que<br />

83 dialéktica<br />

UNIVERSIDAD


cuentan ciertas características peculiares que pasamos a<br />

individualizar. Autoorganización: todas las decisiones referidas al<br />

grupo, tanto las que se dirigen al contenido (temas y textos de trabajo)<br />

como las que se dirigen a la forma (dinámicas, horarios, lugares de<br />

encuentro), son tomadas por el grupo mismo. Gratuidad: nadie lucra<br />

con el trabajo del grupo. Horizontalidad: que la diferencia de saberes<br />

(que unos sepan más y otros menos acerca de los temas de trabajo)<br />

no produzca una desigualdad política: las decisiones se toman entre<br />

todas/os las/os integrantes del grupo de lectura. Publicidad: la<br />

información para integrarse al grupo es de público conocimiento.<br />

Apertura: cualquier ser humano puede participar del grupo de lectura<br />

con sólo asistir a trabajar los temas acordados. Transdisciplinariedad:<br />

se busca expresamente romper con la compartimentación del saber<br />

en disciplinas, tomando de ciertos autores u obras problemas en su<br />

multidimensionalidad. Convocatoria permanente: se puede ingresar el<br />

grupo en cualquier momento de su trayectoria. Los grupos de lectura<br />

y estudio autoorganizados, gratuitos, horizontales, públicos, abiertos,<br />

transdisciplinarios y de convocatoria permanente conjugan la<br />

heterogeneidad de experiencias en tanto diferencia de conocimientos,<br />

con la autonomía política en cuanto a la toma de decisiones. En otras<br />

palabras, estos grupos de estudio alteran la relación saber/poder tal<br />

como existe hegemónicamente, generando un tipo de subjetividad<br />

que antagoniza con el modo académico de producción de<br />

conocimiento (claro que este antagonismo no garantiza la ruptura<br />

práctica, ya que ambos modos de producción de conocimiento pueden<br />

armonizarse en la dialéctica de «lo central» y «lo marginal», haciendo<br />

que la «línea autoorganizada» y la «línea académica» corran paralelas<br />

y no se toquen ni en el infinito). Grupos con estos caracteres (puede<br />

haber otros que no conocemos) son: «El Capital», «Lógica del sentido»,<br />

«Kant-Hegel», «Lectura Universal», «Fundamentos del pensamiento<br />

contemporáneo» y «Anti-Edipo» (ver en esta revista la sección<br />

«Agenda y actividades»).<br />

3. Metiendo en Psico al «tercero excluido». Leer El Anti-Edipo 1 en<br />

una facultad de psicología puede parecer una obviedad. Un libro que<br />

sostiene desde su título la confrontación directa con la teoría<br />

psicoanalítica hegemónica en toda formación universitaria de grado<br />

–teoría según la cual «el complejo de Edipo» estructura el<br />

1 Trad. castellana de Francisco Monge, Barcelona, Paidós, 1985.<br />

dialéktica 84


inconsciente– merecería al menos una lectura crítica en algún<br />

momento de la carrera. Sin embargo, es casi imposible encontrar un/<br />

a solo/a Licenciado/a que haya leído un solo parágrafo del libro<br />

durante su paso por la Facultad de Psicología de la UBA. Se podría<br />

objetar que ni en el curso de una carrera ni en el curso de una vida se<br />

puede leer TODO, y mucho menos se puede dedicar tiempo a cuanto<br />

panfleto petardista emergente del Mayo Francés haya sido escrito.<br />

Objeción que festejaríamos si no fuera porque hablamos de una obra<br />

de casi quinientas páginas (en su edición original de 1972) que,<br />

producida a cuatro manos por el psiquiatra Pierre-Félix Guattari y el<br />

filósofo Gilles Deleuze, constituye el primero de los dos tomos de<br />

uno de los más originales y fecundos tratados de economía política<br />

existentes: Capitalismo y esquizofrenia. 2 De manera que la apuesta del<br />

GLAE podría sintetizarse, si se nos compeliera a hacerlo, como el<br />

intento de articular una serie de problemas teóricos que comprometen<br />

la formación universitaria en psicología (El Anti-Edipo y toda su<br />

densidad conceptual, o lo que podríamos llamar groseramente «el<br />

contenido») y un modo de producir conocimiento alternativo al modo<br />

académico que compromete la formación universitaria en general (el<br />

grupo de estudio con las características arriba detalladas, o lo que<br />

podríamos llamar no menos groseramente «la forma»).<br />

Temáticamente específico y formalmente genérico. Pero esta síntesis<br />

esquemática se complica doblemente. Porque, de una parte, si bien<br />

El Anti-Edipo carga las tintas contra el psicoanálisis, la problemática<br />

del libro (que incluye la problemática de su lectura) es abordada por<br />

los autores desde la multidimensionalidad de la praxis humana en<br />

general: economía, política, antropología, religión, historia, derecho,<br />

arte, ciencia, filosofía... Lo cual nos obliga a quienes participamos del<br />

grupo de lectura a salirnos de nuestra disciplina específica y ampliar<br />

la mirada hacia la comprensión e incorporación de otros saberes. Y,<br />

de otra parte, la dinámica del grupo de lectura es hipersensible a las<br />

singularidades que la producen: cada intervención, cada presencia y<br />

cada ausencia en el grupo, están preñadas de recorridos heterogéneos<br />

que traman el tejido colectivo, encuentro por encuentro. O sea que el<br />

GLAE produce y es producto de condiciones específicas que lo<br />

diferencian de cualquier otro grupo de estudio. Por lo tanto hay que<br />

2 El segundo tomo, anunciado en el primero bajo el título «Esquizoanálisis» (Schizoanalyse)<br />

tomó en 1980, año de su publicación, el nombre «Mil mesetas» (Mil plateaux,<br />

trad. castellana de José Vázquez Pérez y Umbelina Larraceleta, Valencia, Pre-Textos,<br />

1988).<br />

85 dialéktica<br />

UNIVERSIDAD


decir, también, temáticamente genérico y formalmente específico.<br />

4. La traducción como producción. Traducir es un trabajo.<br />

Seguramente un trabajo de Sísifo, pero un trabajo indispensable ni<br />

más ni menos que como instancia de socialización de cierta producción<br />

humana: la que proviene de la lengua, justamente. Alguien lo hace.<br />

Cuando tratamos con un libro escrito originalmente en otro idioma<br />

solemos olvidar esta mediación, a tal punto que llegamos a citar el<br />

nombre de la empresa editorial y no el de su traductor/a (o sea,<br />

citamos el capital y no el trabajo). El trabajo de traducción del texto<br />

que sigue corrió por cuenta de María Inés Alman Bornes, Mariana<br />

Lómez y Federico Yamamoto, participantes del grupo de lectura de<br />

El Anti-Edipo. Esta traducción se realizó con la intención de que todas/<br />

os las/os compañeras/os tuviésemos acceso al texto, y su inclusión<br />

en el presente número de <strong>Dialéktica</strong> es, de alguna manera, una<br />

extensión de ese proyecto original, una ampliación de la recepción,<br />

habida cuenta de que la traducción castellana de El Anti-Edipo no<br />

contiene dicho prefacio. 3 Nos inspiró el deseo de levantar por lo menos<br />

algunas de las barreras que obstaculizan la circulación de contenidos.<br />

Traducir un texto es transformarlo. No es un proceso<br />

mecánico, sin embargo, e implica algún grado de creatividad e<br />

invención de parte del traductor, y esta es la razón de que existan<br />

buenas traducciones y malas traducciones. A pesar de todas las<br />

afinidades, el inglés y el castellano están lejos de ser sistemas paralelos.<br />

Como consecuencia, el pasaje entre uno y otro implica siempre,<br />

además del desfase estético, una cuota de transformación de sentido.<br />

Esta cuota es variable, y es la que nos permite cotejar entre distintas<br />

opciones legítimas para traducir un determinado contenido. La<br />

disyuntiva está, generalmente, entre mantenerse fiel al significante<br />

intentando hacer una traducción lo más «paralela» posible, o priorizar<br />

el contenido conceptual tomándose algunas libertades a nivel<br />

expresivo. En el pasaje al castellano del «Prefacio» tuvimos que elegir,<br />

y lo hicimos en favor de mantenernos lo más literales posibles sin<br />

sacrificar el contenido semántico del texto; y esto por dos motivos.<br />

Primero porque es un texto complejo: maneja un grado de abstracción<br />

conceptual considerable con un nivel de redundancia muy bajo –que<br />

es lo que usualmente nos permite ir aclarando ideas mediante<br />

3 Ni la edición de Barral de 1973 (con tapas duras e imágenes en papel ilustración) ni la<br />

de Paidós de 1985 (y sus reimpresiones sucesivas) contienen más preliminares que una<br />

«nota sobre la traducción».<br />

dialéktica 86


eiteraciones transformadas de un mismo concepto. En estas<br />

condiciones un error en la traducción de una proposición sería fatal,<br />

al punto de quedar eliminado un contenido del que ya no habrá<br />

reiteración, e incluso pudiendo generar una sucesión de equívocos.<br />

En segundo lugar, porque todo texto tiene su contraparte en la lectura,<br />

y toda lectura es situada, contextual. El traductor puede, a lo más,<br />

conocer el contexto de producción de un artículo y en función de ello<br />

elegir cómo explicar una determinada idea en otro idioma. Pero de<br />

ninguna forma puede predecir exhaustivamente el contexto ni el<br />

abordaje de la lectura. En este sentido, nuestra opción por la literalidad<br />

es una apuesta en distintos frentes: cuidar de no clausurar líneas de<br />

interpretación contenidas en el original y que pudieran escapar a<br />

nuestra lectura, ni de inventar otras nuevas ajenas a la letra del autor;<br />

pero también preservar la libertad e imaginación del lector, y la infinita<br />

riqueza del encuentro entre pensamientos, para lo cual el texto<br />

constituye apenas un medio, o una excusa.<br />

5. El chiste y su relación con el título. Después de realizada la<br />

traducción, nos enteramos de que el texto ya había sido traducido –<br />

por Milton J. Tornamina– y publicado entre las páginas 88 y 91 del<br />

número 17 de la revista Archipiélago (número dedicado enteramente<br />

a Gilles Deleuze). Sin más referencia que el chiste foucaultiano que<br />

asocia el libro de Deleuze-Guattari con la Introducción a la vida devota<br />

de San Francisco de Sales, el texto que en la edición estadounidense<br />

lleva el mesurado título «Preface» apareció en la revista Archipiélago<br />

como «Una introducción a la vida no fascista». Hete aquí nuestro por<br />

qué del título de estos apuntes. El academicismo no consiste<br />

simplemente en prodigar citas de autor, sino que consiste<br />

esencialmente en separar a los productores (sin distinción de claustro)<br />

de su producción, reduciendo las capacidades crítico-prácticas al<br />

trabajo de exégesis e intertextualidad. Por ello, «introducirnos a la<br />

vida no académica» no tiene nada que ver con marcharnos de la<br />

academia, como si la academia fuese un objeto exterior a nosotras/<br />

os. La academia es una relación social constitutiva de nuestras vidas<br />

cotidianas; una relación que reproducimos a lo largo y a lo ancho del<br />

tejido social: «Mi abuelo es analfabeto y sostiene la vigencia del<br />

examen». No decimos que es imposible salir de una relación social.<br />

Decimos que no hay «afuera» de una relación social. Toda<br />

transformación será inmanente o no será. La «revolución permanente»<br />

es una revolución inmanente. En este sentido, y teniendo en cuenta el<br />

87 dialéktica<br />

UNIVERSIDAD


carácter discreto, limitado, finito de los grupos que describimos, es<br />

que actualizamos, de manera embrionaria y efectiva, la crítica positiva<br />

de este monstruoso sistema que alimentamos y regeneramos: el modo<br />

de producción académico y sus dispositivos concretos de aplicación,<br />

desde los más enormes que nos rodean y nos aplastan hasta los más<br />

diminutos que constituyen la tiránica amargura de nuestras vidas<br />

diarias.<br />

dialéktica 88<br />

29 de Agosto de 2007


Prefacio a El Anti-Edipo ·<br />

MICHEL FOUCAULT<br />

Durante los años 1945-1965 (me estoy refiriendo a Europa), había<br />

una cierta manera de pensar correctamente, un cierto estilo de<br />

discurso político, una cierta ética del intelectual. Uno debía estar<br />

familiarizado con Marx, y no dejar que los propios sueños se apartasen<br />

demasiado de Freud. Y uno debía tratar los sistemas de signos—el<br />

significante—con el mayor respeto. Estos eran los tres requisitos que<br />

hacían aceptable la extraña ocupación de escribir y enunciar una cuota<br />

de verdad sobre uno mismo y sobre su tiempo.<br />

Luego vinieron los breves, apasionados, jubilosos y enigmáticos<br />

cinco años. A las puertas de nuestro mundo, allí estaba Vietnam, por<br />

supuesto, y el primer gran golpe a los poderes establecidos. Pero aquí,<br />

al interior de nuestros muros, ¿qué es exactamente lo que estaba<br />

ocurriendo? ¿Una amalgama de políticas revolucionarias y<br />

antirrepresivas? ¿Una guerra librada en dos frentes: contra la<br />

explotación social, y la represión psíquica? ¿Una oleada de libido<br />

modulada por la lucha de clases? Tal vez. En cualquier caso, es esta<br />

interpretación dualística, tan familiar, la que se apropió los eventos<br />

de aquellos años. El sueño que, entre la Primera Guerra Mundial y el<br />

fascismo, lanzó su hechizo sobre las partes más soñadoras de<br />

Europa—la Alemania de Wilhelm Reich, y la Francia de los<br />

surrealistas— había regresado y encendido la realidad misma: Marx<br />

y Freud en la misma luz incandescente.<br />

• Extraído de Anti-Œdipus. Capitalism and Schizophrenia, traducción del francés al inglés<br />

realizada por Robert Hurley, Mark Seem y Helen R. Lane, Minneapolis, University of<br />

Minessota Press, 1983, pp. 11-4. El prefacio fue escrito por Foucault especialmente para<br />

la edición estadounidense, directamente en inglés. [Nota del colectivo traductor, en<br />

adelante NdCt]<br />

89 dialéktica<br />

UNIVERSIDAD


¿Pero fue eso realmente lo que ocurrió? ¿Fue retomado el<br />

proyecto utópico de los años treinta, esta vez al nivel de la práctica<br />

histórica? ¿O hubo, por el contrario, un movimiento hacia luchas<br />

políticas que ya no se conformaban al modelo prescripto por la<br />

tradición Marxista; hacia una experiencia y una tecnología del deseo<br />

que ya no eran Freudianas? Es verdad que se levantaron las viejas<br />

pancartas, pero el combate viró y se expandió hacia nuevas zonas.<br />

Anti-Edipo muestra, primero que todo, cuanto terreno ha sido cubierto.<br />

Pero hace mucho más que eso. No pierde tiempo desacreditando<br />

viejos ídolos, aunque sí se divierte mucho con Freud. Lo más<br />

importante, nos motiva a ir más lejos.<br />

Sería un error leer Anti-Edipo como la nueva referencia teórica<br />

(ustedes saben, esa tan anunciada teoría que finalmente abarca todo,<br />

que por fin totaliza y nos devuelve la confianza, aquella que nos han<br />

dicho «necesitamos desesperadamente» en nuestros tiempos de<br />

dispersión y especialización, cuando la «esperanza» falta). Uno no<br />

debe buscar una «filosofía» entre la extraordinaria profusión de<br />

nociones nuevas y conceptos sorpresa: Anti-Edipo no es un Hegel<br />

brilloso 1 . Creo que Anti-Edipo puede ser leído, mejor, como un «arte»,<br />

en el sentido implicado, por ejemplo, en el término «arte erótico».<br />

Informado por las nociones aparentemente abstractas de<br />

multiplicidades, flujos, arreglos, conexiones, el análisis de la relación<br />

del deseo con la realidad y con la «máquina» capitalista brinda<br />

respuestas a preguntas concretas. Preguntas que no tienen tanto que<br />

ver con por qué esto o aquello, sino con cómo proceder. ¿Cómo uno<br />

introduce el deseo en el pensamiento, en el discurso, en la acción?<br />

¿Cómo puede y debe el deseo desarrollar sus fuerzas dentro del<br />

dominio político y crecer en intensidad en el proceso de desbaratar<br />

el orden establecido? Ars erotica, ars teorética, ars politica.<br />

De aquí los tres adversarios confrontados por Anti-Edipo. Tres<br />

adversarios que no tienen la misma fuerza, que representan grados<br />

distintos de peligro, y que el libro combate de diferentes maneras:<br />

1. Los ascetas políticos, los militantes tristes, los terroristas de<br />

la teoría, aquellos que prefieren preservar el orden puro de la política<br />

y el discurso político. Burócratas de la revolución, y funcionarios<br />

civiles de la Verdad.<br />

2. Los pobres técnicos del deseo –psicoanalistas y semiólogos<br />

de cada signo y síntoma– que prefieren subyugar la multiplicidad<br />

del deseo a la ley doble de estructura y carencia 2 .<br />

1 En inglés, «flashy» [NdCt]<br />

dialéktica 90


3. Por último pero no menos importante, el gran enemigo, el<br />

adversario estratégico es el fascismo (mientras que la oposición de<br />

Anti-Edipo a los anteriores es más bien un compromiso táctico). Y no<br />

solamente el fascismo histórico, el fascismo de Hitler y Mussolini –<br />

que fue capaz de movilizar y utilizar tan efectivamente el deseo de<br />

las masas– sino también el fascismo en todos nosotros, un nuestras<br />

cabezas y en nuestra conducta cotidiana, el fascismo que nos hace<br />

amar el poder, desear aquello mismo que nos domina y nos explota.<br />

Diría que Anti-Edipo (y sus autores me perdonarán) es un libro de<br />

ética, el primer libro de ética escrito en Francia en mucho tiempo (tal<br />

vez eso explique por qué su éxito no estuvo limitado a un «audiencia»<br />

particular: ser anti-edípico ha devenido un estilo de vida, una manera<br />

de pensar y de vivir). ¿Cómo uno se guarda de ser fascista, incluso<br />

(especialmente) cuando uno cree ser un militante revolucionario?<br />

¿Cómo libramos nuestros dichos y nuestros actos, nuestros corazones<br />

y nuestros placeres, del fascismo? ¿Cómo revelamos el fascismo que<br />

está implícito y oculto en nuestra conducta? Los moralistas Cristianos<br />

buscaban las huellas de la carne alojadas en lo más profundo del<br />

alma. Deleuze y Guattari, por su parte, persiguen los rastros más<br />

tenues de fascismo en el cuerpo.<br />

Haciendo un modesto tributo a San Francisco de Sales 3 , uno<br />

podría decir que Anti Edipo es una Introducción a la vida no-fascista.<br />

Este arte de vivir contra toda forma de fascismo, ya sea actual<br />

o inminente, conlleva un cierto número de principios esenciales que<br />

sintetizaría de la siguiente manera si fuera a hacer de este gran libro<br />

un manual o guía para la vida cotidiana:<br />

• Liberar la acción política de toda paranoia unitarista y<br />

totalizante.<br />

• Desarrollar la acción, el pensamiento y los deseos por<br />

proliferación, yuxtaposición, y disyunción, y no por subdivisión y<br />

jerarquización piramidal.<br />

• Renunciar a las viejas categorías de lo Negativo (ley, límite,<br />

castración, carencia, falta 4 ), que el pensamiento Occidental sacralizó<br />

durante tanto tiempo como forma del poder y acceso a la realidad.<br />

2 En inglés, «lack» [NdCt]<br />

3 Sacerdote del siglo XVII, y Obispo de Ginebra, conocido por su Introducción a la vida<br />

devota. [Nota del autor]<br />

4 En inglés, «lacuna» [NdCt]<br />

91 dialéktica<br />

UNIVERSIDAD


Preferir lo que es positivo y múltiple, diferencia en vez de<br />

uniformidad, flujos en vez de unidades, arreglos móviles en vez de<br />

sistemas. Creer que lo que es productivo no es sedentario sino<br />

nómade.<br />

• No creer que uno tiene que estar triste para ser militante,<br />

incluso si aquello contra lo que uno está luchando es abominable. Es<br />

la conexión del deseo con la realidad (y no su retirada en las formas<br />

de la representación) lo que posee fuerza revolucionaria.<br />

• No utilizar el pensamiento para fundamentar una práctica<br />

política en la Verdad; ni utilizar la acción política para desacreditar,<br />

como mera especulación, una línea de pensamiento. Utilizar la práctica<br />

política como un intensificador del pensamiento, y el análisis como<br />

multiplicador de las formas y dominios para la intervención de la<br />

acción política.<br />

• No pedirle a la política que restituya los «derechos» del<br />

individuo, tal como los ha definido la filosofía. El individuo es<br />

producto del poder. Lo que se necesita es «des-individualizar» por<br />

medio de la multiplicación y el desplazamiento, combinaciones<br />

diversas. El grupo no debe ser el lazo orgánico que una individuos<br />

jerarquizados, sino un generador constante de des-individualización.<br />

• No enamorarse del poder.<br />

Podría incluso decirse que a Deleuze y Guattari les importa tan poco<br />

el poder que trataron de neutralizar los efectos de poder ligados a su<br />

propio discurso. De ahí los juegos y trampas dispersos a lo largo del<br />

libro, y que hacen de su traducción una verdadera proeza. Pero no se<br />

trata de las trampas tan familiares de la retórica; esta última se dedica<br />

a influenciar al lector sin que él sea consciente de la manipulación, y<br />

en última instancia a persuadirlo en contra de su voluntad. Las<br />

trampas del Anti-Edipo son las del humor: tantas invitaciones para<br />

que uno se fastidie, deje a un lado el texto y se vaya dando un portazo.<br />

A menudo el libro lo lleva a uno a creer que todo es diversión y<br />

juegos, cuando algo esencial está ocurriendo, algo de extrema<br />

seriedad: la localización de todas las variedades de fascismo, desde<br />

las más enormes que nos rodean y nos aplastan hasta las más<br />

diminutas que constituyen la tiránica amargura de nuestras vidas<br />

diarias.<br />

dialéktica 92


Siete Tesis acerca del Movimiento Estudiantil<br />

Introducción<br />

EDUARDO EMILIO GLAVICH<br />

Suele afirmarse que las transformaciones que se dieron desde los años<br />

‘60 en lo económico, social y político, combinadas con las tradiciones<br />

y experiencias previas de la clase obrera, dieron lugar a originales<br />

formas de organización que influyeron también en los tradicionales<br />

patrones culturales de las clases medias y en muchos sectores de la<br />

intelectualidad y del movimiento estudiantil (ME). Precisamente, estas<br />

Siete Tesis pretenden abrir/continuar el debate en lo que atañe a una<br />

caracterización del ME. Por ello, se plantea en ellas críticamente y<br />

concatenadamente, (I) la ontologización / esencialización del ME; (II)<br />

la homologación / identificación del ME con el movimiento obrero;<br />

(III) la cosificación de los sujetos reales actuantes, derivada de (I) y<br />

(II); (IV) las discutibles concepciones de vanguardia y sus<br />

correspondientes prácticas políticas, derivadas de (I), (II) y (III); (V)<br />

la «inespecificidad» de dichas concepciones y prácticas políticas<br />

respecto de lo propiamente universitario, derivadas de (I), (II), (III) y<br />

(IV); (VI) lo «superestructural» del trabajo político cotidiano en aulas,<br />

laboratorios, cátedras, etc., a partir de lo pensado y hecho según (I) a<br />

(V); (VII) la necesidad, derivada de (I) a (VI), de replantear teórica y<br />

políticamente lo pensado y realizado por/en/para el ME.<br />

93 dialéktica<br />

UNIVERSIDAD


Tesis I<br />

El movimiento estudiantil es en general teórica y prácticamente<br />

ontologizado (como revolucionario en sí, esto es como nomovimiento).<br />

De ahí la operación de esencialización del mismo que<br />

sólo acepta caracterizaciones abstractas que se plasman en análisis y<br />

estrategias idealistas, en contraposición a su captación materialista<br />

como movimiento real, es decir dialéctico, como un sujeto capaz y<br />

sólo capaz, esto es en «potencia» y no siempre en «acto’, de actividades<br />

crítico-prácticas, revolucionarias.<br />

Tesis II<br />

El movimiento estudiantil es linealmente homologado con el<br />

movimiento obrero. De ahí que se identifiquen abstractamente -y<br />

apelando sin saberlo a una dudosa semejanza cuasi geométrica-, por<br />

un lado, la «posición de clase» de los trabajadores con la «posición de<br />

claustro mayoritario» de los estudiantes y, por otro, sus respectivas<br />

«conciencias de clase» operando prístinamente en su lugar de<br />

actividad real objetiva. La ecuación resultante es: la posición de clase<br />

de los trabajadores es a su conciencia como la posición de claustro<br />

mayoritario es a la conciencia de los estudiantes. Este modo<br />

«escolástico» de ver las cosas no deja de contemplar bajo la forma del<br />

objeto -mediante su operación idealista de homologación- el<br />

movimiento estudiantil y el movimiento obrero como objetos<br />

abstractos, conceptuales, esto es como «esencias» que sufren -al igual<br />

que ciertas sustancias homólogas en la química- idénticas<br />

metamorfosis. De ahí que la unidad obrero-estudiantil sea<br />

apriorísticamente tenida como una necesidad abstracta y no como<br />

resultado del trabajo humano sensorial subjetivo.<br />

Tesis III<br />

De (I) y (II) se deriva la cosificación del movimiento estudiantil (así<br />

como del movimiento obrero) a la que tiende inevitablemente esta<br />

perspectiva idealista autodefinida como materialista. El problema<br />

fundamental de esta figura, apenas pobre, del materialismo es ahora<br />

que capta y cree poder manipular «desde afuera» los «sujetos<br />

dialéktica 94


intervinientes» como «objetos intervenidos» y subsumirlos en su<br />

teoría-acción, olvidándose que los interventores necesitan, a su vez,<br />

ser intervenidos. Su falla consiste en no reconocer que los sujetos del<br />

movimiento estudiantil (como ocurre estructuralmente con todos los<br />

sujetos) son sujetos de sus propios deseos y no objetos de los deseos<br />

de una «dirección’, que no demuestra su terrenalidad, su realidad<br />

efectiva, en una praxis emancipatoria sino que más bien cristaliza su<br />

sentimiento religioso de vanguardia en un reino independiente que<br />

flota en las nubes.<br />

Tesis IV<br />

De (I), (II) y (III) se deriva una falsa, abstracta, concepción de<br />

vanguardia y a su vez una errónea, voluntarista, práctica política en<br />

torno al movimiento estudiantil. Una y otra muestran su terrible<br />

exterioridad respecto del mismo, en su propia autoenajenación<br />

religiosa que despliega su teoría-acción «materialista» presuponiendo<br />

una esencia estudiantil genérica que reúne de un modo «natural» a<br />

los muchos individuos.<br />

Tesis V<br />

De (I), (II), (III) y (IV) se deriva la exterioridad inespecífica de este<br />

(pseudo)materialismo (auto)ajeno al proceso objetivo, desigual,<br />

combinado y contradictorio en el que se expresan las reales<br />

concepciones y prácticas políticas del movimiento estudiantil. Dicha<br />

exterioridad inespecífica se pone de manifiesto en que:<br />

i- no se re-conoce la existencia de diferencias políticas hacia el<br />

interior del estudiantado;<br />

ii- se identifica sin más lo académico con lo político;<br />

iii- se refuerza la división en claustros y en consecuencia la<br />

forma de gobierno universitaria;<br />

iv- se soslaya el tiempo acotado durante el cual el estudiante<br />

es estudiante y luego graduado, trabajador universitario, mientras<br />

es al mismo tiempo no sólo ni esencialmente estudiante;<br />

95 dialéktica<br />

UNIVERSIDAD


v- se menosprecia el trabajo real común (la lucha) cotidiano en<br />

cada aula, en cada laboratorio, en cada cátedra, con compañeros<br />

(sujetos) de carne y hueso;<br />

vi- se refuerza el trabajo ideal y fetichista con compañeros<br />

objetivados, y no precisamente como universal concreto propio de<br />

cierta teoría materialista del conocimiento y de la praxis.<br />

Tesis VI<br />

De la exterioridad inespecífica se deriva el trabajo político<br />

absolutamente superestructural en lo específicamente universitario.<br />

De ahí que estos «materialistas» apelen al latiguillo ontologizante del<br />

movimiento estudiantil, latiguillo que se despliega apenas (y<br />

reformistamente) en consignas abstractas -sentidas y realizadas cuasi<br />

religiosamente-, generalmente indeterminadas, vacías de contenido,<br />

cual continuadores farsescos de los reformistas del ’18. Por ello,<br />

conciben y actúan a partir de:<br />

i- el movimiento estudiantil como un todo abstracto y<br />

revolucionario en sí;<br />

ii- una caracterización de lo académico como mero problema<br />

subsumido absolutamente a lo político;<br />

iii- tomar la forma de gobierno universitaria tal como está y<br />

«llenarla» con otro contenido (democratización, mayoría estudiantil,<br />

claustro único docente, cátedras paralelas);<br />

iv- una acción política que mantiene la división en claustros (o<br />

«frentes»: estudiantes, graduados, docentes, no-docentes) y no el<br />

trabajo «transversal» según líneas político-académicas. La unidad es<br />

aquí un supuesto (ideal) y no un resultado (real) de la actividad críticopráctica;<br />

