SALMOS - iglesia bautista getsemani de montreal
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Po<strong>de</strong>mos aplicarlo espiritualmente; las almas <strong>de</strong> los creyentes suelen ser angustiadas por las<br />
dudas y los temores. Entonces es <strong>de</strong>ber e interés <strong>de</strong> ellos rogar a Dios que los ponga en libertad,<br />
para correr por el camino <strong>de</strong> sus mandamientos. El Señor libró así a David <strong>de</strong> sus po<strong>de</strong>rosos<br />
perseguidores, y lo trató con generosidad. Así, al Re<strong>de</strong>ntor crucificado lo levantó al trono <strong>de</strong><br />
gloria y lo hizo Cabeza sobre todas las cosas para su <strong>iglesia</strong>. Así, el pecador convicto clama<br />
socorro y es llevado a alabar al Señor en la compañía <strong>de</strong> su pueblo redimido; y, así, todos los<br />
creyentes, en el largo plazo, serán librados <strong>de</strong> este mundo malo, <strong>de</strong>l pecado y la muerte, y<br />
alabarán por siempre a su Salvador.<br />
SALMO CXLIII<br />
Versículos 1—6. David se queja <strong>de</strong> sus enemigos y sus angustias. 7—12. Pi<strong>de</strong> consuelo, guía y<br />
liberación.<br />
Vv. 1—6. No tenemos justicia propia que alegar, por tanto, <strong>de</strong>bemos alegar la justicia <strong>de</strong> Dios y<br />
la palabra <strong>de</strong> la promesa que nos ha dado libremente y nos ha hecho tener esperanza en ella.<br />
Antes <strong>de</strong> orar para que sea quitado su problema, David ora por el perdón <strong>de</strong> su pecado, y<br />
<strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong> la sola misericordia en cuanto a eso. Llora por el peso <strong>de</strong> los problemas externos en<br />
su mente, pero mira atrás y recuerda apariciones anteriores <strong>de</strong> Dios en favor <strong>de</strong> su pueblo<br />
afligido, y en particular, por él. Mira a su alre<strong>de</strong>dor y se fija en la obra <strong>de</strong> Dios. Mientras más<br />
consi<strong>de</strong>remos el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> Dios, menos temeremos el rostro o la fuerza <strong>de</strong>l hombre. Alza sus ojos<br />
con fervientes <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> Dios y <strong>de</strong> su favor. Este es el mejor rumbo que po<strong>de</strong>mos tomar cuando<br />
nuestro espíritu está abrumado. —En sus mejores acciones el creyente no olvida que es un<br />
pecador. La meditación y la oración nos recobrarán <strong>de</strong> nuestros malestares; entonces, el alma que<br />
se lamenta lucha por regresar al Señor como el bebé estira sus manos a la madre indulgente, y<br />
tiene sed <strong>de</strong> sus consolaciones, como la tierra reseca <strong>de</strong> la lluvia refrescante.<br />
Vv. 7—12. David ora que Dios se agra<strong>de</strong> <strong>de</strong> él, y le haga saber que así ha sido. Presenta<br />
como argumento el infortunio terrible <strong>de</strong> su caso, si Dios se apartara <strong>de</strong> él. Pero la noche <strong>de</strong><br />
angustia y <strong>de</strong> <strong>de</strong>saliento terminará en una mañana <strong>de</strong> consuelo y alabanza. Pi<strong>de</strong> ser iluminado<br />
con el conocimiento <strong>de</strong> la voluntad <strong>de</strong> Dios, y esta es la primera obra <strong>de</strong>l Espíritu. El hombre<br />
bueno no pi<strong>de</strong> el camino en que sea más placentero andar, sino: Enséñame a hacerlo. Quienes<br />
tienen al Señor como Dios, tienen su Espíritu como Guiador; son guiados por el Espíritu. —<br />
Ruega ser vivificado para hacer la voluntad <strong>de</strong> Dios. Pero <strong>de</strong>bemos buscar especialmente la<br />
<strong>de</strong>strucción <strong>de</strong> nuestros pecados, que son nuestros peores enemigos para que, seamos siervos <strong>de</strong><br />
Dios con <strong>de</strong>voción.<br />
SALMO CXLIV<br />
Versículos 1—8. David reconoce la gran bondad <strong>de</strong> Dios y ora pidiendo socorro. 9—15. Ora<br />
por la prosperidad <strong>de</strong> su reino.<br />
Vv. 1—8. Cuando los hombres se hacen eminentes en cosas en que tenían pocas ventajas, <strong>de</strong>ben<br />
ser más profundamente sensibles al hecho <strong>de</strong> que Dios ha sido su Maestro. Dichosos aquellos a<br />
quienes el Señor da la más noble victoria, la conquista y dominio <strong>de</strong> sus espíritus. —La oración