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¿ES POSIBLE DERROTAR A LA ALEGRE
POBREZA?…SIMPLEMENTE SI.
El EVA puede dar la solución y Cabana en los andes de Perú
pudo ser el ejemplo, y hoy tenemos la oportunidad de hacerlo.
Después de haber pasado más de diez
años entre la comodidad de las aulas
universitarias de Costa Rica, un día
decidí re- reconocer el país más especial del
mundo (el de mi padre y también el mio):
Perú. Para hacerlo, había que conocer sus
adentros y, en especial, sus zonas más pobres
y la forma en que ellas luchaban contra
la pobreza.
Pues bien; en una semana de Agosto del
2007 enrumbé al sur y a los dos días de haber
llegado a Perú, cambie las aulas universitarias,
alumnos con traje y corbata, por campesinos
deseosos de poder aprender y poder
lograr, y; al menos dentro de esa miseria, ver
una luz; una salida al final del túnel.
La primera experiencia fue de lo más emocionante.
En una tarde de Agosto, me esperaban
treinta y cinco alumnos, todos humildes
campesinos, en el local municipal de
Cabana, y en un improvisado salón de clase,
brindé la primera de las cátedras que debía
dar: “la formalización de empresa”.
Nunca olvidaré aquella experiencia, donde la
mirada agradecida de esa gente y un tronador
aplauso llegaron a mis más profundos
sentimientos. Pero no sólo estuvo esa
experiencia, pues una semana después, en
un pueblo llamado Hualay, me esperaba la
segunda cátedra. Esta vez el tema era “el
control de costos” y, a pesar de un sabotaje
de la autoridad local, ello no impidió que la
clase se diera.
CIENCIA, CULTURA Y TECNOLOGÍA - UNIVERSIDAD TECNOLÓGICA DEL PERÚ
Poco a poco pase de la aventura idealista,
a un compromiso personal que me llevó a
plantear ideas que hoy, viendo en retrospectiva,
eran revolucionarias y que no me
pudieron entender.
Hoy en la comodidad miraflorina y haciendo
un análisis introspectivo, medito: ¿qué es
lo que aprendí de esta gente?
En el 2007 mi percepción económica del entorno
de Cabana, me indicaba que el pueblo
no vivía con más de dos o tres dólares diarios
y básicamente sobrevivía en una economía
primaria, donde la mayoría de los ingresos
devenían del sector público. Éste hecho
traía como consecuencia un desequilibrio
en los ingresos de la población, que se traducía
en una proporción de siete personas
con ingresos independientes por cada tres
ingresos dependientes, el cien por ciento de
estos provenientes del sector público. Por lo
tanto la economía de Cabana era sostenida
por ingresos de empleados públicos.
Lo que más me impresionó es que, a pesar
de la pobreza, la gente conserva algo que
poco se ve en los países desarrollados: la
sonrisa… y ello me lleva a suponer que la
gente se había amoldado a lo que llamé :
alegre pobreza.
¿Es pues posible definir ese término como
algo real? ¿Es posible que pueda haber “alegre
pobreza”? ¿Es posible que podamos ser
impacientes ante ella? Al parecer sí.
*Dr. Orlando
Torres Campos
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