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Acequias 55 - Torreón - Universidad Iberoamericana

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12<br />

Cine en La Laguna<br />

Árida cartelera:<br />

la absurda distribución<br />

cinematográfica<br />

en La Laguna<br />

La distribución en el campo del cine, como todo lo relacionado con esta manifestación de<br />

la humanidad, se debate desde sus inicios entre los conceptos de industria y de arte. Un foco de<br />

poder conocido como Hollywood desde su concepción se ha dado a la tarea de alzarse como el<br />

único, el más predominante asesino de la competencia para de esta forma imponerle al resto del<br />

mundo su visión, su ideología, sus costumbres, sus personajes y sus obsesiones. Para bien y para<br />

mal. Así, miles de complejos cinematográficos alrededor del mundo programan al unísono las<br />

mismas películas que en la mente de estos estrategas trogloditas tienen el potencial para ser las<br />

que rebosarán las salas de asistentes y por ende las taquillas de dinero. Casi no existe, gracias a<br />

su ambición, ninguna variedad en el menú fílmico por usar una imagen gastronómica bastante<br />

gastada. Sin embargo, el cine también es arte. Un filme puede alterar la percepción del espectador<br />

y conducirlo sin subestimar su inteligencia a emociones y pensamientos no antes avizorados. Por<br />

la inequidad en la distribución fílmica son dichos largometrajes los más difíciles de hallar en la<br />

cartelera o incluso en el próximo a extinguirse —a causa de las descargas digitales— videoclub.<br />

Lo que es una queja en ciudades más populosas como México, Guadalajara o Monterrey se vuelve<br />

alarido desesperado en las más pequeñas como <strong>Torreón</strong>. No es un secreto para nadie, entonces,<br />

que la distribución del cine (y sobre todo del cine de arte) en la Comarca Lagunera es quizás una<br />

de las peores en el país.<br />

Esto me parecía evidente hace quince años —cuando comencé a escribir sobre cine— y<br />

me lo sigue pareciendo hasta la fecha en que a la distancia consulto en Internet la paupérrima<br />

cartelera de La Laguna donde lo interesante es escaso. Actualmente, con las redes sociales y<br />

como se comprobó en fecha reciente, no es tan difícil acallar las voces que reclaman estrenos a<br />

tiempo de cintas galardonadas con algún premio Óscar. Y si las mencionadas películas, con toda<br />

la publicidad de su lado debida a dicha sobrevalorada premiación, aparecen tarde y de forma<br />

risiblemente fugaz en la cartelera lagunera qué se puede esperar del cine de autor proveniente de<br />

otras latitudes, de otros continentes como Europa, Asia o la propia Sudamérica. Para un cinéfilo<br />

torreonense ver en sala de cine el más reciente crédito de David Lynch, Michael Haneke, Lars von<br />

Trier o Chan-wook Park se convierte por lo tanto en un sueño irrealizable. Más de uno dirá que<br />

para eso están los formatos en video. Sin embargo, para mí, nacido después de que cada quien<br />

viera la luz a este mundo con un dispositivo-teléfono multimedia pegado a la mano, el ritual del<br />

cine en la penumbra y sobre la pantalla grande sigue detentando su relevancia. Es importante.<br />

Quizás incluso sagrado. Me rehúso entonces a renunciar a él.<br />

Crecí —como muchos otros no sólo de mi generación son también de las anteriores— con<br />

la visita de fin de semana al cine, con la expectación por el momento en que las luces se fueran<br />

apagando hasta franquear el umbral de la penumbra definitiva, con la experiencia colectiva<br />

de las imágenes de la pantalla gigante entre conocidos y extraños. Incluso crecí con el extinto<br />

intermedio durante el cual la gente salía corriendo a la dulcería para comprar algo lo más rápido<br />

posible y no perderse así nada del relato de la película. Todo eso (lo digo sin nostalgia y sólo<br />

para apuntar un hecho) ha ido desapareciendo con las nuevas tecnologías y con la llegada de los<br />

complejos cinematográficos. Crecí también, antes de la aparición de las primera videocaseteras,<br />

con un “cinito” en casa, con un reflejo de la experiencia en sala a veces pálido otras más<br />

impresionante por su capacidad de repetición a voluntad. Esto gracias a un proyector de cintas<br />

<strong>Acequias</strong> <strong>55</strong> Primavera/Verano 2011 Ibero <strong>Torreón</strong><br />

Miguel Báez Durán

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