SALMOS - iglesia bautista getsemani de montreal
SALMOS - iglesia bautista getsemani de montreal
SALMOS - iglesia bautista getsemani de montreal
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
SALMO CXXXVI<br />
Versículos 1—9. Dios <strong>de</strong>be ser alabado como Creador <strong>de</strong>l mundo. 10—22. Como Dios y<br />
Salvador <strong>de</strong> Israel. 23—26. Por sus bendiciones para todos.<br />
Vv. 1—9. Olvidadizos como somos, las cosas <strong>de</strong>ben sernos repetidas a menudo. Por<br />
“misericordia” enten<strong>de</strong>mos la disposición <strong>de</strong>l Señor a salvar a aquellos cuyo pecado ha vuelto<br />
miserables y viles, y toda la provisión que ha hecho para la re<strong>de</strong>nción <strong>de</strong> los pecadores por<br />
Jesucristo. Los consejos <strong>de</strong> esta misericordia han sido <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la eternidad y los efectos <strong>de</strong> ella<br />
durarán por siempre, para todos los que estén interesados en ella. El Señor continúa estando<br />
igualmente preparado para mostrar misericordia a todos los que la buscan, y esta es la fuente <strong>de</strong><br />
toda nuestra esperanza y consuelo.<br />
Vv. 10—22. Las gran<strong>de</strong>s cosas que Dios hizo por Israel cuando los sacó <strong>de</strong> Egipto, fueron<br />
misericordias que les duraron por mucho tiempo; nuestra re<strong>de</strong>nción por Cristo, tipificada por<br />
aquellas, dura por siempre. Bueno es entrar en la historia <strong>de</strong> los favores <strong>de</strong> Dios y en cada uno<br />
observar y reconocer, que su misericordia dura por siempre. Los puso en posesión <strong>de</strong> una tierra<br />
buena; es figura <strong>de</strong> la misericordia <strong>de</strong> nuestro Señor Jesucristo.<br />
Vv. 23—26. La misericordia eterna <strong>de</strong> Dios es aquí alabada por la re<strong>de</strong>nción <strong>de</strong> su <strong>iglesia</strong>; en<br />
todas sus glorias y todos sus dones. Bendito sea Dios, que nos ha provisto y dado a conocer la<br />
salvación a través <strong>de</strong> su Hijo. Que nos conceda que conozcamos y sintamos su po<strong>de</strong>r re<strong>de</strong>ntor,<br />
para que le sirvamos en justicia todos nuestros días. Que Aquel que da alimento a toda carne,<br />
alimente nuestras almas para vida eterna, y vivifique nuestros afectos por su gracia, para que le<br />
agra<strong>de</strong>zcamos y alabemos su santo nombre, porque su misericordia dura para siempre.<br />
Remontemos todos los favores recibidos a esta verda<strong>de</strong>ra fuente y ofrezcamos alabanza<br />
continuamente.<br />
SALMO CXXXVII<br />
Versículos 1—4. Los judíos lamentan su cautiverio. 5—9. El afecto <strong>de</strong> ellos por Jerusalén.<br />
Vv. 1—4. Los enemigos habían llevado cautivos a los judíos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su propia patria. Para<br />
completar sus ayees los insultaban; les exigían alegría y una canción. Esto era muy bárbaro;<br />
también profano, porque ninguna canción serviría, sino las canciones <strong>de</strong> Sion. No hay que dar<br />
satisfacción a los burladores. Ellos no dicen: ¿cómo cantaremos cuando estamos tan apenados?<br />
Sino, Es la canción <strong>de</strong>l Señor, por tanto, no nos atrevemos a cantarla entre los idólatras.<br />
Vv. 5—9. Nos gusta pensar en lo que amamos. Quienes se regocijan en Dios hacen <strong>de</strong><br />
Jerusalén su gozo por amor <strong>de</strong> Él. Ellos resolvieron firmemente conservar este afecto. Cuando<br />
sufrimos, <strong>de</strong>bemos recordar con santa tristeza las misericordias abandonadas y los pecados por<br />
los cuales las perdimos. Si los beneficios temporales alguna vez hacen que el creyente profeso se<br />
sienta satisfecho, estando alejado <strong>de</strong> las or<strong>de</strong>nanzas <strong>de</strong> Dios, o avergonzado <strong>de</strong> su profesión <strong>de</strong><br />
fe, es que le ha sobrevenido la peor calamidad. —Lejos esté <strong>de</strong> nosotros el vengarnos; se lo<br />
<strong>de</strong>jaremos al que dijo: Mía es la venganza. Los que se alegran en las calamida<strong>de</strong>s, especialmente<br />
por las calamida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> Jerusalén, no quedarán impunes. —No po<strong>de</strong>mos orar por el éxito no<br />
prometido a la <strong>iglesia</strong> <strong>de</strong> Dios sin mirar la ruina <strong>de</strong> sus enemigos, aunque no emitamos una<br />
oración por ella. Pero recor<strong>de</strong>mos a Aquel cuya sola gracia y salvación consumada es, que