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vo a la sociedad y ayudar al progreso<br />
de la Humanidad. El Señor os ayudará.<br />
En mis oraciones estoy siempre con<br />
vosotros. Sé que para mí es una obligación<br />
especial rezar por vosotros, casi<br />
«llevaros hacia el Señor», hacia lo alto,<br />
porque el Señor, a través de nuestra<br />
oración, ayuda: la oración es una realidad.<br />
Invito también a todos los demás<br />
a rezar, para que haya, por así decirlo,<br />
un fuerte cable que os «lleve hacia el<br />
Señor» y nos conecte también a unos<br />
con otros, ya que si vamos hacia el Señor<br />
también estamos conectados entre<br />
nosotros. Estad seguros de esta fuerza<br />
de mi oración, e invito así a los demás<br />
a unirse a vosotros en la oración y a<br />
hallar así como una única cordada que<br />
sube hacia el Señor.<br />
Pregunta: Me llamo Alberto. Santidad:<br />
¿Os parece justo que, después de<br />
perder uno tras otro a todos los miembros<br />
de mi familia, ahora que soy un<br />
hombre nuevo y padre desde hace dos<br />
meses de una maravillosa niña llamada<br />
Gaia, no me concedan la posibilidad de<br />
volver a casa, pese a haber pagado con<br />
creces mi deuda con la sociedad?<br />
Respuesta: ¡Ante todo, felicidades!<br />
Me alegra que usted sea padre, que se<br />
considere un hombre nuevo y que tenga<br />
una hija maravillosa: es un don de<br />
Dios. Yo, naturalmente, no conozco los<br />
detalles de su caso, pero espero con<br />
usted que cuanto antes pueda volver a<br />
su familia. Usted sabe que para la doctrina<br />
de la Iglesia la familia es fundamental,<br />
y es importante que un padre<br />
pueda tener en sus brazos a su hija. Por<br />
eso rezo y espero que cuanto antes<br />
pueda tener realmente en sus brazos a<br />
su hija, estar con su mujer y con su hija<br />
para construir una hermosa familia y<br />
así colaborar también en el futuro de<br />
Italia.<br />
Pregunta: Santidad, soy Federico;<br />
hablo en nombre de los presos del G14,<br />
que es el Módulo de Enfermería. ¿Qué<br />
pueden pedir unos reclusos, enfermos y<br />
seropositivos, al Papa? A nuestro Papa,<br />
ya agobiado por el peso de todos los sufrimientos<br />
del mundo, ¿pedirle que rece<br />
por ellos? ¿Que los perdone? ¿Que los<br />
tenga presentes en su gran corazón? Sí,<br />
nosotros quisiéramos pedirle esto, pero<br />
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sobre todo que lleve nuestra voz adonde<br />
esta no es escuchada. Estamos ausentes<br />
de nuestras familias, pero no de la vida;<br />
hemos caído, y al caer hemos causado<br />
daño a otros, pero vamos levantándonos.<br />
Se habla de nosotros demasiado poco,<br />
a menudo de forma tan feroz como si<br />
quisieran eliminarnos de la sociedad.<br />
Esto nos hace sentir infrahumanos. Usted<br />
es el Papa de todos nosotros, y le rogamos<br />
que, junto con la libertad, no se<br />
nos arrebate la dignidad. Para que no se<br />
dé ya por descontado que recluso signifique<br />
excluido para siempre. ¡Su presencia<br />
es para nosotros un honor grandísimo!<br />
Nuestras más sinceras felicitaciones<br />
a todos por la Santa Navidad.<br />
Respuesta: Sí; me has dicho palabras<br />
realmente memorables: hemos<br />
caído, pero estamos aquí para levantarnos.<br />
Esto es lo importante: este valor de<br />
levantarse, de seguir adelante con la<br />
ayuda del Señor y con la ayuda de todos<br />
los amigos. Usted ha dicho que se<br />
habla de manera «feroz» de los presos.<br />
Por desgracia es verdad, pero quisiera<br />
decir que no solo hay esto; hay también<br />
otros que hablan bien de vosotros<br />
