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Un profeta della carità _spagnolo_ - Beato Luigi Monza

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DON LUIGI MONZA - SARONNO: UN RETAZO DE CIELO 40<br />

Don <strong>Luigi</strong> sufría al ver "no amado al amor", le parecía asistir al retorno de un<br />

paganismo con nuevos ídolos, nuevos mitos, nuevos modelos. Y todo lo recubría un<br />

espantoso hielo. Se sentía como un alpinista que, en una tormenta de nieve, ha de escalar un<br />

sendero empinado y recubierto por una capa de hielo sutil e insidiosa. Le inmoviliza el terror,<br />

mientras que el hielo impide a sus manos encontrar un asidero. La razón sugiere entonces<br />

desistir, volver atrás. Pero el deber manda seguir: hay que salvar a alguien... hay que ayudar<br />

al mundo.<br />

Éste creemos fue el drama de Don <strong>Luigi</strong> en aquel momento. Confiando en la ayuda<br />

de Dios, y no en las propias fuerzas, él siguió adelante. Continuó, pues, el ascenso, hasta<br />

que alcanzara su refugio, es decir la idea de la obra.<br />

Aunque, como él mismo admite, Dajelli no pretende conocer el verdadero móvil y la<br />

inspiración que motivaron en Don <strong>Luigi</strong> la concepción de la obra, afirma aun así haber sido<br />

precisamente en la época de Saronno cuando germinó la idea de ella, la cual adoptaría<br />

después el nombre de Nuestra Familia. «La inspiración de constituir la obra de Nuestra<br />

Familia brotó espontánea del corazón de Don <strong>Luigi</strong> en un fecundísimo período de<br />

apostolado, lleno de satisfacciones que compensaron de manera inconmensurable las<br />

humillaciones e incomprensiones antes padecidas» 24 .<br />

Al comienzo la idea era como una imagen desenfocada. Don <strong>Luigi</strong> llegó a entender la<br />

voluntad de Dios poco a poco. No fue él mismo quien quiso la obra, sino que le empujaron<br />

en aquella dirección las circunstancias y ciertas situaciones. Cada poco se articulaba, en sus<br />

reuniones con los jóvenes, una solicitud. Efectivamente recuerda Dajelli que «todos los<br />

domingos después de vísperas, los jóvenes nos reuníamos con Don <strong>Luigi</strong>. Se discutía de<br />

todo. De política, de Acción Católica y de la necesidad de tomar por modelo la actividad<br />

apostólica de la Asociación del cardenal Ferrari; de actualizar las maneras como los<br />

seglares llevaran la palabra del evangelio y el ejemplo (el testimonio) de la caridad al modo<br />

de los primeros cristianos, en una sociedad violenta y descristianizada por teorías ateas y<br />

marxistas, y por la reacción ... de las teorías fascistas. Don <strong>Luigi</strong> no hacía al que suscribe...<br />

ningún secreto de la posibilidad de formar, con ex-estudiantes del colegio, miembros ya<br />

antiguos del grupo mariano constituido en su día para los fines de la devoción a la Virgen del<br />

santuario, una asociación secular en la que, vinculados por votos, cada cual en la propia<br />

familia y en la vecindad, obrase sobre la sociedad como los primeros apóstoles<br />

cristianos» 25 .<br />

La raya que separa a un sueño de una vocación es a menudo tenue. Se entiende sin<br />

dificultad una exigencia del presente, mas para ver en esa exigencia una llamada personal,<br />

son necesarias las luces del espíritu. Don <strong>Luigi</strong> recibió estas luces en 1933. Aquel mayo oyó<br />

en confesión a la señorita Clara Cucchi. Clara había nacido el año 1897 en Novara. A los 14<br />

años se había trasladado a Milán. Había obtenido en la Academia de Brera la capacitación<br />

para enseñar diseño. Entregada a obras de caridad, había encontrado en el Cenáculo de<br />

Milán un centro de espiritualidad afín y recibido dirección espiritual de monseñor Saverio<br />

Ritter, prefecto de la Ambrosiana y luego obispo y nuncio apostólico en Berna. En 1932<br />

moría la madre, por ella asistida en una larga enfermedad desde muy joven, juventud que<br />

ahora iba dejando atrás. Acusaba además un estado de salud precario, y estaba retenida<br />

por constantes compromisos familiares. Esta mujer no había conseguido dar satisfacción<br />

concreta a la necesidad que sentía de consagrarse. Trasladada a Saronno junto a su<br />

hermano Paolo, perseveró en su acción caritativa hacia los enfermos y los huérfanos, se<br />

comprometió en la Conferencia local de San Vicente y, gracias a la dirección espiritual de<br />

Don <strong>Luigi</strong>, halló el ideal hacia el que hacía años se sentía impelida y por el que se vio<br />

24 Dajelli, Ricerche, en APL.<br />

25 Ibd.

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