un mago de la batuta - Diverdi

34 di v e r di entrevista
Mariss Jansons (Riga, 1943) es la cuadratura del
círculo de la dirección orquestal: exigente, riguroso,
puntilloso, pero también amable, risueño y
cercano. Tras iniciar su carrera en 1973 con la
entonces Filarmónica de Leningrado y una importante
etapa como titular en los ochenta y noventa
de las Sinfónicas de Oslo y Pittsburgh, desde 2003
es el director principal de la Symphonieorchester
des Bayerischen Rundfunks y desde 2004 de la
Royal Concertgebouw Orchestra, que comparte
con colaboraciones con las Filarmónicas de Berlín
o Viena. Pocos directores en la actualidad suscitan
tal consenso de público y crítica a la hora de
elogiar sus conciertos y grabaciones. Su carrera
discográfica camina al margen de las viejas limitaciones
de la política de artistas y repertorio de
las grandes compañías discográficas como EMI y
hoy tan sólo graba para los sellos independientes
de sus dos orquestas: RCO y BR-Klassik. Ello le está
permitiendo revisitar obras que ya había registrado
en el pasado con una nueva profundidad
como Cuadros de una exposición de Mussorgski
o ampliar su discografía hacia compositores poco
relacionados con su nombre como Bruckner, del
que ha grabado recientemente las sinfonías Tercera
y Cuarta en RCO o Séptima en BR-Klassik. Nos
recibió el pasado mes de febrero durante la sobremesa
del día de su concierto en Zaragoza con la
Royal Concertgebouw.
Mariss Jansons
“Adoro dirigir ópera; es lo que me produce una mayor emoción”
Entrevista exclusiva con el gran maestro letón
PABLO-L. RODRIGUEZ: Usted suele decir que
hace lo mejor por sus orquestas. ¿Qué es lo mejor
que está haciendo por la Royal Concertgebouw
Orchestra?
MARISS JANSONS: No podría juzgarlo. Estoy
en mi sexta temporada al frente de esta orquesta
y tan sólo espero que su calidad no decaiga.
Efectivamente cada uno de los directores que me
han precedido –Mengelberg, Van Beinum, Haitink
o Chailly– han aportado algo a esta orquesta pero
no me corresponde a mí valorar mi contribución.
P.-L. R.: Hablando de sus antecesores, ¿se identifica
estilísticamente con alguno de ellos?
M. J.: Obviamente no pude ver dirigir a Mengelberg
y a Van Beinum, pero sí que conozco muy bien a
Haitink y a Chailly. Depende del repertorio, pero
creo que estoy con Haitink en lo que se refiere al
concepto sonoro y con Chailly en cuanto a temperamento
y expresividad.
P.-L. R.: ¿Cómo definiría el sonido de la Royal
Concertgebouw en relación con su otra formación,
la Sinfónica de la Radio de Baviera, o con
otras orquestas con las que suele trabajar como
las Filarmónicas de Berlín o Viena?
Pablo-L. Rodríguez
M. J.: Para mí la Royal Concertgebouw tiene un
sonido similar a la Filarmónica de Viena y la
Bayerischer Rundfunk a la Filarmónica de Berlín.
La Bayerischer Rundfunk es una orquesta muy
alemana con ese sonido más oscuro y esa forma
espontánea y energética de hacer música, mientras
que la Concertgebouw me parece más refinada
y equilibrada, y dispone de un acercamiento
netamente clásico a la música.
P.-L. R.: ¿Se considera más un director ruso por
su formación en San Petersburgo o sus orígenes
letones han influido en su forma de hacer música?
M. J.: Yo creo que los músicos son internacionales
y no deberían ser encasillados por su nacionalidad.
Efectivamente, yo crecí en Riga donde mis
padres trabajaban en la Ópera. En 1957 me trasladé
a San Petersburgo donde mi padre era asistente
de Mravinski con la Filarmónica de esa ciudad
y estudié en el Conservatorio con Nikolai
Rabinovitch. Después completé mi formación en
Viena a finales de los sesenta y más tarde trabajé
como director en Oslo y en Pittsburgh. No obstante,
pienso que la cultura rusa me ha influido
mucho en el buen sentido y tuve el privilegio de
recibir una formación musical increíblemente buena,
aunque mis raíces son letonas. Quizá he combinado
las características letonas y rusas; me refie-