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Acequias 55 - Torreón - Universidad Iberoamericana

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34<br />

Ensayo<br />

El escenario del crimen<br />

La literatura<br />

policiaca mexicana:<br />

un caso abierto<br />

Gabriel Trujillo Muñoz<br />

Empecemos por una descripción. He aquí un criminal de éxito, un militar prominente,<br />

un hombre cercano al poder, que ha ganado su fortuna con las malas artes del robo, el secuestro<br />

y el asesinato, y que por su condición de intocable se halla protegido por la ley pues él mismo es<br />

su representante. Contemplémoslo en su momento de mayor poder. Veamos cómo se pavonea<br />

frente a la sociedad gracias a que se sabe impune por sus crímenes. He aquí, entonces, en una<br />

sola persona el símbolo de lo ilegal y lo legal, de la justicia que sirve de fachada al abuso, la<br />

prepotencia, la arbitrariedad.<br />

Quien nos lo describe lo conoció en persona: era un tipo “sociable y simpático en su trato<br />

personal, que tenía, como se dice vulgarmente, muy buena presencia, que era lujoso y hasta<br />

exagerado en el vestir, pues siempre traía cadenas muy gruesas de oro enredadas en el chaleco,<br />

botones de hermosos brillantes en la camisa y anillos de piedras finas en los dedos”. ¿Estamos<br />

hablando de un narcotraficante mexicano de reciente factura? No. El personaje aludido es el<br />

coronel Juan Yañez, ayudante del presidente de la república, el general Antonio López de Santa-<br />

Anna, en la cuarta década del siglo XIX. Este coronel trabajaba en el propio palacio nacional. Y<br />

desde ahí, “era el jefe de una asociación que tenía cogidas como en una red a la mayor parte de las<br />

familias de México. El aguador, la cocinera, el cochero, el portero, todos eran espías, cómplices<br />

o ladrones” bajo el mando de este hombre ostentoso.<br />

Por tales hechos delictivos, Manuel Payno (1810-1894), el novelista mexicano adherido a la<br />

narrativa costumbrista, lo tomó de modelo para escribir su última novela, Los bandidos del río<br />

frío (1889-1891), que fue publicada en forma de folletín con enorme éxito del público lector de<br />

aquellos tiempos. Quizás porque la novela de aquel coronel, al que Payno llamó Relumbrón,<br />

daba cuenta cabal de la trama que unía la vida social y la vida criminal en el México recién<br />

independiente. Y al poner en pie a una serie de personajes, la +mayoría provenientes de la novela<br />

picaresca nacional al tipo de Joaquín Fernández de Lizardi y su El Periquillo Sarniento (1816),<br />

su novela ofrecía un retrato veraz de los entretelones de la vida comunitaria, un panorama<br />

donde se congregaban todas las clases sociales bajo una mirada crítica no sólo de la condición<br />

humana, sino de las veleidades propias de un México que oscilaba, ya entonces, entre el desprecio<br />

por la autoridad y el temor al despojo, entre el encumbramiento de los fuera de la ley y el afán<br />

patrimonialista familiar de la incipiente clase media.<br />

En Los bandidos de Río Frío, lo mismo que en Astucia, el jefe de los hermanos de la hoja o<br />

los charros contrabandistas de la rama (1865) de Luis G. Inclán, el delincuente aparece como<br />

un destructor del orden social, pero también como un personaje fascinante por su forma de<br />

ser o de actuar. Pero Payno no se deja engañar por los fastos de Relumbrón. Para él, como<br />

para sus lectores contemporáneos, la anécdota de su novela toca un punto vital: el del estado<br />

como una mafia mayor. El de la criminalidad que utiliza la maquinaria del gobierno para seguir<br />

asediando a la sociedad desde lo criminal. O viceversa: el estado que usa a los bandidos como<br />

grupos paramilitares para usos represivos. Así, cuando finalmente a Yañez se le atrapa -fue<br />

aprehendido en el mismo palacio nacional-, el juicio subsiguiente provoca que un fiscal fuera<br />

envenenado y que un escribano, el que llevaba la causa, fuera “casi muerto a palos en una calle<br />

oscura” para detener la investigación en proceso.<br />

Payno asegura que, a pesar de que “personas de categoría y de buena posición social estaban<br />

complicadas, y se hicieron, por éste y otros motivos, poderosos esfuerzos para echarle tierra,<br />

como se dice comúnmente, pero fue imposible”, ya que el escándalo había sido grande, la<br />

<strong>Acequias</strong> <strong>55</strong> Primavera/Verano 2011 Ibero <strong>Torreón</strong>

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