12.05.2013 Views

Cautividad Babilónica De La Iglesia - Escritura y Verdad

Cautividad Babilónica De La Iglesia - Escritura y Verdad

Cautividad Babilónica De La Iglesia - Escritura y Verdad

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

<strong>La</strong> <strong>Cautividad</strong> <strong>Babilónica</strong> <strong>De</strong> <strong>La</strong> <strong>Iglesia</strong><br />

repudiada, comete adulterio» 123 . Por tanto, Cristo accede al divorcio sólo en caso de adulterio. En<br />

consecuencia, necesariamente yerra el papa cada vez que concede el divorcio por otras causas, y<br />

no podrá sentirse seguro el que haya logrado la dispensa por esta temeridad -que no potestad-<br />

pontificia. Me llama más aún la atención que obliguen a permanecer célibe al que se halla<br />

separado de su esposa por el divorcio y no le permitan volverse a casar. Porque parece evidente<br />

que se puede tomar otra en lugar de la repudiada, puesto que Cristo, si concede el divorcio<br />

cuando media la fornicación, no obliga sin embargo a nadie al celibato, y Pablo dice que «mejor<br />

es casarse que abrasarse» 124 . ¡Ojalá estuviese ya plenamente dilucidada esta cuestión, para poder<br />

socorrer en los infinitos peligros a que se exponen los que, sin culpa por su parte, se ven forzados<br />

al celibato! Me estoy refiriendo a todos aquellos, cuyos maridos o mujeres huyen, abandonando<br />

al cónyuge por diez años o para no volver jamás. Me inquieta y me hace sufrir esta situación que<br />

se repite a diario, débase a la malicia especial de Satanás o al menosprecio de la palabra de Dios.<br />

Ya que me es imposible decidir nada en este problema -me encuentro como un solitario<br />

frente a todo el mundo-, me gustaría aplicar a este caso concreto lo que se dice en. Corintios (1<br />

Cor 7): «Si el no creyente se separa, que se separe; el hermano o la hermana no están obligados a<br />

sujetarse a servidumbre en esta circunstancia» 125 . El apóstol, con ello, accede al repudio del infiel<br />

que se separa y deja libre al fiel para que tome otro; ¿por qué poder aplicarlo el infiel ---es decir,<br />

al fiel de palabra, infiel en realidad- que abandona al cónyuge, sobre todo cuando no vaya a<br />

regresar? Por mi parte me veo incapacitado para distinguir entre una y otra situación. Me imagino<br />

que en los tiempos del apóstol, si el no creyente volviera otra vez, se hiciera creyente o solicitara<br />

del fiel poder cohabitar, no se le concedería ninguna de estas cosas, sino que se le daría la<br />

posibilidad de casarse con otro. Sin embargo, como he dicho ya, nada decido en todo esto,<br />

aunque la verdad es que estoy ansioso de que sea este problema el primero en solucionarse,<br />

puesto que es lo que hoy por hoy más me acucia a mí y a otros que se encuentran en idénticas<br />

circunstancias. No quiero que se decida nada en este asunto por la sola autoridad del papa o de<br />

los obispos; si hubiese dos eruditos y hombres de bien que estuviesen de acuerdo en nombre de<br />

Cristo y que se pronunciaran en el espíritu de Cristo, preferiría su sentencia incluso a la de los<br />

concilios, tal como se celebran hoy, que lo único que hacen es gloriarse de su número y su<br />

autoridad, sin que les pesen para nada la instrucción y la santidad.<br />

«Cuelgo aquí mi cítara» 126 , hasta que algún otro, mejor que yo, se aventure a entrar en la<br />

contienda.<br />

EL ORDEN<br />

<strong>La</strong> iglesia de Cristo no conoce este sacramento; es un invento de la iglesia del papa. No<br />

sólo está desprovisto de la más mínima promesa de gracia; es que en todo el nuevo testamento ni<br />

mención suya se halla. Resulta ridículo afirmar que es un sacramento divino lo que nunca se<br />

puede demostrar que haya sido instituido por Dios. No es que condene sin más un rito que se ha<br />

venido celebrando a lo largo de tantos siglos; lo que quiero decir es que no hay derecho a<br />

introducir en las cosas sagradas lo que sólo es ficción humana, ni a presentar como divino lo que<br />

en realidad no lo es, para que no estemos haciendo el ridículo a los ojos de nuestro adversario. Lo<br />

123 Mi 5, 32.<br />

124 1 Cor 7, 9.<br />

125 1 Cor 7, 15.<br />

126 Alusión a Sal 137, 2.<br />

50

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!