ITINERARIO hacia DIOS - Pastoral Vocacional México
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Acepto con paz que todo en la vida sea efímero, precario,<br />
transitorio, y que nuestros sueños sean arrastrados por el viento<br />
a la nada. Acepto con paz el hecho inexorable de que en el<br />
mundo y en la vida todo pasa y nada queda; todo pasa como el<br />
viento, como las nubes, como las olas del mar.<br />
Deja, pues, hermano, que .las cosas sean lo que son. Y así<br />
como, consumido por completo el aceite, el fuego de la lámpara<br />
se apaga, así, apagadas las guerras interiores, el cristiano queda<br />
inundado de una profunda paz.<br />
Una roca en el mar, combatida fieramente por la galerna,<br />
permanece inconmovible. Así, el hermano «abandonado» queda<br />
tan solidamente anclado en la paz que no le conmueven ni los<br />
elogios ni los desprecios, y llega a alcanzar aquella serenidad de<br />
quien se halla por encima de los vaivenes de la vida.<br />
Los posibles y los imposibles.<br />
Hay hechos y situaciones en la vida que, resistiéndolos,<br />
combatiéndolos, se solucionan. Cada día y a cada paso nos<br />
encontramos con circunstancias adversas que nos molestan y<br />
nos hieren, pero que, con una estrategia acertada y un esfuerzo<br />
sostenido pueden ser neutralizados y, en ocasiones,<br />
completamente solucionados.<br />
Así, pues, cuando se nos hacen presentes en el camino<br />
emergencias inesperadamente dolorosas, es conveniente y<br />
necesario, en primer lugar, formularse estas preguntas: «¿Esto<br />
que tanto nos duele tiene solución? ¿Puede alterarse, cambiar o<br />
mejorar? ¿Puedo hacer algo?».<br />
Si se vislumbra en el horizonte alguna solución, aunque sea<br />
en pequeña proporción, no es la hora de abandonarse; sino la de<br />
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puerta, entraré». Se entra en un recinto cerrado; y allá dentro no<br />
hay un pueblo o una familia; allá dentro está él. “Si Él me abre<br />
la puerta, entraré, y yo cenaré con El y El conmigo”.<br />
Jesús es más explícito todavía: ¿Quieres adorar? Entra en tu<br />
aposento interior; cierra puertas y ventanas, y el Padre, que está<br />
ahí, te acogerá.<br />
Hablando de otra forma, podríamos decir que los actos más<br />
decisivos de la vida se toman a solas: se sufre a solas, se muere<br />
a solas. Toda interioridad es soledad, es decir, una identidad<br />
única e irrepetible, igual a sí misma y diferente de todas. De<br />
manera que todo encuentro es la convergencia de dos<br />
«soledades», también el encuentro con Dios.<br />
La «inutilidad» de la adoración<br />
No faltarán quienes cuestionen esta manera de entender la<br />
oración, calificándola de evasiva y alienante, agregando que<br />
hoy debemos buscar otra manera más comprometida, que<br />
debemos arrastrar a la oración los problemas de la comunidad,<br />
las tribulaciones de los pobres, las necesidades de la<br />
parroquia..., y allí, en la presencia de Dios, inquietarnos por<br />
todo y comprometernos a solucionar todo.<br />
Por un lado, estas consideraciones no dejan de tener su lado<br />
de verdad. Por otro lado, estos criterios pueden constituir un<br />
atentado contra el fundamento mismo de la adoración. Me<br />
explico.<br />
Si usted me expone a mi un problema, y si yo, en cuanto<br />
usted me habla estoy pensando en el problema de un amigo, ya<br />
no estoy con usted ni con su problema. Para poder estar yo,<br />
ahora, atento a usted y su problema, nadie puede estar conmigo.<br />
Y si en este momento mi atención esta ocupada por otro, es