La luna dormida - Foro de Literatura
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<strong>La</strong> Luna <strong>dormida</strong> Enric Herce Escarrà<br />
la mortecina luz que se colaba <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el exterior. Los símbolos plateados que<br />
cubrían la piel <strong>de</strong> la mujer quedaron flotando en la oscuridad con un fulgor<br />
fosforescente. No tardaron en empezar a moverse en mi dirección. Un<br />
instinto irrefrenable me empujó a retroce<strong>de</strong>r hasta quedar <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong>l<br />
ventanuco, junto al colchón.<br />
Pronto la tuve frente a mí. Ahora la luz <strong>de</strong> la <strong>luna</strong> bañaba su piel y me<br />
permitía contemplarla en todo su esplendor. Parecía una hermosa talla <strong>de</strong><br />
ébano pulido cuya superficie uno no pue<strong>de</strong> resistirse a tocar. Su mirada fría<br />
y concentrada no restaba ni un ápice <strong>de</strong> belleza a su rostro <strong>de</strong> gran<strong>de</strong>s ojos<br />
marrones y labios carnosos, enmarcado por una larga cabellera rizada. El<br />
cuello <strong>de</strong>lgado y elegante no era más que la senda sinuosa que <strong>de</strong>scendía<br />
hasta unos pechos turgentes, gran<strong>de</strong>s, que parecían henchidos <strong>de</strong> algún<br />
<strong>de</strong>licioso néctar que unos pezones pequeños invitaban a beber. Le seguía un<br />
vientre que era toda una elegía a la fertilidad. Lejos <strong>de</strong> ser excesivo<br />
tampoco era plano, tenía la curvatura justa, sensual, que atrapaba<br />
irremisiblemente la mirada y empujaba a <strong>de</strong>sear acariciarlo y recorrerlo en<br />
dirección a su sexo. El <strong>de</strong>licioso fruto se exhibía impúdico, ro<strong>de</strong>ado por una<br />
finísima capa <strong>de</strong> vello. Acerqué mi mano <strong>de</strong>recha hasta el cuerpo <strong>de</strong> aquella<br />
diosa, esperando sentir, ansioso, el tibio contacto <strong>de</strong> su piel bajo mis <strong>de</strong>dos,<br />
<strong>de</strong>slizarlos sobre la humedad <strong>de</strong> la fina pátina <strong>de</strong> sudor que le cubría para<br />
luego acercar mis labios y recorrerla a besos. Mas cuando estaba a punto <strong>de</strong><br />
alcanzarla, con un grácil movimiento, la mujer esquivó mi caricia y se<br />
fundió <strong>de</strong> nuevo con la oscuridad, <strong>de</strong>jando grabada en mis retinas la fugaz<br />
visión <strong>de</strong>l vaivén <strong>de</strong> sus nalgas.<br />
Recuerdo una excitación como nunca antes la había sentido. Tenía el<br />
cuerpo empapado en sudor y mi corazón bombeaba <strong>de</strong>sbocado la sangre<br />
que <strong>de</strong>scendía acelerada hasta mi entrepierna. Recuerdo que me arranqué<br />
la ropa y apenas pu<strong>de</strong> contener una exclamación <strong>de</strong> sorpresa al ver el<br />
tamaño <strong>de</strong> mi propio sexo. Con solo tocarlo un estremecimiento me sacudió<br />
hasta el extremo <strong>de</strong> hacerme caer <strong>de</strong> rodillas.<br />
No podía esperar más, totalmente <strong>de</strong>squiciado, irremisiblemente<br />
atrapado, fui en pos <strong>de</strong> aquel cuerpo, hacia los símbolos que me esperaban<br />
brillando en la oscuridad.<br />
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