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ITINERARIO hacia DIOS - Pastoral Vocacional México

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4<br />

Señor? Cualquiera de estas expresiones sería acertada, creemos.<br />

El resumen y la quintaesencia de estos cuatro capítulos<br />

podrían condensarse, lo decimos a modo de avance, con los<br />

párrafos que van a continuación.<br />

Todas mis energías mentales y afectivas salen de mi, se<br />

centran en un tú, se quedan con un tú; y todo mi ser permanece<br />

concentrado, compenetrado, quieto en un tú, con un tú; en el<br />

silencio del corazón, en la fe, en el amor.<br />

Con otras palabras: se trata de establecer una corriente de<br />

atención y afectiva con un tú, en la apertura mental de la fe y el<br />

amor. Pero el tú sale también <strong>hacia</strong> mí por el camino del amor;<br />

ahora bien, si el tú sale <strong>hacia</strong> mí por el camino del amor, y yo<br />

acojo su salida; y yo, a mi vez, salgo <strong>hacia</strong> el tú por el camino de<br />

la fe (por haber creído en su declaración de amor), y Él acoge mi<br />

salida; el encuentro con Dios viene a ser el punto y momento en<br />

que se cruzan dos interioridades.<br />

De tal manera que dos presencias previamente conocidas y<br />

amadas se hacen mutuamente presentes y se establece aquella<br />

corriente alterna y circular de dar y recibir, amar y ser amado.<br />

Se trata de hablar con Dios. Este hablar, sin embargo, no<br />

implica necesariamente un intercambio de palabras, como en un<br />

dialogo entre amigos, sino más bien un diálogo de interioridades:<br />

estás conmigo, estoy contigo.<br />

No es exacto decir que Dios está dentro de mí. Ciertamente<br />

está dentro de mí, pero no deja de estar fuera de mí: es inmanente<br />

a mi, pero no deja de ser trascendente a mí.<br />

Lo que sí es exacto es afirmar que Dios está conmigo, o<br />

mejor, Dios «es» conmigo; es decir, Dios es el fundamento<br />

fundante de mi ser, esencia de mi existencia, vida de mi vida y<br />

alma de mi alma, más interior que mi propia intimidad, más yo<br />

que «yo» mismo.<br />

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no se sabe de donde les vienen ni adonde les llevan: un cielo<br />

plomizo que les hace agonizar. El orante va sintiendo<br />

paulatinamente que el viento de Jesús va arrastrando y<br />

arrastrando esa nube cargada hasta que, finalmente, brilla un<br />

cielo azul sobre el alma.<br />

Corno dijimos, la estructura de la personalidad está tejida de<br />

rasgos positivos y negativos. Puede suceder que el orante tenga<br />

tendencias que le disgustan, pero son muy suyas, pues están<br />

inseridas en el tejido de su personalidad: tendencias orgullosas,<br />

tendencias irascibles, tendencias sensuales, tendencias egoístas,<br />

tendencias rencorosas... A estas vertientes es adonde el orante<br />

tendrá que encaminar a Jesús y aquí es donde Jesús tendrá que<br />

hacer permanentemente prodigios de alquimia y metamorfosis,<br />

haciendo que el orante pueda comportarse en las vicisitudes de<br />

la vida no según sus tendencias naturales sino según el corazón<br />

del Maestro, un corazón benigno, sensible, manso y humilde. .<br />

Y así, poco a poco, con pasos vacilantes y hasta contradictorios,<br />

el orante va dejando espacios libres y disponibles,<br />

mientras Jesús los va ocupando; el orante va muriendo a ciertos<br />

rasgos en cuanto Jesús va tomando su lugar.<br />

Cuantos mas vacíos dejen a Jesús, cuanto más humilde sea<br />

el orante y cuanto más vaya muriendo a sus lados negativos, ya<br />

no será el orante quien viva; será Jesús quien viva y gobierne en<br />

los territorios del orante.<br />

Siempre he creído que la eficacia de una pedagogía está en<br />

proporción a su simplificación final. En nuestra espiritualidad<br />

todo el programa de vida lo reducimos a una simple pregunta:<br />

¿Qué haría Jesús en mi lugar?<br />

Si el lector, pasando por alto todo lo explicado hasta ahora,<br />

sólo se quedara con esta pregunta, como una espina sagrada y<br />

obsesiva clavada en la mente y el corazón, y formulada en toda

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