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SALMOS - iglesia bautista getsemani de montreal

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en esa paz y justicia que su reino trae. Permíteme la victoria sobre las concupiscencias que<br />

batallan contra mi alma; y que la gracia divina someta mi corazón. El día que hizo Jehová trae<br />

luz consigo, la verda<strong>de</strong>ra luz. El <strong>de</strong>ber que pi<strong>de</strong> este privilegio es aquí estipulado: los sacrificios<br />

que <strong>de</strong>bemos ofrecer a Dios en gratitud por su amor re<strong>de</strong>ntor, somos nosotros mismos; no para<br />

ser inmolados en el altar, sino como sacrificios vivos para ser atados al altar; sacrificios<br />

espirituales <strong>de</strong> oración y alabanza en que <strong>de</strong>ben comprometerse nuestros corazones. El salmista<br />

alaba a Dios y convoca a todos los que le ro<strong>de</strong>an a que <strong>de</strong>n gracias a Dios por la buena nueva <strong>de</strong><br />

gran gozo que será para todo el pueblo, que hay un Salvador que es Cristo el Señor. En Él se<br />

hace seguro y eterno el pacto <strong>de</strong> gracia.<br />

SALMO CXIX<br />

El ámbito y <strong>de</strong>signio general <strong>de</strong> este salmo es magnificar la ley divina, y hacerla honorable. Hay<br />

diez palabras por las cuales se nombra la revelación divina en este salmo, y cada una expresa lo<br />

que Dios espera <strong>de</strong> nosotros, y lo que nosotros po<strong>de</strong>mos esperar <strong>de</strong> él.—1. La ley <strong>de</strong> Dios;<br />

proclamada por Él por cuanto es nuestro Soberano.—2. Su camino; es la regla <strong>de</strong> su<br />

provi<strong>de</strong>ncia.—3. Sus testimonios; se <strong>de</strong>claran solemnemente al mundo.—4. Sus mandamientos;<br />

dados con autoridad.—5. Sus preceptos; no <strong>de</strong>jados como cuestión indiferente para nosotros.—.<br />

Su palabra o sus dichos; la <strong>de</strong>claración <strong>de</strong> su mente.—7. Sus juicios; enmarcados en sabiduría<br />

infinita.—8. Su justicia; regla y norma <strong>de</strong> lo bueno.—9. Sus estatutos; siempre obligatorios.—10.<br />

Su verdad o fi<strong>de</strong>lidad; es verdad eterna que durará por siempre.<br />

Vv. 1—8. Este salmo pue<strong>de</strong> consi<strong>de</strong>rarse como la <strong>de</strong>claración <strong>de</strong> la experiencia <strong>de</strong>l creyente.<br />

Hasta don<strong>de</strong> nuestros puntos <strong>de</strong> vista, <strong>de</strong>seos y afectos concuer<strong>de</strong>n con lo que aquí se expresa,<br />

vienen <strong>de</strong> la influencia <strong>de</strong>l Espíritu Santo, y no más. La misericordia <strong>de</strong> Dios que perdona en<br />

Cristo es la única fuente <strong>de</strong> la felicidad para el pecador. Son más felices los que son preservados<br />

más libres <strong>de</strong> la contaminación <strong>de</strong>l pecado, los que simplemente creen los testimonios <strong>de</strong> Dios y<br />

confían en sus promesas. Malo es si el corazón está dividido entre Él y el mundo, pero los santos<br />

evitan cuidadosamente todo pecado; están conscientes <strong>de</strong> mucho mal que los atasca en los<br />

caminos <strong>de</strong> Dios, pero no <strong>de</strong> esa iniquidad que los arranca <strong>de</strong> esos caminos. —El tentador quiere<br />

que los hombres piensen que tienen la libertad <strong>de</strong> seguir o no la palabra <strong>de</strong> Dios, según les<br />

plazca. —Pero el <strong>de</strong>seo y la oración <strong>de</strong>l hombre bueno concuerda con la voluntad y el<br />

mandamiento <strong>de</strong> Dios. —Si un hombre espera que, por obe<strong>de</strong>cer una cosa, pue<strong>de</strong> adquirir<br />

indulgencia para <strong>de</strong>sobe<strong>de</strong>cer en otras, se hará evi<strong>de</strong>nte su hipocresía; si no es avergonzado en<br />

este mundo, la vergüenza eterna será su porción. —El salmista ansiaba apren<strong>de</strong>r las leyes <strong>de</strong><br />

Dios, dar la gloria a Dios. —Y los creyentes ven que si Dios los abandona, el tentador será<br />

<strong>de</strong>masiado duro para ellos.<br />

Vv. 9—16. A la corrupción original todos hemos agregado el pecado actual. Es ruina <strong>de</strong>l<br />

joven vivir sin ley alguna, o escoger leyes falsas: an<strong>de</strong>n por las reglas <strong>de</strong> la Escritura. —Dudar<br />

<strong>de</strong> nuestra propia sabiduría y fuerza, y <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>r <strong>de</strong> Dios, prueba que el propósito <strong>de</strong> la santidad<br />

es sincero. —La palabra <strong>de</strong> Dios es tesoro digno <strong>de</strong> guardar y no hay dón<strong>de</strong> guardarlo en forma<br />

segura sino en nuestros corazones, para oponer los preceptos <strong>de</strong> Dios al dominio <strong>de</strong>l pecado, las<br />

promesas <strong>de</strong> Dios a la seducción <strong>de</strong>l pecado, y sus amenazas a la violencia <strong>de</strong>l pecado. —Sea<br />

nuestra oración que Él nos enseñe sus estatutos para que, siendo partícipes <strong>de</strong> su santidad,<br />

podamos también ser partícipes <strong>de</strong> su bienaventuranza. Y los que alimentan su corazón con el

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