v- tomar los sujetos como objetos y, prescindiendo del proceso<br />

histórico-concreto de lo universitario, «construir» una esencia<br />

estudiantil genérica que reúne de un modo tan «natural» como exterior<br />

a los individuos en y para sí («llevemos el paro a las unidades<br />

académicas», «llevemos la lucha a las aulas»);<br />

dialéktica 96


vi- aceptar alegremente la separación entre idea y realidad<br />

efectiva, tomando por verdaderos los sueños de su abstracción y<br />

pretendiendo que lo universitario se deje investigar y juzgar mediante<br />

otro procedimiento que no sea la aplicación al trabajo específico al<br />

que está destinado.<br />

Tesis VII<br />

El materialismo idealista descripto receta por doquier deberes<br />

políticos como si el mundo, al decir de Hegel, hubiese tenido que<br />

esperarlo a él para saber cómo debe ser, sin serlo, concibiendo y<br />

actuando al igual que el sabio escolástico cuyo propósito era aprender<br />

a nadar antes de echarse al agua.<br />

Hay mucho por hacer para interpretar y transformar lo universitario<br />

a partir de una específica actividad crítico-práctica, comenzando por<br />

replantear teórica y políticamente lo pensado y realizado por/en/para<br />

el movimiento estudiantil.<br />

97 dialéktica<br />

UNIVERSIDAD


dialéktica 98


Producción de conocimientos<br />

y reproducción del poder en nuestra Facultad *<br />

MAXIMILIANO ROMÁN **<br />

La Universidad es el lugar donde se produce EL Conocimiento.<br />

Mentira. La producción de LOS conocimientos atraviesa toda la<br />

sociedad. En una (en alguna) charla de café se pueden gestar tantos<br />

saberes (o más) que en una clase magistral de esas que escuchamos<br />

(y no tanto) en la Universidad. La diferencia entre ambos reside en la<br />

cuestión de la legitimidad. ¿Y qué es eso de la legitimidad? Ni más ni<br />

menos que el reconocimiento, el valor que se le otorga a un<br />

determinado saber dentro de la sociedad; el famoso argumento que<br />

muchos usamos para respaldar una opinión: «según estudios<br />

científicos...». ¿Y cómo se legitiman los saberes? Generalmente,<br />

restringiendo el espacio de producción a ciertas instituciones<br />

«públicas» (como las universidades) en las cuales el «conocimiento»<br />

se elaboraría siguiendo determinados criterios «objetivos» sobre<br />

contenidos, procedimientos y modos de producción. De esta manera,<br />

se pretende establecer una superioridad a priori e incuestionable de<br />

* Publicado en Dibujarnos de nuevo, N° 11, Abril de 2006.<br />

** Estudiante de Filosofía, Facultad de Humanidades Universidad Nacional del Nordeste,<br />

Resistencia, Chaco.<br />

99 dialéktica<br />

UNIVERSIDAD


los «conocimientos» universitarios por sobre los «saberes» no<br />

universitarios.<br />

Pero ¿podemos aceptar sin ningún cuestionamiento esta<br />

superioridad? ¿Quién establece los criterios «objetivos» que la<br />

fundamentan, determinando así lo que estudiamos y la forma en que<br />

producimos «conocimiento» en la universidad? Intentemos reflexionar<br />

acerca de esas formas de legitimación desde nuestra Facultad, para<br />

esclarecer de qué manera se instituyen y para indagar la supuesta<br />

superioridad de los conocimientos universitarios.<br />

En los ejemplos mencionados al principio vimos un rasgo<br />

fundamental del conocimiento: su carácter social. Los saberes se<br />

producen siempre en conjunto, en un diálogo con otra persona o con<br />

una obra simbólica (textos, pinturas, etc.). La producción de saberes<br />

constituye una práctica social; esto es, surgen en una determinada<br />

sociedad con características particulares y se reconocen como tales<br />

en tanto son compartidos, comunicados, reconocidos por otra/s<br />

persona/s dentro de esa sociedad. Con esto tenemos suficiente<br />

material como para un golpe institucional a la concepción de<br />

conocimiento que impera en nuestra productiva Facultad. Por el<br />

momento, solo utilizaremos los datos planteados para realizar un<br />

breve análisis.<br />

En primer lugar, en la mayoría de las clases y exámenes el<br />

diálogo es inexistente o, en todo caso, es un diálogo cerrado, con un<br />

guión predefinido e inviolable: el profesor recita, el estudiante repite.<br />

Si esta situación se produjera por elección del estudiante (algo que<br />

muchas veces sucede), no sería un problema institucional. Pero tal<br />

situación es impuesta desde la institución como la única forma válida<br />

de «producir conocimientos». Y es impuesta con violencia: por el<br />

autoritarismo de muchos docentes; porque, de no seguir esta forma,<br />

no aprobamos la materia; y porque cualquier crítica a la enseñanza o<br />

planteo alternativo puede llegar a ser tomada por el docente como<br />

una ofensa personal.<br />

El problema es que, de tanta repetición, esta concepción de<br />

«conocimiento» impartida en las aulas se vuelve costumbre y uno<br />

acaba por convencerse de que es el único camino posible para alcanzar<br />

el ansiado Título. Se produce, podemos decir, la institucionalización<br />

de un modelo de producción de conocimientos que es excluyente, en<br />

dialéktica 100


tanto se erige como el único válido e impide el desarrollo de cualquier<br />

modelo distinto.<br />

Las consecuencias de este modelo de «racionalidad excluyente»<br />

saltan a la vista. Les propongo un pequeño ejercicio: pensemos que<br />

no sólo nos estamos educando para nosotros mismos sino para educar<br />

a otras personas. Es decir, que los defectos en nuestra educación no<br />

quedarán en nosotros sino que las reproduciremos en cada una de<br />

nuestras futuras (de)generaciones de alumnos. Si además<br />

consideramos que nuestra masiva Facultad cuenta con 4000<br />

estudiantes, por cuyas manos pasarán, por lo menos, 40 generaciones,<br />

dan ganas de salir corriendo de nuestra benemérita institución.<br />

Todo esto no es nuevo. Se lo puede escuchar, incluso con más<br />

gracia y mejor formulado, en las conversaciones de las que nosotros<br />

mismos participamos en los pasillos de nuestra combativa Facultad.<br />

La cuestión es ¿cómo llevar nuestras críticas un paso más allá y<br />

empezar a construir? Es muy fácil (y divertido, diría Homero Simpson)<br />

lanzar nuestras flechas más afiladas al aire y manifestar nuestras más<br />

variadas inquietudes ante nuestros compañeros, pero al entrar en el<br />

aula bajamos la cabeza y nos metemos las flechas en el... bolsillo.<br />

La excepción a la regla de este modelo de producción de<br />

conocimientos, los pocos saberes elaborados en un diálogo colectivo,<br />

no encuentran caminos de salida y se estancan en el ámbito<br />

universitario. Es la mejor forma de ahogar todo intento alternativo y<br />

la única manera de que el modelo de producción de conocimientos<br />

vigente se siga autorreproduciendo: cerrar las vías de conexión con<br />

la realidad social y crear un circuito cerrado de circulación de saberes,<br />

de modo que las falencias del actual modelo de producción de<br />

conocimientos no queden en evidencia. Porque en cuanto los saberes<br />

institucionalizados atraviesan las puertas de nuestra abierta Facultad,<br />

encuentran una realidad que no se corresponde con aquello que nos<br />

enseñan (y que nosotros aprendemos acríticamente). Por ejemplo: ¿no<br />

es urgente pensar por qué más de la mitad de nuestra provincia vive<br />

en la pobreza? ¿por qué tantos chicos mueren de hambre? O más<br />

cerca, ¿por qué tantos compañeros no pueden terminar sus estudios?<br />

¿por qué los docentes (sí, eso que un día nosotros vamos a ser) y los<br />

no docentes tienen que recurrir constantemente a los paros para<br />

conseguir (con suerte) un salario digno? Mientras tanto, las<br />

101 dialéktica<br />

UNIVERSIDAD


autoridades de nuestra Facultad no se cansan de firmar acuerdos<br />

con empresas que requieren de los servicios de sus estudiantes. ¿Acaso<br />

las empresas son las únicas que requieren de nuestros «servicios»?<br />

¿Acaso no es la sociedad toda la que sostiene una Universidad<br />

«pública» como la nuestra? ¿Acaso no hay necesidades más<br />

apremiantes que brindar asesoramiento, y con ello mano de obra<br />

barata, a empresas que deberían pagar y contratar como es debido a<br />

miembros de nuestra institución?<br />

En este triste panorama nada es casual. Ni siquiera hace falta<br />

hablar de cuestiones históricas o de imperialismo, capitalismo,<br />

globalización o alguno de esos términos tan manoseados (aunque<br />

importantes para entender mejor la coyuntura histórica en la cual se<br />

insertan los sucesos cotidianos). Miremos un poco más cerquita, lo<br />

que pasa al lado nuestro. La profesión docente no es una tarea sencilla.<br />

Para muchos significa un trabajo interminable contra la corriente, que<br />

apenas permite sobrevivir. Para unos pocos, la única solución es lograr<br />

algún puesto acomodado en la institución (titularidad, dedicaciones<br />

semi-exclusivas y exclusivas) o preparar cursos de posgrado (pagos)<br />

para elevar la pobre remuneración oficial, sin que exista preocupación<br />

alguna sobre la calidad de los conocimientos impartidos en las aulas.<br />

Se genera así un enrarecido clima de competición en el cual sólo se<br />

sube en jerarquía gracias a la facilidad de pisar cabezas, de lograr<br />

«acuerdos» con los pares o «favores» de los superiores. Todo esto sin<br />

contar los «incentivos», «puntajes» y demás métodos arbitrarios para<br />

cerrar cada vez más las compuertas a docentes que pretenden no<br />

sólo sobrevivir mediante su trabajo, sino también desarrollar, junto<br />

con los estudiantes, sus capacidades críticas en vistas a la realidad<br />

social. Y como frutilla del postre, el evidente menosprecio hacia el<br />

trabajo del estudiante adscripto a una cátedra o a un Instituto de la<br />

Facultad, quien debe trabajar gratuitamente para ganarse el «derecho<br />

de piso» en la enseñanza o investigación.<br />

Pensemos, entonces, a quién estamos favoreciendo con este<br />

modelo de producción de conocimientos que reproducimos sin<br />

cuestionarlo. No podemos ser inocentes. Como bien dice Michel<br />

Foucault, en toda relación humana existen relaciones de poder. Detrás<br />

de las prácticas que avalamos se encuentran las estructuras que nos<br />

someten, las cuales no son en última instancia más que las<br />

dialéktica 102


fantasmagorías creadas por algunos grupos de personas para<br />

mantener sus puestos de privilegio.<br />

En la raíz de todos estos problemas (y también de las posibles<br />

soluciones) está la nunca bien ponderada «política». Está la política<br />

tal y como es planteada desde la institución, que consiste en un sistema<br />

de transas, favores y arreglos que terminan produciendo su mejor<br />

anticuerpo: «a mí la política no me interesa». Claro, no nos interesa<br />

esa política. Nos interesa la política usada como arma para defender<br />

nuestros derechos y transformar la realidad. Debemos dar un paso<br />

más porque está en juego nuestro propio futuro, el de nuestros<br />

compañeros y el de miles de chaqueños que serán alumnos nuestros.<br />

¿O estamos dispuestos a formar esclavos?<br />

En el 2006 hubo elección de autoridades en nuestra democrática<br />

Facultad de Humanidades. La candidata que terminó ocupando el<br />

«sillón de Rivadavia» del Decanato fue la profesora Delfina Veiravé,<br />

quien ocupó el cargo de Secretaria Académica durante los dos<br />

períodos de la decana Ana María Foschiatti de Dell’orto (1994–1998<br />

y 1998–2002). Esta profesora se encargó de iniciar las políticas que,<br />

gracias a su continuación en la gestión del actual decano, han<br />

convertido a nuestra Facultad en una maquinaria (bastante deficiente<br />

aún) que intenta ser una empresa que produce para empresas y no<br />

una institución pública que contribuye a la producción de<br />

conocimientos para el mejoramiento de la sociedad. Entre otros<br />

«episodios» (también importantes, como la implementación de la Ley<br />

de Educación Superior, el comienzo de las evaluaciones empresariales<br />

de la CONEAU o la inexistencia de una transición entre los planes<br />

1983 y 2000, a pesar del proyecto elaborado por los estudiantes), la<br />

profesora Veiravé se destaca por su rol de «vocera» de las autoridades<br />

en la toma de la Facultad durante 1998, cuando se pretendía cerrar la<br />

carrera de Educación Pre–elemental. Su autorización facitlitó la<br />

«resolución» del conflicto gracias a la «pacífica» intervención de la<br />

Gendarmería Nacional (algo que no ocurría desde la última dictadura<br />

militar) en nuestra muy autónoma Facultad de Humanidades, con la<br />

posterior persecución de quienes participaron en la medida de fuerza.<br />

La otra opción para el Decanato era quien ocupaba hasta el momento<br />

el «sillón de Rivadavia»: Walter Rey. Nada muy distinto si<br />

consideramos los últimos cuatro años de Humanidades: falta de becas<br />

103 dialéktica<br />

UNIVERSIDAD


(150 para cerca de 800 aspirantes), salario de hambre para la mayoría<br />

de los docentes y no docentes (a pesar de los sobrantes en el<br />

presupuesto de la universidad) y un largo etcétera, que no por ser<br />

moneda corriente se transforma en aceptable. La corrupción reinante<br />

en las camarillas de docentes que dirigen los departamentos, por<br />

ejemplo, se hizo evidente el año pasado, con la grosera expulsión de<br />

la profesora Susana Sager de la cátedra Literatura Española II, luego<br />

de 9 años de experiencia en el cargo. A tal punto llegó la arbitrariedad<br />

del concurso, que se adulteraron los minutos de exposición de cada<br />

aspirante, en perjuicio de la profesora Sager y a favor del «candidato<br />

oficialista».<br />

Ahora bien, ustedes se preguntarán (y si no, pregunto yo):<br />

¿quiénes serán los responsables de elegir a la próxima decana?. Ni<br />

más ni menos que los miembros del Consejo Directivo de nuestra<br />

Facultad, el cual está conformado por 9 representantes docentes (con<br />

quorum propio), 5 estudiantes (de los cuales 4 serán de la Franja<br />

Morada) y sólo 1 egresado (el representante del claustro no docente<br />

ni siquiera cuenta con voto). Si consideramos que la representación<br />

en el Consejo sólo es obtenida por un grupo reducido de docentes<br />

concursados y que, al no haber campaña pública, la compra<br />

(literalmente) de influencias está a la orden del día, el círculo cierra<br />

perfecto. Los mismos mecanismos que perpetúan a ciertos docentes<br />

(los cuales, a su vez, van reclutando a sus continuadores entre los<br />

estudiantes) en puestos directivos y excluyen a aquellos que no<br />

respondan a sus mandatos, son utilizados para legitimar<br />

determinados «conocimientos» (y las formas en que estos se<br />

producen), dejando de lado a aquellos que no se adecuan a los<br />

parámetros fijados por considerarlos meros «saberes».<br />

¿Qué salida nos queda? Como citó el compañero Flavio<br />

Guglielmi en las últimas Jornadas Estudiantiles de Filosofía, si no<br />

podemos adueñarnos del «sillón de Rivadavia», transformémonos<br />

en carpinteros: creando sillones de todas las formas y tamaños que<br />

nuestra imaginación pueda lograr. Podemos demostrar con nuestra<br />

propia práctica que es posible elaborar saberes originales que nos<br />

permitan abordar la realidad cotidiana con una mirada renovada.<br />

No hay recetas, sino sólo elementos que debemos considerar a la hora<br />

de construir colectivamente una alternativa. Por un lado, es necesario<br />

dialéktica 104


omper el modelo de monólogo con el cual se concibe la producción<br />

de conocimientos y construir espacios de diálogo horizontal que<br />

funcionen, aunque más no sea, como vías paralelas a las<br />

institucionales: grupos de estudio, jornadas de discusión,<br />

publicaciones con producciones propias y otras formas aún no<br />

concebidas que duermen en los cerebros de miles de estudiantes<br />

abrumados por la enseñanza oficial. Por otro lado, es menester<br />

atravesar las barreras instituidas que nos separan del resto de la<br />

sociedad (o más bien, que nos vinculan únicamente con una parte de<br />

la sociedad, las empresas) a fin de enriquecer nuestros saberes con<br />

los saberes extra–académicos, aquellos que manejan los trabajadores,<br />

los desocupados, los movimientos sociales, nuestras familias y<br />

nosotros mismos fuera de la Facultad.<br />

De esta manera, estaremos dando el primer paso hacia una<br />

discusión que es fundamental, y que justamente por eso es obviada<br />

por las autoridades: la discusión por la Universidad que queremos.<br />

Y si esa discusión no se alimenta de una práctica que la realice, muere.<br />

En esa construcción, conocimiento y poder van de la mano,<br />

transitando los múltiples caminos que abrimos en la práctica<br />

cotidiana.<br />

105 dialéktica<br />

UNIVERSIDAD


dialéktica 106<br />

[ título-carátula? nada?<br />

Documentos para el debate ]


Seminario colectivo<br />

Aprobado en los departamentos de Filosofía, Antropología,<br />

Letras e Historia<br />

Filosofía, historia y comunidad<br />

La Filosofía en la Historia y la Historia en la Filosofía: actualización de<br />

una problemática político-filosófica en ciertos autores del siglo XIX<br />

ESTUDIANTES DE LA CARRERA DE FILOSOFÍA<br />

unlargosiglodiecinueve@yahoo.com.ar<br />

FFyL - UBA<br />

Sobre el sentido de lo que hacemos<br />

Todos los que cursamos más de una materia en Puán sabemos lo<br />

traumático que esto puede resultar. Prácticos y teóricos llenos de gente<br />

en los que el único que habla es el docente, conceptos que vuelan<br />

para todos lados sin que uno pueda entender siquiera algo para<br />

preguntar, caras serias que aparentan tener todo muy claro,<br />

comentarios eruditos y estériles ante los cuales sólo queda poner cara<br />

de póker y asentir.<br />

Como si ya con esto no bastase para salir corriendo, también<br />

nos enfrentamos a no elegir absolutamente nada de las condiciones<br />

de cursada. No elegimos qué cursar, ni cómo. Las materias vienen<br />

prefiguradas, cada una con un programa específico, una manera de<br />

107 dialéktica


evaluar, una interpretación de los textos. Las cosas nos vienen dadas<br />

sin que nosotros podamos hacer nada al respecto. No elegimos la<br />

manera de rendir parciales ni finales, sólo debemos estar ahí, poner<br />

el cuerpo y darlos. Todo esto hace que muchas veces sintamos a la<br />

Facultad, a la Carrera como algo ajeno, algo de lo cual no somos parte.<br />

Simplemente venimos, cursamos y nos vamos. Como si la Facultad<br />

fuera un recipiente al que nosotros llenamos con nuestra presencia y<br />

vaciamos en el momento en que nos vamos sin dejar la menor huella.<br />

Este sabor amargo que nos imprime nuestra cotidiana condición<br />

de estudiantes nos lleva a preguntarnos acerca del modo en que<br />

solemos habitar la Universidad, centrándonos en aquellos aspectos<br />

que nos resultan más palpables aunque no menos disimulados. Siendo<br />

así, nosotros y nosotras no sólo nos resistimos a aceptar así nomás el<br />

modo hegemónico de habitarla, sino que activamos procesos de<br />

alteración y militancia.<br />

Trabajamos con la convicción de que ningún sujeto de<br />

aprendizaje está estrictamente vacío. Esto significa que, cuando vamos<br />

a estudiar, lo hacemos cargados de toda nuestra formación previa,<br />

tanto la que adquirimos en la academia como en el resto de nuestra<br />

experiencia vital. En todo proceso de aprendizaje hay una apropiación<br />

de lo estudiado, esto es, un proceso complejo en el que se componen<br />

los textos que se leen con los saberes previos de los que intervienen<br />

allí. Leer o aprender se parece más a una ardua lucha entre la<br />

experiencia adquirida y los saberes nuevos, que al vertido de<br />

contenidos en un recipiente vacío. La operación fundamental de la<br />

pedagogía académica radica en la negación de este proceso activo; y<br />

ésta es, creemos, la principal causa de la angustia, puesto que quien<br />

aprende queda viendo como ajeno su propio proceso de formación.<br />

Lo que queremos decir es que siempre hay un componente activo en<br />

quienes se forman, sólo que la organización jerárquica de la academia<br />

lo que hace es negar este componente de actividad atribuyéndoselo<br />

privativamente a quien cumple el rol docente.<br />

Activar procesos de alteración de dicha normalidad académica<br />

implica, entonces, generar dinámicas de producción de conocimiento<br />

basadas en la horizontalidad en la toma de decisiones, en todas las<br />

instancias del proceso de formación e investigación, desde la selección<br />

de los contenidos, hasta las formas de cursada y evaluación. Este<br />

principio de trabajo horizontal permite la elaboración activa de lo<br />

aprendido, como un emergente visible durante el proceso mismo de<br />

aprendizaje y no únicamente como un resultado.<br />

dialéktica 108


El programa que presentamos por medio de este boletín es el<br />

resultado de dos años de intenso trabajo durante los cuales ejercimos<br />

y promovimos, como estudiantes, un rol activo en la toma de<br />

decisiones tanto en torno al contenido a ser estudiado como en cuanto<br />

al modo de llevar a cabo dicho estudio.<br />

¿Por qué un seminario en lugar de una materia?<br />

Con la convicción de que podemos darnos nuestras propias<br />

condiciones de cursada, de que no hace falta padecer lo que otros<br />

imponen, sino que se puede afirmar algo distinto, decidimos armar<br />

un programa para una materia. La idea era poder ir armándolo<br />

colectivamente, entre todos. No nos quedamos en la lógica infantil<br />

del reclamo, que espera que la iniciativa del cambio venga siempre<br />

de las instituciones. Tomamos algunos autores que nos parecían<br />

fundamentales y que eran poco vistos en la Carrera, empezamos a<br />

ver qué problemáticas surgían a partir de la lectura de los textos que<br />

nos interesaban y, con mucha paciencia, comenzamos a armar un<br />

punteo del programa. En este sentido vale la pena mencionar que el<br />

armado del seminario se llevó a cabo de manera colectiva entre<br />

estudiantes de la Carrera. Sin tener saldadas muchas de las lecturas,<br />

nos animamos a proponer unos ejes para ir abordándolas.<br />

A lo largo de estos dos años hicimos recurrentes convocatorias<br />

tanto a estudiantes como a docentes para ampliar el espacio. Desde<br />

un primer momento supimos que la carrera de Filosofía de esta<br />

facultad es un territorio inhóspito para este tipo de intervenciones y<br />

que era mucho más viable proponer un seminario que una materia.<br />

Por este motivo escribimos en el primer volante que publicamos para<br />

socializar esta experiencia: «Pero preferimos no hacerlo (fácil). Apostamos<br />

a la materia curricular y apostamos a la construcción colectiva.» Sin<br />

embargo, con el correr del tiempo y al ir interiorizándonos de las<br />

cuestiones burocráticas y formales nos dimos cuenta de que el<br />

proyecto excedía nuestras fuerzas de modo abrumador. Por eso lo<br />

que empezó siendo un proyecto de construcción colectiva de una<br />

materia de Filosofía del siglo XIX finalmente terminó siendo la<br />

construcción de un seminario. Pasamos a detallar las principales<br />

razones del viraje de una modalidad a otra.<br />

Difusión rápida y masiva de la experiencia. Si bien repartimos<br />

mil volantes y quinientos boletines en la Carrera de Filosofía, si bien<br />

109 dialéktica


convocamos a toda la planta docente (tanto del claustro de Graduados<br />

como del de Profesores) del Departamento de Filosofía para contarles<br />

de qué se trataba nuestra experiencia, si bien nos reunimos de manera<br />

pública y abierta unas cuarenta veces a lo largo de casi dos años en<br />

aulas de Puán 480, anunciando cada fecha y horario en la cartelera<br />

del segundo piso (que está entre las aulas 231 y 232), entendemos<br />

que sólo la institución posee los medios que nos permitirán dar a<br />

conocer rápida y masivamente esta instancia de producción de<br />

conocimiento colectiva y horizontal. No se trata de pasar factura sino<br />

de asumir que este modo de hacer las cosas se encuentra actualizado<br />

sólo de modo embrionario y a la espera de ser desarrollado y<br />

profundizado.<br />

Escollos institucionales para integrar una materia a la<br />

currícula. En este viaje colectivo nos fuimos dando cuenta de lo<br />

inviable que resultaba, a corto plazo, insertar una materia –de lo que<br />

fuere– en la currícula de la Carrera de Filosofía. Esta convicción estaba<br />

madurando en nosotras/os cuando, en octubre del año pasado, la<br />

escandalosa reacción de la institución ante la experiencia de la premateria<br />

de Epistemología para la Carrera de Antropología nos terminó<br />

de convencer. 1<br />

Viabilidad institucional. La Academia prevé la posibilidad<br />

de irreverencias temáticas, por eso la aprobación de seminarios tiene<br />

una flexibilidad de la que carece la aprobación de materias. El<br />

seminario tiene, además, una dinámica, establecida por estatuto,<br />

mucho más libre de los formalismos que padece la estructura de una<br />

materia (división en teóricos y prácticos, exámenes parciales y finales<br />

o su correspondiente régimen de promoción directa, estructura de<br />

cátedra, etc.).<br />

El consecuente desgaste del colectivo de trabajo. Resulta arduo<br />

sostener espacios autónomos en el tiempo, no sólo universitarios:<br />

cualquier construcción autónoma depende, fundamentalmente, de<br />

los cuerpos que la sostienen. Dos años de labor ininterrumpida nos<br />

exigían sacar a la luz institucional nuestro proyecto, en parte para<br />

incorporar nuevos compañeros a la experiencia, en parte para afrontar<br />

el desafío de trasladar nuestro trabajo a las formas y los tiempos de<br />

1 Un seminario construido colectiva y horizontalmente entre estudiantes, graduados y<br />

docentes de distintas carreras se cursó el año pasado. A partir de esa cursada se presentó<br />

una materia alternativa de epistemología de las ciencias sociales en la Carrera de<br />

Antropología. La respuesta institucional a esa propuesta redundó en el rechazo<br />

infundado y virulento.<br />

dialéktica 110


la acreditación estatal, en parte para evitar caer en la perpetua<br />

elaboración y reelaboración del programa.<br />

No podíamos cumplir con las formalidades necesarias, en parte por<br />

las trabas institucionales respecto a la aprobación de materias<br />

optativas para la Carrera de Filosofía, en parte porque profesores y<br />

graduados de nuestra carrera, aunque convocados, estuvieron<br />

ausentes. Sin embargo, nuestras limitaciones no nos desalientan, ya<br />

que creemos que esta apuesta política va a permitir abrir un espacio<br />

propicio para que futuras experiencias afines puedan tener lugar. El<br />

hecho de que este tipo de prácticas puedan seguir funcionando y<br />

profundizándose depende de nosotras y nosotros. Un nosotras y<br />

nosotros mucho más amplio que el del colectivo de trabajo que hoy<br />

presenta este seminario.<br />

Sobre lo que no cambia con este viraje<br />

A pesar del viraje legal, el sentido de nuestra actividad sigue siendo<br />

el mismo. Nuestro propósito es pugnar por la trasformación de la<br />

subjetividad imperante sin quedarnos en los márgenes y,<br />

simultáneamente, evidenciar nuestro posicionamiento político en el<br />

mismísimo modo de hacer el seminario. La intención, desde el armado<br />

del programa hasta la propuesta para la cursada misma, es la de<br />

transformar las relaciones vigentes en que producimos conocimiento.<br />

Entendemos que este es un modo (parcial e insuficiente, lo sabemos)<br />

de transformar las relaciones sociales. Se trata, pues, de un<br />

experimento de autoformación a mejorar y afinar. No renegamos de<br />

las diferencias en cuanto a experiencia y conocimientos que se puedan<br />

dar en el marco del seminario, sino que apuntamos a generar un<br />

espacio en el cual la diferencia de grado en cuanto a los saberes y las<br />

experiencias no instituya una diferencia de naturaleza entre los<br />

participantes del seminario. En este sentido, la participación de los<br />

docentes firmantes seguirá la lógica del trabajo colectivo y la<br />

horizontalidad en la toma de decisiones.<br />

Queremos estudiar de otra manera y queremos hacerlo en esta<br />

facultad. No se trata de promover circuitos alternativos de discusiones<br />

incomunicantes y externas al sistema académico sino que la verdadera<br />

apuesta en juego es la de condicionar internamente y conflictivamente<br />

las dinámicas de la reproducción social del saber que habitan nuestra<br />

111 dialéktica


facultad. Esto quiere decir, sustancialmente, por una parte poner en<br />

marcha un laboratorio de investigación autogestado, pero por otra,<br />

buscar el modo de que nuestro recorrido sea reconocido como<br />

formación acreditada.<br />

Esta es nuestra apuesta política. No nos interesa llenar la<br />

Carrera con un contenido novedoso, actualizado, políticamente<br />

correcto o revolucionario. Y no nos interesa porque la Carrera de<br />

Filosofía no es un recipiente. Tampoco nos interesa arrebatarle la Carrera<br />

a las camarillas de turno para ponerla al servicio del pueblo o al<br />

servicio de los intereses puramente académicos de los estudiantes. Y<br />

no nos interesa porque la Carrera no es un instrumento. Finalmente,<br />

no nos interesa construir una materia «por fuera» de la academia,<br />

«hacer rancho aparte» con nuestros intereses filosóficos. Y no nos<br />

interesa porque la academia no es un lugar. Ni recipiente, ni<br />

instrumento, ni lugar, la academia –y la Carrera de Filosofía como su<br />

manifestación cabal– es un determinado modo de construir relaciones<br />

sociales. Y las relaciones sociales ni se rellenan (como si fuesen un<br />

envase), ni se toman por asalto (como si fuesen una «herramienta de<br />

cambio»), ni se ocupan (como si fuesen un espacio físico). Las<br />

relaciones sociales se ejercen y se transforman.<br />

dialéktica 112<br />

SEMINARIO TEMÁTICO<br />

«Filosofía, Historia y Comunidad. La Filosofía en la Historia y la Historia<br />

en la Filosofía: actualización de una problemática político-filosófica en<br />

ciertos autores del siglo XIX»<br />

PROFESORES: Mario Heler, Eduardo Emilio Glavich.<br />

PERÍODO: Segundo Cuatrimestre de 2007<br />

HORARIO: Martes de 19 a 23hs<br />

FUNDAMENTACIÓN<br />

Consideramos que la producción filosófica no puede permanecer<br />

impermeable a las condiciones sociales en las que esa producción tiene lugar.<br />

Este punto de partida nos permite postular un objetivo general que servirá<br />

de guía al desarrollo del seminario: pensar la vinculación de la producción


filosófica con la materialidad de los procesos históricos de la que parte y<br />

sobre la que directa o indirectamente interviene. Esto implica no sólo vincular<br />

la producción filosófica de ciertos autores del siglo XIX con sus condiciones<br />

de producción hoy pretéritas, sino también con nuestras propias condiciones<br />

de producción en la actualidad. Por este motivo, el hecho de tomar como eje<br />

principal del seminario la dialéctica entre historia y filosofía responde a un<br />

intento de llevar a cabo la «actualización» de la problemática filosóficopolítica<br />

y político-filosófica con vistas a nuestro propio presente históricoconcreto.<br />

Con «la filosofía en la historia y la historia en la filosofía» hacemos<br />

referencia, por un lado, a la emergencia de la historia como objeto de<br />

indagación filosófica durante el siglo XIX y, por otro lado, a la emergencia de<br />

la expresa inquietud filosófica por la intervención en la historia. La historia,<br />

en este contexto, deja de ser una mera disciplina especializada para volverse<br />

un elemento constitutivo del desarrollo de las categorías filosóficas. Esto<br />

lleva a la filosofía a emprender un ejercicio de reflexión ampliada que la<br />

obliga a pensar su inmanencia en la realidad histórica, que pasa a ser un<br />

sustrato ineludible del pensamiento.<br />

Esta problemática es abordada a nivel temático a través de tres autores<br />

que representan posiciones bien definidas: Hegel, Marx y Nietzsche. En<br />

Hegel, la historia aparece como el desarrollo del Espíritu absoluto y la<br />

filosofía como la autoconciencia progresiva de este desarrollo. En Marx, la<br />

relación entre filosofía e historia es explicitada como una dialéctica entre los<br />

procesos materiales e inmateriales; esto es, la filosofía aparece condicionada<br />

por las relaciones y condiciones materiales de producción y la historia<br />

aparece, a su vez, condicionada por la filosofía. Por último, en Nietzsche, la<br />

historia abandona este carácter dialéctico para convertirse en genealogía, en<br />

el campo de batalla donde las voluntades de poder entran en pugna y crean<br />

los valores que serán útiles para cada época, valores que, por su parte, la<br />

filosofía contribuye a forjar. A cada una de estas concepciones corresponderá<br />

a su vez un modo específico de concebir la comunidad: en Hegel como<br />

reconciliación del individuo con la realidad histórica; en Marx como vehículo<br />

de una posible transformación futura; y en Nietzsche, como realidad a ser<br />

transformada a través de una explicitación y destrucción de los valores que<br />

la sostienen.<br />

El propósito del seminario es, por lo tanto, problematizar en los<br />

autores escogidos, y más allá de ellos, la relación entre las nociones de<br />

filosofía, historia y comunidad. Entendemos que el tipo de comunidad<br />

proyectada depende de cómo se defina en cada caso a la filosofía, a la historia<br />

y, a su vez, a la relación que entre ambas se establece. Del giro señalado en<br />

113 dialéktica


la relación entre filosofía e historia resultará un determinado tipo de<br />

configuración política.<br />

Al mismo tiempo, se intentará vincular esta relación con el seminario<br />

mismo: ¿Qué tipo de filosofía/política actualizan las prácticas a las que da<br />

lugar el seminario? La propuesta es que el seminario mismo no sólo sirva<br />

para elaborar una crítica a lo existente sino que también permita la<br />

formulación de una alternativa posible. ¿Qué otro tipo de Filosofía/Política/<br />

Comunidad nos permite elaborar experiencias como la de este seminario?<br />

¿Es posible otro tipo de práctica filosófica?<br />

dialéktica 114<br />

CONTENIDOS<br />

UNIDAD I: Dialéctica entre los procesos inmateriales y los procesos<br />

materiales<br />

Crítica a la Historia de la filosofía: El problema de la relación con el<br />

pasado filosófico: sentido y modo de abordaje de los autores del pasado; la<br />

actitud «universitaria» y el problema de la enseñanza de la filosofía como<br />

legitimación del estado de cosas existente.<br />

Crítica a la «actitud universitaria»: El problema de la especialización<br />

del conocimiento; la «neutralidad» moral de los métodos disciplinarios y de<br />

las premisas filosóficas; articulación de los «discursos filosóficos» con los<br />

«discursos políticos».<br />

El filósofo como político activo: La filosofía como disciplina inserta<br />

en el sistema social; relación contradictoria entre los discursos políticosfilosóficos<br />

y los procesos históricos: ¿Qué operación ideológica permite la<br />

subsistencia inadvertida de esta<br />

contradicción? La producción de enunciados y conceptos filosóficos y su<br />

inmanencia en la realidad histórica.<br />

Filosofía de la historia/Historia de la filosofía: ¿necesidad o<br />

contingencia del desarrollo histórico?<br />

BIBLIOGRAFÍA ESPECÍFICA: CHATELET, FRANÇOIS, «El Problema de la Filosofía hoy<br />

día», extraído de GRISONI, DOMINIQUE (Comp.), Políticas de la filosofía, (trad.<br />

Oscar Barahona y Uxda Doyhamboure), México, FCE, 1982, pp. 28-56.<br />

ESTUDIANTES DE LA CARRERA DE FILOSOFÍA, La carrera de Filosofía y sus tareas de<br />

legitimación, Buenos Aires, 2005. BUCK-MORSS, SUSAN, Hegel y Haití. La dialéctica<br />

amo-esclavo: una interpretación revolucionaria, (trad. Fermín Rodríguez),<br />

Buenos Aires, Grupo Editorial Norma, 2005.


