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«gun la relación de este sugeto , que asegura
»> nabería oido al expresado Marais, la carrera
«del Hipopótamo es muy veloz, así en los ce-
«nagales como en tierra firme, de suerte que
«aun los cazadores mas diestros y ágiles no se
«atreven á dispararle quando está fuera del agua,
«fino que le acechan al tiempo de ponerse el
«sol, porque entonces el animal saca la cabeza
«fuera del agua, y tiene las orejas en continua
«agitación por si oye algún rumor; y si vé so-
«bre el agua algún objeto que pueda servirle
«de presa, se abalanza á él, con la celeridad de
«una flecha despedida del arco, para cogerle.
«Mientras el Hipopótamo está ocupado de este
«modo en escuchar atentamente , nadando ó fluc-
«tuando en el agua, se procura dispararle á la
«cabeza. El que yo he preparado fué herido
«entre el ojo y la oreja derecha; y el joven , que
«también se halla colocado en el Gabinete de
«S. A. S. lo fué en el pecho, como se puede
« ver fácilmente. Quando el Hipopótamo se sien-
«te herido , se sumerge en el agua, y nada has-
»ta que pierde el movimiento con la vida , y
«entonces con veinte Bueyes, pocos mas ó meónos,
se le saca á tierra, donde le disecan. Un
«Hipopótamo que ha adquirido todo su incre-
» mentó, da ordinariamente dos mil libras de lar-
«do, que se sala y envía al Cabo, donde le
«venden á precio muy subido. Aseguran que
«este lardo es muy bueno , y que su gusto es
«superior al de todas las demás grasas : nunca
«ocasiona acedias, y quando le exprimen suel-
»ta un aceytc dulce, y tan blanco como la nata de
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