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SALMOS - iglesia bautista getsemani de montreal

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misericordia y la justicia <strong>de</strong>l Señor, los goces <strong>de</strong>l cielo y los dolores <strong>de</strong>l infierno. De esta manera,<br />

en pocos días, dan al simple un entendimiento <strong>de</strong> estos asuntos que los filósofos han buscado en<br />

vano durante siglos. —El creyente, agobiado con las preocupaciones <strong>de</strong> la vida y sus conflictos<br />

con el pecado, suspira por los consuelos que le transmite la palabra sagrada. Y cada uno <strong>de</strong>be<br />

orar: Mírame y sé misericordioso conmigo, como solías hacerlo con quienes aman tu nombre. —<br />

Debemos implorar que el Espíritu Santo or<strong>de</strong>ne nuestros pasos. El dominio <strong>de</strong>l pecado <strong>de</strong>be<br />

temerse y todos <strong>de</strong>ben orar en contra <strong>de</strong> él. La opresión <strong>de</strong> parte <strong>de</strong> los hombres suele ser más <strong>de</strong><br />

lo que pue<strong>de</strong>n soportar la carne y la sangre; y Aquel que conoce nuestro ser no rehusará quitarla<br />

como respuesta a las oraciones <strong>de</strong> su pueblo. —Cualquiera haya sido la oscuridad <strong>de</strong> los<br />

creyentes veterotestamentarios en cuanto a la fe, su confianza ante el trono <strong>de</strong> la gracia pue<strong>de</strong><br />

explicarse sólo porque mediante los sacrificios y el servicio <strong>de</strong> su ley habían visto los privilegios<br />

<strong>de</strong>l evangelio más claramente <strong>de</strong> lo que generalmente se imagina. Id al mismo lugar, invocad el<br />

nombre y los méritos <strong>de</strong> Jesús, y no rogaréis, no podéis rogar en vano. —Comúnmente, don<strong>de</strong><br />

hay un corazón <strong>de</strong> gracia, hay un ojo que llora. Acepta, oh Señor, las lágrimas que <strong>de</strong>rramó<br />

nuestro bendito Re<strong>de</strong>ntor en los días <strong>de</strong> su carne por nosotros, que <strong>de</strong>bemos llorar por nuestros<br />

hermanos o por nosotros mismos.<br />

Vv. 137—144. Dios nunca hizo, y nunca pue<strong>de</strong> hacer, mal a nadie. Las promesas son<br />

fielmente cumplidas por el que las hizo. —El celo contra el pecado <strong>de</strong>be constreñirnos a hacer lo<br />

que podamos en su contra; por lo menos, que hagamos más en la religión. Nuestro amor por la<br />

palabra <strong>de</strong> Dios es prueba <strong>de</strong> nuestro amor por Dios, porque está diseñada para hacernos<br />

partícipes <strong>de</strong> su santidad. —La real excelencia <strong>de</strong> los hombres siempre los rebaja ante sus<br />

propios ojos. Cuando somos pequeños y <strong>de</strong>spreciados tenemos más necesidad <strong>de</strong> recordar los<br />

preceptos <strong>de</strong> Dios, para que los tengamos como apoyo. —La ley <strong>de</strong> Dios es la verdad, la norma<br />

<strong>de</strong> santidad, la regla <strong>de</strong> la felicidad, pero es sólo la obediencia <strong>de</strong> Cristo la que justifica al<br />

creyente. —Las penas son a menudo la suerte <strong>de</strong> los santos en este valle <strong>de</strong> lágrimas; ellos están<br />

apesadumbrados por múltiples tentaciones. Hay <strong>de</strong>licias en la palabra <strong>de</strong> Dios que los santos<br />

disfrutan frecuente y dulcemente, cuando están en problemas y angustias. —Esta es la vida<br />

eterna: conocer a Dios y a Jesucristo a quien Él envió, Juan xvii, 3. Vivamos aquí la vida <strong>de</strong> la fe<br />

y la gracia, y seamos llevados a la gloriosa vida en el más allá.<br />

Vv. 145—152. Las súplicas <strong>de</strong> todo corazón son presentadas sólo por quienes <strong>de</strong>sean la<br />

salvación <strong>de</strong> Dios y que aman sus mandamientos. ¿Adón<strong>de</strong> irá el hijo sino a su padre? Sálvame<br />

<strong>de</strong> mis pecados, mis corrupciones, mis tentaciones, <strong>de</strong> todos los obstáculos en mi camino, para<br />

que yo pueda guardar tus testimonios. —Los cristianos que disfrutan <strong>de</strong> salud no <strong>de</strong>ben tolerar<br />

que las primeras horas <strong>de</strong> la mañana<br />

SALMO CXX<br />

Versículos 1—4. El salmista ora que Dios lo libre <strong>de</strong> la lengua falsa y maliciosa. 5—7. Se queja<br />

<strong>de</strong>l prójimo impío.<br />

Vv. 1—4. El salmista fue llevado a gran angustia por una lengua engañosa. Que todo hombre<br />

bueno sea librado <strong>de</strong> los labios mentirosos. Ellos forjaron acusaciones falsas contra él. En su<br />

angustia buscó a Dios en oración ferviente. Dios pue<strong>de</strong> frenar sus lenguas. Obtuvo una respuesta<br />

<strong>de</strong> gracia a esta oración. —Ciertamente los pecadores no <strong>de</strong>bieran actuar como actúan, si<br />

supieran y fueran convencidos que pensaran lo que será al final <strong>de</strong> esto. Los terrores <strong>de</strong>l Señor

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