BIBLIOGRAFÍA OPTATIVA: ESTUDIANTES DE LA CARRERA DE FILOSOFÍA, El conflicto de<br />

las facultades, Buenos Aires, FFyL, 2007. WHITE, HAYDEN, Metahistoria (La<br />

imaginación histórica en la Europa del siglo XIX), FCE, México, 1992<br />

UNIDAD II: Dialéctica del Espíritu<br />

Introducción a la dialéctica hegeliana: la dialéctica como movimiento<br />

de la Historia y del saber. Historia y Filosofía: ¿Meros sinónimos o dos<br />

momentos de una misma unidad?<br />

Alienación: Conciencia y Autoconciencia. Autoconciencia: unidad<br />

entre el sujeto y el objeto, la diferencia como falsa diferencia. La dialéctica<br />

del Señor y el Siervo. El lado negativo de la Historia: la epopeya del esclavo.<br />

La independencia: el temor absoluto (angustia), el servicio (disciplina), el<br />

trabajo (formación cultural como deseo reprimido).<br />

El concepto de «Superación» (Aufhebung): deseo, reconocimiento,<br />

intersubjetividad. Deseo animal y deseo humano. Reconocimiento de las<br />

conciencias enfrentadas (la igualdad de las diferencias). Intersubjetividad y<br />

reconciliación.<br />

Theoría y Praxis: el compromiso de la Filosofía en relación con la<br />

Historia. Crítica al subjetivismo abstracto. La imposibilidad de trascender<br />

el espíritu de la época. Unidad de la investigación de lo racional y la captación<br />

del presente real. El Estado como realidad en sí misma racional. La libertad<br />

subjetiva como reconciliación con la realidad histórica.<br />

BIBLIOGRAFÍA ESPECÍFICA: HEGEL, GEORG W. F., Fenomenología del Espíritu (trad.<br />

Wenceslao Roces), México, FCE, «Parte B. Autoconciencia», 1992, pp. 107-<br />

121. Principios de la Filosofía del derecho (trad. Juan Luis Vermal), Buenos<br />

Aires, Editorial Sudamericana, «Prefacio», 2004, pp. 9-21. «La autoconciencia<br />

que reconoce», en: Enciclopedia de las ciencias filosóficas (trad. Ramón Valls<br />

Plana), Madrid, Alianza, 2005, pp. 478-480.<br />

BIBLIOGRAFÍA OPTATIVA: DRI, RUBÉN. Intersubjetividad y reino de la verdad<br />

(Aproximaciones a la nueva racionalidad), Buenos Aires, Rubén Dri, 1993, pp.<br />

11-90. KOJÈVE, ALEXANDRE. «A modo de introducción». En: La Dialéctica del<br />

Amo y del Esclavo en Hegel, Buenos Aires, Fausto, 1999, pp. 9-36. SÁNCHEZ<br />

VÁZQUEZ, ADOLFO, «La concepción de la praxis en Hegel», en Filosofía de la<br />

praxis, México D.F., Siglo XXI editores, 2003. DERRIDA, JACQUES. «De la<br />

economía restringida a la economía general (Un hegelianismo sin reserva)»,<br />

en La escritura y la diferencia, Barcelona, Anthropos, 1989, pp. 344-382.<br />

115 dialéktica


UNIDAD III: Inversión de la dialéctica<br />

La «inversión» de la dialéctica: Feuerbach y la crítica a la religión.<br />

Crítica de Engels al idealismo hegeliano: distinción entre Método y Sistema.<br />

La crítica de Marx a la dialéctica hegeliana. Marx y el ser genérico humano:<br />

el hombre que se relaciona consigo mismo como con el género. La elaboración<br />

conciente de la naturaleza exterior e interior, la unidad mediata del hombre<br />

con su práctica vital.<br />

Alienación: El trabajo como sujeto de la producción social y su carácter<br />

alienado (Manuscritos de economía y filosofía). Tres perspectivas: (i) Alienación<br />

con respecto a las cosas. (ii) Autoalienación. (iii) Alienación de la esencia humana.<br />

La relación interna entre propiedad privada y trabajo alienado.<br />

El concepto de «Superación» (Aufhebung): Propiedad privada y<br />

comunismo. El trabajo como sujeto de la producción social más allá de su<br />

alienación. La superación positiva de la propiedad privada: el hombre que<br />

confirma su esencia genérica en su existencia social real, en la naturaleza, en<br />

el otro hombre, en su actividad vital. Reconocimiento y comunidad.<br />

Superación de la dicotomía entre actividad y pasividad.<br />

Theoría y Praxis. Qué organización para qué sociedad: el compromiso<br />

de la Filosofía en relación con la Historia. La crítica de la religión y la crítica<br />

de la realidad histórica. El mundo invertido y el retorno del hombre a sí<br />

mismo. La Filosofía como crítica de las ilusiones consoladoras. Emergencia<br />

del proletariado como sujeto histórico.<br />

BIBLIOGRAFÍA ESPECÍFICA: FEUERBACH, LUDWIG. La esencia del cristianismo, Buenos<br />

Aires, Claridad, 1941, Prólogo y Capítulos I y II. ENGELS, FRIEDRICH. Ludwig<br />

Feuerbach y el fin de la Filosofía clásica alemana, Buenos Aires, Editorial Ateneo,<br />

1975. MARX, KARL. Manuscritos económico- filosóficos de 1844, Buenos Aires,<br />

Colihue, 2004, pp. 104-121; 185-212; 138-155. Crítica de la filosofía del derecho<br />

de Hegel (trad. Analía Melgar), Buenos Aires, Ediciones del signo, 2005, pp.<br />

49-73.<br />

BIBLIOGRAFÍA OPTATIVA: ALTHUSSER, LOUIS–BALIBAR, ÉTIENNE. Para leer El Capital,<br />

Buenos Aires, Siglo XXI, 1969. ALTHUSSER, LOUIS. La revolución teórica de Marx,<br />

Buenos Aires, Siglo XXI, 1968. DOTTI, JORGE. «El hierro de madera», en<br />

Dialéctica y Derecho. El proyecto ético-político hegeliano, Buenos Aires, Hachette,<br />

1983, pp. 233-258. LUKÁCS, GEORG, Historia y conciencia de clase, Buenos Aires,<br />

Orbis, 1985 (selección de textos).<br />

dialéktica 116


UNIDAD IV: Crítica de la dialéctica y transmutación de los valores<br />

Critica a la historia de la filosofía: Sentido y vinculación del presente<br />

con la tradición filosófica: lo falso, la mistificación del saber y los prejuicios<br />

filosóficos. Crítica al historicismo o la historia de la Filosofía como filosofía de la<br />

Historia. Mecanicismo, determinismo naturalista y necesidad histórica:<br />

¿mitología de la causa y el efecto? Historización y Genealogía.<br />

La comunidad y sus valores: La voluntad de poder y su expresión<br />

jurídico/práctica. El «hombre del resentimiento» y su moral de esclavos:<br />

conciencia, deber, obligación. El problema de la ley, la falta, y el castigo:<br />

¿búsqueda de justicia = legitimación de la venganza? El presente y el<br />

problema de la memoria histórica como «fidelidad a la promesa».<br />

El filósofo como político activo: La filosofía como disciplina inserta<br />

en el sistema social; relación contradictoria entre los discursos políticosfilosóficos<br />

y los procesos históricos. El vitalismo de Nietzsche y el problema<br />

de la vida en contradicción consigo misma; el ideal ascético como filosofía<br />

del resentimiento: «goce de la insatisfacción» y «búsqueda de la verdad como<br />

error». ¿Cómo intervenir activamente en un mundo contradictorio? El saber<br />

filosófico: ¿es la voluntad de verdad una ficción y encubrimiento de la voluntad<br />

de poder? Verdad y perspectivismo.<br />

BIBLIOGRAFÍA ESPECÍFICA: NIETZSCHE, FRIEDRICH. La genealogía de la moral (Un<br />

escrito polémico), Trad. Andrés Sánchez Pascual, Madrid, Alianza, 2001. «Los<br />

prejuicios filosóficos» En: Más allá del bien y del mal (Preludio de una filosofía<br />

del futuro), Trad. Andrés Sánchez Pascual, Madrid, Alianza, 2003. «Nosotros<br />

los doctos» En: Más allá del bien y del mal (Preludio de una filosofía del futuro),<br />

Trad. Andrés Sánchez Pascual, Madrid, Alianza, 2003.<br />

BIBLIOGRAFÍA OPTATIVA: DELEUZE, GILLES. «El superhombre: contra la dialéctica».<br />

En: Nietzsche y la filosofía, Barcelona, Anagrama, 1986, pp. 207-270. FOUCAULT,<br />

MICHEL. Nietzsche, la genealogía, la historia, Pre-textos, Valencia, 2004<br />

NIETZSCHE, FRIEDRICH. «Libro Quinto (‹Nosotros, los sin temor›)». En: La ciencia<br />

jovial («La gaya scienza»), Trad. José Jara, Caracas, Monte Ávila Editores<br />

Latinoamericana, 1999, pp. 203-255. «De la utilidad y los perjuicios de la<br />

historia para la vida» (trad. Dionisio Garzón), Madrid, Edaf, 2000.<br />

117 dialéktica


dialéktica 118


La Universidad hoy<br />

DOCUMENTO DE DISCUSIÓN<br />

Agrupaciones independientes<br />

El Brote (Psicología UBA)<br />

CAUCE (UNLP)<br />

El Viejo Topo (Sociales UBA)<br />

La Cantera (UNGS)<br />

FUL (UNQ)<br />

El actual sistema universitario surge y se desarrolla en el seno de una<br />

sociedad dividida en clases. Es ahí donde la Universidad, en tanto<br />

institución estatal, se estructura como un dispositivo tendiente a la<br />

reproducción de las relaciones sociales vigentes. Por un lado,<br />

produciendo mano de obra calificada para afrontar las exigencias<br />

del sistema productivo/cultural (conformado por el mercado, las<br />

grandes empresas y estados). Por el otro, intentando formar<br />

intelectuales cómplices con esos sectores, para que compartan y<br />

legitimen sus intereses y valores, por medio del refuerzo y desarrollo<br />

de la base ideológica y cultural del actual sistema de explotación,<br />

control y dominio. Sin embargo, las contradicciones del sistema<br />

productivo y la lucha de clases generan, por una parte, una masa de<br />

egresados de universidades estatales como destacamento del ejército<br />

de reserva y, por otra, cuadros que logran vender su fuerza de trabajo<br />

específica y que median con los cuadros de las universidades privadas.<br />

Jerarquización<br />

La Universidad hoy está jerarquizada, diferenciándose según la visión<br />

oficial por los grados de saber, que van desde los profesores, pasando<br />

por los graduados y culminan con los estudiantes (dejando afuera de<br />

119 dialéktica


los órganos de decisión a los no docentes). Y acá reside la clásica<br />

división en claustros. La organización universitaria se asienta sobre<br />

una división jerárquica y socioeconómica, ya que los estudiantes están<br />

limitados materialmente para acceder a los estudios, y quienes<br />

acceden están limitados para intervenir en las decisiones políticas de<br />

la institución, a diferencia del claustro docente, que tiene una menor<br />

limitación sobre el aspecto político.<br />

El principio de un hombre/una mujer/un voto, que rige en<br />

todos los órdenes de la vida nacional, no rige para la Universidad,<br />

donde el voto de un profesor titular vale 37 veces más que el de un<br />

estudiante.<br />

Esta ponderación es un obstáculo para la unificación de los<br />

diferentes sectores de la Universidad, porque alimenta criterios<br />

corporativos en la toma de decisiones, estimulando la delegación,<br />

elitizando la toma de decisiones que, bajo una apariencia académica,<br />

encubre una esencia definidamente política. Así se logra escindir lo<br />

ideológico y lo académico, como si fueran cosas separadas.<br />

La división en claustros oculta la lucha de clases y los distintos<br />

proyectos políticos 1 que existen al interior de cada sector. Al mismo<br />

tiempo, dicha escisión jerárquica es funcional a las camarillas, que se<br />

asientan fundamentalmente en el cuerpo docente.<br />

Democratización<br />

La abolición de los claustros y la deliberación conjunta en asamblea<br />

pueden tender a la eliminación de privilegios y fundar un terreno<br />

más favorable para que los universitarios comiencen un proceso de<br />

participación y discusión en el que expresen sus puntos de vista sobre<br />

el rol de la Universidad, en el marco de la sociedad de clases, y, sobre<br />

todo, para incidir en la transformación de la universidad y de la<br />

sociedad.<br />

En general, la oposición al arancelamiento sólo pide que la<br />

Universidad permanezca pública, reclamando la unidad obreroestudiantil<br />

pero nunca cuestionando el núcleo mismo de la educación<br />

1 Queda abierta la discusión acerca de las principales disputas y conflictos que se dan<br />

dentro de la universidad estatal, ya que es difícil pensar una tendencia general sin<br />

conocer las situaciones particulares de la mayoría de las academias a nivel regional y<br />

nacional.<br />

dialéktica 120


superior, es decir, los objetivos que persigue esta institución del<br />

Estado.<br />

Políticamente se sigue marcando el mismo paso: los centros de<br />

estudiantes ofician como centros-shopping o, en el mejor de los casos,<br />

como administradores de la pobreza.<br />

Uno de los efectos de la actual institución universitaria es la<br />

separación de lo ideológico y de lo académico. Las agrupaciones<br />

estudiantiles, en muchos casos, caen víctimas de esta ilusión y se<br />

escinden en grupos de «intervención política» (mayor presupuesto,<br />

unidad obrero-estudiantil, fondo de huelga), por un lado, y en<br />

agrupaciones académicas que restringen su accionar principal a la<br />

vida académica (grupos de estudio, revistas, investigaciones, talleres<br />

y charlas) y a ocupar espacio dentro del aparato institucional, por<br />

el otro.<br />

Los rectores y sus aliados estudiantiles extraen su fuerza, en<br />

gran medida, de la debilidad y carencia de proyecto del campo<br />

opositor. En este sentido, es necesario ir delineando un proyecto que<br />

permita inscribir a la Universidad en una estrategia anticapitalista<br />

de cambio. Ése debe ser nuestro camino.<br />

1. Defender la Universidad sin cuestionar el estado actual en<br />

que se encuentra (supuestamente pública y gratuita), es contradictorio<br />

con la ciencia que se produce desde la institución (y que apunta a<br />

legitimar las relaciones de producción imperantes), con la situación<br />

actual de los estudiantes, docentes y no docentes, y con las<br />

necesidades del resto de los trabajadores ocupados y desocupados.<br />

La Universidad debe ser autónoma del gobierno y del poder<br />

económico 2 , en el sentido en que debe participar de las luchas contra<br />

la opresión que este sistema ejerce en todos los órdenes de la vida<br />

nacional. Esto implica, a su vez, la participación de los trabajadores<br />

en la transformación que la comunidad universitaria emprende. La<br />

lucha de los universitarios por la autonomía y por la democratización<br />

de la Universidad es la misma pelea que los trabajadores deben<br />

emprender para terminar con la explotación.<br />

2. La actual autonomía es libertad de acción para las camarillas<br />

profesorales que se perpetúan en el ejercicio del poder. La actual<br />

2 El documento original decía: «La Universidad debe ser autónoma del Estado...», y<br />

contenía una nota al pie respecto de la discusión sobre la relación entre el Estado<br />

capitalista y la Universidad. Finalmente, se consensuó suprimir el concepto de<br />

autonomía universitaria «del Estado» en aras de continuar con la discusión más<br />

adelante, debido a la complejidad de la misma.<br />

121 dialéktica


división en claustros fortalece la concepción corporativa y<br />

jerarquizada de la educación, y deriva en la opresión de un sector<br />

universitario sobre el resto. La eliminación de los claustros y su<br />

reemplazo por mecanismos de democracia directa libera a los<br />

estudiantes de un gobierno que se asienta sobre su exclusión, y a los<br />

profesores de la función natural de dominación que la institución les<br />

atribuye.<br />

3. Esta lucha es también la disputa por un nuevo sujeto<br />

transformador. Las relaciones de dominación en la Universidad, que<br />

se expresan a través de su organización jerárquica, del poder que se<br />

ejerce en las aulas sobre los estudiantes, del velo académico impuesto<br />

a la decisiones políticas y de la lógica corporativa y excluyente, no<br />

pueden ser enfrentadas por un movimiento estudiantil que<br />

reproduzca en su seno relaciones similares, sino por una fuerza<br />

estudiantil que participe, que se construya como sujeto crítico en el<br />

proceso de producción de conocimiento, que comience a organizar la<br />

voluntad colectiva de manera horizontal, que convierta el conflicto<br />

en lucha y que se exprese en múltiples formas, con cuerpos docentes<br />

y no docentes que peleen contra el corporativismo político de la<br />

Universidad.<br />

La puesta en pie de organizaciones que articulen en un todo la<br />

acción política, pero también la investigación teórica, la deliberación<br />

más democrática, la acción decidida y crítica, y la coordinación con<br />

otros sectores en lucha, mientras revolucionan las estructuras y se<br />

transforman a sí mismas, es el primer paso en la construcción de una<br />

estrategia anticapitalista para la Universidad.<br />

La Universidad que queremos<br />

Una Universidad popular, crítica, autónoma y científica, como la que<br />

deseamos, sólo es posible dentro de una sociedad transformada,<br />

nueva. Así es que no hay posibilidad de un cambio de fondo en la<br />

Universidad sin una transformación de raíz del orden social vigente.<br />

Sin embargo, es posible comenzar a construir la posibilidad de esos<br />

cambios, abriendo espacios, brechas, cuestionando, comenzando la<br />

transformación real. Por eso, en el proceso de transformación global,<br />

la Universidad y el movimiento estudiantil tienen mucho que aportar<br />

aquí y ahora, a través de prácticas político-académicas que vinculen<br />

dialéktica 122


ambas instancias, Universidad y sociedad, contribuyendo con ese<br />

doble proceso de transformación que se da manera conjunta.<br />

A la Universidad de la desigualdad, sometida a la lógica del<br />

capital, debemos oponerle una Universidad comprometida con la clase<br />

trabajadora y los sectores populares. El movimiento estudiantil debe<br />

ser parte de un proyecto de cambio social que revierta de cuajo el<br />

actual estado de cosas. Por esta razón, debe pugnar por encontrar su<br />

lugar junto con los sectores sociales oprimidos por este sistema, coproduciendo<br />

conocimiento junto a ellos, aprendiendo de ellos, siendo<br />

parte genuina de sus luchas.<br />

Plantear desde esta perspectiva la «unidad obrero-estudiantil»,<br />

no implica estrechar una ligazón romántica con los trabajadores, sino<br />

que exige que nos reconozcamos como sujetos que sufrimos material,<br />

intelectual y culturalmente la dominación, producto de las relaciones<br />

sociales capitalistas. Teniendo en cuenta que muchos ya somos<br />

trabajadores que estudiamos, y que otros en un futuro lo serán, nos<br />

vizualizamos como explotados que sufrimos materialmente similar<br />

opresión.<br />

Militamos sobre la Universidad para la transformación social,<br />

construyéndonos como hombres y mujeres críticos y productores de<br />

conocimiento, saberes y prácticas transformadoras, poniendo en crisis<br />

el papel de nuestra especificidad como actuales estudiantes y futuros<br />

profesionales, reorientando nuestra formación hacia el trabajo<br />

concreto para la liberación y no para la reproducción de la dominación<br />

en todas sus formas: jurídicas, políticas, discursivas, artísticas,<br />

culturales, etc.<br />

Cuando hablamos de «Universidad popular», hacemos<br />

referencia a la edificación de un modelo académico capaz de construir<br />

un conocimiento que no se contradiga con los intereses y necesidades<br />

de la clase trabajadora, y que problematice la realidad para<br />

modificarla. Hablamos de una educación que rompa con el modelo<br />

tradicional que plantea la relación educativa en tanto dominación<br />

del educador por sobre el educando, a través del control del<br />

conocimiento. Luchamos por una educación que abra perspectivas<br />

de interacción para potenciar las capacidades individuales en pos<br />

del bienestar colectivo.<br />

Decimos Universidad popular cuando no se restringen los<br />

ingresos ni los egresos, cuando no se desvalorizan los títulos de grado,<br />

cuando no se centralizan las sedes académicas a nivel geográfico,<br />

cuando no hay que emigrar para poder estudiar, ni pagar el arancel<br />

123 dialéktica


que implica la emigración. Peleamos por una educación popular al<br />

servicio de la liberación de las clases oprimidas, por una preparación<br />

intelectual que rompa con las falsas contradicciones que se imponen<br />

para solapar la antinomia principal del sistema capitalista.<br />

Buscamos una Universidad en la que la rigurosidad científica<br />

esté al servicio de las necesidades de los hombres. Una Universidad<br />

científica y crítica sólo puede sostenerse rompiendo con cualquier<br />

pretensión de neutralidad de la ciencia, y a través de trabajos<br />

interdisciplinarios, es decir, abordando las relaciones sociales desde<br />

diferentes disciplinas, para acercarse a ellas con mayor rigurosidad<br />

del dato, con mayores posibilidades de observación, análisis y<br />

transformación.<br />

Cuando hablamos de Universidad autónoma, exigimos la<br />

independencia de la institución de la fracción gobernante en instancias<br />

superiores, la posibilidad de definir las políticas de educación sin<br />

ningún tipo de restricción, a través de espacios de discusión<br />

compuestos por los diferentes claustros de la unidad académica, con<br />

representación proporcional, tanto a nivel Universidad como a nivel<br />

facultad.<br />

Los estudiantes que protagonizaron la Reforma Universitaria<br />

de 1918, los jóvenes que atravesaron la «Noche de los bastones largos»<br />

en 1966 e impulsaron el «Cordobazo» en 1969, los estudiantes<br />

desaparecidos durante la última dictadura militar, comprendieron<br />

la necesidad de intervenir políticamente para defender los intereses<br />

del movimiento estudiantil, que no son ni pueden ser otros que los<br />

intereses de las clases oprimidas.<br />

Aquellos estudiantes fueron los primeros en sacrificar lo<br />

individual en pos del trabajo colectivo, de logros colectivos. Los<br />

primeros en el trabajo, en el estudio, en los sacrificios que la<br />

transformación social demandaba. Comprendieron que cada batalla<br />

librada por los trabajadores con sus organizaciones de base en pos de<br />

una transformación social, debe ser una directiva inmediata para la<br />

reflexión, la organización y la acción del movimiento estudiantil en<br />

defensa de los intereses de esa clase, que son también los nuestros.<br />

Tenemos la obligación de retomar su lucha y continuar con la<br />

ardua tarea por ellos comenzada. Para ello nos organizamos,<br />

planteando tareas reales y concretas, tareas de trabajo cotidiano que<br />

no pueden permitir ni el más mínimo desmayo. Tareas orientadas en<br />

dos direcciones, hacia adentro y hacia fuera de la Universidad, para<br />

reestablecer los lazos del movimiento estudiantil, levantando sus<br />

dialéktica 124


eivindicaciones particulares con los trabajadores, hacia una sociedad<br />

transformada en un proyecto conjunto. Aquí yace nuestra necesidad<br />

de transformación, en un accionar conjunto con diferentes sectores<br />

combativos, peleando junto a los trabajadores ocupados y<br />

desocupados, unificando nuestra fuerza transformadora,<br />

cristalizándola en distintos niveles de acuerdos, apuntando a<br />

organizarnos, definitivamente, bajo una misma organización capaz<br />

de instrumentar una política clara en cada frente de participación.<br />

Tenemos la firme convicción de que tamaña empresa no puede<br />

llevarse a cabo sin una adecuada organización política. Es por eso<br />

que nos organizamos y nos damos una identidad a partir de un<br />

proyecto político que oriente y guíe nuestra militancia universitaria.<br />

Pero si no hay ámbito de organización que brinde grados de<br />

organización política a cada militante, toda iniciativa desaparece en<br />

su estado embrionario al no adquirir carácter colectivo. Nace la<br />

frustración como fuerza desmovilizadora.<br />

Por ello, no se pueden perder de vista las particularidades y<br />

las características propias de cada momento y cada lugar, porque<br />

para transformar la realidad hay que conocerla y comprenderla. Y es<br />

imposible conocer y comprender la realidad sin una formación sólida,<br />

herramienta que debe socializarse de manera constante, como única<br />

manera de garantizar la horizontalidad y la democracia. Pero la<br />

formación intelectual no tiene verdadera funcionalidad si no se<br />

interviene de manera concreta y cotidiana en la realidad que queremos<br />

transformar. Por eso, formación, compresión y acción, son tareas que<br />

deben desarrollarse de manera simultánea; son tareas que se<br />

complementan bajo la dinámica de la dialéctica. De lo contrario, se<br />

corre el riesgo de caer en la mera erudición o se cae en un accionar<br />

fragmentado, acrítico y desorientado.<br />

Este nuevo escenario le plantea al movimiento estudiantil un<br />

desafío de magnitud: ser parte activa del conflicto social y constituirse<br />

como un actor destacado en la lucha política nacional.<br />

Esta imperiosa tarea nos obliga a realizar un diagnóstico preciso<br />

y a determinar correctamente quiénes son nuestros aliados en el largo<br />

camino de la transformación social. En este sentido, es imprescindible<br />

aunar lazos y vincularnos con todas aquellas organizaciones o<br />

experiencias de lucha que plantean y construyen la autonomía política<br />

de la clase trabajadora. Como ya dijimos, esta vinculación puede<br />

construirse aquí y ahora, junto con los trabajadores desocupados<br />

organizados en movimientos independientes de las patronales, el<br />

125 dialéktica


Estado y los partidos políticos del régimen; los obreros de las fábricas<br />

ocupadas, las comisiones internas, listas opositoras y seccionales<br />

recuperadas, entre otros.<br />

Éstos son nuestros principales aliados, los sectores en lucha<br />

junto con los cuales el movimiento estudiantil debe encontrar su lugar,<br />

su puesto de combate, que le permita vincularse a ellos e impulsar en<br />

conjunto un proyecto político superador que ofrezca una salida<br />

favorable al campo obrero popular. De lo contrario, abundarán las<br />

penas y nos tapará el olvido.<br />

[falta fecha del documento]<br />

dialéktica 126


Gualeguaychú no tiene quien le escriba<br />

La Verdad incómoda 1<br />

PATRICIO MCCABE<br />

Algo sucede en Gualeguaychú que indudablemente desconcierta,<br />

incomoda, molesta. Diríamos que allí sucede algo anómalo,<br />

desmesurado, que no encaja. Veamos. Estamos frente a un<br />

movimiento de preservación del medio ambiente en un país que casi<br />

no registra antecedentes en la materia. A su vez es también un<br />

movimiento social bien local que sin embargo pone en aprietos a tres<br />

estados y hace zozobrar alianzas regionales con pretensiones globales.<br />

Por último es el movimiento asambleario que más ha perdurado en<br />

el tiempo pero que no es reconocido como tal por casi ninguna<br />

expresión de la izquierda partidaria o autónoma 2 .<br />

Esto último es complejo. A pesar de no tener ninguna visibilidad<br />

entre quienes protagonizan las luchas de estos tiempos agitados,<br />

Gualeguaychú es condición de visibilidad de infinidad de conflictos<br />

ambientales que reconocen en la partitura entrerriana una fuente de<br />

1 Imposible este artículo sin la colaboración de los que vienen acercándose al corte de<br />

Gualeguaychú y comentan. Valga el reconocimiento a Maxi, Paula, Karla, Isolda. y<br />

Hernán.<br />

2 A no ser por Socialismo Libertario, últimamente el PCR, alguna mención del Colectivo<br />

Situaciones o algún escrito de Luis Mattini, Gualeguaychú no tiene quien le escriba.<br />

127 dialéktica<br />

ARTÍCULOS VARIOS


inspiración para sus acciones. Pasar por el piquete de Arroyo Verde 3<br />

es conocer el mapa del conflicto ambiental en la vasta geografía<br />

nacional. Todos pasan por la carpa playera donde los asambleístas<br />

exponen sus razones: Ezeiza, Gonzalez Catán y San Pedro pero<br />

también La Rioja, Catamarca y Tucumán. Allí se compone una suerte<br />

de inteligencia colectiva sobre la situación de los recursos naturales<br />

frente al acecho de la propiedad privada. Sin embargo ninguna lucha<br />

extra ambiental se referencia en ésta. 4<br />

Hay que reconocer que desde hace unos años Argentina resulta<br />

un laboratorio a cielo abierto para quien esté interesado en<br />

comprender algunas formas novedosas que asume la lucha entre<br />

capital y trabajo. Y en este último tiempo los recursos naturales se<br />

han agregado a la agenda de esta lucha. La discusión pasa no sólo<br />

por si los recursos que ofrece el medio ambiente son apropiados por<br />

el común o por particulares sino también por el tipo de relación que<br />

la humanidad establece con la naturaleza. Gualeguaychú se instala<br />

con fuerza en este escenario donde hasta ahora no se habían<br />

manifestado en forma masiva los de abajo. 5 Esta causa no tiene<br />

correlatos parecidos en otras partes del planeta salvo quizás en el<br />

movimiento que en la India intenta detener la construcción de una<br />

presa sobre el río Narmada. En ambos casos el uso que se hacia de<br />

los recursos naturales vino a quedar perturbado por una iniciativa<br />

del Banco Mundial que en el caso argentino-uruguayo financió<br />

durante 20 años las plantaciones de eucaliptos cuya consecuencia es<br />

la instalación de pasteras y en el caso de la India, es la instalación de<br />

una presa que orienta la energía del río hacia cultivos agroindustriales<br />

privados dejando sin agua a la parte más pobre de la población.<br />

3 Arroyo Verde es el lugar donde están instalados los asambleístas que garantizan el<br />

corte de la ruta.<br />

4Parece estarse cumpliendo en este caso algunas de las advertencias sobre el carácter<br />

incomunicable de las luchas que hacen Negri y Hardt quienes comentan que «Una de<br />

las paradojas políticas esenciales y más apremiantes de nuestra época: En nuestra tan<br />

celebrada era de las comunicaciones, las luchas han llegado a ser casi incomunicables» en<br />

Imperio, Negri-Hardt, Buenos Aires, Paidós, 2002, p. 65.<br />

5 Salvo el estimulante ejemplo de Esquel no se registran movimientos masivos en el<br />

tema ambiental. Si consideramos como parte del mismo asunto la batalla que los<br />

bolivianos entablan por la soberanía de sus recursos naturales podemos tender un<br />

insospechado hilo que une Cochabamba y Entre Ríos. Sin embargo así como los<br />

entrerrianos no se reconocen como parte de los movimientos latinoamericanos que<br />

intentan ejercer soberanía sobre los recursos naturales tampoco bolivianos o venezolanos<br />

ven en Entre Ríos una lucha similar a la propia<br />

dialéktica 128


A su vez la orilla del río Uruguay se presenta como un<br />

estratégico lugar para observar la fragilidad de los Estados Nación<br />

en estos tiempos de Imperio. A contrapelo de una época donde los<br />

gobiernos de la región intentan recuperar algunas palancas estatales<br />

cedidas al mercado, un movimiento local y una expresión no menor<br />

del capital concentrado se empeñan en mostrar que ser presidente<br />

hoy puede ser una figura de la impotencia. De un lado del Uruguay<br />

un gobierno que no puede disciplinar un movimiento que ha instituido<br />

como permanente el bloqueo de un paso fronterizo al punto de<br />

rediseñar los límites nacionales. En la otra orilla, un gobierno que se<br />

subordina con enormes costos políticos al poder de una empresa que<br />

aparece disponiendo como le place de los espacios nacionales con<br />

enorme desprecio por cualquier instancia de decisión que no sea la<br />

de la Bolsa de Valores. El gobierno brasileño, siendo el más fuerte de<br />

la región, se muestra con una prescindencia que raya en la impotencia<br />

frente al conflicto más importante y prolongado dentro del Mercosur.<br />

Aun Venezuela que suele intervenir donde haya una oportunidad de<br />

afianzar sus intereses declinó el pedido de mediación que le hicieron<br />

los asambleístas alegando que «era un asunto bilateral.» En suma el<br />

desconcierto reina y los jugadores no encuentran su rol en este juego.<br />

Por abajo, nadie parece poder capitalizar lo que sucede, ni siquiera la<br />

izquierda acierta a encontrar un parentesco entre las luchas en las<br />

que participa y la que se desarrolla en el Litoral. Parece ser que la<br />

máquina clasificatoria de los partidos encuentra un escollo insalvable<br />

en la heterogénea composición del movimiento gualeguaychense. ¿Y<br />

donde está la clase obrera? se preguntan y lo cierto es que la clase<br />

obrera está construyendo la planta de Botnia y para peor entre los<br />

asambleístas abundan los sectores medios e incluso no falta algún<br />

empresario sojero. Prefieren moverse entonces en los conflictos<br />

sindicales que no revisten mayor complejidad y tienen certificado de<br />

origen proletario puro. Hay algo más que descoloca y es el número<br />

de personas que moviliza el rechazo a la pastera. Si damos por cierto<br />

que la última reunió 130 mil personas significa que no hay en este<br />

momento ningún grupo o aparato estatal con esta capacidad de<br />

convocatoria. Ni siquiera la marcha ritual del 24 de marzo.<br />

Por arriba y por abajo, Gualeguaychú incomoda e invita a<br />

pensar. Algo similar ya había ocurrido con el movimiento en torno a<br />

los piquetes ya que desde los saberes disponibles no había explicación<br />

alguna para la emergencia del corte de ruta como dispositivo de<br />

producción de una subjetividad antagónica. Se piensa lo que no se<br />

129 dialéktica<br />

ARTÍCULOS VARIOS


sabe y ciertamente a esto invita Gualeguaychú dado que lo que allí<br />

ocurre hace agujero en los saberes existentes. Gualeguaychú se<br />

presenta entonces como una verdad incómoda.<br />

Las líneas que siguen intentan dar cuenta de algunas de las<br />

características que tiene este fenómeno. Buena parte de esta<br />

elaboración es resultado de innumerables visitas al corte a lo largo<br />

de estos dos años y de los informes que distintos compañeros han<br />

hecho de las mismas. Como también de los asambleístas que contra<br />

viento y marea y en cualquier circunstancia disponen de un mate y<br />

una sonrisa para quienes nos acercamos por sus pagos, llenos de<br />

dudas.<br />

Una nueva cultura política<br />

Precisamente en estas interminables rondas de mate, un asambleísta<br />

se preguntaba asombrado porqué tanta gente se acerca a<br />

Gualeguaychú a traer su solidaridad o simplemente a curiosear. Para<br />

algunos de quienes estábamos allí era evidente la filiación de este<br />

movimiento con los nuevos modos que la política adopta luego de<br />

las jornadas de diciembre del 2001. Claro que esto sólo aparece claro<br />

para unos pocos, muy pocos. De hecho los propios entrerrianos tienen<br />

un recuerdo del 2001 similar a una pesadilla, es la época de los saqueos<br />

en Concordia y de un caos generalizado que no parece haber dejado<br />

nada positivo 6 A su vez buena parte del movimiento asambleario<br />

forjado en aquellos días tampoco reconoce en Gualeguaychú ni<br />

siquiera un aire de familia con su propia lucha.<br />

Por lo tanto lo que creíamos era evidente no lo era en lo más<br />

mínimo y la inquietud del asambleísta era legítima. La tarea entonces<br />

se presenta difícil, indagar en las propias características de la<br />

militancia pos 19/20 y tratar de encontrar en la constelación de<br />

experiencias que se agrupan bajo ese signo lo que estas puedan tener<br />

en común con la acción que se desarrolla en la ciudad del Carnaval.<br />

Contando con cierta complicidad del lector podemos afirmar<br />

que hay algunos cambios en los modos de hacer política que se han<br />

hecho masivos a partir del 2001. El recurso a la acción directa como<br />

modo de materializar reivindicaciones, la asamblea como forma de<br />

6 La misma percepción se encuentra en la casi totalidad del país a excepción de Capital<br />

y Gran Buenos Aires.<br />

dialéktica 130


deliberación, la desconfianza hacia cualquier forma de delegación y<br />

cierta confianza en la iniciativa propia no eran características que no<br />

estuviesen presentes en la década del 90. Pero de ningún modo se<br />

puede decir que tuviesen el grado de hegemonía que hoy ostentan en<br />

las luchas argentinas. Son características que se cocinaron en pequeños<br />

laboratorios y que hoy constituyen embriones de una nueva cultura<br />

política. Obviamente este proceso está en ciernes y convive con<br />

elementos aún mayoritarios de los viejos modos de transitar la política.<br />

Nos parece intuir que en Gualeguaychú hay signos ostensibles de<br />

esta nueva cultura política y que además hay un pequeño plus nada<br />

desdeñable: lo prolongado que viene siendo el conflicto constituye<br />

una ventaja a la hora de identificar tendencias que no son fáciles de<br />

detectar en otras experiencias pos 19-20 que tuvieron un carácter más<br />

efímero e inestable.<br />

Ciertamente quien quiera hacer un punteo sobre los cambios<br />

que viene experimentando la escena política argentina tendrá que<br />

tomar nota de la existencia de un profundo rechazo a la política tal<br />

cual la conocimos hasta hace poco. Por arriba y por abajo, la política<br />

organizada en torno a partidos, sindicatos y estados viene siendo<br />

vapuleada sin misericordia. El capital tiende a hacer política a través<br />

de los medios masivos de comunicación y ahora busca servirse de<br />

actores, empresarios o deportistas para transmitir sus valores. El<br />

trabajo desconfía del sistema representativo y apela a la acción directa<br />

cada vez que debe resolver un problema, esta cultura de la<br />

inmediación que constituye un rasgo cada vez más acentuado<br />

reconfigura en cierto modo la forma de hacer política que se traía del<br />

período anterior. Sin embargo, la comunicación parece ser el terreno<br />

donde la explotación encuentra un ancho campo de desarrollo y donde<br />

hasta ahora las estrategias de resistencia se presentan en formas de<br />

minoría activa. La televisión es el dispositivo configurador de la<br />

subjetividad de mayor alcance y no solo avanzó sobre la política<br />

tradicional sino que también ha expropiado funciones clásicas de la<br />

escuela. Lo cierto es que la política tal cual la conocíamos está vaciada<br />

de eficacia, y sobre sus restos se ensayan diversas alternativas , en lo<br />

que sigue vamos a considerar una de las que se están gestando en el<br />

campo emancipatorio.<br />

Este es un momento de fuerte experimentación, probablemente<br />

se esté dibujando en esta época el tablero donde se jugará en las<br />

próximas temporadas. Esta claro que si miramos este momento con<br />

los ojos de la política representativa no pasa prácticamente nada, no<br />

131 dialéktica<br />

ARTÍCULOS VARIOS


hay acumulación de fuerza en ningún partido y las alternativas<br />

asamblearias y piqueteras parecen en estado vegetativo. Sin embargo,<br />

cada vez es más evidente que las prácticas que caracterizaron las<br />

jornadas de diciembre del 2001 se han hecho difusas en el cuerpo<br />

social. No se detienen en ningún lado pero aparecen todas de golpe<br />

en un paro de maestros o en la Estación Constitución. Redibujan un<br />

mapa nuevo sobre el territorio ya trazado por la política tradicional.<br />

República de Botnia a orillas de Arroyo Verde<br />

Este rediseño de las formas de habitar el conflicto nos obliga a dirigir<br />

la mirada a Gualeguaychu. Y si hablamos de rehacer el mapa tenemos<br />

que reconocer que en esto se han mostrado duchos los entrerrianos.<br />

No es cualquier terreno el que se extiende en una frontera, en general<br />

un conflicto que se desarrolla allí tiende rápidamente a subsumirse<br />

en la dicotomía adentro-afuera que nos propone la lógica de los<br />

patriotas. Sin embargo ser patriota es difícil en un momento en que<br />

la nación parece un concepto amenazado y las fronteras nacionales<br />

se muestran imprecisas en sus competencias.<br />

En estos tiempos en que el capital se mundializa, las antiguas<br />

jurisdicciones tienden a hacerse confusas y los gobiernos nacionales<br />

se ven obligados a tomar algunas decisiones. Si otrora las fronteras<br />

de los países eran un estorbo para la lucha de los proletarios ahora<br />

también lo son para la expansión del capital. Si bien es cierto que<br />

todavía se les saca jugo para regular el movimiento del trabajo lo<br />

cierto es que muchas veces las demarcaciones nacionales también<br />

entorpecen los movimientos del capital. Los gobiernos nacionales son,<br />

en cierto modo, dependientes de los cambiantes humores de la<br />

población que dado el vínculo electoral se ven obligados a atender<br />

algunas demandas de los trabajadores. En cambio, despojados de<br />

cualquier control electoral los organismos colegiados del capital global<br />

diseñan negocios en aparente desconexión con ninguna otra necesidad<br />

que no sea la propia.<br />

Frente a esta situación, decíamos, los gobiernos nacionales se<br />

posicionan de distintas maneras. Algunos no ponen límite alguno a<br />

las pretensiones del capital y, a riesgo de perder adhesión en la<br />

población, le allanan a este el camino. Es el caso del actual gobierno<br />

uruguayo que pretende poner el territorio uruguayo a disposición<br />

del enclave forestal papelero. Distinta es la actitud del gobierno<br />

dialéktica 132


argentino que trata de ejercer algún control estatal sobre las<br />

pretensiones del capital mundializado al menos en el negocio forestal<br />

(sabemos que es distinta su actitud frente a la soja y la minería). Con<br />

este molde encaran la resolución del conflicto poniendo el gobierno<br />

uruguayo el acento en la libre circulación de mercancías y postulando<br />

como tribunal de la disputa a una entidad comercial como es el<br />

MERCOSUR. Argentina, en cambio, recurre a los estrados<br />

internacionales y conciben el problema como un problema jurídico /<br />

político.<br />

Distintos son también los vínculos que tienen estos gobiernos<br />

con sus respectivos pueblos. En Uruguay no pasó el vendaval del<br />

2001 y los trabajadores creen en sus gobernantes, en cambio, en<br />

Argentina el lazo representativo con los gobernantes está debilitado<br />

en un clima donde cunde la acción directa. Frente a las distintas<br />

posiciones que asumen los gobiernos frente a las demandas del capital,<br />

los asambleístas de Gualeguaychú descreen de este posibilismo e<br />

inventan su propio juego. Por lo pronto crean su propio territorio<br />

mediante la interrupción de la circulación de las mercancías de un<br />

espacio nacional a otro. No hay un tiempo de la producción sino un<br />

tiempo de la interrupción de la producción, se interrumpe la maquina<br />

social y se establecen lazos políticos. Mediante esta actitud, se instaura<br />

la diferencia en la repetición y se abre un nuevo campo de<br />

posibilidades. Claro que no todos los que sostienen el corte creen lo<br />

mismo, muchos otros sostienen que todo se resuelve si el gobierno<br />

nacional hace valer la soberanía sobre el río Uruguay y entienden lo<br />

que sucede en los términos que propone el patriotismo. 7 Estos<br />

conciben al nuevo diseño fronterizo como la posibilidad de un nuevo<br />

discurso nacional de defensa de la soberanía y a la frontera como un<br />

modo del aislamiento.<br />

De todas maneras no escapa a nadie (y menos que nadie al<br />

gobierno) que de algún modo la frontera se corrió, o se reterritorializó.<br />

Se constituyo un nuevo espacio y la nueva relación que este dispone<br />

pone en cuestión el trazado del capital sobre el territorio. A su manera,<br />

Botnia también traza una nueva frontera y ordena los flujos<br />

productivos de la zona con la ingente ayuda del gobierno al punto de<br />

7 El hecho de que hayan sido personas de nacionalidad uruguaya las que primero<br />

advirtieron a los entrerrianos sobre la posible instalación de las pasteras ayudó a que<br />