y piensan bien de vosotros. Pienso en<br />
mi pequeña familia papal: me rodean<br />
cuatro «hermanas laicas», y hablamos<br />
con frecuencia de este problema; tienen<br />
amigos en varias cárceles; recibimos<br />
también regalos de ellos y también les<br />
enviamos regalos, de nuestra parte. Por<br />
lo tanto, este fenómeno está presente<br />
de manera muy positiva en mi familia y<br />
pienso que lo está en muchas otras. Tenemos<br />
que soportar que algunos hablen<br />
de manera «feroz»; también hablan<br />
de manera «feroz» contra el Papa, y sin<br />
embargo seguimos adelante. Considero<br />
importante animar a todos a pensar<br />
bien, a tener el sentido de vuestros sufrimientos,<br />
a tener el sentido de ayudaros<br />
en el proceso de levantaros, y os<br />
digo que haré lo que pueda por invitar<br />
a todos a pensar de esta manera justa,<br />
no de forma despreciativa, sino de forma<br />
humana, pensando que todos podemos<br />
caer, pero que Dios quiere que<br />
todos lleguen a él, y nosotros debemos<br />
cooperar en espíritu de fraternidad y<br />
también de reconocimiento de la propia<br />
fragilidad para que puedan levantarse<br />
realmente y seguir adelante con<br />
Documentación<br />
dignidad y ver siempre respetada su<br />
propia dignidad, para que esta crezca y<br />
puedan así hallar alegría en la vida, ya<br />
que la vida nos es dada por el Señor,<br />
con una idea suya. Y si reconocemos<br />
esta idea, Dios está con nosotros, e incluso<br />
los pasos oscuros tienen sentido<br />
para darnos un mayor conocimiento<br />
de nosotros mismos, para ayudarnos a<br />
ser más nosotros mismos, más hijos de<br />
Dios, y tener así la felicidad de ser<br />
hombres, al haber sido creados por<br />
Dios, incluso en varias condiciones difíciles.<br />
El Señor os ayudará y nosotros<br />
estamos a vuestro lado.<br />
Pregunta: Me llamo Gianni, del Módulo<br />
G8. Santidad: Me han enseñado<br />
que el Señor ve y lee en nuestro interior,<br />
y me pregunto por qué la absolución ha<br />
sido delegada en los curas. Si yo la pidiera<br />
de rodillas, solo, en una habitación,<br />
dirigiéndome al Señor, ¿me absolvería?<br />
¿O sería una absolución de diferente<br />
valor? ¿Qué diferencia habría?<br />
Respuesta: Sí: es una gran cuestión<br />
la que usted me somete. Diría dos cosas.<br />
La primera: naturalmente, si usted<br />
se pone de rodillas y con verdadero<br />
amor de Dios suplica que Dios perdone,<br />
él perdona. Es siempre doctrina de<br />
la Iglesia que si alguien, realmente arrepentido<br />
—es decir, no solo para evitar<br />
penas, dificultades, sino por amor del<br />
bien, por amor de Dios—, pide perdón,<br />
recibe perdón de Dios. Ésta es la primera<br />
parte. Si yo reconozco realmente que<br />
he hecho mal y si han renacido en mí el<br />
amor al bien, la voluntad del bien, el<br />
arrepentimiento por no haber respondido<br />
a ese amor, y le pido a Dios, que<br />
es el Bien, el perdón, él me lo da. Pero<br />
hay un segundo elemento: el pecado<br />
no es sólo algo «personal», individual,<br />
entre Dios y yo. El pecado tiene siempre<br />
también una dimensión social, horizontal.<br />
Con mi pecado personal, aun<br />
cuando tal vez nadie lo sepa, he dañado<br />
también la comunión de la Iglesia,<br />
he ensuciado la comunión de la Iglesia,<br />
he ensuciado a la humanidad. Y, por lo<br />
tanto, esta dimensión social, horizontal,<br />
del pecado, exige que este sea absuelto<br />
también en el ámbito de la comunidad<br />
humana, de la comunidad de la Iglesia,<br />
casi corporalmente. Por consiguiente,<br />
esta segunda dimensión del pecado,<br />
Número 3.609 ■ 11 de febrero de 2012 33