La luna dormida - Foro de Literatura
La luna dormida - Foro de Literatura
La luna dormida - Foro de Literatura
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
<strong>La</strong> Luna <strong>dormida</strong> Enric Herce Escarrà<br />
sabores dulces, salados y picantes dando lugar a un sinfín <strong>de</strong> matices que<br />
hasta el momento me resultaban <strong>de</strong>sconocidos.<br />
Para cuando llegamos a los postres quien más quien menos ya había<br />
saciado con creces su apetito. Sin embargo, no quería irme sin haber<br />
probado ninguna especialidad isleña y ante la mirada atónita <strong>de</strong> las tres<br />
mujeres <strong>de</strong>spaché unas tortitas <strong>de</strong> plátano.<br />
Salimos <strong>de</strong>l restaurante sonrientes y animados por las tres botellas <strong>de</strong><br />
vino y los posteriores licores. Isabel anunció que ella y Carmen se iban a<br />
dormir, para <strong>de</strong>sesperación <strong>de</strong> su hija y <strong>de</strong> Nerea que querían ir a tomar<br />
unas copas. Yo dije que mi avión salía pronto y no me quería acostar tar<strong>de</strong>.<br />
Finalmente, para contentar a todos, <strong>de</strong>cidimos tomar una copa en algún<br />
lugar cercano y acostarnos.<br />
<strong>La</strong> copa se convirtió en dos y cuando Nerea propuso ir a por la tercera,<br />
Isabel y yo <strong>de</strong>cidimos plantarnos. Nerea y Carmen, que ya llevaban un buen<br />
rato bailoteando bajo las luces <strong>de</strong> colores <strong>de</strong> la pequeña pista, protestaron<br />
hasta conseguir que la madre <strong>de</strong> la niña <strong>de</strong>jara que su vecina se quedara a<br />
cargo <strong>de</strong> ella y pudieran continuar la fiesta.<br />
Recuerdo que Isabel y yo paseamos tranquilamente <strong>de</strong> regreso al<br />
edificio <strong>de</strong> apartamentos. Era una noche calurosa y oscura, llena <strong>de</strong><br />
nubarrones que amenazaban lluvia y tapaban la Luna. No sé si se había<br />
estado conteniendo hasta ese momento por <strong>de</strong>ferencia a su vecina o si<br />
sencillamente yo no me di cuenta hasta entonces, pero a lo largo <strong>de</strong>l<br />
pequeño paseo, Isabel me cogió <strong>de</strong>l brazo y no <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> sonreírme y<br />
<strong>de</strong>dicarme insinuantes miradas, dotando a su voz <strong>de</strong> un tono meloso y<br />
acogedor. Mantuve el tipo como buenamente pu<strong>de</strong> durante todo el trayecto<br />
y al llegar frente a la puerta <strong>de</strong> su apartamento me sentí aliviado <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r<br />
escapar <strong>de</strong> su presencia. No es que no la encontrara atractiva, sino todo lo<br />
contrario. Aquella mujer estaba casada y aunque Nerea y yo no fuéramos<br />
pareja, quería evitar forzar una situación incómoda el día antes <strong>de</strong> irme.<br />
«¿Quieres tomar un baño? Me encanta bañarme <strong>de</strong>snuda a la luz <strong>de</strong> la<br />
<strong>luna</strong>. Es muy liberador».<br />
Mi boca, que había sido interrumpida a punto <strong>de</strong> pronunciar un casto<br />
«buenas noches, Isabel» se abrió y cerró varias veces, antes <strong>de</strong> objetar un<br />
poco convincente:<br />
«Nos verán todos los vecinos».<br />
44