muchos argentinos perciban que era mas un asunto de gobiernos que de banderas. La<br />

prepotencia siempre mayor de los automovilistas argentinos también fue una gran<br />

vacuna contra el nacionalismo.<br />

133 dialéktica<br />

ARTÍCULOS VARIOS


modificar en forma severa el entorno. Resulta toda una experiencia<br />

acercarse acercarse a Botnia desde el lado uruguayo. 8 .<br />

El control del territorio parece ser una variable de la nueva<br />

cultura política que se viene perfilando. Pero el territorio no es sólo<br />

(ni siempre) un territorio geográfico sino también un ejercicio de<br />

soberanía con sus propios modos de enlazar lo social y lo político.<br />

Para ser más claros, lo que sucede en Arroyo Verde es el intento de<br />

evitar que la soberanía se separe de su origen cuando se trata de<br />

«disponer» de los recursos naturales. No delegar la toma de decisiones<br />

en los cuerpos representativos del estado ni en ninguna instancia ajena<br />

a la propia organización de la comunidad.<br />

Fronteras difusas entre lo político y lo social<br />

Así como los vecinos de Gualeguaychú intentan disociar los recursos<br />

naturales del control estatal ejerciendo una soberanía sobre estos sin<br />

mediaciones también articulan lo social y lo político de una manera<br />

distinta a como lo venían haciendo las organizaciones tradicionales.<br />

El estado trata de monopolizar las decisiones políticas y los<br />

asambleístas tratan de ampliar el radio de su acción política a áreas<br />

que antes le estaban reservadas a los funcionarios. Nos referimos a<br />

temas no menores como la relación con otros estados y el control del<br />

territorio. Si bien, en un inicio, las demandas eran dirigidas al gobierno<br />

y se trataba de llamar su atención para que resolviera los problemas,<br />

ahora parece ser mayoritaria la tendencia a hacer por si mismos y<br />

ensanchar todo lo que se pueda el radio de acción de su autonomía.<br />

8 Una breve anécdota puede ilustrarlo. En la terminal de Fray Bentos nos informan<br />

temerosos que es imposible llegar a Argentina por el puente dado que no permiten el<br />

paso. Una vez que se vence este obstáculo y se emprende la marcha, durante 2 horas<br />

uno se interna en un mundo insospechado. A la hora de caminata, se empieza a ver el<br />

predio de Botnia delimitado por un alambrado y este será el único paisaje durante la<br />

hora que nos resta para llegar al límite fronterizo. Nuestro paseo será rigurosamente<br />

vigilado por un guardia provisto de largavistas que sólo terminara de avistarnos cuando<br />

entremos en el predio que comparten las fuerzas de seguridad de ambos países. Allí un<br />

prefecto temeroso me cuenta los motivos de su inquietud: unos turistas pidieron permiso<br />

para ir al free shop y para sacar unas fotos. El tema es que acababan de llamar Botnia<br />

para avisar que había gente desconocida en el puente. De alguna manera, el puesto<br />

binacional de Gendarmería oficia como una garita de seguridad privada que custodia<br />

el predio de Botnia. Más gràfico suele ser el policía que convive con los asambleístas<br />

cuando afirma que Botnia es «un estado dentro de un estado».<br />

dialéktica 134


Se podría decir que los entrerrianos en lo atinente a su medio ambiente<br />

«no dejan al presidente que gobierne» 9<br />

Ni dejan que el gobierno los gobierne ni pretenden gobernar a<br />

quienes se acercan. Mucha de la gente que se acerca al corte trayendo<br />

su solidaridad y expresando su admiración se vuelve con un consejo<br />

que palabras más o menos dice así: «bueno ahora UD que ya sabe<br />

también tiene que informar de esto en su barrio, municipio o provincia,<br />

porque seguramente UD. en su barrio, municipio o provincia también<br />

están afectados, UD también tiene que organizarse con sus vecinos»<br />

Se trataría así de buscar en la situación particular que me toca el<br />

vínculo con situaciones mas generales 10 El cuidado del medio<br />

ambiente y el control de los recursos naturales atraviesan cada acción<br />

contra las empresas contaminantes y pone en el tapete el tipo de<br />

relación que se va a establecer con la naturaleza.<br />

La experiencia de Gualeguaychú construye estos vínculos<br />

comunes a la vez que desconfía de las promesas del gobierno que<br />

busca reducir la cuestión política a sus aspectos judiciales y hacia las<br />

corporaciones privadas de la comunicación que buscan preservar los<br />

intereses del mercado. En el conflicto de las pasteras resulta evidente<br />

el capital entiende lo político en términos judiciales y lo social en<br />

9 Se contaba en las rondas de mate que cuando se realizo el primer corte, el año pasado<br />

un alemán estaba empecinado en cruzar el puente, discutía con los asambleístas, y<br />

finalmente, con su rostro enrojecido, y en un español medio de Berlín, les decía «Ustedes<br />

no gobiernan, ustedes tienen presidente, dejar al presidente que gobierna, ustedes no estar acá».<br />

Esta anécdota y otras tantas forma parte de un informe que da cuenta de unos días en<br />

el corte que se puede obtener a través de troposo@gmail.com<br />

10 Este es de alguna manera el camino que hicieron cuando la resolución de un obstáculo<br />

específico-particular (la contaminación del río cercano) los llevó a buscar todas las<br />

conexiones posibles con las distintas situaciones que componían el cuadro. Algunas de<br />

las situaciones con las que tuvieron que lidiar constituyen un complejo cuadro con el<br />

que no estaban familiarizados. Esto les permitió descubrir una compleja trama de<br />

intereses que une al Banco Mundial con el Estado de Finlandia e inversores argentinos<br />

y uruguayos. Y sobre estos temas más los vinculados al medio ambiente y la situación<br />

política se interiorizaron en detalle. Para lograr hacerse un cuadro mínimo de la situación<br />

en la que estaban involucrados no contaron con ninguna ayuda que no fuese su propio<br />

impulso a la autoformación. Nada en su propio entorno les permitía entender las<br />

dimensiones del conflicto que enfrentarían. El recurso a las redes de activistas, a la<br />

academia, a cuanto se mencionara sobre el tema en internet fue constante. Basta<br />

acercarse a Arroyo Verde para compartir desayuno junto a un geólogo que trabaja en<br />

Mendoza y escuchar sobre las minas que allí se instalaron, o asistir a la charla del guarda<br />

fauna sobre las diferentes especies del lugar. Esfuerzo este que es por demás necesario<br />

si consideramos que la casi totalidad de los medios de alcance nacional afirman que la<br />

pastera no es contaminante, que ellos no tienen derecho a impedir su funcionamiento y<br />

que deben confiar en el gobierno.<br />

135 dialéktica<br />

ARTÍCULOS VARIOS


términos de mercado. No es fácil desembarazarse de estas tenazas<br />

pero algo de esto sucede cuando sólo se confía en la movilización de<br />

las propias fuerzas y se toman las decisiones en forma colectiva. Se<br />

busca un tipo de acción pública que no se confunde con el estado,<br />

algunos autores hablan de la emergencia de lo común como una<br />

alternativa que deja en el mismo plano lo público (estatal) y lo privado<br />

(empresarial) hablan de un « interés común (que) es un interés general<br />

no reducido a la abstracción por el control del estado» 11<br />

Algo de este «interés común» parece respirar en la manera en<br />

que se «confunde» lo social y lo político en las acciones contra Botnia.<br />

Especialmente cuando se evita cuidadosamente separar la soberanía<br />

política en la toma de las decisiones de la fuente de la que emanan, y<br />

aquí nos referimos a que la soberanía sobre las decisiones recae<br />

exclusivamente en la deliberación asamblearia. Transitar este camino<br />

lleva a los asambleístas a enfrentar a los políticos que por izquierda o<br />

derecha intentan formatear el reclamo en los moldes de la democracia<br />

representativa. 12 El movimiento de Gualeguaychú opera corriendo<br />

permanentemente las fronteras entre lo privado y lo público de<br />

manera tal que cada vez mas cuestiones que según la lógica imperante<br />

debieran dirimirse en el mercado entre privados ahora son llevadas<br />

al espacio público para que este se pronuncie. La radicación de una<br />

empresa que siempre fue un tema que manejaron quienes gestionan<br />

el estado sin mayores consultas populares ahora es una suerte de<br />

causa regional donde ningún ciudadano que se precie se priva de<br />

opinar. La lógica desprivatizadora que opera en este conflicto es la<br />

misma que lleva a los trabajadores a considerar que su salario no es<br />

un asunto entre particulares sino uno que incumbe a toda la<br />

comunidad. La huelga o el piquete logran concentrar la atención<br />

pública sobre un conflicto que se pretendía resolver entre privados,<br />

una vez instalados en la esfera pública se enfrentarán con la burocracia<br />

estatal que pretende monopolizar las decisiones. Estos son los<br />

movimientos del común para imponer sus reivindicaciones. Parece<br />

que un movimiento político se ha conformado en el conflicto de las<br />

pasteras y lo es en la medida en que «viene a confundir la distribución<br />

11 Negri-Hardt en Multitud, Buenos Aires, Debate, 2004. Pág.243<br />

12 Tuve ocasión de participar en un encuentro entre diputados del Frente Amplio<br />

uruguayo y asambleístas donde los primeros pedían confianza hacia los gobernantes<br />

ante la mirada atónita de los asambleístas que recomendaban al diputado que recurra<br />

a la asamblea vecinal de su barrio. Un choque entre paradigmas solo posible luego de<br />

Diciembre del 2001.<br />

dialéktica 136


dada de lo individual y lo colectivo, al igual que la frontera admitida<br />

de lo político y lo social». 13<br />

Y el pueblo: ¿Dónde está?<br />

Si hasta ahora pudimos anotar un par de características significativas<br />

de lo que este movimiento aporta a la emergencia de una nueva<br />

cultura política, tenemos que decir que todavía no mencionamos la<br />

menos explorada de las novedades que nos traen los entrerrianos. Y<br />

nos referimos al tipo de movimiento que constituyen. Claramente no<br />

es la clase obrera en tanto tal la que se da cita en este conflicto y basta<br />

esta percepción para que las diversas formaciones de izquierda (con<br />

las excepciones ya destacadas) no lo consideren en sus análisis. Y si<br />

bien podría emparentarse al nivel de su extracción social con las<br />

asambleas vecinales no son exactamente las mismas reivindicaciones<br />

las que los reúnen.<br />

Movimientos como los de Esquel, Gualeguaychu, Famatima o<br />

San Juan constituyen la tercera generación (o la cuarta si consideramos<br />

las empresas recuperadas) de movimientos sociales que emergieron<br />

o cobraron fuerza luego de las crisis del 2001. En este caso el motivo<br />

de su encuentro es la preocupación por las cuestiones ambientales<br />

que nunca conocieron en este país un desarrollo tan amplio. Puede<br />

emparentarse o no este movimiento con aquel de envergadura<br />

latinoamericana que disputa el control del agua, el gas o el petróleo a<br />

la voracidad constitutiva del capital. Pero en este momento es en<br />

torno a los recursos naturales que se recrea la lucha de clases. La<br />

última declaración zapatista es emblemática en este sentido.<br />

Justamente desde la aparición del zapatismo a la fecha asistimos<br />

a la emergencia de movimientos sociales que intentan autogobernar<br />

áreas cada vez más crecientes de la vida social. En general, le dan<br />

potencia política a sus reivindicaciones sociales esquivando en la<br />

medida de lo posible la injerencia estatal. Si en los 40 y 50 los<br />

movimientos sindicales y políticos buscaban ampliar la ciudadanía a<br />

cuestiones sociales y encontraban gobiernos populistas dispuestos a<br />

este pacto, hoy la cosa parece transitar por otros carriles. Ya no parece<br />

haber un pueblo dispuesto a dejarse representar en un estado.<br />

13 O al menos esta es la definición de movimiento polìtico que da Jacques Ranciere en<br />

El odio a la democracia, Buenos Aries, Amorrortu, 2003.<br />

137 dialéktica<br />

ARTÍCULOS VARIOS


Justamente esa renuencia a representarse constituye también una<br />

dificultad a la hora de comunicarse horizontalmente entre<br />

movimientos. El carácter incomunicable de las luchas obedece en gran<br />

medida al rechazo a la vieja manera de encuentro que fueron las<br />

internacionales obreras que comenzaron a organizarse en base a un<br />

partido principal y terminaron haciéndolo en torno a un estado. Queda<br />

pendiente una nueva invención que recupere la comunicación<br />

secuestrada por el capital en su rostro estatal o mercantil.<br />

dialéktica 138


Alain Badiou o el platonismo materialista<br />

A propósito de De un desastre oscuro (Sobre el fin de las<br />

verdades de estado)<br />

VÍCTOR HUGO MILITELLO<br />

Entre el Sujeto y la Estructura, el Acontecimiento<br />

Alain Badiou fue discípulo de J.-P. Sartre y L. Althusser. Conoció en<br />

la década del ’60 los acalorados debates que se suscitaron en torno a<br />

las dos grandes corrientes de pensamiento representadas por estos<br />

autores: la fenomenología y el estructuralismo, respectivamente. El<br />

eje de este debate, que marcará la trayectoria intelectual de Badiou,<br />

era «la cuestión del sujeto». Confrontaban dos perspectivas: una, la<br />

de Sartre, que plantea la existencia de un sujeto constituyente de la<br />

praxis, impregnada de fuertes resabios cartesianos; la otra, la de<br />

Althusser, que plantea un sujeto siempre constituido por la estructura<br />

y que carece de autonomía frente a ella, el sujeto como «efecto de la<br />

estructura». Badiou no se identifica con ninguna de las dos y comienza<br />

a recorrer un camino propio hacia una teoría en la cual la problemática<br />

se atraviesa en diagonal: el sujeto no será ni una «causa», como en<br />

Sartre, ni un «efecto», como en Althusser, sino una consecuencia de<br />

eso que desborda a toda estructura y que Badiou llama<br />

«Acontecimiento». «Fidelidad al acontecimiento» será el enunciado<br />

canónico de Badiou en materia de teoría del sujeto.<br />

Pese a todo, Badiou permanece fiel a Sartre en numerosos<br />

puntos, desplazando los problemas a un nuevo terreno, y la influencia<br />

del autor de Crítica de la razón dialéctica en su obra es más fuerte de lo<br />

139 dialéktica<br />

ARTÍCULOS VARIOS


que la crítica contemporánea suele destacar. Sólo por mencionar un<br />

aporte: la distinción sartreana entre «Relación en interioridad/<br />

Relación en exterioridad» –sobre la cual Sartre organiza parte de su<br />

fenomenología de los grupos sociales– es sospechosamente parecida<br />

a la distinción que Badiou (junto a Sylvain Lazarus, su compañero de<br />

ruta lamentablemente desconocido entre nosotros) hace entre «Política<br />

en interioridad/ Política en exterioridad», y no se trata sólo de una<br />

semejanza terminológica.<br />

Entre el Maoísmo y el Mayo, el Vacío<br />

Hacia mediados de los ’60, Badiou milita en el maoísmo francés, se<br />

muestra muy impresionado por la Revolución Cultural China, por<br />

sus axiomas más que por sus resultados: devolverle el Partido y la<br />

vida política activa a las masas. El encuentro con Mayo del 68, Badiou<br />

no deja de repetirlo, fue otro hito fundamental: cree estar frente al<br />

decreto histórico de que una forma de hacer-pensar la política ha<br />

llegado a su fin: la política como representación de los intereses<br />

objetivos de la clase trabajadora encarnada en el Partido. Comienza<br />

entonces a separarse de la secuencia que años más tarde S. Lazarus<br />

caracterizará como la de Marx-Lenin-Mao.<br />

Entrados los años 80 culminará su deriva propia con la<br />

publicación de El ser y el acontecimiento, del año 1988, obra en la cual<br />

despliega una ontología de base matemática y formaliza una teoría<br />

de la verdad y el sujeto con vistas a una renovación del pensamiento<br />

filosófico. Podemos caracterizarla como un materialismo del vacío,<br />

posición absolutamente original en la historia de la filosofía que ha<br />

rechazado con furia ambas cosas, esto es, el materialismo y el vacío.<br />

El vacío será el nombre propio del ser, el «punto de inconsistencia y<br />

debilidad» de toda «situación», la orilla a partir de la cual puede<br />

advenir algo radicalmente nuevo, venir a la existencia lo que no era,<br />

y pensar la aparición de un sujeto autónomo de las determinaciones<br />

sociales y estatales. Los hombres ya no son prisioneros absolutos de<br />

su tiempo, pueden crear otro.<br />

Es característico de Badiou replantearse la relación entre<br />

filosofía y política: la filosofía está bajo «condición» de la política. La<br />

