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Un profeta della carità _spagnolo_ - Beato Luigi Monza

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DON LUIGI MONZA - SARONNO: UN RETAZO DE CIELO 34<br />

la que nunca fue pródigo. Mis parientes añadían que era solícito, sobre todo, en presentarse<br />

dondequiera existían situaciones familiares difíciles, y en llevar allá su palabra confortadora y<br />

pacificadora».<br />

Para entender el espíritu de Don <strong>Monza</strong> y su esfuerzo educador mediante la obra<br />

oratoriana, es necesario a este punto que tratemos de captar la clase de ambiente que<br />

entonces rodeaba al santuario. El área periférica occidental de Saronno era en cierto modo<br />

autónoma, aislada como estaba por el ferrocarril, y con un paso a nivel que detenía la<br />

comunicación con el centro del pueblo. Se desprende de los testimonios, que dominaba la<br />

zona una cultura rural, perceptible en la expresividad de los gestos, en las tradiciones, en los<br />

ritos de las cofradías religiosas, no menos que en las viviendas mismas, casas con sus<br />

establos y albañales, cobertizos y heniles. Ëste era el medio en el que vivían labradores<br />

propiamente dichos, obreros que repartían su trabajo entre la fábrica y el campo, y los que,<br />

tal vez como obreros especializados, trabajaban exclusivamente para la fábrica. Quienes<br />

acudían al oratorio eran por consiguiente chicajos, a los que se veía andar por los corrales.<br />

Exuberantes y agresivos, se daban a juegos violentos, que a menudo bordeaban la riña: eran<br />

como para asustar a un sacerdote joven, habituado al silencio del seminario. Ahora bien,<br />

recuerda Isidoro Sevesi: «Don <strong>Luigi</strong> no era como los demás sacerdotes... No amansaba con<br />

dulces sonrisas exhortando a la calma, ni era tampoco el amigote que toma parte en todo, o<br />

un mandón frío que te aniquila con la mirada. No, Don <strong>Luigi</strong> era él mismo, decidido y<br />

dinámico, con un carisma natural que sojuzgaba. ... Conseguía imponerse a esta pandilla<br />

inquieta con la sola presencia, sin enojarse, sin perorar... No era una autoridad, un superior,<br />

pero tampoco uno más de nosotros: era Don <strong>Luigi</strong> y nada más».<br />

El pentagrama de un educador<br />

La experiencia adquirida en Vedano le enseñaba que debía dirigirse en primer lugar<br />

a los jóvenes. No siendo el santuario una parroquia, sino sólo un lugar de devoción, les<br />

faltaba en realidad, un núcleo que los aglutinase, tal un oratorio, como punto de encuentro.<br />

Don <strong>Luigi</strong> decidió, pues, con la ayuda de su madre, comenzar dando acogida en su casa a<br />

aquellos muchachos. Dajelli recuerda en efecto: «Muy pronto desde el púlpito, como a un<br />

soplo de vida nueva, habiendo estado tanto tiempo sin predicación y aletargada la población<br />

del distrito, el recién llegado establece contacto con el pueblo e inicia su conquista de las<br />

almas. No sabría yo recordar la figura de Don <strong>Luigi</strong>, magra y dinámica, en el ambiente de<br />

Saronno, aparte de la figura paciente y humilde de su madre <strong>Luigi</strong>a, enmarcada en la<br />

modesta casa de todos, aquí en el santuario, con el enjambre de sus primeros huéspedes y<br />

amigos: los niños, que por la estrechez del espacio lo invadían todo, aun los lechos, y todo lo<br />

dejaban cubierto de cáscaras de castaña y raspas de racimos. He ahí las condiciones en<br />

que se planteaba el problema del oratorio. Y Don <strong>Luigi</strong>, con palabra persuasiva, y con su<br />

carácter bromista y jovial, conquistados los niños, muy pronto conquistó también a los padres<br />

y el alma generosa de Don Fassi, quien le apoyó y asistió en sus justas ansias. Así pudo ver<br />

Don <strong>Luigi</strong> a más de 400 muchachos corretear, primero en el angosto patio cedido por el<br />

prefecto, y más tarde también en una porción del huerto donde mamá <strong>Luigi</strong>a había cultivado<br />

con tanta fatiga berzas y patatas. Disponía además de una sala para la coral mixta de niños<br />

y hombres, que llegó a tener más de 75 miembros» 6 . Don <strong>Luigi</strong> logró andando el tiempo<br />

constituir una coral que, aparte de acompañar las funciones religiosas, fue el orgullo de la<br />

basílica. «Tuvo muy feliz éxito el proyecto de formar una coral, a la cual se entregó<br />

6 D. Dajelli, Don <strong>Luigi</strong> <strong>Monza</strong> a Saronno, en A don <strong>Luigi</strong> <strong>Monza</strong>, Cislago 22-VI-1898 San Giovanni 29- IX-1954<br />

(número único, 1954), Lecco 1954, p. 19.

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