crónica de la guardia civil - orden y ley asoc. duque de ahumada de ...

concelebrada por un gran número de representantes
del estamento religioso, hubo momentos especialmente
emotivos, como el que se produjo cuando
la abuela paterna de la novia, Menchu Álvarez
del Valle, leyó la segunda lectura, tomada de la primera
carta del apóstol San Pablo a los Corintios.
Doña Letizia Ortiz, visiblemente cansada durante la
celebración eclesiástica, miró emocionada a su
abuela en unos momentos tan especiales.
Y también fueron especiales las palabras que
pronunciaron los novios durante el rito del matrimonio,
que fue precedido por la correspondiente
autorización que el Príncipe de Asturias recibió de
su padre don Juan Carlos. Don Felipe y doña Letizia
se intercambiaron los anillos, depositaron las
arras cada uno en manos del otro (una de las monedas,
13 monedas de oro pertenecientes todas
ellas a la colección del Banco de España, se cayó
cuando el oficiante las depositaba en manos de Su
Alteza Real el Príncipe) y se prometieron amor
eterno, un amor que ha sido la base de su relación
y que fue bendecido por Su Santidad el Papa en un
mensaje que envió al cardenal arzobispo de Madrid
y que éste leyó antes de finalizar la Santa Misa.
La música que se escuchó durante la ceremonia
religiosa –piezas de Luis de Victoria, Cristóbal
Morales, Francisco Guerrero, Mozart y Haendelfue
interpretada por la Orquesta Sinfónica de Radiotelevisión
Española, bajo la dirección de Jesús
López Cobos.
RECORRIDO DE LOS PRÍNCIPES
DE ASTURIAS
Una vez convertidos en marido y mujer, los
Príncipes de Asturias abandonaron la Catedral de
la Almudena para acercarse a pueblo de Madrid y
recibir el calor popular de todas las personas que
se congregaron a lo largo del recorrido que efectuaron
don Felipe y doña Letizia a bordo de un
Rolls Royce descapotable –aunque la capota no se
pudo retirar debido a la incesante lluvia que caía
sobre la capital de España- con cristales traslúcidos
a ambos lados del vehículo y por la parte superior,
perteneciente al parque automovilístico de
la Casa Real.
El recorrido se inició desde el Palacio Real y pasando
por la calle Bailén los novios alcanzaron la
madrileña Plaza de España, que unos días antes de
la boda había sido “revisada”, palmo a palmo, por
efectivos del Ejército de Tierra, como una más de
18 Orden y Ley Guardia Civil
EN PORTADA
las muchas medidas de seguridad que se adoptaron
de cara al enlace de la pareja real.
Desde la Plaza de España cogieron la Gran Vía,
que había sido adornada por el Ayuntamiento de
Madrid con motivos florales, guirnaldas, gallardetes
y unos grandes paneles pictóricos para ocultar
los edificios en obras. Durante el tránsito por esta
céntrica calle de Madrid, la música clásica, el jazz,
el flamenco... acompañaron a los Príncipes de Asturias,
que no cesaban de saludar a las personas
congregadas a ambos lados de la Gran Vía.
Así llegaron hasta la plaza de la diosa Cibeles,
monumento que, junto con la Puerta de Alcalá, el
Palacio de Comunicaciones o la Biblioteca Nacional
habían sido objeto de una colorida iluminación
en las noches previas al día del enlace, como
regalo del Ayuntamiento de Madrid a la Familia
Real y a todos los madrileños y turistas que esos
días visitaron la capital de España.
Precisamente cuando el vehículo en el que iban
don Felipe y doña Letizia se aproximó a la plaza de
Cibeles, cuando éste circulaba a la altura del Cuartel
General del Ejército, la escolta de la pareja, hasta
ese momento motorizada, pasó el testigo a un
Escuadrón de Lanceros a caballo que escoltó a la
pareja hasta la Basílica de Atocha.
Seguidamente, y tras efectuarse el relevo de la
escolta, el Rolls Royce bajó por el Paseo del Prado,
también decorado para la ocasión, hasta la glorieta
de Atocha, donde se encontraba el Bosque de los
Ausentes. Este montículo artificial, superpuesto a
la fuente que se ubica en el centro de la glorieta,
constaba de 192 árboles –cipreses y olivos- en recuerdo
de las víctimas del 11-M. Precisamente don
Felipe y doña Letizia enviaron, el mismo día 22 por
la mañana, una corona de flores que fue depositada
en el citado monumento, con la leyenda: “Siempre
en nuestra memoria. Felipe y Letizia”.
Tras pasar la glorieta de Atocha, el coche nupcial
se dirigió hasta la Basílica de la Virgen de Atocha,
donde la pareja real fue recibida por el alcalde
de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, y donde les
esperaba también el cardenal arzobispo de Madrid
Antonio María Rouco Varela.
En esta Basílica, muy vinculada a la Familia
Real (en ella, los Reyes de España presentaron a
sus hijos pocos días después de su nacimiento),
la Princesa de Asturias depositó su ramo de no-