filosofía no produce verdades propias sino que recepciona y compone<br />

las verdades que una época produce en ciertos ámbitos privilegiados<br />

que Badiou llama «los cuatro procedimientos genéricos de verdad»:<br />

dialéktica 140


la ciencia, el arte, el amor y la política. A partir de las verdades<br />

generadas mediante estos procedimientos (amor, ciencia, política y<br />

arte), la filosofía tiene como tarea determinar el carácter de un<br />

«Tiempo histórico». Y es que la filosofía piensa los acontecimientos,<br />

piensa a partir de ellos, piensa por ellos.<br />

Simplificando al extremo, diremos que la «cosa» del pensar<br />

filosófico es la verdad, o el bien, y no directamente el mal o el<br />

simulacro. El bien es el origen del pensar. Badiou es exasperadamente<br />

fiel a este enunciado platónico. No es para reírse: si la «cosa» del<br />

pensar fuera el mal, ya no podríamos salir de la fascinada delectación<br />

de sus efectos; como le ocurre a la «filosofía de Auschwitz», capaz de<br />

declarar, a la vez, que el Exterminio es la «cosa» del pensar y que, sin<br />

embargo, es un «horror impensable». Pensamos lo que amamos,<br />

afirma Badiou, y lo que amamos nos llama y nos convoca; pensamos<br />

y hacemos aquí y ahora la justicia, le damos un cuerpo y un presente,<br />

o bien quedamos prisioneros de las fantasmagorías del pasado y las<br />

utopías imaginarias del futuro, esto es, sin un presente. Cabe decir<br />

aquí que Alain Badiou milita actualmente en el colectivo La<br />

Organización Política, en relación a la lucha por los derechos de los<br />

trabajadores inmigrantes.<br />

Entre Amorrortu y L’Aube, un desastre oscuro<br />

Todo este rodeo es para dar cuenta de una dimensión fundamental<br />

del pensamiento de Badiou sin la cual no se comprenden muchas<br />

declaraciones suyas y algunos aspectos del libro que vamos a<br />

comentar. Se trata de De un desastre oscuro (Sobre el fin de las verdades<br />

de estado), libro publicado originalmente en 1991 por Edition de<br />

L’Aube, y no, como figura en la edición castellana de Amorrortu, en<br />

1998. Y esta cuestión de fechas es importante pues se trata de un<br />

texto escrito al calor del colapso de los países llamados «socialistas».<br />

El texto, bastante breve, traducido por Irene Agoff, se organiza<br />

a partir de la distinción fundamental entre práctica política y estado,<br />

oposición que atraviesa todo el libro y que sirve de base para la<br />

interpretación de los estados socialistas tanto como los de las<br />

democracias capitalistas actuales. Consta de tres capítulos. En el<br />

primero, titulado «La muerte del comunismo», se enfrenta a una<br />

torsión extraordinaria: pensar la muerte –del comunismo en este caso–<br />

tras haber declarado que ella no es la cosa del pensar filosófico. Badiou<br />

141 dialéktica<br />

ARTÍCULOS VARIOS


no deja de citar aquella célebre frase de Spinoza: «el hombre libre en<br />

nada piensa menos que en la muerte». Y esto porque la muerte no es<br />

un acontecimiento para Badiou, pues ninguna «experiencia de<br />

Verdad» se sigue de ella, y lo que acontece en el acontecimiento es,<br />

justamente, la verdad. (Veremos más adelante como se las ingenia<br />

para romper el cerco.)<br />

Todo este primer capítulo está atravesado por un tono<br />

melancólico y furioso a la vez. Badiou se siente partido en dos o en<br />

tres. Dividido entre festejar el derrumbe de esos monstruos<br />

burocráticos y criminales que fueron los estados socialistas, el lamento<br />

de que no haya ocurrido debido a la activación de una política de<br />

masas, y el rechazo al triunfalismo burgués que anuncia<br />

soberbiamente el fin eterno de toda política de emancipación tras<br />

declararla criminal desde su mismo deseo. No obstante, Badiou nos<br />

propone una interpretación: la muerte estatal del comunismo es «una<br />

muerte segunda», que se deriva necesariamente de una «muerte<br />

primera», que no es otra que la desaparición del comunismo como<br />

política activa al interior de las masas. (Es importante destacar que,<br />

si bien «decreta» la muerte del marxismo-leninismo-maoísmo en tanto<br />

modos históricos de la política emancipatoria, no hace un balance<br />

nihilista. No fue todo un error, ni un desastre continuo, ni mera<br />

barbarie. Jamás se plegó a quienes criminalizan a las revoluciones<br />

desde la oposición totalitarismo/democracia.)<br />

El Estado absorbió primero y destruyó después toda iniciativa<br />

autónoma, procedió a una estatización contrarrevolucionaria de la<br />

política. «Si no hay acontecimiento –Badiou se refiere aquí al<br />

hundimiento estatal– es porque se trata de la historia de los estados y<br />

en modo alguno de la historia de la política» (p. 27). La distinción<br />

entre estado y política es constante en el texto, distinción que no<br />

justifica nunca y que resulta incomprensible para quien no conozca<br />

su obra previa, simplemente despliega su pesado aparato categorial<br />

sin dar demasiadas explicaciones. Habrá que esperar al tercer capítulo<br />

para obtener una respuesta, muy sesgada, a la pregunta ¿por qué el<br />

estado no es un sujeto de la verdad? Y mantendrá el suspenso hasta<br />

entonces. El tono vibrante o trémulo del texto se ve reforzado por<br />

una larga cita de una ópera que Badiou (quien es también dramaturgo)<br />

escribiera unos años antes, L’echarpe rouge, en la cual se canta la épica<br />

de todas las rebeliones de la historia, desde Espartaco a Lenin, y que<br />

Badiou califica de comunistas.<br />

dialéktica 142


Ahora bien, la melancolía retorna: decide que el nombre<br />

«comunista» ya no sirve para identificar a las políticas emancipatorias,<br />

que cesó y entró en una inactividad definitiva. Entonces, ¿pensar la<br />

muerte tras declarar que el filósofo no tiene allí nada que pensar?<br />

No, Badiou se mantiene al borde de un heroísmo exuberante<br />

del pensamiento y escudriña, al interior del hundimiento, las huellas<br />

del acontecimiento originario del que toda la secuencia procede, esto<br />

es, octubre de 1917. Analiza la situación como una experiencia del<br />

desastre –que, por otra parte, es una categoría que desarrollara en<br />

otra obra, La ética, y que aquí no despliega a pesar de formar parte<br />

del título del libro y que veremos más adelante–, experiencia<br />

paradójica, que casi no es una experiencia, porque le falta un sujeto.<br />

Sólo muchos años más tarde dispondrá, bajo el nombre de «sujeto<br />

oscuro», de una categoría para pensar estas especies de<br />

«acontecimientos al revés» que son los «hundimientos».<br />

En el segundo capítulo, «¿El triunfo de la democracia?», Badiou<br />

cuestiona, por un lado, a las democracias occidentales y articula, por<br />

el otro, el concepto de «capital-parlamentarismo». En primer lugar,<br />

pone la mira sobre el triunfalismo que se impuso en occidente en<br />

aquellos momentos. Y lo asocia con sus fastos y sus nefastos: la guerra<br />

como pura demostración de fuerza, el impero del mercado y las<br />

declaraciones cínicas del capital, son los pasos victoriosos que la<br />

democracia parlamentaria da luego de liquidar los fantasmas que<br />

recorrían el mundo. Y aquí algo para destacar: según el autor, mientras<br />

la política comunista estaba activa, los gobiernos del mundo negaban<br />

la crítica de Marx según la cual ellos son sólo la junta directiva del<br />

gran capital. En la actualidad, la asumen como un axioma de<br />

legitimación: para que haya democracia tendrá que haber ricos y<br />

grandes fortunas. Badiou sugiere que la gubernamentabilidad<br />

capitalista es un marxismo sin proletariado ni revolución.<br />

Respecto de la categoría de «capital-parlamentarismo», nos<br />

ofrece dos notas: 1) En las democracias parlamentarias se subordina<br />

la política al estado a través del aparato electoral como dispositivo<br />

exclusivo de participación popular, promoviendo como figura<br />

subjetiva del militante al «gestor». 2) Exige como condición reguladora<br />

de la vida social la autonomía indisputable del capital y el mercado.<br />

En otras palabras, el «capital-parlamentarismo» es una estatización<br />

de la política cuya norma reguladora es el mercado (o el conjunto de<br />

los megamonopolios mundiales), figuras en torno a las cuales se<br />

organiza un fuerte consenso.<br />

143 dialéktica<br />

ARTÍCULOS VARIOS


Entre el sofisma y el dogma, la política<br />

Llegamos al tercer y último capítulo, titulado «Derecho, Estado,<br />

Política». Ahora podemos reformularnos la pregunta que quedaba<br />

pendiente («¿por qué el estado no es un sujeto de la verdad?»): ¿Por<br />

qué los estados socialistas y los estados del capital-parlamentarismo<br />

no son sujetos de la verdad? ¿Por qué no son un lugar de la verdad y<br />

más que abrigarla y acogerla la encubren y destruyen? La respuesta<br />

de Badiou es estrictamente filosófica: porque unos son «sofistas» –el<br />

capital-parlamentarismo– y los otros «dogmáticos». Veámoslo con<br />

más detalle.<br />

Los estados democráticos se presentan como estados de<br />

derecho, como democracias procedimentales y formales, cuyo fondo<br />

es un sistema de reglas que no designan a ninguna parte de la sociedad<br />

como parte privilegiada. Se presentan como «el estado de todos».<br />

Promueven la opinión pública y no el pensamiento militante y<br />

comprometido. Son estados relativistas que aborrecen la filosofía. Para<br />

Badiou, decir que el núcleo de sentido de la política está en el Derecho<br />

implica, inevitablemente, que el juicio filosófico sobre la política<br />

declare la exterioridad radical de la política al tema de la verdad. Si<br />

el estado de Derecho es el «fondo» de la aspiración política, entonces<br />

la política no es un procedimiento de verdad. Por eso «son estados<br />

relativistas y escépticos no por azar o por ideología sino<br />

intrínsecamente»…<br />

La pregunta se desplaza: ¿Por qué la regla y el derecho son<br />

incompatibles con la verdad? En este texto Badiou dice al respecto<br />

poco y nada. Es necesario recorrer las pesadas páginas de El ser y el<br />

acontecimiento para comprenderlo, lo cual es uno de las grandes<br />

falencias de De un desastre oscuro. Pero aventurémonos y digámoslo<br />

brevemente: que el derecho es formal significa para Badiou que está<br />

separado de lo Real, y la Verdad es, precisamente, el punto en el cual<br />

el sujeto se anuda a lo Real. Lo Real es del orden del «surgir», nos<br />

llega por una irrupción, nos conmueve «desarreglando» todas<br />

nuestras facultades (como ya dijera V. Lenin antes que G. Deleuze),<br />

porque la Verdad no es el Saber con el cual controlamos la realidad<br />

social, sino una fuerza inseparable de un índice de incertidumbre.<br />

Por el contrario, el estalinismo, por aberrante que haya sido, puede<br />

reclamar una relación a la Verdad porque su compromiso es<br />

«sustancial» y no formal. Los estados obreros se presentan como los<br />

estados de una parte de la sociedad que representaba la esencia<br />

dialéktica 144


genérica de la humanidad. Invocaban en su pensar-hacer la política<br />

un vínculo con la Verdad y esto era parte de su dispositivo. Stalin le<br />

puso nombre: materialismo dialéctico, el famoso Diamat. De este modo<br />

Stalin se suma al linaje del «Filósofo-Rey» que Platón inaugurara en<br />

La República. Es un dogmático, una figura en la cual el Saber, el Bien<br />

y el Poder se integran en Uno. El lugar, el estado, valida los enunciados<br />

del poder, los hace verdaderos, el proferimiento del filósofo-rey es<br />

forzosamente la Verdad.<br />

Ya en La ética Badiou había denominado «desastre» a una de<br />

las figuras del mal, la que consiste en que la lengua-sujeto sustituye a<br />

la opinión en todos los planos de la vida, convirtiéndose en una<br />

Verdad total, como si se debiera hablar «en materialismo dialéctico»<br />

hasta en el detalle más ínfimo de la existencia. El «desastre oscuro»<br />

consiste, entonces, en la distorsión sapiente de la Verdad, en su<br />

devenir lengua de estado. Por lo tanto, si en los estados socialistas<br />

era imposible distinguir al político del funcionario o del policía, hoy<br />

parecería imposible distinguirlo del gestor o incluso del periodista.<br />

Una frase del texto nos puede servir de resumen: «El fin de ese<br />

monstruo, el Comunismo de Estado, arrastra en su caída y desvitaliza<br />

a toda subjetividad política que pretenda, sea bajo el tema<br />

revolucionario sea bajo el tema del derecho, aparear la coacción estatal<br />

con la universalidad liberadora. Desde este punto de vista, tanto en<br />

los países del Este como en los del Oeste, la historia de la política<br />

comienza. Apenas comienza» (pp. 67-8). Así, Badiou nos ofrece un<br />

balance sucinto, del que no da más que los lineamientos generales,<br />

sobre los estados socialistas y las democracias del capitalparlamentarismo<br />

actual, desde el punto de vista de una política noestatal.<br />

Y nos deja un comienzo... Un comienzo vago y difuso, quizá,<br />

para la creación de una nueva figura subjetiva en el eterno retorno de<br />

la rebelión de los oprimidos.<br />

145 dialéktica<br />

ARTÍCULOS VARIOS


dialéktica 146


De la escuela en los tiempos del control<br />

Un mundo posible<br />

LUCÍA LAURA M. GALAZZI<br />

Año 2026. Una escuela secundaria cualquiera. Primer toque de timbre.<br />

Los alumnos ya están sentados en el aula, no hubo necesidad de<br />

obligarlos, retarlos, empujarlos. La profesora de matemática comienza<br />

a dar clase. Todos escuchan y toman notas concentrados.<br />

Los docentes están contentos, todo cambió para mejor, la<br />

educación logró superar una crisis que parecía crónica. Algunos se<br />

sorprenden de que se haya necesitado modificar tan poco, básicamente<br />

enseñan lo mismo que antes, con algunos retoques cosméticos: usan<br />

más herramientas informáticas y menos libros, se resignaron a que<br />

algunas tareas sean literalmente copiadas de Internet. A cambio,<br />

idearon formas para que los alumnos lean, introducen en sus clases<br />

recursos atractivos. En general se puede transitar el programa sin<br />

problemas y se solucionaron los temas disciplinarios.<br />

La fórmula mágica apareció, dicen, en una escuela privada de<br />

Estados Unidos. La implementación mundial del sistema ocurrió tan<br />

rápido que casi es imposible señalar al autor del descubrimiento. Lo<br />

sustancial pasa por un pequeño local lindero al quiosco. En su vidriera<br />

se exhiben toda clase de artículos: reproductores de MP3, juegos de<br />

147 dialéktica<br />

ARTÍCULOS VARIOS


computadora, ropa de algunas marcas deportivas y algunos pocos<br />

productos muy caros como computadoras y televisores de plasma.<br />

Los artículos no tienen un costo en dinero, sino en puntos. Es<br />

un método importado a la escuela desde los supermercados y tiendas.<br />

Los alumnos acumulan puntos en un complejo sistema de beneficios:<br />

notas, colaboración en clase, buen trato con los profesores,<br />

puntualidad y limpieza son algunos de los modos de conseguir la<br />

puntuación. Las faltas disciplinarias, llegadas tarde y cualquier<br />

violación al código de convivencia restan puntaje. El centro de<br />

estudiantes discute los descuentos con ahínco, asesorado por las<br />

asociaciones de defensa del consumidor.<br />

Cada alumno puede elegir usar sus puntos como desee: canjear<br />

pequeñas cantidades por cosas poco valiosas o acumular para<br />

conseguir alguno de los productos más costosos. Algunos acumulan<br />

hasta quinto año para conseguir un plasma, pero son una minoría.<br />

También pueden comprar en el local a crédito, con un interés muy<br />

bajo y con severas sanciones si no se cumple con las cuotas<br />

establecidas. Así, la mayoría de los estudiantes están totalmente<br />

endeudados con la escuela.<br />

La solución para los deudores crónicos consiste en una línea<br />

de créditos personales que se otorgan a cambio de tareas, actividades<br />

o colaboración en la institución. El sistema es complejo porque estos<br />

créditos pueden ser otorgados por un profesor, un preceptor o los<br />

mismos directivos. Todo depende del acceso que tenga cada alumno<br />

a estas personas y de su habilidad para realizar canjes convenientes.<br />

Es importante saber, dentro de la escuela, que resulta mejor sembrar<br />

buenas influencias para cosechar créditos en caso de necesidad.<br />

En un principio hubo algunas oposiciones a la implementación<br />

de esta revolución educativa. Los profesores del área de humanidades<br />

fueron los que se negaron más fervientemente. Con el correr del<br />

tiempo cedieron ante el evidente cambio de actitud de sus alumnos.<br />

El placer de ser escuchados, el diálogo fluido que comenzó a<br />

establecerse, incluso los halagos que empezaron a recibir, barrieron<br />

toda sospecha.<br />

Pedagógicamente, el cambio se ha fundamentado en la<br />

necesidad de integrar escuela y sociedad. Además, claro, el sistema<br />

permite que se asimilen con tranquilidad e interés los contenidos de<br />

las materias. Por otra parte, la escuela introduce a los alumnos en la<br />

necesidad de procurarse y utilizar correctamente sus recursos,<br />

haciéndolos consumidores responsables. Por último, la posibilidad<br />

dialéktica 148


de que en las escuelas funcione un centro de estudiantes introduce<br />

una interesante nota de pensamiento crítico, formando a los que allí<br />

participan en la defensa ante prácticas comerciales espurias.<br />

Un mundo posible. Exagerado, perverso e infinitamente menos<br />

sutil que la realidad misma. Sin embargo, un mundo que nos puede<br />

invitar a pensar. La escuela, fundada en el paradigma moderno, hace<br />

muchos años que está en crisis y esta crisis no es casual. Nuestro<br />

sistema educativo fue creado en vistas a una sociedad que ya no existe,<br />

e intenta –según parece– adaptarse a una sociedad que ya no lo<br />

necesita, al menos no tal cual es.<br />

La propuesta de este trabajo consiste en pensar el problema de<br />

un sistema educativo, el nuestro, que se halla en una bisagra entre<br />

dos mundos diferentes. El recorrido será propuesto en tres etapas:<br />

primero se analizará brevemente el contexto de surgimiento de la<br />

escuela tal cual la conocemos y los propósitos declarados e implícitos<br />

que pueden vislumbrarse en su origen. En segundo lugar se situará<br />

el sistema educativo en el contexto actual, desarrollando tres núcleos<br />

problemáticos que genera la relación entre escuela y sociedad. Por<br />

último, se intentarán proponer algunas reflexiones para el cambio.<br />

1. La escuela moderna<br />

La institución escolar tal como la conocemos es inescindible de la<br />

época moderna. Díaz Barriga expresa esta relación de la siguiente<br />

forma:<br />

La institución escolar del programa de la Modernidad es una<br />

expresión del proyecto burgués (…) Es la expresión política<br />

sobre la cual se busca construir la formación del nuevo<br />

ciudadano bajo las ideas de libertad, fraternidad e igualdad,<br />

en las que subyace la búsqueda de la justicia, y posteriormente<br />

las ideas respecto del progreso y orden social 1<br />

La escuela es pensada principalmente como la herramienta para<br />

forjar un sujeto racional. Para la Ilustración la razón es el arma que,<br />

bien usada, asegura la emancipación, la posibilidad de manejo y<br />

transformación de lo real. El sujeto moderno se declara emancipado<br />

1 DIAZ BARRIGA, A., Postmodernidad y educación, CESU-UNAM, México, 1995, p.206.<br />

149 dialéktica<br />

ARTÍCULOS VARIOS


de todo trasmundo para afirmarse como soberano de sí mismo, de<br />

su experiencia vital, de su capacidad de pensar. Este proyecto de<br />

emancipación del sujeto aparece en todo su esplendor en el texto de<br />

Kant ¿Qué es la Ilustración? 2 . Se plantea allí la necesidad imperativa<br />

de permitir la libertad completa e igualitaria de hacer uso público de<br />

la razón 3 . La escuela surge entonces como una institución<br />

emancipadora que busca rescatar a los individuos de su alienación.<br />

Sin embargo, claramente, la escuela no se configuró sólo de esta<br />

manera. El proyecto emancipador no fue puesto en marcha o, en el<br />

mejor de los casos, fue realizado a medias junto con otros proyectos<br />

menos halagadores para los oídos sociales. En realidad, las otras<br />

funciones non sanctas de la escuela no encontraron en su momento<br />

teóricos que las legitimaran de forma elegante, no dejando de ser por<br />

esto altamente eficaces en la actividad escolar cotidiana. Aun<br />

contemporáneamente, Díaz Barriga puede afirmar que el ideal<br />

educativo moderno se «desvirtuó», se «convirtió», se «pervirtió» 4 en<br />

el transcurso de la historia, cuando la escuela tuvo que cumplir la<br />

doble función de emancipar al hombre y disciplinarlo para formar<br />

parte de la sociedad en la que vivía. Siguiendo a Michel Foucault 5<br />

podemos señalar que la escuela, junto con otras instituciones que se<br />

erigieron como brazo realizador de la modernidad, fue un dispositivo<br />

de disciplinamiento biopolítico que reprodujo el esquema de «culpable<br />

incapacidad», ya que en ello residía su objetivo práctico.<br />

En este punto podemos preguntarnos: ¿hubo realmente una<br />

degradación del ideal moderno o en el mismo ideal convivían unos<br />

objetivos ficticios, declarados, de emancipación de sujetos, y otros<br />

reales, no declarados, que pretendían forjar una subjetividad alienada?<br />

quizá sea útil recurrir a la teorización de la modernidad que Negri y<br />

Hardt proponen en su obra Imperio 6 . Los autores afirman que se<br />

pueden distinguir, al menos, dos modernidades distintas, en constante<br />

pugna, y que finalmente sólo una de las dos tendencias resultó<br />

vencedora. Sin entrar en los detalles de esta reflexión, podríamos<br />

decir que los ideales revolucionarios pensados para el sistema<br />

2 KANT, I., «¿Qué es la Ilustración?», México, FCE, 1978, pp.25-38.<br />

3 KANT, I., op. cit., p.28.<br />

4 Cfr. DIAZ BARRIGA, A., op. cit.,p.207.<br />

5 FOUCAULT, M., Vigilar y Castigar. Nacimiento de la prisión, Buenos Aires, Siglo XXI,<br />

2002.<br />

6HARDT, M. y NEGRI, A., Imperio, H.U.P., Cambridge, 2000 (Ed. digital). Para lo que<br />

sigue cfr. pp.68-71.<br />

dialéktica 150


educativo moderno convivieron desde su nacimiento con otra<br />

corriente contrarrevolucionaria que pretendía inmovilizar a los<br />

sujetos. Hubo allí una lucha entre dos tendencias en la que una resultó<br />

vencedora –ya que consiguió, con la adjudicación de la soberanía a la<br />

figura del Estado moderno, el monopolio de la fuerza– pero que<br />

implícitamente siguieron en crisis. Esta crisis se extiende hasta<br />

nuestros días.<br />

2. Crisis de la modernidad, crisis de la escuela<br />

Hace ya bastantes años que se escribe y piensa sobre la «crisis» de la<br />

escuela en el contexto presente. Las formas de responder a esta crisis<br />

dependerán –a nuestro entender– de la genealogía que realicemos de<br />

ella. Se suele pensar que una racionalidad que sólo mide costo y<br />

beneficio ha venido a desvirtuar, en el caso particular de la educación,<br />

su sentido humanista y a convertir la escuela emancipadora en escuela<br />

utilitaria. En estas concepciones la crisis de la educación parece algo<br />

que la sociedad le sobreimprime a un modelo educativo moderno<br />

sólido.<br />

Muy otro será el diagnóstico de la crisis si prestamos atención<br />

a la función de disciplinamiento que la escuela cumplió<br />

históricamente. En ese caso tendremos que admitir que no es posible<br />

una crisis generada sólo por factores externos. La escuela siempre<br />

fue, además de emancipadora, utilitaria, ¿por qué entonces percibimos<br />

el advenimiento de la utilidad como una crisis en la educación? Quizá,<br />

y esta será aquí la hipótesis, el único cambio que se está produciendo<br />

es que la escuela intenta hoy –en general de forma fallida–<br />

implementar viejas estrategias para ser funcional a nuevos amos.<br />

Nos detendremos, entonces, en el análisis de tres núcleos<br />

problemáticos que parecen mostrar la mencionada incompatibilidad<br />

entre la escuela tal como la conocemos y las sociedades<br />

contemporáneas. Por supuesto estos tres ejes no agotan de ningún<br />

modo todos los aspectos de la cuestión.<br />

a) General Intellect y educación<br />

Comencemos por el sujeto trabajador: el trabajo en las<br />

sociedades de control comprende al obrero como «interface»:<br />

151 dialéktica<br />

ARTÍCULOS VARIOS


Interface entre las diferentes funciones, entre los diferentes<br />

equipos, entre los niveles de la jerarquía, etc. Tal y como lo<br />

prescribe el nuevo management, hoy «el alma del obrero debe<br />

bajar al taller». Es su personalidad, su subjetividad, lo que<br />

debe ser organizado y dominado. 7<br />

La imagen –el alma del obrero bajando al taller– es sugestiva.<br />

Si así ocurre, nada queda en el ámbito de lo privado 8 , el obrero es –en<br />

su casa, en el trabajo, en el bar– lo mismo. Estalla la distinción entre<br />

lo público y lo privado, entre el tiempo de trabajo y el tiempo de notrabajo<br />

9 . Hoy el trabajo requiere «autenticidad», habilidades sociales,<br />

aptitudes lingüístico-comunicativas, «estilo» propio, funciones de<br />

liderazgo. Un alma parlanchina que pueda interactuar con otros,<br />

organizar la producción y comprometerse con la tarea de una nueva<br />

forma.<br />

Las historias laborales son esencialmente cambiantes, móviles,<br />

flexibles –o «flexibilizadas»– y por ello la especialización pasa a<br />

segundo plano, teniendo preponderancia las aptitudes básicas de los<br />

sujetos como su lenguaje, su capacidad de pensamiento y reflexión,<br />

su posibilidad de adaptarse y aprender cosas nuevas, su disposición<br />

al cambio constante, etc. El general intellect se ha convertido en la<br />

pieza clave de la producción social 10 .<br />

El concepto marxiano de general intellect no implica un corpus<br />

de conocimiento acotado, ni siquiera el cúmulo de los saberes<br />

producidos por la humanidad hasta el momento, sino que más bien<br />

puede definirse como una matriz básica de capacidades cognitivas,<br />

lingüístico-comunicativas y posibilidad de argumentación que se<br />

adquieren con el lenguaje y se desarrollan en la experiencia de vida,<br />

fuera del ámbito laboral.<br />

Por supuesto la escuela no es el único –puede pensarse que<br />

tampoco el principal– agente de preparación para este obrero<br />

«intelectual». La potencia de trabajo se moldea de múltiples formas:<br />

los mass media, la publicidad y los hábitos de consumo se encargan<br />

7 LAZZARATO, M. y NEGRI, A., «Trabajo inmaterial y subjetividad», en Rev. Futur<br />

Enterieur, N° 7, 1991, p.1<br />

8 En el desarrollo siguiente utilizo las reflexiones de VIRNO,P.,Gramática de la<br />

Multitud. Para un análisis de las formas de vida contemporáneas,Buenos Aires, Colihue,<br />

2003, pp.14-17.<br />

9 Cfr. VIRNO P., op. cit., pp.115 y 116.<br />

10 VIRNO P., op. cit.,p.63.<br />

dialéktica 152


de la formación de la subjetividad contemporánea. Encauzan el deseo,<br />

el ideal de vida, imponen el lenguaje, el tono, el tipo de emotividad,<br />

modelizan las relaciones interhumanas, plantean las escalas de<br />

valores. Incluso las experiencias de la precariedad laboral y la<br />

desocupación proveen herramientas para desempeñarse<br />

correctamente en el mundo del trabajo.<br />

¿Qué lugar tiene la educación entonces? Hace poco tiempo<br />

Manpower Argentina, IDEA y la Asociación de Recursos Humanos<br />

de la Argentina (ADRHA) realizaron un estudio denominado «Sobre<br />

el futuro del trabajo en Latinoamérica». El diario La Nación publicó<br />

algunas de las conclusiones de este informe que pueden resultar<br />

representativas de los reclamos más usuales: «en educación será<br />

necesario plantear nuevos modelos que tengan en cuenta la demanda<br />

de los jóvenes, la vinculación con empresas, que enseñen a pensar, y<br />

que impulsen el desarrollo sustentable y el autoaprendizaje» 11 .<br />

¡Paradójicamente las empresas reclaman la formación de<br />

obreros pensantes! Evidentemente la escuela también tiene un papel<br />

fundamental para jugar y ciertos mandatos que cumplir. En principio<br />

deberá proveer, tal como se le solicita, herramientas cognitivas<br />

variadas, buen desempeño lingüístico-argumentativo, manejo y<br />

autogestión de la información, etc. Será la encargada de fomentar<br />

sobre todo los aspectos intelectuales de la formación del obrero.<br />

Lo general y lo abstracto de los requerimientos, por un lado, y<br />

la versatilidad y flexibilidad de la experiencia futura de los alumnos,<br />

por otro, impiden la posibilidad de una escuela que forme<br />

«especialistas», recusando las distinciones que hasta hace poco regían<br />

en el sistema educativo. Sin embargo, la escuela no puede situarse<br />

ingenuamente frente a estos requerimientos. Hace largo tiempo que<br />

«enseñar a pensar» se dice de muchas maneras. Las discusiones dentro<br />

de la didáctica de la filosofía son paradigmáticas al respecto. La<br />

filosofía se ha presentado como un medio para pensar casi cualquier<br />

objeto, como una disciplina que provee habilidades más que<br />

contenidos, como medio para mejorar la capacidad argumentativa,<br />

promover el uso de herramientas lógicas, etc. Evidentemente también<br />

puede convertirse, si sólo atendemos a su capacidad de desarrollar<br />

estas habilidades, en una buena alternativa para disciplinar/controlar<br />

al sujeto contemporáneo, en una herramienta que permite transitar<br />

con éxito los recorridos del cinismo en danza.<br />

11 La Nación, 23 de julio de 2006 (el subrayado es mío)<br />

153 dialéktica<br />

ARTÍCULOS VARIOS


En efecto, la filosofía –y extendiendo lo que le compete a la<br />

educación en general– se volvería así una herramienta que mejoraría<br />

la adaptación y permitiría el buen funcionamiento del sujeto en el<br />

proceso productivo de la empresa, pero no brindaría herramienta<br />

alguna para reconocer críticamente los controles que se ejercen sobre<br />

la subjetividad en las sociedades contemporáneas.<br />

dialéktica 154<br />

b) La persistencia del encierro en el contexto del control<br />

En segundo lugar queremos plantear los problemas que genera<br />

la vivencia de la escuela como una institución de encierro en el<br />

contexto de las sociedades de control. Para ello necesitamos dar antes<br />

un pequeño rodeo, refiriéndonos nuevamente a la identidad del sujeto<br />

trabajador.<br />

En las sociedades de encierro la carrera laboral resultaba el<br />

lugar de construcción de identidad del obrero y su familia. Poco<br />

importaba en esta construcción el contenido del trabajo en tanto todo<br />

trabajo era considerado honrado. El deseo del obrero se realizaba a<br />

través del trabajar, aun cuando esto implicara dedicar la vida a una<br />

tarea que «significaba la ausencia de elección, la imposibilidad de<br />

elección y la prohibición misma de cualquier elección» 12 . El trabajo se<br />

percibía como un largo camino de disciplina y obediencia.<br />

El obrero de las sociedades de control, en cambio, valora<br />

aquellas actividades que brindan la posibilidad de «superar los<br />

propios límites», que lo «desafían permanentemente», que le solicitan<br />

un «máximo rendimiento» y a las que se puede calificar con los<br />

adjetivos de «divertidas», «estimulantes», «interesantes». Es el<br />

contenido del trabajo, entonces, el que pasa a dar sentido a las vidas<br />

que lo ejercen. Si antes el deseo formaba parte de la vida privada y el<br />

trabajo era un mediador a la hora de realizar deseos personales, ahora<br />

los deseos personales forman parte del trabajo y resultan<br />

fundamentales para que se lleve a cabo. El modelo de obrero<br />

contemporáneo declara que trabaja porque le gusta, porque lo<br />

estimula y que no podría hacerlo si esto no sucediera 13 . Además, al<br />

12 BAUMAN, Z., Trabajo, consumismo y nuevos pobres, Barcelona, Gedisa, 2000, p.37.<br />

13 No desconocemos que la mayoría de las personas trabaja en tareas que no considera<br />

de ningún modo como lo describimos y que padece el trabajo como una forma de<br />

conseguir su subsistencia. Sin embargo no podemos pasar por alto que el modelo ideal<br />

del obrero contemporáneo (que quizá no se pueda aplicar a nadie en la realidad) es<br />

éste, que el mismo opera en el imaginario social y que además vuelve mucho más<br />

profundos los padecimientos de quienes trabajan sin poder alcanzarlo.


menos en lo imaginario, trabaja sin esfuerzo, porque hace lo que desea.<br />

Resulta «casi imposible hacer la separación entre tiempo productivo<br />

y tiempo de goce» 14 .<br />

En cuanto a la escuela, antaño tenía como pilares la obligación,<br />

el esfuerzo, el deber de realizar las tareas. La legitimación de la<br />

actividad era la autoridad del docente y el sistema educativo, aunque<br />

no se pudiera hallar sentido a las tareas en sí (los interminables<br />

ejercicios de caligrafía realizados devotamente por varias generaciones<br />

atestiguan esta aseveración). Los padres acompañaban, modelizaban<br />

y «encauzaban» al educando en su proceso de adaptación a la escuela,<br />

ya que ésta era su experiencia adulta cotidiana. Así como no se<br />

cuestionaba al patrón, tampoco se cuestionaba al maestro.<br />

Hoy el deber no parece una fuente de legitimidad válida. Los<br />

alumnos y los padres no encuentran el sentido de la escuela, los<br />

docentes acompañan o se indignan ante los cuestionamientos y<br />

principalmente piensan cómo hacer a la escuela atractiva, ágil y<br />

divertida. Los resultados de los distintos intentos por reformar la<br />

educación en este sentido no pueden ser analizados como un todo: se<br />

han realizado propuestas y reformas meramente cosméticas, pero<br />

también han surgido proyectos que derivan en procesos de<br />

enseñanza/aprendizaje realmente significativos.<br />

Lo esencial sería observar que la escuela se asienta sobre una<br />

contradicción que comparte con el trabajo pero, a diferencia de este<br />

último, todavía no han hallado los mecanismos para hacerla invisible.<br />

La escuela debe disciplinar el cuerpo y la mente para la estructuración<br />

del uso del tiempo y del espacio (el ámbito laboral sigue requiriendo<br />

estas aptitudes básicas) pero también debe hacer aparecer como<br />

deseable esta experiencia. Es decir, el sistema educativo aún no ha<br />

podido reproducir aquello que las nuevas organizaciones del trabajo<br />

dicen lograr: una experiencia placentera de explotación.<br />

Claro que este objetivo sigue siendo problemático y la escuela<br />

no parece la institución más adecuada para la adaptación, pues su<br />

esencia sigue siendo el encierro y la obligatoriedad, y no se observa<br />

la aparición de estrategias eficientes que puedan enmascarar estas<br />

características. El ámbito del trabajo, y sobre todo el ámbito del<br />

consumo, han desarrollado dispositivos altamente eficaces mientras<br />

la escuela parece haberse quedado atrás.<br />

14 LAZZARATO, M. y NEGRI, A., op. cit., p.7.<br />

155 dialéktica<br />

ARTÍCULOS VARIOS


Evidentemente, sostenemos que no es deseable que la escuela<br />

pueda transformarse –de la forma que sea– en un modo más de<br />

alimentar la fantasía del trabajo, en el contexto del capital, como una<br />

forma de emancipación y del consumo como única alternativa de<br />

concreción del deseo. Pero por otro lado planteamos que es muy difícil<br />

que la escuela se sostenga tal cual está, proponiendo mecanismos de<br />

disciplinamiento que resultaron demasiado burdos y frente a los<br />

cuales los individuos necesariamente reaccionarán. Planteo paradójico<br />

entonces: falta de requisitos básicos para adaptarse al contexto,<br />

indeseabilidad de esta adaptación, carencia de formas alternativas<br />

de convivencia que conjuguen una experiencia de aprendizaje<br />

enriquecedora y potencia emancipadora de las condiciones sociales<br />

vigentes.<br />

dialéktica 156<br />

c) Educar a los pobres<br />

El capitalismo industrial de la primera época necesitaba de<br />

obreros disciplinados, junto con un gran ejército de reserva listo para<br />

entrar en acción. El Estado en tanto garante de las instituciones<br />

formantes-disciplinantes y el capital necesitado de ese Estado,<br />

formaron una alianza tácita que contribuyó, entre otras cosas, al<br />

fortalecimiento de la escuela moderna.<br />

La tecnología y las nuevas modalidades que adopta la<br />

organización del trabajo en la economía han conducido a una<br />

necesidad cada vez menor de la formación de un ejército de reserva.<br />

En verdad, nadie piensa actualmente que todos, en algún momento,<br />

vayan a poder ser incorporados al mercado laboral. Empresas y<br />

Estados contemporáneos tienen escaso interés en fomentar o apoyar<br />

la conservación de las grandes instituciones de encierro, en gran<br />

medida porque éstas ya no les sirven. Otros mecanismos más eficaces<br />

y menos visibles se encargan de controlar a los individuos 15 .<br />

Bauman 16 plantea que el concepto de pobreza ha cambiado<br />

esencialmente de significado en las sociedades contemporáneas. En<br />

las sociedades de encierro ser pobre significaba estar sin trabajo, vivir<br />

con la imposibilidad de satisfacer las necesidades básicas (vivienda<br />

digna, alimento, salud, educación, etc.). Ser pobre hoy significa<br />

15 DELEUZE, G., «Posdata sobre las sociedades de control», en Christian Ferrer (comp.),<br />

El lenguaje libertario, Terramar, La Plata, 2005, pp.115-121.<br />

16 BAUMAN, Z., op. cit, pp.62-69.


hallarse fuera de toda posibilidad futura de conseguir y sostener un<br />

empleo en el tiempo. Pero además, significa estar imposibilitado de<br />

consumir. Bauman caracteriza a los pobres como «consumidores<br />

manqués, imperfectos, deficientes; en otras palabras, incapaces de<br />

adaptarse a nuestro mundo» 17 . Esta nueva definición abarca<br />

muchísimos más casos que la anterior, ya que incluye el acceso a las<br />

elecciones –al menos las más usuales– que ofrece la sociedad de<br />

consumo. El agravante resulta en que, en tanto en el mercado laboral<br />

no hay lugar para todos, esta situación se vuelve crónica, generando<br />

una «clase marginada» o «subclase» 18 para la que no se percibe función<br />

alguna y que se halla totalmente excluida de los proyectos<br />

comunitarios.<br />

Para la escuela media resulta tremendamente problemática la<br />

educación de estos nuevos pobres. En primer lugar porque es aquí<br />

donde se evidencia la pregunta por los objetivos de la educación. En<br />

efecto, la escuela sigue su camino preparando a los estudiantes para<br />

una supuesta inserción en el mercado de trabajo o en estudios<br />

superiores, que en la mayoría de los casos no ocurrirá nunca o se<br />

dará en empleos «poco calificados» 19 que no requieren una gran<br />

formación escolar. Se nos dirá que de todos modos la escuela tiene<br />

que aspirar a un ideal igualitario, brindando a todos la posibilidad<br />

de tener un mejor futuro. Aunque es este un ideal loable, al que<br />

difícilmente queramos renunciar quienes tenemos la responsabilidad<br />

de enseñar, funciona como una ilusión que se ve frustrada una y otra<br />

vez al ver los resultados reales de la tarea educativa. Nuevamente,<br />

quizás estemos proponiendo una solución que pensó la modernidad<br />

para una sociedad que se modificó sustancialmente.<br />

En segundo lugar, dentro del sistema educativo la convivencia<br />

con alumnos que se perciben como consumidores frustrados, es<br />

profundamente angustiosa. Evidentemente la exclusión genera, entre<br />

otras cosas, violencia, desencanto, apatía. Las escenas de violencia<br />

escolar son cotidianas y las soluciones que propone el sistema<br />

17 BAUMAN, Z., op. cit., p.64.<br />

18 BAUMAN, Z., op. cit.,p.103.<br />

19 Es importante en este punto recordar que las escalas de «calificación» laboral se hallan<br />

relacionadas con los valores que proclama el sistema educativo moderno. En efecto,<br />

los empleos que requieren «baja calificación» están asociados a la posesión de saberes<br />

y habilidades que no se adquieren en el sistema educativo y por ello no se hallan<br />

legitimados socialmente como saberes válidos.<br />

157 dialéktica<br />

ARTÍCULOS VARIOS


educativo se parecen a las que son corrientes en la sociedad en general:<br />

castigo, endurecimiento de las penas, más exclusión.<br />

¿Cuál sería la solución? ¿Enseñar a soportar estoicamente la<br />

pobreza crónica? ¿Cancelar el deseo? ¿Eliminar las escuelas para<br />

pobres? ¿Seguir trabajando como si nada pasara, como si el futuro<br />

estuviera abierto para todos y fuera cuestión de esfuerzo alcanzarlo?<br />

¿Endurecer las penas y los castigos? ¿Retener y contener a los alumnos<br />

en el sistema educativo a cualquier precio, aún en una sociedad que<br />

de ningún modo los contiene y con un futuro que los dejará a la deriva,<br />

sin respaldo alguno? No podemos responder estos interrogantes, pues<br />

el problema requiere un amplio trabajo y dudosamente se solucione<br />

sin un cambio en el contexto general de las sociedades<br />

contemporáneas.<br />

3. ¿Caminos del cambio?<br />

Que no exista una patente distinción entre trabajo y no-trabajo, entre<br />

vida privada y vida pública, significa, entre otras cosas, que estamos<br />

siempre bajo la égida del control. Control que se ejerce sobre nuestras<br />

acciones, pero principalmente sobre nuestro deseo. La escala y<br />

posibilidad de control es global y agobiante. Virno afirma que de<br />

algún modo volvemos a los mecanismos más viles de la dependencia<br />

personal, ya que lo que se somete es «la persona íntegra, su más básica<br />

aptitud comunicativa y cognitiva» 20 .<br />

Sin embargo, siempre es posible vislumbrar caminos de<br />

resistencia, al menos posibilidades de lucha que abran a la esperanza.<br />

Por primera vez el trabajo requiere, y la educación se plantea, ocuparse<br />

de las características más básicas de los seres humanos: el<br />

pensamiento, el afecto, la comunicación. Un cuerpo, el cuerpo del<br />

trabajador, con todas sus potencialidades físicas, psíquicas y afectivas<br />

es el que intenta ser dominado. Parafraseando a Spinoza, podemos<br />

preguntarnos ¿quién sabe lo que puede un cuerpo? La grieta en la<br />

sociedad contemporánea no se da en los intersticios entre institución<br />

e institución, sino dentro de la misma esfera del control global, si<br />

reparamos en que lo que quiere gobernarse es la potencia humana de<br />

producir acontecimientos. Una potencia indeterminada que resulta<br />

ser, por definición, ingobernable.<br />

20 VIRNO, P., op. cit., p. 34.<br />

dialéktica 158


En este sentido podemos pensar las posibilidades de resistencia<br />

dentro del sistema educativo. El profesor, en tanto intelectual, tiene<br />

un papel fundamental que cumplir. Su tarea es la de la acción concreta,<br />

la crítica permanente, la creación de comunidad y lazos humanos<br />

afectivos, la de producción de presente que posibilite el advenimiento<br />

de lo nuevo 21 . Silvio Gallo afirma:<br />

El profesor militante sería aquel que, viviendo con los alumnos<br />

el nivel de miseria que esos alumnos viven, podría, desde<br />

dentro de ese nivel de miseria, desde adentro de esas<br />

posibilidades, buscar construir colectivamente. 22<br />

Construir con los alumnos la posibilidad del cambio siendo un<br />

vector de liberación. El autor propone resignificar el concepto de<br />

«literatura menor», acuñado por Deleuze y Guattari, para pensar la<br />

educación emancipadora. Opone la «educación menor» a la<br />

«educación mayor», aquella de los grandes programas de gobierno<br />

que se presenta como una máquina de control y producción de<br />

subjetividad. La educación menor desterritorializa los procesos<br />

educativos, los extraña, utiliza el aula como trinchera y espacio de<br />

resistencia, fundamentalmente recuerda permanentemente que el<br />

aprendizaje es algo incontrolable y que de allí deviene su potencia<br />

revolucionaria.<br />

La educación menor es una forma de comprender la educación<br />

como acto político de minorías, de creación de lazos comunitarios,<br />

de encuentros entre personas que intentan sustraerse de las relaciones<br />

de mercado. Por último, para Gallo:<br />

La educación menor es rizomática, segmentada, fragmentaria,<br />

no está preocupada con la instauración de ninguna falsa<br />

totalidad. (...) Importa hacer rizoma. Hacer rizomas con los<br />

alumnos, viabilizar rizomas entre los alumnos, hacer rizomas<br />

con proyectos de otros profesores. Mantener los proyectos<br />

abiertos. 23<br />

Para llevar a cabo este proyecto es necesario dejar de lado la<br />

nostalgia por el poder y la autoridad que les confería a los profesores<br />

21 LAZZARATO, M. y NEGRI, A., op. cit., p.17.<br />

22 GALLO, S., Deleuze & a Educação, Belo Horizonte, Autêntica, 2003, p.73 (trad. mía).<br />

23 GALLO, S.,op. cit., p.72.<br />

159 dialéktica<br />

ARTÍCULOS VARIOS


la escuela moderna. No es allí donde se encuentra la respuesta. Una<br />

escuela emancipadora no puede ser aquella en la que unos, los<br />

alumnos, sean los sujetos a emancipar y otros, los docentes, las<br />

condiciones de posibilidad para esa emancipación. Una escuela<br />

emancipadora será sólo aquella en la que todos, docentes y alumnos,<br />

creen una comunidad que los ayude a rebelarse frente la capacidad<br />

social de control permanente, sosteniendo la potencialidad de la<br />

pequeña rebelión, de la fisura que pueden ejercer los lenguajes<br />

menores, el lento socavamiento de los grandes ideales políticos.<br />

Comenzamos este texto con una ficción apocalíptica, ¿lo<br />

terminamos con una ficción esperanzadora? ¿Es esta una propuesta<br />

demasiado indeterminada y abierta para los problemas bien<br />

delimitados y concretos que planteamos anteriormente? ¿Una<br />

esperanza ilusionada frente al desierto de lo real?<br />

dialéktica 160<br />

Era extraño como en cierto momento podía observarlo todo con<br />

penetración y luego, de pronto, se quedaba como<br />

idiotizado.<br />

F. Dostoievsky, El idiota


Prólogo a El fetichismo capitalista en la<br />

organización de la producción<br />

Editorial Último Recurso, Rosario, 2007, segunda edición.<br />

JULIÁN KAN<br />

MARIANO REPOSSI<br />

ALEJANDRO VIEGAS<br />

Diciembre de 2001 fue la expresión de una crisis económica y política<br />

cocinada a fuego lento durante la década de los noventa. Para<br />

estabilizar la situación desatada (que incluía presidencias de un día,<br />

asambleas barriales multitudinarias y vallados perimetrales a la Casa<br />

Rosada y al Congreso de la Nación), el gobierno encabezado por<br />

Eduardo Duhalde tuvo que realizar dos bruscas maniobras: la<br />

primera, dirigida a cooptar movimientos de protesta, fue la<br />

implementación de un subsidio universal para desempleados (el<br />

denominado «Plan Trabajar»); la segunda, dirigida a reprimir esos<br />

mismos movimientos, fue la masacre del Puente Avellaneda (los<br />

asesinatos de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán). Nada nuevo<br />

bajo el sol si pensamos ambas maniobras bajo la dialéctica estatal de<br />

la zanahoria y el garrote.<br />

Retomadas las riendas de la «gobernabilidad», Eduardo<br />

Duhalde y Roberto Lavagna pudieron delinear, durante el segundo<br />

semestre de 2002, un programa que reestructuró las relaciones entre<br />

diferentes sectores del capital y entre capital y trabajo<br />

(reestructuración palpable en las formidables transferencias de<br />

recursos entre las diferentes capas). La continuidad de este programa<br />

fue garantizada por Néstor Kirchner, cuyo gobierno, que se inició<br />

desacreditado merced al irrisorio porcentaje real obtenido del padrón<br />

electoral en las elecciones presidenciales, se afianzó con solidez en<br />

las elecciones de octubre de 2003. Y, junto con el gobierno K, se afianzó<br />

un marco regulatorio de acumulación para el mediano plazo.<br />

161 dialéktica<br />

ARTÍCULOS VARIOS


A partir de entonces la industria nacional, librada, para su<br />

desarrollo, a políticas que dejaron al mercado decidir quién sobrevivía,<br />

podía ser reactivada: una enorme masa de trabajadores disciplinada<br />

por la represión estatal y la desocupación crónica, e infantilizada en<br />

las aulas de octavo y noveno año de la Educación General Básica, 1<br />

garantizaba una fuerza de trabajo relativamente impermeable a la<br />

injerencia del sindicalismo y sus reivindicaciones históricas.<br />

Mientras tanto, la competencia entre diversos sectores del<br />

capital y la presión ejercida por las luchas de los obreros industriales<br />

en los países desarrollados empujaron a los capitales internacionales<br />

más concentrados a diseminar sus inversiones en países que<br />

1 Digamos, de paso, que la reforma del sistema educativo argentino acometida durante<br />

la década de los noventa no sólo colaboró disciplinando fuerza de trabajo. La escuela<br />

de los noventa, convertida en playa de estacionamiento de un inminente y gigantesco<br />

ejército de reserva, comienza a ejercer predominantemente una función social de<br />

contención y asistencia primaria más que de formación y dotación de herramientas<br />

simbólicas. En la provincia de Buenos Aires, la más poblada del país, el «sobrante»<br />

poblacional de púberes y adolescentes es retenido en los niveles básico y medio del<br />

sistema educativo a través de subsidios y planes sociales de entre quince y cincuenta<br />

dólares mensuales per cápita. Eso por un lado. Por otro lado, el corrimiento de la<br />

importancia política, económica y social del sector industrial hacia el sector de servicios<br />

requirió una cualificación de la fuerza de trabajo acorde a la nueva estructura económicosocial<br />

del país. Ya no resultaba funcional que un egresado de escuela media tuviera un<br />

oficio específico de bachiller, de perito mercantil o de técnico industrial (oficios afines<br />

a un modelo económico-social basado en la industrialización por sustitución de<br />

importaciones y en el carácter estatal de casi todas las empresas de servicios). El egresado<br />

de la nueva escuela media debía ser capaz tanto de llenar una góndola en un<br />

supermercado como de atender clientes para una cadena de comidas rápidas, tanto de<br />

portar un arma para una empresa de seguridad como de surtir combustible en una<br />

estación de servicio, tanto de conducir un vehículo para una remisería o un delivery<br />

como de atender un «todo por $2» de artículos importados... etcétera. Y en cada uno de<br />

estos diversos empleos emergentes durante los noventa, el egresado de la nueva escuela<br />

media debía ser capaz de realizar múltiples tareas en elásticos horarios, experimentando<br />

en muchos casos cierta indistinción entre el tiempo de trabajo y el tiempo de ocio<br />

