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una erección. Y se sorprendió al advertir que tenía una erección que esconder. Se estudió en el espejo que había tras el mostrador: un hombre de unos treinta años, de pelo oscuro y menguante, con un rostro estrecho sobre un pescuezo largo, demasiado largo para el cuello abierto de una camisa de nailon estampada con dibujos de automóviles de 1910 en tres vivos colores. Llevaba una corbata de anchas diagonales marrones y negras, demasiado estrecha, supuso, para las puntas del cuello, que ahora le parecían grotescamente largas. O no combinaba el color. Algo pasaba. Junto a él, en la oscura claridad del espejo, la mujer de ojos verdes parecía Irma La Douce. Pero mirando más de cerca, estudiando ese rostro, se estremeció. La cara de la chica era como la de un animal. Una cara hermosa, pero simple, astuta, bidimensional. Cuando sienta que la estás mirando, pensó Coretti, te brindará la sonrisa, la mueca desdeñosa, o lo que sea que esperas. Impulsivamente, Coretti dijo: —¿Puedo, eh..., invitarte a una copa?
En momentos como ése, Coretti se veía poseído por un agónico y rígido tic lingüístico. Ah. Dio un respingo. Ah. —¿Quieres, ah... invitarme a una copa? Pues, qué amable de tu parte —dijo ella, desconcertándolo—. Eso estaría muy bien. —Muy de lejos, Coretti notó que esa respuesta había sido tan formal e insegura como su invitación. La chica agregó—: Un Tom Collins sería perfecto para esta ocasión. ¿Para esta ocasión? ¿Perfecto? Azorado, Coretti pidió dos tragos y pagó. Una mujer grande con téjanos y una camisa vaquera con encajes se apoyó a su lado en la barra y pidió cambio al barman. —Vaya, vaya —dijo. Luego caminó ampulosamente hasta la máquina de discos y tecleó la de Conway y Loretta: «Tú eres la razón de que nuestros hijos sean feos». Coretti se volvió hacia la mujer de verde y murmuró, atropelladamente: —¿Te gusta la música country? ¿Te gusta...? —Se hizo un reproche secreto por haber formulado así las cosas, y trató de sonreír.
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QUEMANDO CROMO William Gibson Títu
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A Otey Williams Gibson, mi madre, y
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que la sociedad estornuda. Que la c
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lecturas por su filosa, oscura pasi
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Verifiqué mi aspecto en la pared c
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albuceando. Charmian y yo somos los
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plástico para extraer el reflector
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Primera regla: Una entidad por viaj
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optimizar ese intercambio. Estamos
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El claro era más o menos circular.
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Lo había sentido antes, el Miedo,
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informe; como de costumbre, nuestra
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demasiado costoso, pero lo que en v
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ESTRELLA ROJA, ÓRBITA DE INVIERNO
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Atónito, Korolev miró pestañeand
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hambrientos de ese tipo de cintas.
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Alexei Kosygin habían sido secreta
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allí agazapado como una cosa viva,
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preparados... para desmantelar la e
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Temblando, cerró los ojos y esper
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paisaje marciano reducido al kitsch
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Korolev no respondió. —Kosmograd
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Kosmogrado pasó de la sombra de la
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contradecía el metabolismo del bot
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Yefremov trataría de romper la hue
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masticó de un modo mecánico y tra
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Stoiko había provocado un colapso
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Stoiko le dio una hoja impresa. —
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Todo Kosmogrado resonó huecamente
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Alguien se acercaba por el corredor
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Tatjana. Suponía que la colisión
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El hombre llamado Andy entró volan
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HOTEL NEW ROSE Siete noches alquila
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ángulo que ningún sastre de Parí
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cortaba el aire. Ahora la Hosaka me
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orosilicato. Una microcentrifugador
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Tenían que pensarlo, dijeron. Fox
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Maas no es así, dijo él, sin hace
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Hoy he pasado todo el día mirando
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Mi mano rozó algo plano. Lo saqué
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Tu pequeña pistola barata en el ho
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Lo vi abrir la maltratada maleta co
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La carretera al aeropuerto es una l
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ocho horas que terminó en un salie
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estudio cuya reparación iba a cost
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—¿Ya trató de llamarte? —No.
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La primera vez que la vi: tenía la
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MacDonald, décimo piso. Los ascens
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desde aquellos descoloridos ojos gr
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venderlo, ver cómo se mueve en el
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Ahora me encojo yo de hombros. —L
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Max le encontró agentes, y un trí
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sentir, supe, de una vez por todas,
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Me mira un buen rato. —Sólo Dios
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dejando una estela de humo, se desv
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Se hacían apuestas. Los mirones sa
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de SVC eran sitios fáciles. Cuando
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esplandecía, era tan real. Tenía
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Gritó, alzó las manos para proteg
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El miró la cama de soslayo. En rea
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—¡Está bien! —Deke alzó las
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—¿Has visto a Tiny por ahí, ami
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—Tráete uno, por si nos hiciera
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Deke soñaba despierto, imaginaba q
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—Hiper —dijo Deke—. De la úl
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Tiny. Los labios, blandos, carnosos
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exenta de drogas. —Bueno —dijo
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ladearon abruptamente, y se torcier
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Tiny miró. Fue sólo una fracción
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Irradiaban desprecio, e incluso odi
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QUEMANDO CROMO Hacía calor, la noc
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no alcanzaba a verla, pero sabía q
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programadores legítimos nunca ven
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cuando empezó a parecer que estaba
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Seguí tamborileando. —No necesit
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Incorpóreos, entramos bruscamente
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Se sacó un diminuto reproductor de
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y una dulce y gruesa tajada de cuen
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la buhardilla de Bobby genera esta
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eso es lo que tiene mi brazo allí,
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hambrientos sistemas de alteración
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que nadie pudiese recordar, con el
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hipnótica frecuencia, un mándala
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Demasiadas historias en el Gentlema
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—Sí. Bueno, Tiger no es muy ráp
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Hasta tenía el número. Si buscas
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Hay cosas peores que estar solo. Pe
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Pero supongo que vendió el billete
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