ITINERARIO hacia DIOS - Pastoral Vocacional México
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alterados ni un milímetro por toda la eternidad.<br />
A estas alturas, nadie puede hacer nada para que aquello<br />
que sucedió no hubiera sucedido. Los imposibles.<br />
Resistir un imposible es locura y suicidio, como darse de<br />
cabeza contra una roca; y resistir significa irritarse, indignarse,<br />
asustarse, avergonzarse, entristecerse... todo junto. En suma, la<br />
resistencia es una violenta reacción mental.<br />
En una proporción altísima, las cosas que nos enfurecen o<br />
nos amargan no tienen solución, o si la tienen no está en<br />
nuestras manos, porque estamos cercados por todas partes de<br />
situaciones irreversibles y hechos consumados.<br />
Así, pues, al final, ante los imposib1es sólo caben dos<br />
reacciones: o usted se entrega o usted se revienta.<br />
Cuanto más se resiste un imposible, éste más nos oprime.<br />
Cuanto más nos oprime, más se le resiste, y así entramos en un<br />
letal círculo vicioso, en una locura autodestructiva. Y por este<br />
camino se generan los estados depresivos y obsesivos. .<br />
Y muchas personas se sienten infelices porque, al rechazar<br />
tanta cosa desagradable e insoluble, viven obsesionadas por la<br />
obsesión de tantas cosas rechazadas que, por rechazadas, se le<br />
fijan en la mente.<br />
Así, pues, si no hay nada que hacer, ¿qué se consigue con<br />
resistir con toda el alma. realidades que jamás serán alteradas?<br />
Sólo se consigue una cosa: reventarse. ¿Qué se consigue con<br />
hacer preguntas que nunca recibirán respuesta?<br />
Volvemos a reiterar: las cosas que tienen solución se<br />
solucionan combatiéndolas. Y las cosas que no tienen solución<br />
se solucionan entregándose, dejando los imposibles en las<br />
manos del Padre con silencio y paz. No es que se solucionen,<br />
porque, de entrada, estamos diciendo que no tienen solución.<br />
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mismo. La expresión bíblica Rostro sugiere la presencia viva de<br />
Dios; se refiere a Dios mismo en cuanto percibido<br />
sensiblemente en la fe, en la oración.<br />
Esa presencia se agranda, mejor dicho, se condensa cuando<br />
la fe y el amor, en la oración, logran que las relaciones del alma<br />
con Dios sean más íntimas y profundas.<br />
Tenemos que tener presente que esa presencia siempre es<br />
«oscura», pero aún permaneciendo oscura se hace más viva o<br />
más densa. Me explico: cuando el amor y la fe se identifican,<br />
entonces los perfiles del Rostro se perciben, no más claros, sino<br />
más vivos, aumentando la densidad de su presencia.<br />
Podría estar yo con un amigo en la intemperie de la noche,<br />
bajo las estrellas. No nos vemos. Permanecemos en completo<br />
silencio. No nos tocamos. Pero yo «sé» que mi amigo está aquí,<br />
ahora, conmigo: puedo percibir vivamente, (no sensiblemente)<br />
su presencia.<br />
Un templo de silencio<br />
Jesús, dirigiéndose a la samaritana, le dijo: Hija mía, llegó la<br />
hora en que, ni en este monte Garizín ni el monte Sión adorarán<br />
al Padre, sino en espíritu y en verdad, en un templo que no es de<br />
piedra, sino de silencio, y que se levanta en la ultima soledad<br />
del espíritu.<br />
Los verdaderos adoradores adoraran al Padre en el silencio<br />
de la interioridad, estén donde estén, sea en la desembocadura<br />
de un río, en el horizonte donde despierta la aurora, en la gruta<br />
donde duermen los vientos, estén donde estén, adorarán en<br />
espíritu y en verdad.<br />
Está a la vista que Jesús, al hablar aquí de adorar en espíritu<br />
y en verdad, implícitamente hace referencia a una oración de