(llevarse trabajo a la casa, sí, pero también asistir a reuniones de personal o a cursos de<br />

capacitación durante los días de franco, o mantenerse al tanto de las innovaciones en<br />

materias relativas al rubro respectivo, o estar «siempre listo», como un bombero<br />

voluntario, en caso de llamado por parte de sus empleadores). La denominada<br />

«flexibilización laboral» (eufemismo que calificaba así a la derogación, a favor del<br />

capital, de los derechos laborales de los trabajadores) requería un egresado de escuela<br />

media capaz de cumplir múltiples funciones, capaz de trabajar de maneras muy diversas<br />

y novedosas, y dispuesto a aprender cada vez más tareas según lo exigieran imprevistas<br />

circunstancias; hablamos de un egresado de escuela media que pudiera trabajar de<br />

«muchos modos», esto es: un trabajador polimodal. Y, como sabemos, «Polimodal» es el<br />

nombre que recibió la escuela media argentina merced a la reforma educativa<br />

implementada durante la década de los noventa.<br />

dialéktica 162


ostentaran una fuerza de trabajo dócil, pero históricamente cualificada<br />

(porque no es cuestión de arriesgar tecnología de punta poniéndola<br />

en manos de cualquiera). Bajos niveles de organización gremial y<br />

altos niveles de escolarización son la combinación propicia para recibir<br />

esos capitales. Y, si bien la innovación tecnológica que sustituye por<br />

base electrónica la vieja maquinaria de base electromecánica comienza<br />

a mediados de los ochenta en Argentina, el «boom» de la industria<br />

automotriz se dispara, no casualmente, a partir del año 2003. «En las<br />

compañías ya calculan que durante el 2007 se quebrará un record<br />

histórico y se producirán alrededor de 510.000 vehículos», escribe<br />

Claudio Zlotnik en la edición del diario porteño Página/12 del martes<br />

10 de abril de 2007 (p. 9). Toyota, Peugeot, Volkswagen, Daimler-<br />

Chrysler, Fiat, General Motors y hasta la brasileña Agrale instalan en<br />

Argentina y desarrollan hoy nuevos proyectos de fabricación. En<br />

AdeFA (Asociación de Fábricas de Automotores) destacaron<br />

recientemente que desde 2001 la cantidad de personas ocupadas por<br />

el sector, en forma directa o indirecta, se duplicó: hoy alcanza a las<br />

110 mil personas.<br />

En virtud de esta situación novedosa, lo que nos interesa señalar<br />

en este prólogo es que esos capitales no sólo desarrollan proyectos<br />

de alta competitividad para el mercado internacional y no sólo<br />

ingresan tecnología de punta al país: también ingresan innovaciones<br />

en las condiciones de empleo que marcan la tendencia más avanzada en<br />

formas de organización del trabajo. Así es como, mientras el lector o<br />

la lectora sostienen este libro en sus manos (no importa qué hora del<br />

día o de la noche sea en este momento), miles de trabajadores<br />

argentinos se encuentran bajo las condiciones de un contrato como<br />

este:<br />

ACUERDO SOBRE INVENCIONES, DESCUBRIMIENTOS Y<br />

CONFIDENCIALIDAD DE LOS EMPLEADOS<br />

Considerando que habiendo sido empleado por Dana<br />

Argentina SA, subsidiaria de Dana Corporation (de ahora en<br />

adelante «Dana»), reconozco y adhiero a que todos los<br />

resultados de mi trabajo, incluidas invenciones, mejoras y<br />

descubrimientos que sean concebidos, sugeridos, inventados,<br />

realizados o descubiertos por mí durante o como resultados<br />

del desempeño de mis tareas para Dana, ya sea en<br />

dependencias de ésta o en cualquier otro sitio, y que de alguna<br />

manera se relacionen con productos, maquinarias,<br />

herramientas, procesos o métodos de manufactura,<br />

163 dialéktica<br />

ARTÍCULOS VARIOS


comercialización, diseño, desarrollo, investigación o ensayo<br />

de Dana, antes o durante mi desempeño por cuenta de Dana,<br />

o productos similares, ingenios, máquinas, herramientas,<br />

procesos o métodos, son y serán, sin más consideraciones de<br />

sola y exclusiva propiedad de Dana.<br />

Además acepto notificar prontamente a Dana, por<br />

escrito, de cualquier trabajo, invención, mejora o<br />

descubrimiento, y a requerimiento durante el término de mi<br />

empleo o en cualquier momento después, ejecutar<br />

prontamente todos los documentos que Dana considere<br />

necesarios, apropiados o útiles para realizar la presentación<br />

de Patentes, Copyright o registro industrial de diseño en los<br />

Estados Unidos y países extranjeros sobre los mencionados<br />

trabajos, invenciones, mejoras o descubrimientos; o para<br />

demostrar la propiedad o toma de posesión del derecho total,<br />

título e interés por parte de Dana en el trabajo, invención,<br />

mejora o descubrimiento o presentación de patente de ahí en<br />

más, o asistir en cualquier litigio o controversia conexa.<br />

También acuerdo en no, tanto durante como después<br />

de mi empleo para Dana, usar o descubrir para cualquier<br />

tercera parte ninguna información confidencial, incluyendo,<br />

sin limitación, información técnica, financiera, comercial o de<br />

negocios conocida o creada por mí como resultado de mi<br />

trabajo para Dana.<br />

Le proponemos al lector o a la lectora dejar de lado, al menos<br />

por un momento, el nombre de la empresa, ya que el nombre podría<br />

variar, pero no la tendencia que las condiciones del contrato trascripto<br />

expresan. Detengámonos, pues, en la letra.<br />

El obrero empleado compromete no sólo ésta o aquélla<br />

«invención», no sólo ésta o aquélla «mejora», no sólo éste o aquél<br />

«descubrimiento». Lo que el obrero empleado compromete,<br />

substancialmente, es su capacidad humana de inventar, mejorar o<br />

descubrir en general. Y no compromete esa capacidad humana durante<br />

la jornada laboral, sino durante un lapso indefinido. El contrato excede<br />

el tiempo que dure la permanencia del obrero en la empresa y excede,<br />

además, la conciencia que el obrero tenga de su propia creatividad.<br />

Veamos: el contrato rige «tanto durante como después» del empleo<br />

efectivo y «sin limitación» del contenido «conocido o creado» por el<br />

obrero empleado. No se trata, pues, de la venta parcial de la fuerza<br />

de trabajo del obrero empleado durante un tiempo finito, limitado,<br />

mensurable (el tiempo de la jornada de labor, el tiempo del período<br />

de servicios prestados). Se trata de la privatización «vitalicia» de la<br />

dialéktica 164


subjetividad del ser humano empleado. Comparado con este contrato,<br />

el mítico pacto con el Diablo resulta un poroto: el Ángel Caído, al<br />

menos, se quedaba con nuestra alma una vez que ya habíamos<br />

disfrutado de los beneficios terrenales del pacto infernal. En cambio,<br />

el contrato que transcribimos se queda con el alma y con el cuerpo<br />

del ser humano empleado desde el instante en que éste pone su firma<br />

(eso sí, valga la aclaración, Dana Corporation preserva al trabajador<br />

de tener que firmar con su propia sangre). Claro que la novedad no<br />

se encuentra tanto en los términos de esta expropiación vitalicia de<br />

las capacidades cognoscitivas, puesto que cualquier contrato en el<br />

sector de desarrollo de productos de cualquier empresa contuvo eso<br />

desde hace mucho. Lo novedoso es que esta expropiación se extienda<br />

a los trabajadores de planta: se exige que el operario también<br />

comprometa su capacidad de crear.<br />

Asistimos, entonces, luego de la crisis argentina de finales de<br />

2001, al establecimiento de una forma de organizar el trabajo<br />

desconocida, al menos en la práctica, por estos pagos. Tan desconocida<br />

que los capataces de Dana Argentina deben explicarles a sus obreros<br />

cómo es que son éstos, y no aquéllos, los sujetos de quienes depende<br />

la empresa. Más claro, echémosle una mirada al siguiente esquema<br />

del manual Lean Manufacturing que los obreros de Dana deben<br />

estudiar:<br />

[Figura 1: La «pirámide invertida».]<br />

165 dialéktica<br />

ARTÍCULOS VARIOS


Este esquema de «pirámide invertida» sirve para ilustrarles a<br />

los obreros el rol preponderante que tienen en la fábrica: los obreros<br />

en la cima, los «líderes de equipo» en el medio y los «líderes de grupo»<br />

en el tercer lugar de importancia. Se trata una nueva modalidad de<br />

trabajo en la que, como dice Ramiro De Altube, «los viejos ‹managers›<br />

tienden a perder importancia, y los grupos de trabajo, que se<br />

constituyen y se desvanecen de acuerdo a las tareas que les son<br />

encomendadas, reemplazan a los antiguos organigramas generales<br />

de la fábrica» (capítulo III de la Segunda Parte).<br />

Y aquí no termina la novedad del asunto. Si bien el tipo de<br />

organización del trabajo es toyotista, Dana Argentina, «subsidiaria<br />

de Dana Corporation», no es toyotista: Toyota importa desde Japón<br />

su línea de montaje y su modalidad de trabajo para fabricar cierta<br />

cantidad de piezas o modelos terminados que ya tiene vendidos a<br />

diversos lugares del mundo y al mercado interno argentino; por su<br />

parte, Dana pone el galpón, selecciona y capacita a los obreros, y<br />

garantiza que se cumpla con la producción planificada. De manera<br />

tal que, al finalizar el contrato entre Dana y Toyota, los japoneses<br />

pueden, eventualmente, llevarse su línea de montaje y su<br />

modalidad de trabajo, para fabricar piezas totalmente<br />

diferentes). El flujo de capitales y mercancías parece haberse vuelto<br />

casi tan veloz como el flujo de información electrónica.<br />

Este cambio de velocidad puede palparse también en el tipo de<br />

operario que esta organización del trabajo exige. Los obreros son<br />

imprescindibles para la empresa. Esto no es nuevo. Lo nuevo es que<br />

la empresa declare constantemente su dependencia de la creatividad<br />

de los operarios. Declaración permanente que tiene como correlato<br />

una constante presión para que éstos innoven, mejoren, descubran y<br />

sugieran «productos, maquinarias, herramientas, procesos o métodos<br />

de manufactura, comercialización, diseño, desarrollo, investigación<br />

o ensayo» para la empresa, como dice el contrato que transcribimos.<br />

Si vinculamos estas prácticas con la definición de fuerza de trabajo que<br />

da Marx, «el conjunto de las capacidades psíquicas y físicas de un<br />

cuerpo humano», sin demasiada osadía podemos afirmar que los<br />

capataces de esta nueva industria automotriz parecen «cuadros»<br />

marxistas:<br />

dialéktica 166


[Figura 2: «Lo que agrega valor».]<br />

No sólo se declara abiertamente que son los operarios quienes<br />

valorizan la organización o, lo que para nosotros es igual, la<br />

producción de la empresa. También se alienta la cooperación hasta<br />

niveles que nada tienen que envidiarle a más de una organización de<br />

izquierda: los operarios se agrupan en equipos de ocho a diez, más<br />

un «Team Leader» (todos los operarios manejan términos del inglés<br />

y del japonés: la basura es scrap; el procedimiento para deshacerse de<br />

ella es kaizen); en cada sector hay un Group Leader supervisando a<br />

varios equipos con sus respectivos Team Leaders. «Trabajo en equipo:<br />

Implica la capacidad de colaborar y cooperar con los demás, formar<br />

parte de un grupo y trabajar juntos: lo opuesto a hacerlo individual y<br />

competitivamente», puede leerse en la planilla de autoevaluación que<br />

los operarios de Dana deben llenar en cuanto dominaron el<br />

«dispositivo» a su cargo (un «dispositivo» es una operación singular<br />

dentro del proceso total de ensamble; cada operario tiene la opción<br />

de dominar todos los dispositivos que pueda dentro de un período<br />

limitado de prueba). Esta planilla, denominada «Sistema de<br />

Evaluación de Performance del Personal», contempla en tres columnas<br />

Perspectivas, Competencias específicas y Niveles de posesión de esas<br />

167 dialéktica<br />

ARTÍCULOS VARIOS


competencias específicas. Cada perspectiva incluye una o varias<br />

competencias específicas. Así, la perspectiva Financiera incluye la<br />

«Orientación al cuidado de los activos»; la perspectiva Proceso interno<br />

incluye la «Innovación» y la «Productividad»; la perspectiva Cliente<br />

incluye «Foco en el cliente»; y la perpectiva Aprendizaje y crecimiento<br />

incluye las competencias «Iniciativa-autonomía», «Profundidad en<br />

el conocimiento del producto/proceso», «Capacidad y actitud para<br />

aprender», «Gestión a la seguridad», «Metodología para la calidad»<br />

y la ya mencionada «Trabajo en equipo». Cada competencia específica<br />

está claramente definida en la planilla y el operario debe colocar una<br />

cruz según considere en qué porcentaje posee tal o cual competencia.<br />

A bajos porcentajes de posesión de competencias la empresa responde<br />

con una capacitación específica para el operario. Pero no basta con<br />

que éste coloque cruces en altos niveles de posesión de competencias<br />

para librarse de la capacitación, porque la planilla es llenada luego<br />

por el Team Leader según su consideración del nivel de posesión de<br />

competencias por parte del operario, y del contraste entre ambos<br />

llenados también puede surgir una capacitación específica para el<br />

operario acerca de la competencia en cuestión. Demos un ejemplo:<br />

supongamos que un operario argentino alega no saber nada del cliente<br />

para el que fabrica el chasis de la camioneta 4x4 modelo Hilux<br />

(aclaremos que, de cada tres unidades Hilux fabricadas, dos se colocan<br />

en el extranjero, de manera que el cliente en cuestión puede ser<br />

ecuatoriano o canadiense). En ese caso, la empresa provee al operario<br />

de materiales (textos, audiovisuales) y cursos hasta que el operario<br />

considera que tiene una idea formada acerca de qué quiere el cliente.<br />

Entonces realiza la autoevaluación nuevamente, también la realiza el<br />

Team Leader, y así hasta obtener un rendimiento satisfactorio para los<br />

márgenes de aceptación de la empresa.<br />

Y no perdamos de vista que, en la Figura 2, la porción de la<br />

pirámide que corresponde a los operarios tiene a su vez dos porciones<br />

triangulares más pequeñas: «Trabajo Estándar» y «Comunicación<br />

constante». El trabajo estandarizado, según define el Lean<br />

Manufacturing, es el trabajo organizado a partir de «el movimiento<br />

del trabajador» y de «una eficiente secuencia de producción». Esto<br />

significa, básicamente, que el trabajo específico debe adaptarse lo<br />

máximo posible a las exigencias del cuerpo del operario para que<br />

éste pueda producir más y de la manera más pulcra y prolija posible<br />

(pulcritud y prolijidad que llevan la marca de la cultura japonesa).<br />

dialéktica 168


Otros dos ejemplos ofrecidos por trabajadores de Dana ilustran<br />

esto: después de una semana en que la producción no alcanzó los<br />

niveles programados, los Group Leaders convocaron a una reunión en<br />

horario de trabajo para preguntar a los operarios qué consideraban<br />

como causa de la baja en la producción. La reunión hacía correr<br />

minutos de silencio que para la empresa significan pérdidas<br />

inestimables, pero era más importante saber qué pensaban los<br />

operarios. Alguien se animó a decir que había poca luz: a la semana<br />

siguiente la empresa instaló doble tubo fluorescente. El segundo<br />

ejemplo: un operario zurdo modificó, sin consultar al Group Leader,<br />

su dispositivo para adaptarlo a su comodidad. A la semana siguiente<br />

el operario fue ascendido a Team Leader.<br />

El objetivo de esta complejísima experiencia laboral es que el<br />

operario desarrolle de manera gradual y al máximo su autonomía,<br />

definida como la<br />

Rápida ejecutividad ante las pequeñas dificultades o problemas<br />

que surgen en el día a día de la actividad. Supone responder<br />

de manera proactiva a las desviaciones o dificultades, sin<br />

esperar a efectuar todas las consultas en línea jerárquica,<br />

evitando así el agravamiento de problemas de importancia<br />

menor. Implica también proponer mejoras, sin que haya un<br />

problema concreto que deba ser solucionado. (Ej:<br />

Implementación de ideas, participación espontánea en equipos<br />

de trabajo, etc.) [«Sistema de Evaluación de Performance del<br />

Personal»]<br />

Aquí cabe una digresión teórica a propósito del nivel alcanzado<br />

en cuanto a la subsunción del trabajo. Como claramente lo expone<br />

De Altube en el capítulo V de la Primera Parte, la generalización del<br />

trabajo asalariado fue un proceso histórico en cuyo comienzo el capital<br />

toma, de cada rama productiva, los procesos de producción y trabajo<br />

tal «como estaban». Sabemos que, llegado cierto punto, la competencia<br />

y la búsqueda de más ganancias empujó a la transformación completa<br />

del proceso de producción, estableciendo las bases para la<br />

transformación total y siempre renovada de todo el proceso de trabajo.<br />

Esa transformación, fundada sobre la aplicación de la ciencia y la<br />

técnica, y sobre el desarrollo de la cooperación y la división del trabajo,<br />

transforma de raíz las operaciones y tareas del productor directo. De<br />

este modo, el proceso de trabajo «escapa» de los límites que le<br />

imponían los modos de trabajo anteriores al desarrollo del capitalismo.<br />

169 dialéktica<br />

ARTÍCULOS VARIOS


Es entonces cuando el trabajo ha sido subsumido realmente por el<br />

capital: éste le impone las condiciones desde la propia producción al<br />

basarla ya no en la capacidad y los límites del hombre sino en un<br />

conjunto mecánico al que el hombre debe adaptarse. Dana –o bien el<br />

sistema laboral que presenta a sus trabajadores– parece apuntar<br />

entonces concientemente a lo contrario, o bien ajusta lo objetivo (lo<br />

mecánico) en el margen para asegurarse un mejor dominio del trabajo.<br />

Insistimos: no nos interesa el nombre de la empresa, sino la<br />

tendencia expresada en el modo de organizar el trabajo. Esta<br />

tendencia, que llamamos postfordismo —y que, como señala De Altube<br />

en el capítulo I de la Segunda Parte de este libro, es resultado de la<br />

crisis del modelo fordista de trabajo—, no viene a desplazar<br />

modalidades vernáculas retrógradas, sino a enriquecerlas<br />

combinándose con ellas. Hay sectores en Dana donde los operarios,<br />

por ejemplo, utilizan para soldar una máscara inteligente que cuesta<br />

alrededor de U$S 3.000: la máscara, que parece más bien una ajustada<br />

escafandra de astronauta a la que los operarios de Dana llaman «la<br />

Power Ranger», es programada por el operario para que el visor se<br />

encienda y se apague sólo cuando la chispa se encuentra en<br />

determinado ángulo de su campo visual; de esta manera el operario<br />

no pierde tiempo levantándose la careta para ver lo que está soldando,<br />

pero, además, la chispa del compañero que está soldando a su lado<br />

no activa ni desactiva el visor de su máscara. El equipo cuenta,<br />

además, con un sistema de refrigeración y otro de oxigenación que<br />

funcionan permanentemente. No obstante, con esa sofisticada<br />

máscara, el operario puede estar ocho horas soldando piezas idénticas<br />

que avanzan sobre un cinta transportadora, tal como hacía el Chaplin<br />

de Tiempos modernos en 1936 bajo el modelo fordista. Con todo,<br />

notemos que el capital aún no impone tan completamente como podría<br />

sus condiciones al trabajador pues la automatización electrónica es<br />

limitada: aún no realiza la propia soldadura, sino que es accesoria<br />

contribuyendo a explotar mejor la vieja forma subjetiva del soldador.<br />

Regresemos a la Figura 2, al ángulo «Comunicación constante»,<br />

porque el Chaplin de Tiempos modernos, el obrero fordista, tenía<br />

prohibido hablar con sus compañeros de trabajo. El postfordismo<br />

exige, en cambio, «comunicación constante», «cooperación»,<br />

«participación espontánea en equipos de trabajo». Así como veíamos<br />

que en el «Acuerdo sobre invenciones, descubrimientos y<br />

confidencialidad de los empleados» lo que el firmante compromete<br />

es su capacidad creadora y cognitiva en general, aquí podemos<br />

dialéktica 170


apreciar que lo que se exige no es mantener ésta o aquella<br />

comunicación particular, o sostener ésta o aquélla participación<br />

determinada, sino que se exige comprometer en el proceso de trabajo<br />

las competencias lingüísticas y la participación espontánea en general.<br />

Lo que «agrega valor» a la organización y a la producción no es sólo<br />

la fuerza física, sino que son también las «competencias específicas»<br />

del obrero empleado. Dicho de otro modo, lo que valoriza capital es<br />

la capacidad de crear (crear comunicación, crear participación, crear<br />

mercancías, crear dispositivos, crear herramientas...) propia del ser<br />

humano: «el conjunto de las capacidades psíquicas y físicas de un<br />

cuerpo humano». Esto ha sido siempre así, sólo que clásicamente la<br />

gerencia pretendía que el saber era todo de ella y obraba –<br />

contradictoriamente– quitando capacidad de iniciativa a un trabajo<br />

al que debía expropiar sus saberes.<br />

Por todo lo dicho creemos que es indispensable equilibrar en<br />

los análisis críticos las continuidades y las discontinuidades históricas<br />

que fueron tallando la fisonomía del modelo de organización del<br />

trabajo que caracterizamos aquí como la tendencia más avanzada en<br />

Argentina. «Control tecnológico y subsunción del trabajo en el siglo<br />

XX» es el subtítulo del libro que estamos prologando y es el índice<br />

sintetizador de los problemas que Ramiro De Altube analiza para<br />

explicar el proceso histórico que dio como resultado esta nueva<br />

tendencia de organización del trabajo. En este sentido, El fetichismo<br />

capitalista en la organización de la producción es un mapa que permite<br />

visualizar los engranajes de la complicada maquinaria productiva<br />

que la sociedad capitalista ha montado a lo largo del revolucionario<br />

siglo XX. Y es que, así como consideramos indispensable equilibrar<br />

continuidades y discontinuidades del proceso, consideramos que el<br />

control y la subsunción resultan poco legibles si no los contrastamos<br />

con aquello que se pretende controlar y subsumir. De Altube lo señala<br />

cuando escribe que «la crisis de fines de la década del 60' ha significado<br />

en buena parte de los capitalismos nacionales un cuestionamiento<br />

práctico de los criterios tayloristas y fordistas de organización del<br />

trabajo, y, de manera compleja, ha propiciado nuevas formas y<br />

conceptos en organización del trabajo» (capítulo IX de la Primera<br />

parte).<br />

Por supuesto: muy distinto es el contexto social en el que el<br />

postfordismo se instala en Argentina. No es este el lugar para<br />

desarrollar el tema como es debido, pero digamos, aunque sea a modo<br />

de hipótesis, que esta nueva tendencia laboral se entrama en un<br />

171 dialéktica<br />

ARTÍCULOS VARIOS


complejo proceso político, tanto en relación a las reivindicaciones<br />

sociales como en relación a las formas de organización y los métodos<br />

de lucha. Con sus enormes diferencias y en la medida de sus<br />

determinaciones, el piquete, la asamblea y los cacerolazos son<br />

síntomas de un nuevo protagonismo social, de una nueva forma de<br />

subjetividad, que funda su actividad política en la acción espontánea<br />

y la democracia directa. Hallamos, pues, una relación de «ensamble»,<br />

muy mediada pero también muy visible, entre estas nuevas formas<br />

de resistencia (las más avanzadas hoy en Argentina) y aquella nueva<br />

tendencia de organización del trabajo (la más avanzada hoy en<br />

Argentina). Señalemos, por citar un ejemplo que apoye esta misma<br />

línea de investigación, el paralelismo entre la crítica a las jerarquías<br />

que implica la democracia directa y el desarrollo de la autonomía de<br />

los operarios impulsada en el texto que transcribimos más arriba.<br />

¿Qué ocurrirá a partir de este encuentro entre formas de lucha que<br />

emergieron como respuesta a problemas singulares de un país<br />

periférico como Argentina y un modelo de organización del trabajo<br />

que emergió como respuesta a formas de lucha propias de la Europa<br />

central contemporánea?<br />

Reconocer las características del proceso que dio como resultado<br />

el postfordismo, tanto en sus continuidades como en sus<br />

discontinuidades, tanto en su líneas de control y subsunción como en<br />

líneas de fuga y libertad, nos puede proveer de algunas claves de<br />

interpretación para los tiempos que corren y puede, además,<br />

contribuir a la elaboración de una inteligencia colectiva que nos<br />

permita afrontar estos nuevos desafíos y, de ser posible, anticipar<br />

próximos embates del capital. En este sentido, el libro de Ramiro De<br />

Altube realiza un importante aporte a la elucidación histórica, la<br />

interrogación filosófica y la comprensión política de un fenómeno<br />

social cuyas entrañas albergan nuevas formas de dominación y<br />

explotación, pero en cuya fisonomía están cifrados, también, nuevos<br />

modos de resistencia y nuevas armas para la emancipación social.<br />

dialéktica 172<br />

Marzo 2007


Violentar el pensamiento<br />

A propósito de Impreso en Chilavert (Experiencia filmada),<br />

Colectivo Urbanautas, Escuela de Cine CiEVyC y Grupoembate,<br />

mayo de 2005/mayo de 2006,<br />

Pompeya, Buenos Aires. Duración: 77 min.<br />

Hay algo en común entre los documentales sobre empresas recuperadas y<br />

los más exitosos productos de la televisión abierta: no molestan a nadie, ni a<br />

los protagonistas ni a los espectadores.<br />

Es sabido que los grandes medios construyen el sentido de los<br />

acontecimientos fragmentando la historia, tomando los efectos por las causas<br />

y equiparándolo todo en la multiprocesadora lógica del zapping: hay aquí la<br />

construcción de un presente constante, ápice vertiginoso de causalidad<br />

inmediata, sin memoria y sin ventanas, que alimenta el miedo y la ansiedad<br />

de consumo, en fin... un instantáneo y frágil caos de amenazas cotidianas,<br />

con música de intriga y suspenso (o, su complemento, el calidoscopio de<br />

sangre, sexo y afasia para el entretenimiento). Por su parte, los documentales<br />

sobre empresas recuperadas suelen caer en el otro extremo: construyen una<br />

historia sin fisuras, con un sujeto cada vez más conciente de su lucha, héroe<br />

colectivo que se abre paso entre las desventuras del capitalismo, que cae<br />

una y otra vez merced a los embates del enemigo, pero que se recompone<br />

también una y otra vez como si obedeciera a las exhortaciones de algún<br />

soneto medicinal de Almafuerte. Otra cosa ocurre con Impreso en Chilavert.<br />

Chilavert Artes Gráficas (Chilavert) es una de las casi doscientas<br />

empresas recuperadas por sus trabajadores durante el excepcional año 2002.<br />

También es una de las empresas recuperadas predilectas a la hora de hacer<br />

un documental: cientos de sociólogos, antropólogos, documentalistas,<br />

estudiantes universitarios, periodistas, gringos de las más distantes<br />

latitudes... han pasado por Chilavert para tomar registro escrito, sonoro y<br />

audiovisual de la experiencia de sus trabajadores. Pero los documentales<br />

sobre esta y otras empresas recuperadas se caracterizan por la construcción<br />

de un relato homérico, a veces con aspiraciones de epopeya hollywoodense,<br />

que desarrolla en la pantalla «la unidad» de la experiencia de «un<br />

movimiento» de trabajadores. Algo que siempre está más cerca de la<br />

expresión de deseos temerosa de mancillar con disensos la lucha obrera,<br />

que de la reflexión crítica inmersa en y acerca de un proceso social<br />

emancipatorio.<br />

La obra que aquí reseñamos es indómita a la etiqueta de «documental»:<br />

si bien la iniciativa corrió por cuenta de un colectivo de cineastas y sociólogos,<br />

el proceso de filmación, entrevistas y debates, estuvo en manos del «colectivo<br />

