La luna dormida - Foro de Literatura
La luna dormida - Foro de Literatura
La luna dormida - Foro de Literatura
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
<strong>La</strong> Luna <strong>dormida</strong> Enric Herce Escarrà<br />
noche y no po<strong>de</strong>r dar ninguna respuesta convincente. Sin embargo, sería<br />
cuestión <strong>de</strong> minutos que los padres <strong>de</strong> Jorge <strong>de</strong>svelaran que su hijo estaba<br />
pasando unos días con un amigo en casa <strong>de</strong> su tío, tan pronto las<br />
autorida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la península se pusieran en contacto con ellos, o que mis<br />
llamadas al móvil <strong>de</strong> Jorge contradijeran mis palabras. Hubiera sido la<br />
forma más rápida y estúpida <strong>de</strong> convertirme en sospechoso <strong>de</strong> lo que fuera<br />
que le hubiera sucedido, así que opté por <strong>de</strong>cir la verdad.<br />
«Me temo que traemos malas noticias. Su amigo ha fallecido».<br />
Me pidieron si podían pasar y hacerme unas preguntas. Recuerdo que<br />
viví los minutos siguientes como si todo aquello le estuviera pasando a otra<br />
persona, como si mi cerebro estuviera embotado por los efectos <strong>de</strong> algún<br />
tipo <strong>de</strong> tranquilizante que aturdía mis sentidos y dotaba a toda la situación<br />
<strong>de</strong> un aire irreal.<br />
«¿Se encuentra bien?».<br />
Me acompañaron hasta el sofá, pero les dije que estaba bien, que solo<br />
necesitaba que me diera un poco el aire. Salí al pequeño balcón <strong>de</strong>l<br />
comedor y aspiré el aire nocturno, angustiado.<br />
Des<strong>de</strong> mi atalaya, <strong>La</strong>s Palmas, la ciudad acogedora y alegre a la que<br />
había llegado el día anterior, se me mostraba como cubierta por un sudario<br />
<strong>de</strong> <strong>de</strong>sazón, y las luces <strong>de</strong> las farolas forjadas me parecieron fúnebres teas<br />
incapaces <strong>de</strong> oponer más que una tenue luz al avance <strong>de</strong> la oscuridad.<br />
Ajenos a todo ello, los primeros grupos <strong>de</strong> jóvenes recorrían la calle<br />
peatonal, sorteando entre risas las macetas que impedían el paso <strong>de</strong><br />
vehículos, camino a la zona <strong>de</strong> marcha.<br />
Uno <strong>de</strong> los agentes, el que había hablado y les había i<strong>de</strong>ntificado a<br />
ambos, se sentó junto a mí en el sofá mientras el otro lo hizo a la mesa,<br />
frente a los restos <strong>de</strong> la ensalada <strong>de</strong> pasta, sacando un bloc para tomar<br />
notas. El reloj <strong>de</strong> encima <strong>de</strong>l televisor marcaba las once menos diez.<br />
Ambos agentes escucharon en silencio cuanto recordaba <strong>de</strong> la noche<br />
anterior hasta que nombré a Teresa y Nerea.<br />
«¿Estas personas pue<strong>de</strong>n corroborar todo lo que nos está contando?»<br />
«Supongo que sí, al menos nos acompañaron casi toda la noche».<br />
«¿Dispone <strong>de</strong> algún teléfono o dirección don<strong>de</strong> podamos localizarlas?»<br />
Recordaba que Nerea se había apuntado mi móvil, pero ni ella ni Teresa<br />
me habían dado el suyo. Habían comentado que tenían alquilado un<br />
24