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DIOS EN LA CÁRCEL

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207<br />

VII DOMINGO<br />

DEL TIEMPO<br />

ORDINARIO<br />

(19 febrero 2012)<br />

Primera lectura: Is 43, 18-<br />

19.21-22.24b-25.<br />

(Por mi cuenta borraba tus<br />

crímenes).<br />

Salmo responsorial: 40.<br />

(Sáname, Señor, porque he<br />

pecado contra ti).<br />

Segunda lectura: 2 Cor 1, 18-<br />

22. (Jesús no fue primero «sí»<br />

y luego «no»; en él todo se ha<br />

convertido en un «sí»).<br />

Evangelio: Mc 2, 1-12. (El<br />

Hijo del hombre tiene potestad<br />

en la tierra para perdonar<br />

pecados).<br />

«Jesús se dio cuenta de lo que<br />

pensaban y les dijo: —¿Por qué<br />

pensáis eso? ¿Qué es más<br />

fácil: decirle al paralítico “tus<br />

pecados quedan perdonados”<br />

o decirle al paralítico<br />

“levántate, coge tu camilla y<br />

echa a andar”? Pues, para que<br />

veáis que el Hijo del hombre<br />

tiene potestad en la tierra para<br />

perdonar pecados... entonces<br />

le dijo al paralítico: “contigo<br />

hablo: levántate, coge tu<br />

camilla y vete a tu casa”».<br />

22 de febrero:<br />

MIÉRCOLES DE C<strong>EN</strong>IZA<br />

El domingo,<br />

pan de la palabra<br />

No recordéis lo de antaño<br />

El segundo<br />

Isaías parece<br />

devolvernos<br />

al Adviento, ahora<br />

que estamos a<br />

punto de comenzar<br />

la Cuaresma.<br />

La vuelta a la tierra<br />

de sus antepasados<br />

como<br />

un pueblo unido<br />

es un retorno a<br />

los tiempos del<br />

Éxodo, cuando Dios caminaba con su<br />

pueblo y el pueblo sentía la protección<br />

de Dios. No obstante un retorno así<br />

conlleva algunas condiciones: olvidar<br />

las añoranzas y estar atentos a los signos<br />

de los tiempos que anuncian la novedad<br />

de Dios. «Ya está brotando algo,<br />

¿no lo notáis?» pregunta retóricamente<br />

el profeta que llama a la confianza y a la<br />

conversión. Si el futuro está lleno de incertidumbres,<br />

también lo está de posibilidades;<br />

igual que si del pasado se recuerdan<br />

los buenos momentos, también<br />

somos conscientes de sus<br />

oscuridades. Dios prefiere el futuro porque<br />

es el lugar de la providencia y, por<br />

tanto, desde la perspectiva divina, cualquier<br />

tiempo pasado siempre fue peor.<br />

En esta misma línea de la novedad<br />

nos sitúa el Evangelio de Marcos: en el<br />

capítulo 2 habla de la necesidad de<br />

cómo hay que abrir los sentidos a las<br />

novedades que Jesús ha traído. Así nos<br />

contará que el perdón de los pecados<br />

tiene capacidad sanadora; que también<br />

los publicanos pueden responder a la<br />

llamada; que el evangelio no se puede<br />

meter en odres viejos ni coserlo como<br />

remiendo en ropa ya gastada y que el<br />

sábado está al servicio del hombre y no<br />

al revés. La interrupción de la lectura<br />

continuada por la Cuaresma nos impedirá<br />

ver completa esta secuencia.<br />

Número 3.609 ■ 11 de febrero de 2012<br />

El pasaje que<br />

leemos en este<br />

domingo es el<br />

que muestra la<br />

capacidad sanadora<br />

del perdón<br />

de los pecados.<br />

Nos sitúa de vuelta<br />

en Cafarnaún<br />

tras un período<br />

de ausencia predicando<br />

por Galilea<br />

tras aquel domingo<br />

de gracia. En seguida se corre la<br />

voz de que «está en casa» y Jesús comienza<br />

explicando la Escritura y termina<br />

con un gesto sanador porque los amigos,<br />

que trasladan a otro en camilla, se<br />

ven forzados a introducirla por el tejado<br />

convencidos de que Jesús necesitará tocar,<br />

como hizo con el leproso, al paralítico.<br />

Pero Jesús no lo toca. Solo lo cura<br />

con la fuerza de su palabra. La curación<br />

comienza por el perdón de los pecados,<br />

pero no porque el pecado esté vinculado<br />

a la enfermedad, sino porque la<br />

aceptación de la gracia requiere un odre<br />

nuevo, un corazón renovado y abierto a<br />

la misericordia. Pero para los malpensantes<br />

esto no es suficiente y, entonces,<br />

Jesús completa la renovación de la vida<br />

de aquel hombre con la curación física.<br />

Es una orden escueta y sencilla, pero<br />

cargada de tal autoridad que no puede<br />

recibir una negativa como respuesta.<br />

La aceptación de la gracia, la escucha<br />

de la palabra clara y concisa de Jesús, es<br />

camino de salvación y curación para el<br />

hombre de nuestro tiempo. No se trata<br />

de ofrecer una mirada al pasado —glorioso<br />

o vergonzante—, sino de encontrar<br />

palabras y de hacer gestos que le ayuden<br />

a salir de su perplejidad y desconfianza,<br />

abriendo horizontes de futuro. ■<br />

Jesús Francisco Riaza<br />

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