173 dialéktica<br />

RESEÑAS


ampliado» que incluyó a los<br />

trabajadores de Chilavert. Este<br />

colectivo ampliado se constituyó en<br />

la experiencia de filmación misma,<br />

lo cual generó inesperadas<br />

alteraciones (a menudo ásperas)<br />

durante el proceso de trabajo. Uno<br />

de los protagonistas de Impreso en<br />

Chilavert, por citar un ejemplo, es<br />

capturado dos veces en la película<br />

diciendo que el proyecto no consiste<br />

en hacer «un documental sobre<br />

Chilavert sino un documental de<br />

Chilavert», sin embargo el resultado<br />

no fue ni una cosa ni la otra: Impreso<br />

en Chilavert se autodefine como<br />

«Experiencia filmada». Y es que<br />

Impreso en Chilavert actualiza el<br />

esfuerzo por mostrar en la pantalla<br />

no sólo la empresa recuperada y sus<br />

trabajadores, sino también el<br />

desarrollo mismo del acto de<br />

creación de Impreso en Chilavert,<br />

trasladando la importancia del fin<br />

hacia la importancia de los medios,<br />

corriendo el foco de los objetos y<br />

sujetos hacia su proceso de<br />

constitución, desplazando<br />

estratégicamente el qué tras el cómo<br />

(o más precisamente, identificando<br />

el qué con el cómo): el trabajo con<br />

dos cámaras, que pone en cuestión<br />

la objetividad de la mirada; la<br />

filmación de las reuniones del<br />

«colectivo impulsor» de cineastas y<br />

sociólogos, que exhibe sucesivas<br />

marchas y contramarchas del<br />

proyecto original; la participación de<br />

los trabajadores entrevistándose<br />

entre sí, cámara en mano, que<br />

permite preguntas germinadas de<br />

sus propios saberes; el ensayo<br />

permanente de habitar afectiva y<br />

efectivamente los problemas, de<br />

explorar las dificultades, de transitar<br />

dialéktica 174<br />

las contradicciones, actitud que<br />

provoca una tensión y una<br />

incomodidad crecientes, tanto para<br />

los protagonistas como para los<br />

espectadores.<br />

Impreso en Chilavert es una<br />

película problemática: no explica<br />

«qué hacer», sino que complica la<br />

percepción al dejar «impreso»,<br />

mediante la exhibición del cómo<br />

hacer, que las mentes y los cuerpos<br />

no son un solo bloque sin<br />

porosidades, sino una madeja de<br />

contradicciones que no se equilibran<br />

por «efecto dominó»: los dos<br />

protagonistas que aseguran que el<br />

compromiso con el trabajo en la<br />

imprenta es el mismo que el que<br />

tenían cuando trabajaban bajo<br />

patrón, pueden afirmar,<br />

inmediatamente y sin notar<br />

incompatibilidad, que ahora las<br />

decisiones las toman ellos y no el<br />

patrón, y que si ahora se quedan<br />

hasta tarde trabajando es por respeto<br />

al cliente y no por el dinero; la misma<br />

integrante del colectivo impulsor<br />

que se esfuerza por mostrar las<br />

dificultades del proceso de<br />

filmación, pone una innegable cara<br />

de incomodidad cuando su<br />

compañero declara frente a cámara<br />

que tras una violenta discusión al<br />

interior del grupo, el colectivo<br />

impulsor sufrió una ruptura en la<br />

que uno de los cineastas abandonó<br />

irritado la experiencia; el mismo<br />

trabajador de la imprenta que<br />

defiende la desigualdad de salario<br />

según la antigüedad es el que más<br />

esfuerzo realiza para integrarse al<br />

proceso de filmación y practicar la<br />

horizontalidad en la toma de<br />

decisiones... Decenas de ejemplos<br />

como éstos, fundidos entre las


intempestivas reflexiones verbales y<br />

el incesante pensamiento por<br />

imágenes (hay una línea discontinua<br />

a lo largo de Impreso... hecha del<br />

primerísimo primer plano que<br />

presenta manos haciendo –y<br />

comunicando– de todo: cebar mate,<br />

filmar, gestualizar en el aire, sostener<br />

tazas o cigarrillos, cortar, pegar,<br />

apretarse entre sí...) sugieren un<br />

problema novedoso, traman un<br />

descubrimiento conceptual, nos<br />

traen un pensamiento: la<br />

subjetividad no es una unidad<br />

homogénea, un individuo está hecho<br />

de múltiples líneas contradictorias<br />

sin un centro desde el cual guiarlas<br />

a todas por «buen camino» (buen<br />

camino político que obtiene su<br />

correlato filosófico en el «buen<br />

método» cartesiano, hijo de «la cosa<br />

mejor repartida del mundo»: el buen<br />

sentido). Este pensamiento que nos<br />

trae Impreso en Chilavert permite<br />

entender la emancipación social de<br />

otra manera, ya no como la<br />

progresiva odisea de la conciencia de<br />

un movimiento centralizado que<br />

pasa de la prehistoria a la historia de<br />

un salto mortal cualitativo, sino<br />

como un proceso complejísimo,<br />

múltiple, arduo, anónimo, incierto,<br />

incómodo y problemático del que no<br />

hay garantía alguna de progreso<br />

irreversible (y ni siquiera de<br />

progreso); ya no como la<br />

esperanzadora gesta del futuro, sino<br />

como el compromiso práctico del<br />

presente; ya no como delegación en<br />

el partido de masas que tomará –<br />

mañana– el poder del estado, sino<br />

como la toma en propias manos –<br />

hoy– de los medios de producción,<br />

ya sean estos medios una imprenta,<br />

una cámara, una computadora o una<br />

investigación universitaria.<br />

Esta «experiencia filmada» no<br />

tranquiliza a nadie, no es catártica<br />

ni terapéutica. No deja mensaje, no<br />

baja línea: Impreso en Chilavert es un<br />

dispositivo problemático, una<br />

corrosiva y multitudinaria sucesión<br />

de signos, de cuya experiencia los<br />

espectadores –en especial los<br />

militantes y activistas– difícilmente<br />

salimos ilesos.<br />

Para conseguir el DVD con la<br />

experiencia filmada, para obtener<br />

información o simplemente<br />

contactarse:<br />

imprentachilavert@gmail.com,<br />

grupoembate@hotmail.com,<br />

urbanautas@gmail.com<br />

Mariano Repossi<br />

175 dialéktica<br />

RESEÑAS


UBA Factory<br />

Reestructuración capitalista y lucha de clases en la<br />

Universidad de Buenos Aires (1992-2006)<br />

dialéktica 176<br />

Más Que un Nombre, Revista <strong>Dialéktica</strong>,<br />

Colectivo de estudiantes de Filosofía,<br />

Buenos Aires, 2007, 264 páginas.<br />

UBA Factory es un libro editado por estudiantes, graduados/as y docentes<br />

de la universidad de Buenos Aires, a los/as que no solo el espacio territorial<br />

que habitan cotidianamente los/as une, sino que también, forman parte de<br />

diferentes colectivos que intervienen tanto en los ámbitos académicos como<br />

políticos -gremiales de la Universidad (Facultad de Ciencias Sociales y<br />

Facultad de Filosofía y Letras).<br />

Ya el título del libro, como la diagramación de su tapa, nos remite a<br />

una Universidad más cercana a los intereses del Mercado y del Capital que<br />

vinculada a la producción de conocimiento crítico, autónomo y<br />

transformador. Podemos imaginar una universidad (re)productora de<br />

recursos humanos, aptos, dóciles y obsecuentes a la lógica del capital. Una<br />

UBA fábrica, globalizada, subordinada a las necesidades capitalistas… pero<br />

también, dentro de esta misma factory existen fisuras, líneas de fuga, a partir<br />

de las cuales emergen otras voces, otros cuerpos, cuyo decir y hacer<br />

transgrede el orden de lo legítimo. Gracias a estas fisuras, a estas prácticas<br />

disruptivas, fue posible escribir, discutir, compilar, editar y publicar (como<br />

también comprar y leer) el mencionado libro.<br />

Todos los artículos que contiene el libro, salvo dos excepciones, fueron<br />

publicados originariamente en la Revista <strong>Dialéktica</strong> entre los años 1992 y<br />

2005. Todos producidos, como se aclara en el prólogo, en el fulgor de la<br />

lucha, del conflicto «a veces como balance crítico de lo actuado, a veces a<br />

modo de búsqueda de tendencias estructurales que permitan claves de<br />

intervención (…) sobre un ensamble de nociones políticas comunesautonomía,<br />

horizontalidad, anticapitalismo- y una trama convergente de<br />

prácticas militantes» 1<br />

Los conflictos universitarios producidos en los años 1995, 1999 y 2001<br />

serán los criterios ordenadores de los textos compilados dentro del libro.<br />

Estos momentos de lucha dentro de la universidad constituyeron situaciones<br />

claves que permitieron, no solo repensar el papel del movimiento estudiantil<br />

1 UBA Factory<br />

, Más Que un Nombre/ Revista Dialéctica/ Colectivo de Estudiantes de Filosofía, Bs.<br />

As., 2007, p. 6.


y su forma de organización, sino que<br />

también, cuestionar a la Universidad<br />

como productora de conocimiento<br />

vinculando tres esferas o aspectos,<br />

que hasta ese momento se intentaban<br />

mantener como escindidos: la esfera<br />

lo político, la esfera de lo académico<br />

y la esfera de lo económico.<br />

UBA Factory, desarrolla una<br />

fuerte crítica los partidos de<br />

izquierda (verticalistas, jerárquicos,<br />

consignistas y economicistas)<br />

proponiendo nuevas formas de<br />

organización que, en un principio,<br />

abarcarán solo a los/as estudiantes,<br />

para luego, crítica a la división de<br />

claustro mediante, incorporar a toda<br />

la comunidad universitaria<br />

partiendo de los diferentes<br />

posicionamientos políticos y<br />

cuestionando los espacios de toma<br />

de decisiones dentro de la<br />

institución. Autonomía,<br />

horizontalidad y anticapitalismo<br />

serán los conceptos claves para la<br />

discusión y la acción. No solo se<br />

pondrán en discusión en los<br />

diferentes artículos sino que serán<br />

verdaderas herramientas de<br />

intervención. La máxima: lo<br />

académico también es político.<br />

Vinculado a esto, los textos<br />

compilados en el libro visibilizan el<br />

estrecho vínculo- las relaciones<br />

carnales podríamos decir<br />

poniéndonos a tono con la épocaentre<br />

mercado y educación, echando<br />

luz sobre el lugar que ocupa la<br />

ciencia y la tecnología en el<br />

capitalismo: la mercantilización del<br />

conocimiento. Abriendo las puertas,<br />

de esta manera, a la crítica de la<br />

universidad actual, mostrando la<br />

pobreza académica y política de su<br />

defensa y los límites de sus<br />

posibilidades. Poniendo sobre el<br />

tapete la cuestión de lo económico,<br />

más concretamente, el problema<br />

presupuestario que durante mucho<br />

tiempo fue el eje de las luchas<br />

universitarias. ¿Mayor presupuesto<br />

para qué? ¿Para quién? Ya no<br />

alcanza esta consigna sino se la<br />

piensa dentro de una crítica más<br />

amplia y radical, crítica que será<br />

esbozada en varios de los artículos.<br />

Algunas preguntas que giran<br />

en torno al libro son: ¿Cuáles son las<br />

críticas a la universidad actual?<br />

¿Cómo se organiza la (re)<br />

producción de conocimiento? ¿Qué<br />

relaciones se establecen entre<br />

conocimiento y poder? ¿Cómo<br />

generar nuevas formas de<br />

organización política? Intentando<br />

esbozar algunas respuestas a partir<br />

de experiencias colectivas que<br />

emergieron en los momentos más<br />

altos de conflictividad, a saber:<br />

cuerpos de delegados, asambleas<br />

interfacultades, autogestión de<br />

apuntes, grupos de estudios,<br />

seminarios colectivos de<br />

investigación, boletines<br />

informativos, discusiones en los<br />

cursos, asambleas interclaustros,<br />

entre otras.<br />

UBA Factory evidencia un<br />

recorrido marcado por la acción y la<br />

discusión, por la práctica y la teoría<br />

que va y viene una y otra vez. Los/<br />

as sujetos intervienen en los<br />

conflictos pero también surgen los<br />

balances, las propuestas, la reflexión<br />

política y teórica, los análisis más<br />

estructurales intentando buscar<br />

tendencias.<br />

No se podría sostener que la<br />

materia prima de este libro es solo<br />

la experiencia, dado que, muchas de<br />

177 dialéktica<br />

RESEÑAS


las discusiones que aparecen en los<br />

textos se remiten a los debates y<br />

discusiones que se generaron en los<br />

mismos espacios colectivos que<br />

surgieron en los momentos de lucha<br />

universitaria.<br />

En el prólogo del libro se<br />

proponen dos itinerarios posibles de<br />

lectura: un itinerario de estructura y<br />

uno del sujeto. También hay un tercer<br />

dialéktica 178<br />

itinerario posible: el que vincula<br />

acción y pensamiento, evidenciando<br />

la posibilidad de la experimentación<br />

y la reflexión, no como momentos<br />

separados o cronológicos sino como<br />

momentos que se constituyen<br />

dialécticamente.<br />

Verónica Zallochi


Ordenando el rompecabezas<br />

A propósito de El rediseño de América Latina, ALCA,<br />

MERCOSUR y ALBA de Claudio Katz 1<br />

Buenos Aires, Ediciones Luxemburg, 2006, 144 páginas<br />

No es novedad que, al hablar de los procesos de integración en la América<br />

Latina reciente, algunas siglas aparezcan como ineludibles. El Área de Libre<br />

Comercio de las Américas (ALCA), el Mercado Común del Sur<br />

(MERCOSUR), la Alternativa Bolivariana para Nuestra América (ALBA),<br />

junto a otras como la Comunidad Andina de Naciones (CAN), la<br />

Confederación Sudamericana de Naciones (CSN), los Tratados de Libre<br />

Comercio (TLCs), y los recientes Tratado de Comercio de los Pueblos (TCP)<br />

forman parte de la literatura corriente sobre la región, en cualquiera de sus<br />

formatos: periodísticos, ensayísticos o de divulgación científica. Esto denota<br />

que la coyuntura política ha cambiado en los últimos años. Algunas de esas<br />

siglas como MERCOSUR y ALCA, lanzadas a principios de los noventa, sí<br />

se escuchaban o se leían por aquellos años, pero no con el ritmo actual, y<br />

mucho menos con el mismo significado que denotan ahora. De escuchar en<br />

la década de 1990 la futura y segura imposición del ALCA en el año 2005 a<br />

partir de la supuesta exitosa experiencia del Tratado de Libre Comercio de<br />

América del Norte (NAFTA por sus siglas en inglés) creado en 1994, o de un<br />

MERCOSUR que traía aires de renovación en la integración del Cono Sur –<br />

aunque sólo para los capitales transnacionales– pero que nunca se constituía<br />

como ese vehículo integrador que se proponía; pasamos hoy día a presenciar<br />

el fracaso por parte de EE.UU. de imponer el ALCA en la región, a la vez<br />

que es observable un cambio de tendencias en los objetivos de integración<br />

en el MERCOSUR –aunque no exento de las contradicciones e incertidumbres<br />

que han caracterizados al bloque. Al mismo tiempo, la propuesta del ALBA,<br />

lanzada por Venezuela y Cuba –que ya cuenta a Bolivia como miembro y<br />

con la reciente adhesión de Ecuador y Nicaragua– ha movido algunas piezas<br />

más de este controvertido rompecabezas regional, reinstalando como<br />

horizonte político algunas consignas que, en pleno auge del neoliberalismo,<br />

se creían olvidadas en la esfera política regional: antiimperialismo, comercio<br />

de los pueblos, solidaridad, cooperación, socialismo.<br />

De todo eso trata El rediseño de América Latina, ALCA, MERCOSUR<br />

y ALBA, de Claudio Katz que tiene como objetivo indagar los procesos de<br />

integración regional en América Latina, realizando un análisis que se<br />

distingue de otros por no observar solamente los episodios cotidianos que<br />

1 El autor del libro es economista, investigador del CONICET, docente de la UBA, e<br />

integrante del EDI (Economistas de Izquierda).<br />

179 dialéktica<br />

RESEÑAS


caracterizan al proceso de<br />

integración como cumbres, actas,<br />

acuerdos, reuniones, firmas de<br />

protocolos de intención. Justamente<br />

para salir del análisis descriptivo de<br />

ese tipo de eventos, que abundan<br />

tanto en trabajos de investigación<br />

como en la prensa escrita, el autor<br />

propone algunas claves a considerar<br />

en la observación de las<br />

negociaciones de esos procesos de<br />

integración, que constituyen<br />

tendencias que se manifestaron con<br />

regularidad y que no pueden dejar<br />

de ser tenidas en cuenta: el proceso<br />

de reestructuración capitalista, las<br />

prioridades estratégicas del<br />

imperialismo, y los intereses de las<br />

clases dominantes locales que<br />

condicionan las tratativas de las<br />

negociaciones. Más aún, el autor<br />

considera que estas tratativas se<br />

encuentran también condicionadas<br />

por la influencia directa de las<br />

resistencias sociales, y las propuestas<br />

de integración más radicales. Bajo<br />

este choque y entrelazamiento de<br />

tendencias es posible, según Katz,<br />

entender el rediseño futuro de<br />

América Latina.<br />

Algunos por qué para leer este libro<br />

Para entender el escenario actual<br />

latinoamericano, el Rediseño de<br />

América Latina…utiliza una<br />

especializada, variada y actualizada<br />

bibliografía sobre la temática<br />

regional, como así también artículos<br />

periodísticos que aparecen ante cada<br />

movimiento del rompecabezas. Pero<br />

también, utiliza publicaciones y<br />

sitios de interés ligados a los<br />

movimientos sociales, siendo parte<br />

de los insumos que permiten pensar<br />

dialéktica 180<br />

este rompecabezas, insumos que<br />

muchas veces –casi siempre– son<br />

vedados por el mundo académico.<br />

Tiene puntos de partida claros en la<br />

introducción que recorren todo el<br />

libro y que ayudan a entender la<br />

lectura, como por ejemplo la idea de<br />

que la economía mundial ha<br />

registrado un salto en la<br />

mundialización en las últimas tres<br />

décadas demostrando una mayor<br />

internacionalización, una mayor<br />

compulsión competitiva, gestación<br />

de bloques zonales, reordenamientos<br />

en las clases dominantes. O, desde<br />

el aspecto político, que la región ha<br />

cambiado de signo con respecto a los<br />

noventa, y se encuentran menos<br />

gobiernos derechistas que defendían el<br />

ALCA, gobiernos de centroizquierda<br />

que redefinieron el MERCOSUR, y<br />

gobiernos como el de Venezuela<br />

(nacionalismo radical para el autor)<br />

que lanzaron el ALBA. Ese escenario<br />

económico mundial y estos cambios<br />

políticos moldean el proceso de<br />

integración para el autor y es de allí<br />

de donde parte su análisis. Otro<br />

punto de partida consiste en la idea<br />

de que los procesos de integración<br />

regional están también en la agenda<br />

de los movimientos sociales,<br />

sacándole a las clases dominantes la<br />

exclusividad de la problemática de<br />

la integración.<br />

Tres estrategias de integración,<br />

algunos planteos en este libro<br />

1. Con respecto a ALCA se trabaja<br />

la idea de que su fracaso expresa un<br />

cuestionamiento «por arriba» y «por<br />

abajo». Es decir, el proyecto<br />

estadounidense fue rechazado por<br />

grupos capitalistas latinoamericanos


que no podían ofrecerle resistencia<br />

a la apertura de la economía que<br />

ofrecía el ALCA. Pero también por<br />

la resistencia popular. La abundante<br />

bibliografía existente sobre el tema<br />

en general hace referencia a, por un<br />

lado, cuestiones comerciales y de<br />

integración económica; o, por otro<br />

lado, se especializa en los perjuicios<br />

que habría traído el ALCA y la<br />

resistencia a estos ofrecida por los<br />

movimientos sociales. Pensar las dos<br />

dimensiones en su conjunto es, sin<br />

duda, uno de los aportes más ricos<br />

de este libro.<br />

2. La caracterización del<br />

MERCOSUR por medio de etapas<br />

históricas y la necesaria<br />

problematización sobre los cambios<br />

en las clases dominantes locales en<br />

el análisis de esas etapas constituye<br />

una opción para a) profundizar en<br />

la historia del MERCOSUR más allá<br />

de las actas y acuerdos; b) entender<br />

las tensiones, los realineamientos y<br />

los cambios en las clases dominantes<br />

locales, asignándole un carácter<br />

mucho más heterogéneo que el que<br />

generalmente se les otorga; y c)<br />

entender por qué el MERCOSUR fue<br />

usado por fracciones capitalistas<br />

para decirle no al ALCA.<br />

3. El autor piensa que el ALBA, a<br />

través de los recientes TCP, ofrece un<br />

horizonte de integración diferente al<br />

del ALCA y el MERCOSUR,<br />

privilegiando el intercambio<br />

cooperativo y solidario en vez de la<br />

búsqueda de ganancias; es decir, de<br />

«ventajas cooperativas» por sobre<br />

«ventajas comparativas», resume<br />

Katz.<br />

Caracterización de la región<br />

Al final de El Rediseño de América<br />

Latina encontramos un análisis de la<br />

situación actual de América Latina<br />

a la luz de los últimos<br />

acontecimientos, que según Katz<br />

combinan crecimiento económico,<br />

gobiernos centroizquierdistas,<br />

nacionalismo radical, rebeliones<br />

populares, convicciones<br />

antiimperialistas y hasta el planteo<br />

socialista. Todo entremezclado y<br />

cambiando constantemente como un<br />

verdadero torbellino. Pero con<br />

algunas tendencias claras para Katz:<br />

el ALCA y sus continuadores TLC<br />

intentan relanzar el neoliberalismo,<br />

el MERCOSUR intenta ensayar un<br />

esquema más regulado de<br />

capitalismo regional y el ALBA se<br />

entrelaza con el socialismo.<br />

Julián Kan<br />

181 dialéktica<br />

RESEÑAS


dialéktica 182<br />

Miscelánea<br />

Revista de cultura y pensamiento,<br />

Mar del Plata, núm. 1, 2007<br />

En las últimas dos décadas la debacle del espacio argentino de revistas de<br />

debate político, ideológico y cultural ha sido rotunda. Salvo excepciones<br />

socialmente invisibles (El ojo mocho, Confines, Acontecimiento, Espacios de crítica<br />

y producción, <strong>Dialéktica</strong>...), que sólo mantienen su vigencia entre algunos<br />

lectores del Tupper académico y en un reducido circuito de dos o tres librerías<br />

de la Av. Corrientes, el espacio de revistas ha desaparecido. La reciente<br />

clausura de la experiencia de El Rodaballo viene a coronar otras: Cuadernos<br />

del sur, Taller, Causas y azares, Parte de guerra, Razón y revolución... Las causas<br />

de este fenómeno de desaparición son variadas. De una parte, el crecimiento<br />

geométrico del acceso a Internet ha despojado de sentido a las revistas con<br />

poca producción propia y dedicadas más bien a la noble tarea de socializar<br />

textos y autores desconocidos, que hoy puede bajarse con sólo un click.<br />

Además, esta masificación del acceso a Internet, combinada con el aumento<br />

de los costos de impresión –otra de las causas de la debacle–, motivó que<br />

gran cantidad de revistas de reciente aparición prescindiera del formato en<br />

papel y publicara sólo en formato electrónico. De otra parte, y asociado al<br />

giro político-social de la década de los noventa –que transformó, entre otras<br />

cosas, los hábitos de lectura de la sociedad argentina–, los suplementos<br />

culturales de los principales diarios porteños se han convertido en los nuevos<br />

promotores de la agenda de debates en torno a temas como ciencia, arte,<br />

política, urbanismo, arquitectura, producción bibliográfica, etc. Nos<br />

referimos, eminentemente, a la revista Ñ del Grupo Clarín y al suplemento<br />

Radar, de Página/12 (diario que también pertenece, al menos en parte, al<br />

GC). Este predominio de los suplementos culturales se ajusta con la<br />

cooptación de intelectuales a manos del estado o de fundaciones del sector<br />

privado: más de un proyecto político-editorial ha sido abandonado en pos<br />

de la prosperidad de otros proyectos, de aspiraciones emancipatorias<br />

mesuradas cuando no inexistentes, y, digámoslo, en pos muchas veces de la<br />

fama mediática y el rédito monetario.<br />

Es un tiempo aciago para los emprendimientos editoriales. Sin<br />

embargo, el ámbito universitario (en particular, las facultades de Filosofía y<br />

Letras y de Ciencias Sociales de la UBA, tradicionalmente productoras de<br />

publicaciones) es sede de un aparente renacer del espacio político de revistas<br />

de debate. La Brumaria, Eskalera Caracol, Nuevo topo, Astrolabia, El pensadero,<br />

Desde el pie, Guerra de tizas, Amartillazos... asoman sus números 1, 2, 3, sin<br />

que hasta el momento se vislumbren cierres. En esta tímida avanzada


espectral de nuevas publicaciones se<br />

ubica el número inaugural de la<br />

revista marplatense Miscelánea.<br />

Su cubierta verde clorofila, el<br />

nombre escrito en tipos que son<br />

tentáculos y el arte de tapa e interior<br />

en clave zoo-rizomática, difuminan<br />

la frontera entre lo animal, lo vegetal<br />

y lo mineral. Su director, Cristian<br />

Peláez, hace de la nota editorial la<br />

exposición concisa y rotunda del<br />

problema identitario de la<br />

publicación: la expresa declaración<br />

del carácter eminente de<br />

«posibilidad» de la revista, el énfasis<br />

puesto en el discurso narrativo (en<br />

detrimento del discurso<br />

argumentativo), la afirmación de la<br />

«creación» y la aceptación del género<br />

«cultura y pensamiento», son las<br />

notas distintivas que (in-)definen la<br />

apuesta editorial de Miscelánea.<br />

El contenido de la revista está<br />

conformado por ocho artículos, la<br />

mayoría sin otro propósito que el de<br />

dar a conocer un pensamiento.<br />

«Irreversible: un nuevo género de<br />

terror», de Ileana Fayó, es una puesta<br />

en relación de la película de Gaspar<br />

Noé (llamada justamente Irreversible)<br />

con algunos pasajes de La voluntad<br />

de poder de F. Nietzsche; el eje del<br />

texto, anunciado en el título, señala<br />

la dimensión política del terror, no<br />

sólo pero también, con un<br />

inesperado remate de F. Engels.<br />

«Una mirada sobre la modernidad:<br />

Foucault y la teoría crítica», de Rita<br />

Novo, pone de relieve la poco<br />

conocida relación de la Escuela de<br />

Francfort con M. Foucault, desde la<br />

perspectiva del filósofo francés.<br />

«Nietzsche: filosofía y verdad»,<br />

firmado por Mariano Iriart, presenta<br />

el problema de la verdad en<br />

Nietzsche, inscribiendo a este autor<br />

en la discusión por fundamentar la<br />

verdad en una de estas cuatro<br />

dimensiones: ontológica, semánticopragmática,<br />

epistemológica y<br />

valorativa. «Cartografías: ‹Una hoja<br />

de ruta, el producto de un viaje hacia<br />

una tierra nueva›», firmado por<br />

Nicolás Kruk, intenta ser una lectura<br />

de las clases de G. Deleuze<br />

compiladas en el libro Derrames. «La<br />

imposibilidad del derecho. La vana<br />

ilusión de lo jurídico», escrito por el<br />

mismo Cristian Peláez, es una<br />

colección de reflexiones críticas<br />

sobre el problema del Derecho, a<br />

partir de diversos autores (M.<br />

Foucault, W. Benjamin, S. Weil, F.<br />

Kafka y otros). «El contrato de<br />

Hobbes: un modelo de dispositivo<br />

de soberanía», de Omar Murad, lee<br />

el Leviatán bajo la clave de un<br />

«dispositivo», concepto que Deleuze<br />

forja en una de sus lecturas de<br />

Foucault. «Reforma del estado: hacia<br />

una política de exclusión», escrito a<br />

cuatro manos por Mercedes<br />

Barroetaveña y Agustina González,<br />

lleva la discusión del estatuto<br />

jurídico de las políticas de estado al<br />

terreno de las reivindicaciones<br />

sociales. Por último, «Pensar las<br />

mezclas y las fronteras», de Lucía<br />

Parra, introduce al pensamiento del<br />

etnólogo Serge Gruzinsky, y a la<br />

inteligibilidad de varios de sus<br />

conceptos fundamentales.<br />

Los artículos ostentan un<br />

marcado formalismo académico, lo<br />

cual acarrea algunas dificultades a<br />

la lectura de los no iniciados en<br />

ciertos autores o temáticas. Pero, a<br />

la vez, hay pasajes donde el<br />

pensamiento parece fugar,<br />

agrietando el molde universitario, y<br />

183 dialéktica<br />

RESEÑAS


jugar la apuesta que promete la nota<br />

editorial. Estas características<br />

dibujan una constelación irregular<br />

de textos, un trayecto sinuoso de<br />

contenidos, unas veces felices y otras<br />

veces no tanto. Es notoria la<br />

intempestiva presencia de Nietzsche<br />

y de sus más afamadas máscaras<br />

francesas (Deleuze y Foucault), lo<br />

cual explica, al menos en parte, el<br />

tono entre académico y juguetón de<br />

los artículos. No obstante, se<br />

agradecería un criterio uniforme<br />

para citar bibliografía.<br />

El arte de tapa, los colores y<br />

las ilustraciones de tapa e interiores<br />

embellecen la revista, no como un<br />

adorno o un acompañamiento, sino<br />

como gráfica compositiva de la<br />

apuesta conceptual: uno tiene la<br />

sensación de que Mercedes Calo<br />

Stapich, la ilustradora, tenía el<br />

contenido de la revista presente<br />

cuando realizaba el primer trazo.<br />

Pero la virtud que ostenta el diseño<br />

artístico no lo ostenta la<br />

diagramación: la combinación de un<br />

tamaño de fuente pequeño, un<br />

dialéktica 184<br />

dilatado espacio de separación entre<br />

renglones, y unos márgenes<br />

estrechísimo, dan como resultado<br />

una dificultad extra al lector. La<br />

localización del índice en la página<br />

9, la sangría intermitente, y otros<br />

detalles, también dificultan la<br />

lectura. (El más grosero error es que<br />

la numeración de las notas al pie no<br />

coincide nunca con las referencias<br />

del cuerpo de los artículos.) Claro<br />

que estos errores no menoscaban la<br />

vitalidad de la apuesta, sino que<br />

exhiben algunos de los riesgos<br />

asumidos por los autores en su<br />

aventura editorial.<br />

Una recomendación que<br />

haríamos desde aquí es que el<br />

próximo número de Miscelánea<br />

contara con una sección de<br />

actividades y/o una agenda<br />

(académica o no), además de<br />

promocionar otras publicaciones de<br />

Mar del Plata y sus alrededores.<br />

Desde <strong>Dialéktica</strong> saludamos la<br />

aparición de esta revista.<br />

Mariano Repossi


Agenda y actividades<br />

GRUPOS DE LECTURA DE EL CAPITAL:<br />

Desde 1998 se vienen desarrollando Grupos de Lectura de El Capital. Todos<br />

los años se comienza con la lectura del Tomo I y se continúa hasta terminar<br />

la obra, tras algo más de tres años. Se trabaja en reuniones cada dos semanas,<br />

en las que se expone lo planificado durante una hora y cuarto y se debate<br />

otra hora y cuarto, con la idea de hacer una lectura lo más fiel y «pelada»<br />

posible del texto en cuestión, evitando los «hits» y las lecturas superficiales<br />

e instrumentalistas que adelantan supuestos saberes obtenidos por medio<br />

de bibliografías secundarias. Se desarrolla de marzo a diciembre, con un<br />

receso durante el mes de julio. Información: eglavich@filo.uba.ar<br />

GRUPOS DE LECTURA DE EL ANTI-EDIPO:<br />

Este grupo interdisciplinario se constituyó en octubre de 2006 para leer El<br />

Anti-Edipo, primer tomo de Capitalismo y esquizofrenia de Gilles Deleuze y<br />

Félix Guattari. Invitamos a participar sin distinción de claustro ni de<br />

disciplina. Nos reunimos pública y abiertamente, cada quince días, los jueves<br />

de 17:00 a 19:00, alternativamente en la Facultad de Filosofía y Letras (Puán<br />

480) y en la Facultad de Psicología (Yrigoyen 3242). Contacto:<br />

marianorepossi@yahoo.es<br />

GRUPO DE LECTURA UNIVERSAL:<br />

Es el pretencioso nombre que nos damos quienes un domingo al mes nos<br />

dimos la chiquita tarea de pretender abordar el pensamiento a través de<br />

todas las épocas. Este año hemos profundizado nuestro devenir griego, luego<br />

de contextualizar un poco la eterna lucha de ideas mediante unas fuertes<br />

dosis de historia universal. Los diálogos de Platón en sus tres etapas nos<br />

van a ocupar lo que resta del año, y no tenemos ningún apuro. Para subirse<br />

a esta monumental empresa basta con enviar un mail a<br />

veronikalia@hotmail.com<br />

GRUPO DE LECTURA «KANT-HEGEL»:<br />

El grupo de lectura/estudio de las obras de Kant y Hegel viene trabajando<br />

hace dos años. A principios de 2006, luego de una lectura bastante avanzada<br />

de la Crítica de la razón pura, iniciamos la lectura/discusión de la<br />

Fenomenología del Espíritu, de Hegel. Las reuniones son cada dos sábados,<br />

de 19:00 a 21:00 hs., en Carlos Calvo 3639. Contacto:<br />

juanpabloparra_7@yahoo.com.ar o romisimon@gmail.com<br />

GRUPO DE LECTURA LÓGICA DEL SENTIDO (DE GILLES DELEUZE):<br />

Este grupo, integrado por estudiantes, nació merced a la necesidad de leer<br />

sistemáticamente a un autor absolutamente ausente en filosofía y otras<br />

carreras, y cuyo pensamiento consideramos filosófica y políticamente<br />

ineludible. Nos reunimos cada quince o cada veinte días, en la Facultad de<br />

Filosofía y Letras, sita en Puán 480. Más información en la cartelera que se<br />

encuentra en el segundo piso de la facultad, entre las aulas 231 y 232.<br />

Contacto: marianorepossi@yahoo.es<br />

185 dialéktica<br />

AGENDA Y ACTIVIDADES


GRUPO DE LECTURA/INVESTIGACIÓN ACERCA DEL SURGIMIENTO Y DESARROLLO DE LA<br />

«(AUTO)CONCIENCIA HISTÓRICA DE LA HUMANIDAD»:<br />

Información: eglavich@filo.uba.ar<br />

REVISTA DE FILOSOFÍA, ESTÉTICA Y POLÍTICA AMARTILLAZOS:<br />

Movidos por el deseo de abrir un espacio de producción teórica y práctica,<br />

filosófica y política, en el primer número indagamos cuáles son los modos<br />

en que operan la identidad y la diferencia, tanto en la constitución de las<br />

subjetivvidades como en la organización de las relaciones sociales. Para el<br />

segundo número (que aparecería en marzo de 2008) proyectamos producir<br />

en dos líneas de pensamiento: cultura de masas (especialmente el cine) y<br />

universidad (especialmente los perfiles de graduado que producen las<br />

carreras «humanísticas»). Invitamos a participar en la revista, a partir de<br />

estos u otros temas a proponer, sin distinción de claustro ni de disciplina.<br />

Para más información ver la cartelera que se encuentra en el segundo piso<br />

de la facultad, entre las aulas 231 y 232. Contacto:<br />

amartillazos2500@yahoo.com.ar<br />

ESKALERA CARACOL, REVISTA DE SOCIOLOGÍA:<br />

El tercer número de la Eskalera se encuentra en gateras. Luego de una crisis<br />

de aquéllas en torno a los contenidos del número 2 hemos decidido una<br />

reestructuración que otorgue espacio a diferencias que no pudieron<br />

manifestarse antes. En esta ocasión trabajamos en un artículo colectivo y<br />

varios artículos individuales. La temática que abordamos conjuntamente<br />

refiere a los cambios en la identidad que se vienen produciendo en distintos<br />

ámbitos de agregación social como la fábrica, la universidad y los barrios.<br />

