Acequias 55 - Torreón - Universidad Iberoamericana
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40<br />
Ensayo<br />
que descansa sobre la hipótesis de la autenticidad del<br />
evangelio de María Magdalena, La pontífice, así se tradujo<br />
al español de México (Juana la papisa debió haberle sonado<br />
a los distribuidores como un nombre poco decoroso), es un<br />
trabajo eminentemente de ficción pero que logra colocar el<br />
dedo en la llaga. No sólo se cuestiona la ordenación de las<br />
mujeres sino el celibato obligado de los sacerdotes, el lujo<br />
y los excesos de las sedes episcopales, la adopción de las<br />
formas exteriores de grandeza de la antigua Roma por parte<br />
de la Iglesia católica para adquirir prestigio, la prohibición<br />
de abrir escuelas destinadas a la instrucción de las mujeres,<br />
seres que se consideraba irracionales y por tanto incapaces<br />
de aprender algo, sin olvidar la forzada conversión de los<br />
germanos (Carlomagno mismo era teutón y a pesar de ello<br />
persiguió las creencias de su propia gente, que acabaron<br />
muchas veces masacrados al rehusarse a abrazar la fe de<br />
Cristo).<br />
Existen figuras de mujeres heroicas y místicas, como<br />
Juana de Arco, Teresa de Ahumada y Juana Inés de la Cruz,<br />
cuya vida ha sido ya objeto de película; otras, recientemente<br />
nombradas copatronas de Europa, como Catalina de Siena,<br />
Brígida de Suecia y Benedicta de la Cruz (la filósofa judía<br />
Edith Stein, discípula de Edmund Husserl), esperan al<br />
cineasta, valeroso y bien dispuesto, con sus vidas cuajadas<br />
de heroísmo que pudiera interesar al gran público, en la<br />
actualidad como se sabe mayoritariamente no católico. La<br />
cinta Vision, Aus dem Leben der Hildegard von Bingen<br />
(Margarethe von Trotta, 2009) retrata la vida y la obra de<br />
la beata renana (aún no es oficialmente santa) sin caer en<br />
ñoñerías, al final llega incluso a cobijar una pasión lésbica<br />
por una de las jóvenes novicias de origen noble y cuerpo<br />
de ángel. No es raro, como en el caso de la mexicanísima<br />
sor Juana, que las muchas luces de la inteligencia, en<br />
una hembra, la lleven no sólo a adoptar ropas de varón<br />
para entrar a ciertos lugares vetados, como eran las<br />
universidades, sino también el gusto por requebrar en<br />
poemas eróticos, e incluso más de bulto, a su propio sexo.<br />
Estas tendencias no están presentes en La pontífice, quien<br />
haciendo honor a su género, acaba muriendo heroicamente<br />
de parto, desangrada, con el auxilio de la griega Deméter<br />
o, con otro nombre, la diosa latina Ceres, que protegía a las<br />
parturientas, porque ninguno de los píos y santos varones<br />
ahí presentes, príncipes de la Iglesia, se acomide a asistirla.<br />
Cronológicamente considerada, Johanna es precursora<br />
de Hildegarda de Bingen y otras monjas benedictinas<br />
entre místicas y médicas, y aprende el arte de curar<br />
mediante hierbas de su madre, quien en noches de ventisca<br />
y tormenta aún invoca al viejo y misericordioso Odín,<br />
uno de los falsos dioses condenados por el cristianismo.<br />
Buena parte del orgullo alemán ante su cultura, espoleado<br />
inconscientemente por Tácito en su obra Germania (el autor<br />
romano no tenía ni la más remota idea de lo que los alemanes<br />
del futuro iban a hacer con sus comentarios elogiosos, no<br />
sólo en relación con ellos sino con eslavos, magiares y otras<br />
etnias que poblaban aquella extensa y bárbara comarca),<br />
ese orgullo saldrá a flote en el filme y se hará presente en<br />
la laboriosidad de sus artesanos, el tesón de su gente y la<br />
bravura de sus guerreros. El contraste entre las chozas y<br />
enramadas, donde se guarecían los antiguos germanos, y<br />
el fasto de Roma no podía ser más craso. El prestigio de las<br />
<strong>Acequias</strong> <strong>55</strong> Primavera/Verano 2011 Ibero <strong>Torreón</strong><br />
antiguas familias patricias de la Urbe es decisivo en la elección<br />
del sumo pontífice y los prelados. La variedad de productos<br />
comestibles, razas humanas y pérfidas técnicas para deshacerse<br />
de los estorbos son notorios en Roma. De nueva cuenta, la<br />
reconstrucción resulta sumaria y cuestionable desde el punto<br />
de vista del efecto visual, pero siempre informada por estudios<br />
históricos y antropológicos acerca de la época, además de un<br />
cierto buen gusto. En realidad, la Roma del siglo IX retratada<br />
en la película no difiere mucho de la del siglo V, la Roma<br />
tomada a saco en el año 410 por el bárbaro teutón Alarico. Aquí<br />
emerge de pronto la vieja alianza entre los fascistas alemanes<br />
e italianos jamás extinta del todo en el inconsciente colectivo<br />
germano. La arquitectura monumental de la emblemática<br />
Roma representará la quintaesencia del Poder, no sólo para<br />
la Iglesia católica sino, al parecer, también para los regímenes<br />
totalitarios.<br />
La huella de Grecia queda representada en el sabio<br />
Esculapio, el primer preceptor de Johanna. Él le hablará<br />
de Platón y Aristóteles y le dará su versión latina del poema<br />
Odysseia, la obra más importante de sus antepasados, libro<br />
que su fanático padre, un sacerdote arribado de las ásperas<br />
costas inglesas, le hace borrar a látigo renglón tras renglón.<br />
Para el celo del converso las alfas y betas griegas valen tanto<br />
como las sospechosas runas de los paganos. La relación del<br />
padre con las mujeres, tanto con Johanna como con su madre,<br />
es brutal. Hasta que Johanna se encuentra con Gerold, un<br />
noble en la corte del obispo donde Esculapio la recomienda,<br />
a fin de proseguir sus interrumpidos estudios en la escuela<br />
catedralicia, hasta ese momento conoce lo que es una figura de<br />
hombre, no de bestia ni de agresor. El romance se posterga pero<br />
ha de llegar hacia el final de la cinta. Gerold es precisamente el<br />
padre de la criatura que Johanna porta en su seno. Acarician<br />
planes de huida pero la atareada existencia de la Pontífice los<br />
va postergando hasta un punto en que es demasiado tarde.<br />
La cinta no carece de momentos afortunados y aspira a la<br />
conmoción del espectador, presentando una vida ejemplar de<br />
mujer y de cristiana, también el recorrido de un alma inquieta<br />
que busca entre libros la luz. Existe una versión anterior de Pope<br />
Joan (1972) del director inglés Michael Anderson, con la actriz<br />
sueca Liv Ullman, estrenada por cierto con molestos cortes,<br />
impuestos por la censura norteamericana, bajo el tendencioso<br />
título de The Devil’s Impostor. Tengo que confesar, que a<br />
despecho de las rudezas técnicas y ciertas interpretaciones más<br />
bien esquemáticas, meros esbozos históricos, salí de la sala<br />
reconfortado, aunque mi deseo original era ver Ricky (2010),<br />
una película sobre un curioso bebé, híbrido entre humano y<br />
ángel, para continuar en la misma tónica, de François Ozon.