Un profeta della carità _spagnolo_ - Beato Luigi Monza
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DON LUIGI MONZA - LA FATIGA DE NACER 10<br />
<strong>Luigi</strong>: una niñez difícil<br />
<strong>Luigi</strong> <strong>Monza</strong> nació el 22 de junio de 1898. Luego apareció muy frágil, por lo que fue<br />
bautizado a pocas horas del nacimiento. Su salud no ganó en robustez durante los meses<br />
sucesivos, de ahí el ruego materno de que se le administrase la confirmación lo antes<br />
posible. Con ocasión, pues, de visitar Cislago el cardenal Ferrari, arzobispo de Milán, el 23<br />
de julio de 1899, fue confirmado el pequeño <strong>Luigi</strong>, a la escasa edad de trece meses. Si tenía<br />
que morir, al menos había recibido en plenitud los dones del Espíritu Santo.<br />
Con los años, empero, el niño se fortaleció, y creció listo y vivaz. La niñez de <strong>Luigi</strong><br />
transcurrió en la lenta vida campesina de cada día, al ritmo de las estaciones, de la salida y<br />
puesta del sol, entre las labores del campo, las fiestas populares, las solemnidades<br />
religiosas y una fe sencilla y escueta. <strong>Un</strong> panorama al que se mira hoy con una pizca de<br />
nostalgia, mezclada con cierto romanticismo: diminutos retratos de la vida rural en tintas<br />
desleídas. La típica vida campesina del norte de Italia en los albores del '900, con el<br />
sucederse de esperanzas y decepciones, gozos y penas, serenidad y preocupación, al<br />
amparo de una fe y unos valores que lo llenaban todo y a todo daban sentido.<br />
Pero la reconstrucción de ambientes sociales y acontecimientos históricos no debe<br />
malograr, exaltándola o bien rebajándola, aquella realidad; debe más bien permitirnos una<br />
inmersión en ella lo más equilibrada posible. Aquí tenemos un maestro en Ermanno Olmi,<br />
que con su filme El árbol de los zuecos ("L'albero degli zoccoli") supo ofrecer auténticos<br />
retazos de vida campesina. No es difícil imaginar en esta línea a toda la familia <strong>Monza</strong>,<br />
haciendo frente día tras día al laboreo de los campos. Todos lo compartían, cada uno según<br />
sus años y capacidad.<br />
Los padres de <strong>Luigi</strong>, devotos ante todo de Nuestra Señora, e inscritos en la Cofradía<br />
del Santísimo Sacramento, inculcaron en todos los hijos la asistencia diaria a misa. La<br />
madre era muy valiente y estaba llena de una fe que la vida, con sus vicisitudes y<br />
alternancias, había templado. Gobernaba la casa, criaba los hijos, ayudaba al marido. Ocupó<br />
en toda la vida de <strong>Luigi</strong> una posición de relevante importancia, y desde el comienzo le<br />
demostró predilección a causa de su floja e inestable salud.<br />
A su vez, el sostenimiento de la numerosa familia recaía sobre el padre, que<br />
procuraba hacer frente a las dificultades económicas trabajando duramente. En invierno,<br />
libre de las tareas agrícolas, se empleaba como tejedor o barbero para hacer que sus<br />
cuentas cuadrasen.<br />
En mayo de 1905 <strong>Luigi</strong> hizo la primera comunión, y frecuentaría en adelante casi a<br />
diario la mesa eucarística, movido del ejemplo que le daban sus mismos padres y sus dos<br />
hermanos. Era entonces párroco de Cislago Don Enrico Uboldi, y su coadjutor Don <strong>Luigi</strong><br />
Vismara, que le sucedería en 1915. Éste recordará muchos años después - notar la<br />
circunstancia - al pequeño <strong>Luigi</strong>, y dará el siguiente juicio: «Se advirtió luego en él un<br />
temperamento sensible, afectuoso, y una voluntad fuerte y decidida; más bien tímido y<br />
reservado, aprendió pronto la lección del sacrificio. Podía comprobarse un continuo<br />
progreso en su piedad, cual lo delataba un continente recogido y devoto en la iglesia, aun<br />
rodeándole muchachos inquietos y parleros, la frecuencia de la sagrada comunión y el amor<br />
al oratorio. Se observó además cómo daba pruebas de notable juiciosidad, y cómo su<br />
persona guardaba una compostura que denotaba vigilancia y control sobre sus actos. Tenía<br />
horror al mal y procuraba impedirlo entre los compañeros, los cuales manifestaban hacia él