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En Defensa del Marxismo 38<br />
en el capitalismo. Los primeros en ocuparse de ellos fueron los economistas<br />
clásicos, cuyo campo de observación fue, concretamente,<br />
Inglaterra y Francia. Para la mayoría de los economistas clásicos que dominaron<br />
el pensamiento económico en la primera mitad del siglo XIX,<br />
las primeras crisis industriales observadas aparecían como accidentes de<br />
naturaleza coyuntural en el transcurso de la acumulación de capital. En<br />
la obra de Adam Smith, por ejemplo, no está presente el problema de los<br />
puntos necesarios para que la producción se amplíe. En su concepción,<br />
todo el producto anual bruto es igual a la suma de salarios, ganancias y<br />
rentas. El ahorro está destinado a convertirse, en el mismo período en<br />
que se forma (un año), en una demanda de bienes de inversión. En suma,<br />
no hay sustracción de renta a ser usada en el futuro. En esas condiciones,<br />
la sobreproducción no encontraba un lugar teórico específico.<br />
Desde la perspectiva de la economía política clásica, en la "ley de Say,"<br />
el equilibrio es el estado natural de la economía; la producción podría<br />
crear su propia demanda, y cualquier desequilibrio sólo podía venir de<br />
afuera del sistema. La "ley de Say" sólo tendría validez en un sistema de<br />
oferta y demanda perfectas, sin la posibilidad de ahorro individual de los<br />
capitalistas. Entretanto, los efectos más notables de las innovaciones técnicas<br />
fueron la reducción de los costes y el aumento del volumen de producción,<br />
pero no necesariamente el aumento de la tasa de ganancia.<br />
Siendo la ganancia considerada como una renta de la clase dominante,<br />
los factores que la propiciaban adquirían relevancia. Cualquier alteración<br />
en los beneficios podría ejercer una gran influencia en los acontecimientos.<br />
Dentro de esa perspectiva, el problema de la tasa de ganancia surgió<br />
como el primer elemento teórico causante de las crisis modernas. David<br />
Ricardo, representante de los intereses de los industriales frente a los propietarios<br />
rurales de Inglaterra durante la Revolución Industrial, intentó<br />
explicar el problema a partir de factores externos al sistema industrial, a<br />
través de la "ley de rendimientos decrecientes": la ganancia dependería<br />
de la proporción de trabajo social requerido para la subsistencia de los<br />
trabajadores (la diferencia entre los salarios y el valor del producto) y el<br />
coste de producción de los productos en general. La tasa de ganancia dependería<br />
de esas dos cantidades. Cualquier cambio en el beneficio sólo<br />
podría ser hecho trastocando la proporción entre los salarios y el valor<br />
del producto bruto.<br />
Como las innovaciones técnicas redujeron los costos de producción,<br />
cualquier alteración sólo podría venir del aumento o reducción del costo<br />
de los artículos de subsistencia. Para aumentar los beneficios era necesario<br />
bajar los salarios, lo cual sólo podría hacerse si los productos de subsistencia<br />
también fueran rebajados (principalmente por medio de las importaciones,<br />
que perjudican los intereses de los propietarios de la tierra).<br />
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