Un profeta della carità _spagnolo_ - Beato Luigi Monza
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DON LUIGI MONZA - INTRODUCCIÓN 6<br />
« Desnuda está la tierra,<br />
y el alma aúlla al horizonte pálido<br />
como loba famélica. Qué buscas,<br />
poeta, en el ocaso?»<br />
INTRODUCCIÓN<br />
Los versos de Antonio Machado (Galerías LXXIX) ayudan a formular la pregunta que<br />
justifica el porqué de esta obra. Cuando nos disponemos a rebasar el umbral del tercer<br />
milenio, urge una reflexión sobre el sentido de nuestro tiempo y de la presencia cristiana,<br />
bajo la luz del ocaso de este siglo y la del alba del nuevo. Puestos en alto sobre el tiempo,<br />
como niños que asisten absortos a un suceso y lo miran desde los hombros del padre, así<br />
podemos observar nosotros a alguien que, en el siglo XX, tuvo verdadero don de profecía,<br />
descubrió tesoros, propagó valores y defendió al hombre.<br />
Esta reflexión arroja un resultado desconcertante. Forma la compañía de los grandes<br />
gente distante de los reflectores, que nunca se abonó a las primeras páginas en revistas de<br />
papel satinado. Y entre esa gente está a buen seguro Don Lugi <strong>Monza</strong>.<br />
Qué hizo de importante este humilde sacerdote lombardo, fallecido a los 56 años, que<br />
no figuró en el necrologio de periódico alguno - esos que se designan "cocodrilos" -, y que<br />
se reservan a personalidades de relevancia? Por el tiempo en que cundían las señales<br />
apaciguadoras y las llamadas al orden y a la disciplina - los años '30 del siglo XX -, este<br />
clérigo lombardo advirtió que la lisa superficie escondía inquietantes grietas. El mundo se<br />
hacía pagano, se poblaba de nuevos ídolos, al tiempo que la caridad, el amor gratuito, sin<br />
ventajas, desinteresado, cedía el lugar a sus opuestos, el odio, la guerra, el interés, la avidez,<br />
la opresión del ser humano. <strong>Un</strong>a sociedad de valores había sido suplantada por otra cuya<br />
competitividad no respetaba al hombre en razón de lo que es, sino sólo en la medida de lo<br />
que pueda adquirir, arrebatar.<br />
Ahora bien, Don <strong>Luigi</strong> procuró no caer en el estéril moralismo de la condena, en<br />
proclamas de conquista. Cuando decía penetrar, inocular en la sociedad la caridad de los<br />
primeros cristianos, Don <strong>Luigi</strong> imaginaba una ciudad sitiada, o más bien puesta en<br />
cuarentena por razón de una grave epidemia, así la ciudad de Orán que pinta Camus en "La<br />
peste". Pues la caridad no conduce a que el cristiano se ponga a salvo; más bien le induce a<br />
que cave un túnel por el cual ir y compartir la suerte de los seres amenazados, los últimos.<br />
Fue la opción de Cristo: se hizo el último de los hombres para, con su pequeñez, penetrar en<br />
el mundo, como desde abajo, desde lo hondo; se situó bajo el infeliz Zaqueo, y así pudo<br />
penterar en su casa y llevarle la salvación (Lc 19:1-10). Según Don <strong>Luigi</strong>, la caridad no<br />
subyuga, no invade, no vence, no arrolla como un torrente en crecida, sino que cambia desde<br />
dentro, es absorbida por ósmosis, cala suavemente como el riego gota a gota. Y así surgió<br />
su obra.<br />
Qué fue y significó, quién la quiso y a cuántos benefició esa obra, la cual, según Don<br />
<strong>Monza</strong> la vio, dio sentido a su vida? Lo iremos sabiendo a lo largo del presente volumen. Sus<br />
tres autores no eligieron una exposición sistemática, pues habría separado del activo<br />
párroco al fundador de "Nuestra Familia"; prefirieron un camino más arduo: el que, por orden<br />
cronológico, recorre toda una existencia. Esta elección ha permitido evidenciar tanto mejor el<br />
despliegue de una idea, y el avance de un éxodo, desde un temperamento difícil, a través de<br />
un desierto de pruebas, hasta escalar las cimas luminosas de las virtudes de fe, esperanza y<br />
amor. De este modo intentamos captar el desarrollo de una santidad - que tomamos en su