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DIOS EN LA CÁRCEL

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Documentación<br />

La urgencia de una nueva evangelización<br />

Discurso de Benedicto XVI a los obispos de la Conferencia Episcopal Católica de los Estados Unidos<br />

de América (regiones I, II y III) con ocasión de su visita «ad limina Apostolorum» (26-11-2011)<br />

Queridos hermanos en el<br />

episcopado:<br />

Os saludo a todos con<br />

afecto en el Señor y, a<br />

través de vosotros,<br />

también a los obispos estadounidenses<br />

que en el curso<br />

del próximo año realizarán su<br />

visita ad limina Apostolorum.<br />

Nuestros encuentros son los<br />

primeros desde mi visita pastoral<br />

a vuestro país en 2008,<br />

que tenía por objeto alentar a<br />

los católicos estadounidenses<br />

a raíz del escándalo y de la<br />

desorientación causados por<br />

la crisis de los abusos sexuales<br />

registrados en los últimos<br />

decenios. Quería reconocer<br />

personalmente el sufrimiento<br />

infligido a las víctimas y los sinceros esfuerzos<br />

realizados por garantizar la seguridad<br />

de los niños y por tratar de manera<br />

adecuada y transparente las denuncias<br />

que se presentaran. Espero que<br />

los serios esfuerzos de la Iglesia por hacer<br />

frente a este fenómeno ayuden a la<br />

comunidad en general a reconocer las<br />

causas, el alcance real y las devastadoras<br />

consecuencias del abuso sexual, y a<br />

responder con eficacia a este flagelo<br />

que afecta a todos los niveles de la sociedad.<br />

De igual modo, y tal como justamente<br />

se exigen a la Iglesia los estándares<br />

más rigurosos en este sentido, a<br />

todas las demás instituciones, sin excepción,<br />

deben exigirse los mismos estándares.<br />

Un segundo objetivo igualmente importante<br />

de mi visita pastoral fue el de<br />

requerir a la Iglesia estadounidense<br />

para que reconociera, ante un panorama<br />

social y religioso espectacularmente<br />

cambiante, la urgencia y las demandas<br />

de una nueva evangelización. En continuidad<br />

con este objetivo, pienso presentar<br />

a vuestra consideración durante<br />

El respeto del domingo en la sociedad estadounidense es una<br />

tradición a conservar y consolidar.<br />

los próximos meses una serie de reflexiones<br />

que confío os sean útiles para el<br />

discernimiento que estáis llamados a<br />

hacer en vuestro cometido de dirigir la<br />

Iglesia hacia ese futuro que Cristo nos<br />

va abriendo.<br />

Muchos de vosotros habéis compartido<br />

conmigo vuestra preocupación por<br />

los graves problemas que una sociedad<br />

cada vez más secularizada plantea a un<br />

testimonio cristiano coherente. Sin embargo,<br />

también considero importante<br />

que se dé una mayor sensación de<br />

preocupación por parte de muchos<br />

hombres y mujeres —independientemente<br />

de sus opiniones religiosas o políticas—<br />

por el futuro de nuestras sociedades<br />

democráticas. Asisten a una crisis<br />

preocupante de los fundamentos intelectuales,<br />

culturales y morales de la vida<br />

social y a un creciente sentimiento de<br />

desarraigo y de inseguridad —especialmente<br />

entre los jóvenes— frente a los<br />

grandes cambios sociales. Pese a los intentos<br />

de acallar la voz de la Iglesia en<br />

la plaza pública, muchas personas de<br />

buena voluntad siguen buscando en<br />

24 Número 3.609 ■ 11 de febrero de 2012<br />

ella sabiduría, penetración y<br />

una buena orientación para<br />

enfrentarse a esta crisis de<br />

largo alcance. El momento<br />

actual puede considerarse,<br />

pues, en términos positivos,<br />

como un llamamiento a ejercer<br />

la dimensión profética de<br />

vuestro ministerio episcopal<br />

hablando, de manera humilde<br />

pero insistente, en defensa<br />

de la verdad moral y proponiendo<br />

una palabra de esperanza,<br />

capaz de abrir los corazones<br />

y las mente a la verdad<br />

que nos hace libres.<br />

No puede subestimarse, al<br />

mismo tiempo, la gravedad<br />

de los desafíos que la Iglesia<br />

de los Estados Unidos está<br />

llamada a afrontar bajo vuestro<br />

liderazgo en un futuro próximo. Los<br />

obstáculos que una cultura secularizada<br />

opone a la fe y a la práctica cristianas<br />

afectan también a la vida de los creyentes,<br />

lo que impulsa a veces a esa «deserción<br />

silenciosa» de la Iglesia de la que<br />

me hablasteis durante mi visita pastoral.<br />

Inmersos en esa cultura, los creyentes<br />

se ven acosados a diario por las objeciones,<br />

las cuestiones inquietantes y el<br />

cinismo de una sociedad que parece<br />

haber perdido sus raíces y por un mundo<br />

en el que el amor de Dios se ha enfriado<br />

en los corazones de muchos. La<br />

evangelización se muestra así no como<br />

tarea a realizar meramente ad extra, ya<br />

que nosotros mismos somos los primeros<br />

en necesitar una reevangelización.<br />

Al igual que en todas las crisis espirituales,<br />

tanto de individuos como de comunidades,<br />

sabemos que la respuesta definitiva<br />

solo puede venir de una autoevaluación<br />

perspicaz, crítica y permanente,<br />

y de una conversión iluminada por la<br />

luz de la verdad de Cristo. Solo a través<br />

de semejante renovación interior seremos<br />

capaces de discernir y de satisfacer<br />

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