Sospechando que los cambios en la organización del trabajo tienen algo que<br />

ver con cierto modo de referenciarse políticamente. Inquietudes otras que<br />

desfilan en este tercer intento tienen que ver con hacer un relevamiento de<br />

las actuales tareas los sociólogos «realmente existentes», la participación en<br />

seminarios colectivos e incluso una reflexión sobre la reciente publicación<br />

de un texto de Gabriel Tarde. Por lo pronto, nos seguimos reuniendo los<br />

viernes por «palermo sociales» para programar encuentros. El nexo<br />

sociologiaamarilla@ciudad.com.ar<br />

ASTROLABIA, REVISTA DE ANTROPOLOGÍA<br />

Podríamos decir que Astrolabia es una revista de antropología. Pero va más<br />

allá de eso. Busca romper el cerco en el que está inserta, demoler los muros<br />

de la academia, para embarcarse en una exploración que invente nuevos<br />

recorridos. No pretendemos dar recetas sino invitar a recorrer caminos que<br />

nos sigan sorprendiendo a cada paso, en la creación cotidiana de nuestras<br />

experiencias. Estamos en la producción del tercer número buscando potenciar<br />

las instancias de escritura colectiva (para contrarrestar la tendencia a la<br />

escritura individual que nos impone la academia y las dificultades que<br />

implica a la hora de sentarse a escribir un texto que no sea demandado como<br />

examen por la institución). Nos introducimos en la precariedad de nuestras<br />

propias vidas y su relación con el deseo, además de otros temas sobre los<br />

que venimos investigando y pensando individual y colectivamente. Nuestro<br />

mail: revistaastrolabia@yahoo.com.ar<br />

RONDA DE PENSAMIENTO AUTÓNOMO:<br />

Los primeros sábados de cada mes en distintos lugares, nos reunimos en las<br />

denominadas «rondas de pensamiento autónomo». Integrantes de asambleas<br />

dialéktica 186


populares, colectivos de intervención en distintos terrenos urbanos y algunos<br />

integrantes de los MTD’s de impronta autonomista nos reunimos a pensar<br />

algunos tópicos del movimiento. Autonomía y horizontalidad nunca faltan,<br />

así como tampoco los obstáculos que, para desarrollarse, enfrentan las<br />

diversas prácticas que se dan cita una vez al mes. Últimamente, la ronda<br />

asumió un carácter itinerante, y se va desplazando por distintos lugares que<br />

son sedes de experiencias de autoorganización. En este afán nos corrimos<br />

hasta el Centro Cultural «La Sala» que pervive en Caballito, la empresa<br />

recuperada «Unidos por el Calzado» en San Martín e incluso viajamos a<br />

Gualeguaychú a confraternizar ,entre mates y reposeras, con los asambleístas.<br />

Figura entre las estaciones de este recorrido lugares tan disímiles como una<br />

Huerta autogestionada en Jose León Suarez o una Biblioteca Popular<br />

enquistada en los territorios de Patti. Para subirte a este tren, basta con<br />

conectarse con mecabes_2@hotmail.com<br />

GRUPO CONJUGANDO SABERES:<br />

Los encuentros transdisciplinarios en la facultad de medicina vienen<br />

alternándose en dos opciones. Luego de una charla de presentación de un<br />

boletín que discurría sobre la Unidad Docente Hospitalaria del Hospital<br />

Muñiz se sumaron algunas personas a la confección de un próximo material<br />

que va a poner en foco las luces y sombras del Hospital Lanari. Pero a la vez<br />

no queremos dejar de lado el abordaje de temas fundamentales de la carrera<br />

por lo que a sugerencia de los recienvenidos vamos a leer una conferencia<br />

de Foucault sobre la crisis de la Medicina. De esta manera las reuniones van<br />

a alternar la mirada crítica sobre la vida en las UDHs y la posibilidad de<br />

profundizar en algunas cuestiones candentes de la Medicina de hoy.<br />

Seguimos en la búsqueda y este es un buen momento para sumarse. Si te<br />

vas a subir, el contacto es conkkarla@hotmail.com.<br />

TALLER DE PENSAMIENTO CONTEMPORÁNEO:<br />

En el año 2000 nos convocamos con el proyecto de rastrear los orígenes y<br />

efectos del uso recurrente de nociones y categorías filosóficas dentro de los<br />

discursos políticos militantes circulantes, en lecturas que van de la Revolución<br />

Científica a la escuela de Frankfurt, pasando por la modernidad filosófica,<br />

el psicoanálisis de Freud y Lacan, y la vasta heterogeneidad de teorías<br />

políticas en la actualidad. A partir de este año trataremos pensar la actualidad,<br />

potencia y puntos de detención de la teoría de Marx y del marxismo frente<br />

a las nuevas problemáticas del sujeto y de la sociedad de nuestro tiempo. Lo<br />

dicho tanto en sus contenidos y metodologías como en la evaluación de la<br />

capacidad de repensarse desde la autonomía o insuficiencia exclusiva de<br />

sus recursos teóricos propios. Algunos temas a (re)pensar son: el sujeto<br />

supuesto en la praxis revolucionaria, la vigencia operativa del concepto de<br />

lucha de clases y de la teoría del valor, la estructura y funciones de la forma<br />

Estado en la reproducción del capitalismo, las transformaciones del lazo<br />

social y la institucionalidad, y otros. En cuanto a la modalidad, la idea es<br />

trabajar en dos planos, uno sistemático (leyendo en Marx La cuestión judía,<br />

La sagrada familia, los Manuscritos Económico-Filosóficos) y otro, como careo<br />

con las tesis encontradas en los primeros como materiales polémicos a partir<br />

de la crítica de autores postmarxistas (Gorz, Lefort, Laclau, Castoriadis, Palti<br />

y otros). Para más información, contactar a marianorepossi@yahoo.es<br />

TALLER SOBRE EDUCACIÓN POPULAR:<br />

Una vez al mes, nos juntamos a discutir diferentes textos vinculados a<br />

la Educación Popular en nuestro país, en latinoamérica y en el mundo todo,<br />

187 dialéktica<br />

AGENDA Y ACTIVIDADES


a partir de los problemas que se nos plantean en los espacios educativos en<br />

los que estamos insertos, ya sea como estudiantes, como docentes, como<br />

educadores populares, etc. No tenemos un programa ya establecido, sino<br />

que lo vamos construyendo entre todos, a partir de las problemáticas que<br />

nos van surgiendo en el transcurrir del taller. Podés sumarte o hacernos<br />

alguna consulta al siguiente correo: ortiz_sebastian@yahoo.com.ar<br />

TALLER ABIERTO «RE-APRENDIENDO LA DIDÁCTICA»:<br />

Un conjunto de docentes, graduados y estudiantes de diversas carerras, partir<br />

de los límites que encontramos en nuestra formación docente, y de la<br />

impotencia que sentimos día a día en las aulas, comenzamos a discutir<br />

nuestra práctica docente cotidiana (o futura) y su vinculación con un proyecto<br />

político, social y educativo. Así, proponemos que a partir de las reuniones<br />

de trabajo lleguemos a elaborar entre todos y todas un posible programa de<br />

un seminario o una materia didáctica que tome los problemas comunes a<br />

todas las carreras de la facultad. Si querés consultarnos o sumarte a la<br />

propuesta, escribí un correo a kanjulian76@yahoo.com.ar<br />

TALLER PERMANENTE: PENSANDO LA METODOLOGÍA Y LA INVESTIGACIÓN EN CIENCIAS<br />

SOCIALES. CAMINANDO HACIA EL ARMADO DE UNA PROPUESTA CURRICULAR.<br />

En septiembre de 2006 un conjunto de estudiantes de Antropología y<br />

Sociología nos encontramos a reflexionar sobre las metodologías de<br />

investigación social, a partir de la disconformidad con la manera de abordar<br />

esta temática en nuestras propias carreras. En 2007 comenzamos una nueva<br />

etapa, un poco más sistemática, estudiando y discutiendo la verdad y la<br />

validés del conocimiento, las diferentes concepciones de sujeto y sociedad,<br />

y las teorías sociales y posicionamientos políticos que están implicados en<br />

la construcción del objeto de conocimiento, en las diferentes corrientes<br />

metodológicas del siglo XX. Con una dinámica que piense la teoría en relación<br />

con la práctica, leyendo textos teóricos e investigaciones específicas y<br />

haciendo ensayos de diferentes técnicas propuestas. Nos juntamos sábado<br />

de por medio a las 15 hs. alternando las facultades (Filosofía y Letras y<br />

Ciencias Sociales sede Marcelo T.). Contacto:<br />

metodologiataller@yahoo.com.ar<br />

EXPERIENCIA SEMINARIO-MATERIA DE EPISTEMOLOGÍA<br />

A lo largo de un año y medio y a partir de una convocatoria abierta, un<br />

grupo de docentes, graduados y estudiantes armamos un programa de<br />

Epistemología crítico con los programas existentes. Lo llevamos a la práctica<br />

en forma de seminario colectivo experimental en el segundo cuatrimestre<br />

de 2006, al tiempo que lo proponíamos como materia alternativa a la actual<br />

materia de Epistemología de la carrera de Antropología. Después del cajoneo<br />

institucional seguimos trabajando y sacamos un boletín de balance de la<br />

experiencia que abre interrogantes sobre las prácticas de producción de<br />

conocimiento: «El (mal) estar en la academia». Ahora nos propusimos<br />

abordar estos interrogantes en discusión abierta, comenzando por la<br />

problematización del rol docente en el aula. Nos inquieta saber si partimos<br />

de postular la igualdad y apoyarnos en la voluntad de saber, o si asumimos<br />

que partimos de la desigualdad y por lo tanto hay que construir las<br />

mediaciones para generar la igualdad. Para ello leeremos a Jacques Ranciere<br />

(«El maestro ignorante») y Paulo Freire («Pedagogía del oprimido»). Nos<br />

reunimos miércoles de por medio en la FFyL. Si interesa contactarse<br />

previamente con mecabes_2@hotmail.com<br />

dialéktica 188


Números anteriores<br />

NÚMERO 1 – JUNIO DE 1992<br />

Editorial: Notas sobre una posible definición de dialéctica. Dossier: Sobre<br />

Violencia: G. Fondevila, «Violencia y razón» / M. Foucault, «Dos ensayos<br />

sobre el sujeto y el poder /I» / N. Kohan, «La violencia como fuerza<br />

económica». Agora: Logoiam, «Apuntes para una crítica a la cátedra de Ética<br />

del prof. Guariglia» / N. Kohan, «Libertad y ontología social». La ontología<br />

política de M. Heidegger, P. Bourdieu.<br />

NÚMERO 2 – OCTUBRE DE 1992<br />

Editorial. Dossier: Las prácticas científicas y sus condicionamiento sociales:<br />

Entrevistas a G. Klimovsky, E. Marí y J. Samaja, «Diferentes modelos en<br />

epistemología» / L. Althusser, «Guía para leer El Capital» / D. Díaz,<br />

«Althusser y El Capital» / N. Kohan, «El método dialéctico: de lo abstracto<br />

a lo concreto» / D. Feirstein, «Ruptura y continuidad en la construcción<br />

cognoscitiva ( el aporte de Piaget)» / G. Fondevila, «Criterios políticos en<br />

las ciencias: la intervención filosófica» / M. Foucault, «La cuestión del sujeto».<br />

Agora: R. Ryan, «Analíticos y Pluralistas: La lucha de las ideas filosóficas en<br />

los EEUU» / P. Mc Cabe y H. Gutiérrez, «Sobre ‹Violencia y Razón›». La<br />

crisis de la economía soviética y el debate mercado- planificación, E. Mandel, A.<br />

Nove y D. Elson. Artículos varios: A. Bonnet, «Lucha de clases e instituciones<br />

(notas acerca de un debate sobre los tribunales)» / J. M. Obarrio,<br />

«Antropología y dialéctica» / B. P. Rojas, «V Centenario: 500 años de lucha<br />

y resistencia».<br />

NÚMERO 3/4 – OCTUBRE DE 1993<br />

Editorial. Dossier: Los intelectuales y el poder: comité editor, «La filosofía<br />

argentina y sus tareas de legitimación» / «Discurso de Clausura al III<br />

Congreso de Filosofía y nómina de sus participantes» / O. Guariglia, «La<br />

condena a los ex comandantes y la ley de extinción de las causas: un punto<br />

de vista ético» / «L. Rozitchner: resolución del CONICET» / « Respuesta<br />

de L. Rozitchner al directorio del CONICET» / L. Rozitchner, «Filosofía y<br />

terror» / R. Dri, «La filosofía y el poder». Suplemento: La política en América<br />

Latina: Entrevista con G. Lora, «No se puede hablar de crisis del marxismo»<br />

/ Entrevista con F. Martínez Heredia, «Cuba y el pensamiento crítico» / M.<br />

Löwy, «El marxismo romántico de Mariátegui» / E. Mandel, «Balance del<br />

neoliberalismo». Artículos varios: C. Macon, «Teoría y praxis: ¿eficacia o<br />

189 dialéktica<br />

NÚMEROS ANTERIORES


epresentación? / P. Corvalán y P. Mc Cabe y V. Zallocchi, «Aportes para<br />

una crítica dialéctica de la epistemología popperiana» / E. Gutiérrez, «Pierre<br />

Menard: hermenéutica y postestructuralismo» / «Entrevista con Pierre<br />

Bourdieu» / «Correspondencia de Tony Negri a Felix Guattari» / G.<br />

Fondevila, «De violencias y razones: una disputa ornamental». Reseñas:<br />

Marx y la teoría subjetiva del valor, F. Azcurra / El Che y el socialismo, F.<br />

Martínez Heredia / Estudio introductorio a la nueva traducción de la<br />

Fenomenología del Espíritu de Hegel, A. Llanos.<br />

NÚMERO 5/6 – SETIEMBRE DE 1994<br />

Editorial. Dossier: Los intelectuales y el poder/II: Comité editor de la revista<br />

<strong>Dialéktica</strong>, «Apostilla acerca de «La filosofía argentina y sus tareas de<br />

legitimación»» / «Polémica Osvaldo Bayer- Ernesto Sábato» / «Rodolfo<br />

Walsh y los intelectuales de la resistencia» / Cartas a la Redacción de<br />

<strong>Dialéktica</strong>: H. De Bonafini, E. Mignone, P. Rieznik, P. Pozzi, A. Plá, G. Palau,<br />

E. Pavlovsky, E. Oteiza, R. Dri / P. Pozzi y A. Schneider, «Debatir la<br />

Dictadura: la situación del proletariado argentino» / E. Barcesat, «Los juristas<br />

argentinos frente al poder»/ Trabajo colectivo de alumnos de Ciencias<br />

Sociales, «Reto a la memoria: una lectura sobre los estudiantes secuestradosdesaparecidos»<br />

/ A. Plá, «Los intelectuales y el estado». Suplemento: La<br />

política en América Latina: L. Vitale, «La insurrección en Chiapas» / «Chiapas:<br />

El programa de la rebelión, Comunicado del Comité Clandestino<br />

Revolucionario Indígena, Comandancia General del Ejército Zapatista de<br />

Liberación Nacional» / «Entrevista al subcomandante Marcos», Diario El<br />

País, 4 de marzo de 1994. Artículos varios: P. Mc Cabe, «Contrarreforma y<br />

poder estudiantil» / S. Ziblat, «La cuestión de la desigualdad en Rousseau y<br />

Hegel» / M. Raffin, «Cómo quedar bien con Dios y con el Diablo (DDHH y<br />

la teoría de la operatividad y programaticidad de las normas jurídicas)» /<br />

D. Viñas, «David Peña: entre la facultad y el teatro». Agora: El debate por<br />

Gramsci en el comunismo argentino, N. Kohan / Fin de Siglo, T. Negri / Coriat<br />

en Buenos Aires: The Japanesse dream, A. Bonnet / Encuentro en la dialéctica.<br />

Convivencia con Mao Tsetung en el diálogo, N. Kohan / La homosexualidad, M.<br />

Ruse.<br />

NÚMERO 7 – SETIEMBRE DE 1995<br />

Editorial. Dossier: Figuras de la dominación de clase en la Argentina:<br />

Introducción / R. Astarita, «Plan Cavallo y disciplinamiento social» / E.<br />

Lucita, « Recomponer el tejido social y la red de solidaridades» / A. Puiggros,<br />

«Yo creo que no hay un modelo de Universidad que se corresponda<br />

totalmente con un modelo de dominación» / R. Morgan, «Guerra, subversión<br />

y Derechos Humanos» / P. Mc Cabe, «Universidad y formas democráticas<br />

de dominación» / F. Drake, «La ‹Subversión›: el poder se representa a su<br />

enemigo». Artículos varios: Entrevista con J. Holloway, «La cientificidad<br />

del marxismo es, justamente, la crítica» / L. Althusser, «Nota acerca de Las<br />

Tesis sobre Feuerbach» / C. B. Bravin, «El concepto de Estado» / P. Gilabert,<br />

«Del estado a la Comuna» / A. Burmani, «Ficciones Argentinas».<br />

Universidad: «Proyecto colectivo de investigación sobre Universidad» / L.<br />

Bañuelos, L. Iñigo, N. Kohan, A. Santella y V. Zallocchi, «Insubordinación y<br />

valor» / Entrevista con Beba Balvé, «Somos militantes de la investigación»<br />

/ Documento colectivo del P.I.CA.SO., «Desobediencia debida: conocer y<br />

enfrentar lo inhumano» / Declaración,« Un nuevo patriciado (ante la apertura<br />

dialéktica 190


y la publicidad de las maestrías ofrecidas por la fundación Banco patricios)».<br />

Fichas de introducción temática: E. Glavich, «Marxismo e innovación: El<br />

cambio tecnológico como aumento de la fuerza productiva del capital».<br />

Reseñas: Marxismo, estado y capital, J. Holloway / Chiapas: la nueva<br />

insurgencia, E. Duhalde y E. Dratman / Chiapas. La palabra de los armados de<br />

verdad y de fuego ( Entrevistas, cartas y comunicados del EZNL, hasta el 4/3/94),<br />

Editorial del Serbal / Pensando la reconversión. Una visión crítica de la flexibilidad<br />

y la calidad total, O. Martínez (comp.). Agenda.<br />

NÚMERO 8 – OCTUBRE DE 1996<br />

Editorial. Dossier: Neoliberalismo: la ofensiva del capital y el poder del trabajo:<br />

Introducción, Marcos, «1° Declaración de la Realidad. Contra el<br />

Neoliberalismo y por la Humanidad» / «La Jornada del 6 de abril» / A.<br />

Shaik y E. Mandel,«Capitalismo internacional en crisis ¿Qué sigue?»/ W.<br />

Bonefeld, «Estado y sociedad: panoramas y tendencias» / A. Bonnet, «La<br />

guerra posmoderna que asesina y olvida (notas acerca de la globalización)»<br />

/ J. Holloway, «El primer día del primer año: reflexiones sobre los zapatistas»<br />

/ J. Patrulla, «Fordismo y posfordismo como tecnologías de guerra».<br />

Artículos varios: A. Raiter, «Posibilidades y límites del discurso político: El<br />

caso EZLN» / P. Gilabert, «Huellas en la autonomía. Algunas notas sobre<br />

críticas de Hegel a Marx» / J. O. Acha, «Clifford Geertz observado.<br />

Antropología interpretativa e Historia de la cultura» / A. Grimson,«La<br />

invención de la Recepción» / J. Hernández, «Hegel y Marx ante la Historia»<br />

/ P. Mc Cabe, «Sobre la organización autónoma y la izquierda partidaria» /<br />

M. Löwy, «Barbarie moderna. Notas sobre Auschwitz e Hiroshima» / F.<br />

Gargano, «Conocimiento y sujeto de cambio» / V. Maceira, «La subjetividad<br />

como terreno de confrontación» / N. Kohan, «Llanos, Astrada y el Dragón<br />

de la Dialéctica». Universidad: A. Santella, «Contrarreforma universitaria y<br />

fuerza productiva del trabajo. Apuntes políticos» / Entrevista a Ernesto<br />

Marrero, Presidente del Centro de Estudiantes, Facultad de Psicología de la<br />

Universidad de La Habana / Entrevista a Marcelo. Encargado de Prensa del<br />

Centro de Estudiantes, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Mayor<br />

San Andrés (Bolivia). Reseñas: Clausewitz, Carl Von: Guerra, política, filosofía,<br />

J. Fernández Vega / Nos los representantes. Crítica a los fundamentos del sistema<br />

representativo, R. Gargarella / La política de la tercera ola, A. Toffler y H. Toffler<br />

/ Los hechos armados. Argentina 1973- 1976. La acumulación primitiva del<br />

genocidio, J.C. Marin. Agenda.<br />

NÚMERO 9 – OCTUBRE DE 1997<br />

Editorial. P. Mc Cabe, «<strong>Dialéktica</strong> cinco años». Dossier: La reconversión<br />

capitalista en la Universidad, la Educación y la Investigación científica y tecnológica:<br />

E. Glavich, «Introducción: La elección de los elegidos» / P. Mc Cabe, «Las<br />

estrategias del capital mundial para la educación argentina» / L. Rozitchner<br />

e I. Izaguirre, «Nuevas (y viejas) discriminaciones en el CONICET» /<br />

Colectivo AU.LA., «La reforma educativo a paso redoblado» / T. Negri,<br />

«París, noviembre/diciembre. Una revuelta para el futuro». Artículos varios:<br />

R. Donaire, «Fetichismo y publicidad» / P. Cambeiro, «Giovanni Gentile.<br />

Del idealismo «actualista» a su concreción política: el fascismo» / M. Löwy,<br />

«La ley del desarrollo desigual y combinado» / V. Zallocchi, «Algunas<br />

reflexiones en torno a los Movimientos Sociales» / P. Gilabert, « El cielo de<br />

abajo. Reconstruyendo la perspectiva antropológica del joven Marx».<br />

191 dialéktica<br />

NÚMEROS ANTERIORES


Reseñas: El marxismo olvidado en la Argentina, Silvio Frondizi y Milcíades Peña,<br />

H. Tarcus / Argentina, Raíces históricas del presente, I. Antognazzi y R. Ferrer<br />

/ Conversaciones sobre el poder, J. C. Marín /, Discusión sobre la historia, A.<br />

Gilly, Subcte. Marcos y C. Ginzburg / La cosa y la cruz, L. Rozitchner /<br />

Interrogantes y desafíos a finales del siglo XX, A. Fanjul. Agenda.<br />

NÚMERO 10 – JULIO DE 1998<br />

Editorial. En torno a Marx, Engels y algunas efemérides: R. Donaire, «El Antidri<br />

o vigencia del Marxismo» / R. Kreimer, «‹Ética› de la Empresa» / N. Kohan,<br />

«Para leer El Manifiesto» / E. Glavich, «La ‹continuidad revolucionaria› de<br />

la Burguesía y la ‹defensa de la Ilustración›. Notas a propósito (y más allá)<br />

de El Manifiesto». Dossier: Dedicado a Milcíades Peña: G. Polit (Milcíades<br />

Peña), «5.2. El legado del bonapartismo: conservadorismo y quietismo en la<br />

clase obrera argentina» / H. Camarero, «¿Un testamento político? Reflexiones<br />

sobre la clase obrera en torno a un artículo de Milcíades Peña» / F. Bianchini<br />

y C. Salomone, «Las desventuradas relaciones entre la izquierda y la clase<br />

obrera: el caso Peña» / P. Bonavena, «Notas sobre el artículo de Milcíades<br />

Peña «El legado del bonapartismo: conservadorismo y quietismo en la clase<br />

obrera argentina»» / M. C. Cotarelo y F. Fernández, «La lucha del<br />

movimiento obrero en un momento de proscripción política: Las ocupaciones<br />

masivas de fábricas de 1964» / J. L. Hernández, «Marxismo y clase obrera:<br />

algunas notas sobre un texto de Milcíades Peña» / E. Sartelli, «Prospecciones<br />

políticas y profecías complacientes. Una evaluación de «El legado del<br />

Bonapartismo ...» de Milcíades Peña» / P. Pozzi, «Peña, peronismo y clase<br />

obrera». Reseñas: Cuaderno Tecnológico-Histórico (Extractos de la lectura:<br />

B56, Londres 1851), Progreso Tecnológico y Desarrollo Capitalista<br />

(Manuscritos 1861-1863), K. Marx.<br />

NÚMERO 11 – NOVIEMBRE DE 1999<br />

Editorial: A diez años de.... Dossier: 100 Años de Ciencias Sociales en Argentina:<br />

«Introducción» / G. Rofinelli, «Ciencia o Ensayo: Un debate Histórico» / R.<br />

Spaltenberg, «La constitución de una cultura politizada en los orígenes de<br />

la carrera de Sociología» / L. Íñigo y A. Santella, «El CICSO: aporte a la<br />

ciencia social argentina» / N. Kohan, «Algunas (pobres) ideas –sobre<br />

metodología en historia de las ideas políticas» / M. Löwy, «Marx y Weber,<br />

críticos del capitalismo» / F. Noceti y P. Mc Cabe, «La amenaza fantasma»<br />

/ A. Solito, «Rememorando El Gran Gatsby»/ M. J. Rossi, «Etica vs. Política:<br />

una falacia útil» / R. Kreimer, «Marx y Rousseau: una aporía moderna entre<br />

igualdad y mérito» / E. Glavich, «‹La continuidad revolucionaria› de la<br />

burguesía y la ‹defensa de la Ilustración›. Notas a propósito y (más allá) de<br />

El Mannifiesto (II Trabajo y alienación)». Reseñas: A vencer o morir. PRT-<br />

ERP, Documentos de D. De Santis.<br />

NÚMERO 12- PRIMAVERA 2000<br />

Editorial. J. Hernández, «Cinco días que conmovieron al mundo» / V. Rau,<br />

«Un acceso al pensamiento de Ernst Bloch – Filosofía cálida para el marxismo<br />

abierto». Dossier latinoamericano: P. Mc Cabe, «Tesis sobre Latinoamérica»<br />

/ J. Hernández, «Latinoamérica: una mirada distinta» / J. Holloway, «El<br />

zapatismo y las ciencias sociales en América latina» / F. Noceti y M.<br />

Albornoz, «De rebus abquinoccialis (o nadie entiende al Ecuador)» / P. Mc<br />

Cabe, «UNAM: entre la miseria de lo existente y la riqueza de lo posible» /<br />

dialéktica 192


M. Löwy y R. Sayre, «Reificación y consumo ostentoso en el Gran Gatsby» /<br />

E. Glavich, «UBATEC- UBACYT- UBAnet: UBA sociedad anónima. Algunas<br />

notas críticas acerca de las tendencias en la Universidad de Bs. As.» / V.<br />

Zallocchi y M.Dimentstein, «Límites y alcances de la autoorganización<br />

estudiantil» / I. Izaguirre, «Marx 2000: claves de la teoría crítica». Reseñas:<br />

Pampa libre: Anarquistas en la Pampa argentina, J. Etchenique / Esos claroscuros<br />

del alma. Los obreros navales en la década del 70, R. Díaz / La patria en el riel. Un<br />

siglo de luchas de los trabajadores ferroviarios, E. Lucita / El villazo. La experiencia<br />

de una ciudad y su movimiento obrero, E. Rodriguez y O. Videla / Astilleros Río<br />

Santiago su historia y su lucha (relatada por sus trabajadores), J. Montes / El<br />

otro occidente. Siete ensayos sobre la realidad de la filosofía de la liberación, A.<br />

Infranca.<br />

NÚMERO 13- INVIERNO 2001<br />

Editorial. Movimientos campesinos: Un debate actual y necesario: A.<br />

Eidelman, «El Hobsbawn primitivo» / J. Hernández, «La búsqueda de un<br />

horizonte teórico». Artículos varios: J. Vazeilles, «La adolescencia de la<br />

dialéctica» / D. D’ Antonio y P. Halperin, «El género como intervención<br />

política» / C. Katz, «Materialismo y dialéctica revisitados» / P. Mc Cabe y<br />

F. Noceti, «Memorias sobre la subjetividad» / J. Hernández., «Algunas<br />

reflexiones sobre el internacionalismo anticapitalista». Reseñas: El estado en<br />

Africa –la política del vientre, J. F. Bayart / Normas para el parque humano. Una<br />

respuesta a la carta sobre el humanismo de Heidegger, P. Sloterdijk. Ficciones:<br />

Hoy, C. Castellazzo. Nuevo cine africano: El maestro de la comarca, B. Ba<br />

Kobhio. Revistas recibidas.<br />

NÚMERO 14- PRIMAVERA 2002<br />

Palabras introductorias. J. Gómez, «A dos meses del 19 de diciembre del<br />

2001. Una lectura crónica» / E. Glavich , «También de día parece que todos<br />

los gatos son pardos ( o de cómo el movimiento social actual no es todavía<br />

una superación)» / «<strong>Dialéktica</strong> debate» / F. Ingrassia, «Sobre las<br />

interpretaciones prácticas de la consigna «que se vayan todos»» / V. Prieto,<br />

G. Martín y V. Zallocchi, «Saboteando destinos» / H. Ouviña, « Las asambleas<br />

barriales: apuntes a modo de hipótesis de trabajo» / Yuli, « Aportes para la<br />

discusión en la asamblea» / F. Noceti, « El fantasma del monismo» / F.<br />

Ingrassia «La desrepresentación». Reseñas de revistas: Herramienta /<br />

Situaciones / El Rodaballo. Correo de EEUU.<br />

NÚMERO 15- PRIMAVERA 2003<br />

Diez años de Dialektica: La Saga continúa. Editorial. Dossier: I-<br />

Representación, la proyección política de la guerra: K. Castellazzo y P. Mc Cabe,<br />

«Dos pasos adelante, un paso atrás» / «Nos debatimos» / A. Chiaraviglio y<br />

M. Repossi, «Guerras Civiles y Batallas Estatales. Máquinas topográficas y<br />

planos de captura» / G. Martín, V. Prieto y V. Zallocchi, «Acerca de la<br />

construcción de identidades». II- Representación, la proyección bélica de la<br />

política: E. Glavich, «La «guerra» en Irak: la necesaria convergencia entre la<br />

ONU y la OMC/G8. ¿OTAN/ Leviathan/ Paz Perpetua?»/ P. Mc Cabe y F.<br />

Noceti, «Las flores del mal» / J. Iacobson, «El marketing como ideología».<br />

Antropología: M. Dimentstein, «Antaño se creía en las máscaras... ¿y hoy?».<br />

Polémicas: Pasión de Multitudes: M. Repossi, «Spinoza: políticas en situación»<br />

/ E. Glavich y F. Noceti, «<strong>Dialéktica</strong> polemiza». Reseñas: De la culpa a la<br />

193 dialéktica<br />

NÚMEROS ANTERIORES


autogestión: un recorrido del movimiento de trabajadores desocupados de La<br />

Matanza, T. Flores / El Capital: Razón histórica, sujeto revolucionario y conciencia,<br />

J. Iñigo Carrera / Nacionalismo y antisemitismo en la argentina, D. Lvovich /<br />

La izquierda argentina que no fue. Estudios de historia ideológica, J.G. Vazeilles.<br />

NÚMERO 16 – PRIMAVERA DE 2004<br />

Editorial: De cazadores de utopías, destinos trágicos e intelectuales orgánicos.<br />

Dossier I: Universidad: una mirada sobre las condiciones de (re)producción de la<br />

mirada.: E. Glavich, «De los ‹tres ordenes› a la ‹sociedad civil›... ¿De la<br />

‹sociedad civil› a la ‹sociedad humana›? Notas críticas acerca de las<br />

tendencias en la Universidad de Buenos Aires.» / P. Mc Cabe, «Algunas<br />

tesis sobre Universidad (y una pequeña apuesta final)» / S. Ortiz, K.<br />

Castellazzo y L. Morgenfeld, «De cómo en la Universidad se organiza el<br />

poder del conocimiento». Documentos: «Más que un nombre.», «Quebrar<br />

la triple ilusión». Dossier II: Filosofía y política en el imaginario de la Modernidad:<br />

M. Repossi, «De virtute sermonis: Guillermo de Ockham y la metamorfosis<br />

del discurso escolástico» / M. Paolucci, «Dimensiones heterotópicas en<br />

Francis Bacon» / J. Solé, «El gobierno de las pasiones y el nacimiento de la<br />

razón en la Ética de Spinoza» / M. Escobar Viré, «Políticas hegelianas: la<br />

herencia de los búhos». Polémicas: E. Dussel, «Sobre la interpelación ética,<br />

el poder, las instituciones y la estrategia política». Reseñas: Las invasiones<br />

bárbaras, D. Arcand / Good bye, Lenin, W. Becker / Deleuze, un aprendizaje<br />

filosófico, M. Hardt / Job, la fuerza del esclavo, A. Negri / Spinoza y el amor del<br />

mundo, D. Tatián.<br />

NÚMERO 17 – PRIMAVERA DE 2005<br />

Editorial: Claro y distinto, distinto y confuso, confuso y oscuro. Dossier: El<br />

problema de la organización en la política, el problema de la política en la<br />

organización: L. Althusser, «El marxismo como teoría finita» / P. McCabe y<br />

J. J. Nardi, «Entre la política y el estado. Althusser reloaded» / F. Noceti,<br />

«¿Se marchitan acaso las flores de plástico?» / M. Repossi y M. Mosquera,<br />

«La aporía de Sansón» / E. Glavich, «Pequeñas notas sobre ‹El marxismo<br />

como teoría finita› (O chocolate por la noticia)». Artículos varios:<br />

Antropología: entre la geometría de lo propio y la brujería de lo ajeno: V. Zallocchi<br />

y V. Prieto, «Entre las lentes propias y las ajenas. El debate entre<br />

universalismo y particularismo» / G. Perret y K. Castellazzo, «La<br />

antropología en la mira. Apuntes para una discusión sobre la praxis<br />

antropológica». Universidad: La anomalía salvaje: MQN, «Hemos Hecho<br />

Historia. Balance del movimiento en su propio despliegue» / R. Simón, J.P.<br />

Parra, C. Hemming, G. Falconi, M. Repossi, M. García y F. Noceti, «Germinal.<br />

Una genealogía del movimiento en la Carrera de Filosofía» / M. Singer,<br />

«Apuntes encontrados en un aula de Medicina». Reseñas: El Pensadero / S.<br />

Zizek.<br />

NÚMERO 18 – INVIERNO DE 2006<br />

Editorial: Es el capitalismo, estúpidos Dossier: Postales de Babel. Reflexiones<br />

acerca del lenguaje: V. Prieto y V. Zallocchi, «A prósito de palabras, naturleza<br />

y poder» / F. Noceti, «Breve envío sobre la ensignación» / J. J. Nardi, I.<br />

Bertellotti y P. Formento, «Política de la verdad y una propuesta de sociología<br />

menor» / G. Falconi, «El ritual tartajeante de Momo» / E. Glavich, «En<br />

torno al lenguaje» / F. Penelas, «Marxismo, pragmatismo y materialismo<br />

dialéktica 194


en la filsofía del lenguaje contemporánea» / B. de Santos, «(Muy) Sueltos<br />

de lengua». Artículos varios: R. de Altuba, «El fetichismo capitalista en la<br />

organización del trabajo. Siglo XX: Ohnismo». Universidad: B. de Santos,<br />

«Cría chorlos» / Colectivo de estudiantes de filosofía «Proyecto de materia<br />

curricular para la carrera de filosofía: ‹Un largo siglo XIX›» / MQN,<br />

«‹Democracia académica› o democracia sin adjetivos» Reseñas: Astrolabia/<br />

T. Negri / P. Virno / D. Scavino<br />

195 dialéktica<br />

NÚMEROS ANTERIORES


dialéktica 196<br />

Esta edición se terminó de imprimir<br />

el ... de octubre de 2007 en los talleres del<br />

Espacio Comunitario «La Gomera»,<br />

Quinquela Martín 1799, Barracas.

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