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Un profeta della carità _spagnolo_ - Beato Luigi Monza

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DON LUIGI MONZA - LA FATIGA DE NACER 14<br />

confianza y la resignación. Haz tú otro tanto, y un día, felices y alegres, nos reuniremos con él<br />

en el cielo. No necesito decirte que ores tú y pidas a otros que oren por él. En nosotros y en<br />

mamá no pienses. Dios, que proveyó hasta ahora, proveerá una vez más. Sin embargo, haz<br />

alguna excepción y escribe a mamá más a menudo, pues a mí me llamarán a filas, si Dios no<br />

me concede una gracia especial, y entonces qué hará mamá sola? Reza siempre por mamá,<br />

por mí, por nuestros hermanos Pietro y Mario, y por tío Carlo, que tampoco vivirá mucho» 8 .<br />

Tío Carlo, hermano del padre de <strong>Luigi</strong>, murió de allí a pocas semanas, dejando en<br />

tristes condiciones a la familia.<br />

El mundo conmocionado por la guerra<br />

Entre tanto empeoraba la situación bélica en el frente italiano, y sobrevino a <strong>Luigi</strong> el<br />

temor de ser llamado a filas, lo que implicaba una nueva interrupción de los estudios. En<br />

febrero de 1917, se había sometido a la prueba de aptitud militar, juntamente con su clase<br />

de 1898, y había sido declarado revisable. Otro tanto aconteció en agosto, y de ahí que en<br />

octubre pudiera comenzar quinto de gimnasio en el colegio arzobispal de Saronno.<br />

Ahora bien, el 10 de abril de 1918 <strong>Luigi</strong> era convocado al servicio de las armas, y<br />

esto le obligó a dejar los estudios hasta el 20 de febrero de 1919, fecha en la que se le<br />

licenció. Según él mismo escribe en una relación autógrafa, fue «destinado al 65º regimiento<br />

de infantería de Cremona», y luego trasladado sucesivamente a Castelleone, Módena, y por<br />

fin, con el cese de las hostilidades, a San Benedetto Po en la provincia de Mantua. <strong>Luigi</strong><br />

desempeñó cargos diversos: declarado "no hábil permanente", prestó servicios militares<br />

como telefonista y, finalmente, como adjunto de intendencia.<br />

La experiencia militar en un período tan trágico como el de la primera guerra mundial<br />

no parece adquiriera significado particular para el joven que, precisamente por los cargos<br />

desempeñados, no estuvo en primera línea de combate ni fue destinado a guarniciones<br />

sanitarias u hospitalarias, donde el sufrimiento humano causado por el odio hubiera podido<br />

turbarle y dejar en su alma huellas profundas. La única secuela tangible fue, al parecer, que<br />

aprendió a fumar puros.<br />

Según el relato autógrafo, pese a la dificultad y a las restricciones del régimen militar,<br />

él encontró oportunidades y medios de orar aprovechando las salidas libres. También<br />

dedicó algún tiempo al estudio en San Benedetto Po, merced a la amistad trabada con el<br />

arcipreste local. El ambiente militar asume, en la imaginación colectiva, contornos inciertos,<br />

que deslíen la disciplina férrea en los tonos poco edificantes de ritos goliardescos y<br />

"nonnismo" (nonno = abuelo). En este cuadro tan poco favorable a las tenues gradaciones<br />

de la vida interior, <strong>Luigi</strong> nunca dejó de encontrar espacios y disfrutar ocasiones para cultivar<br />

la oración: una pincelada quizá de rasgos inciertos sobre una tela de colores vívidos y<br />

descarados. El ser humano está bien dotado para adaptarse al ambiente que le circunda,<br />

pues pone en movimiento estrategias enderezadas a afrontar el cambio, por dramático que<br />

sea. De la capacidad de adaptación fluyen la fuerza de la supervivencia y la perspicacia que<br />

con ella se alía. La inquietud psicológica y existencial de los soldados, efecto del aislamiento<br />

y de la lejanía de sus seres queridos (lo que agravaba la escasa movidlidad en la población<br />

de aquel tiempo, cuando uno generalmente moría en el pueblo donde había nacido) estimuló<br />

la fantasía y la iniciativa de muchos, que idearon arbitrios, cuál más, cuál menos ingenioso,<br />

para mantenerse en contacto. También el seminario de Milán, preocupado por sus clérigos<br />

del frente (a bulto, en 1915 fueron a la guerra 450 sacerdotes y 350 seminaristas), editó una<br />

8 Carta de <strong>Luigi</strong> <strong>Monza</strong> a su hermana, Cislago, 10 de enero de 1917, en APL.

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