un mago de la batuta - Diverdi

26 di v e r di ópera
¿Qué es la felicidad?
Xavier Nicolás y Jordi Nin firman un notable trabajo audiovisual, que supone el primer documental
dedicado íntegramente a la figura y a la obra de Siegfried Wagner, el heredero de Richard y Cosima
Siegfried Helferich Richard Wagner (1869-1930)
no lo tuvo fácil. La sociedad, que no perdona a los
genios, se venga en su descendencia, a la que juzga
con severidad y exige más de lo común y razonable,
celebrando incluso su fracaso. Pero gen-io no
tiene nada que ver con gen-ética. Si acaso más con
la terminación que con la raíz. Nacido en Tribschen,
el primer hogar de los Wagner y cuna del célebre
Idilio, que Richard regaló a su esposa, Siegfried
creció en un ambiente feliz y recibió una educación
esmerada. Las primeras lecciones de armonía y
composición se las dio su abuelo Franz Liszt (otro
genio en la familia). Completó su formación musical
con Engelbert Humperdinck, el autor de Hänsel
y Gretel. Estudió arquitectura en Berlín y Karlsruhe.
Iba para arquitecto, pero terminó ¡ay! dedicándose
a la música tras un viaje por India y China en 1892
en compañía de su gran amigo, el inglés Clement
Harris, compañero de estudios en Fráncfort y
Karlsruhe y compositor en ciernes, muerto trágicamente
en 1897 a los 29 años. Una amistad que,
junto a otros episodios, ha dado pie a conjeturas
sobre la bisexualidad de Siegfried, entre otros de
su biógrafo Peter P. Pachl, Presidente de la Sociedad
Internacional Siegfried Wagner, de las que también
se hacen eco Jonathan Carr en The Wagner clan y
Brigitte Hamann en su biografía de Winifred, la
esposa de Siegfried. “No se pueden fácilmente
deslindar... los dominios entre músicos y arquitectos”
(carta del 9 de junio de 1827 de J. W. Goethe
a C. F. Zelter).
Trabajador incansable, fue activo director de
orquesta (había que reunir fondos para Bayreuth),
compositor y director de los Festivales de Bayreuth
desde 1908 hasta su muerte. Como director de
orquesta no lo hacía nada mal, a juzgar por las grabaciones
que se conservan y el testimonio de, por
ejemplo, Albert Schweitzer (médico,
teólogo, filósofo, músico, estudioso
bachiano, Premio Nobel de la Paz en
1952). Como intendente teatral, saneó
las cuentas del Festival y propició las
innovaciones escénicas (fue el primero
en emplear el ciclorama) dentro del
respeto a las intenciones de su padre.
Su faceta de compositor ha sido por lo
general ninguneada en las historias de
la música; libros en los que sí caben, en
cambio, Richard Addinsell y su
Concierto de Varsovia. “De Siegfried
Wagner (1869-1930), hijo de Richard
y de Cosima, un hombre afable, distinguido,
que se aplicó en una docena de
óperas y poemas sinfónicos a llevar
honrosamente su abrumador patronímico,
no subsisten más que las palabras pérfidas
pero bastante justas de Debussy: ‘un follaje pálido
en un vetusto tronco’”. Así despacha el asunto
Lucien Rebatet. Refractario a las corrientes de su
tiempo, compuso lo que quiso y como quiso: se
mantuvo fiel al romanticismo en medio del modernismo.
Quizá erró (las presiones del círculo de
Wahnfried fueron grandes) al decidir ser operista.
Su producción en el género es copiosa: nada menos
que 16 óperas terminadas, desde Der Bärenhäuter
(El holgazán, literalmente “El de la piel de oso”)
hasta Das Flüchlein, das jeder mitbekam (La pequeña
maldición que cada uno recibió) y dos inacabadas.
Él mismo escribía sus libretos, de tema mitológico,
histórico o sacado de cuentos y leyendas de
Franconia, de calidad muy inferior a los del padre.
Sus óperas, elaboradas con oficio, con algunos
números muy estimables y rasgos de
humor, se ven como caricaturas de las del
progenitor. En cambio, su escueta obra
orquestal, muy relacionada temáticamente
con las óperas, aún siendo la de un compositor
menor, contiene piezas excelentes, como
el extenso y ambicioso poema sinfónico
Glück (Felicidad), de 1923, el Scherzo de 1922,
o el juvenil Sehnsucht (Anhelo), de 1895,
rechazado por Hans Richter por “demasiado lisztiano”
(lo es) y cuyo original se perdió. El caso de
Siegfried Wagner es parangonable al de Felix
Weingartner, otro compositor menor con una producción
cuantiosa, felizmente recuperado por el
sello CPO, que merece consideración.
“El hijo de Richard Wagner, Siegfried, es una
víctima de la pedante teoría por la cual uno no es
juzgado por sí mismo, sino de acuerdo a una
supuesta ley de la naturaleza que dice que un gran
hombre no puede tener un gran hijo, pese a que
Johann Sebastian Bach tuviese dos hijos geniales
como músicos y Siegfried Wagner sea mucho más
profundo y original que muchos artistas de hoy
día”. Aunque esto lo escribió nada menos que
Arnold Schoenberg (Parsifal y los derechos de autor,
Colonia 1912), Siegfried Wagner es, ya lo hemos
dicho, una nota a pie de página, un compositor
Miguel Ángel González Barrio
prácticamente desconocido a pesar de los esfuerzos
de sellos como CPO o Marco Polo. Corregir
la omisión y dar a conocer su obra es el objetivo
de Siegfried Wagner: el último romántico (2003),
documental con guión y documentación de Xavier
Nicolás y dirección de Jordi Nin. Presidente de la
Associació Wagneriana de Barcelona, miembro
de la Sociedad Internacional Siegfried Wagner,
fundador de una Siegfried Wagneriana Española
y editor del boletín El tilo sagrado, Xavier Nicolás
es un especialista en ópera romántica y poswagneriana
alemana (también francesa: recuerdo que
es uno de los escasos poseedores de una rara gra-
Falleció Wolfgang
Al cierre de esta edición se producía una noticia
que no por menos esperada ha dejado de
conmocionar a los wagnerianos de todo el
mundo, dado lo que su figura simbolizaba
como último eslabón de la segunda generación
de descendientes de Ricardo Wagner. El
21 de marzo ha fallecido en Bayreuth, a los 90
años, Wolfgang Wagner, quien en 1951, tras el
paréntesis de la posguerra, asumiera la gestión
del Festival de la ciudad bávara conjuntamente
con su hermano Wieland. A la muerte
de éste en 1966 continuó dirigiéndolo en solitario
y renovando la dramaturgia wagneriana
con la incorporación, a veces muy polémica, de
grandes nombres de la escena alemana e internacional.
En 2008 cedió el testigo a sus hijas
Eva y Katharina.