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TheOtherBoy

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Capítulo 23<br />

Maddy estaba en la mesa de la cocina sosteniendo un cuchillo gigante y mirando la<br />

pila de vegetales amontonados en frente de ella. De alguna manera, estos iban a<br />

convertirse en un almuerzo para cinco, aunque no tenía idea de como eso iba a<br />

suceder.<br />

Hacía un calor sofocante en la cocina, a pesar de las ventanas abiertas. La idea de<br />

encender el horno no resultaba muy atractiva, pero Maddy tenía la sensación de que<br />

la gente no quedaría deslumbrada por las cebollas crudas y los pimientos. Tenía el<br />

cabello atado en un moño y una camiseta de algodón suelta, aunque no había<br />

mucha diferencia. Hacía simplemente demasiado calor. No había manera de<br />

evitarlo. El sudor bajaba por sus brazos y humedecía los bordes de su cabello. Un<br />

hilo iba desde el cuello hacia abajo por la parte delantera del pecho. Mala Suerte.<br />

Lo único que quería era salir de ese infierno de habitación, servirse un vaso de té<br />

helado, y sentarse en la silla del porche con un ventilador dirigido directamente a la<br />

cara.<br />

Pero no podía, por lo que, en vez de eso, alistó el cuchillo, como había visto a David<br />

hacer, y lo dejó caer sobre una de las berenjenas con un golpe contundente. El<br />

pálido vegetal se dividió en dos mitades delante de ella en la tabla de cortar,<br />

balanceándose levemente. Maddy se inclinó para examinarlas. Todo tipo de<br />

pequeñas semillas estaban suspendidas en algún tipo de sustancia esponjosa,<br />

fibrosa en el centro. ¿Qué hacia uno con ellas? ¿Se podían comer? Se encogió de<br />

hombros y cortó otras cuatro en dos mitades y las mitades en pedazos. Eso debería<br />

alcanzar. Se veía demasiado, pero había cinco personas quienes iban a comer.<br />

El hinojo fue aún más desalentador. ¿Comer las puntas? ¿Cortarlas? ¿Comerlo<br />

crudo? ¿Cocido? Por último, sólo redujo a rodajas todo el asunto, puntas<br />

esponjosas y todo. Los tomates fueron fáciles, aunque dos tenían gusanos, lo que<br />

fue repugnante. Dejó caer accidentalmente algunas piezas en el suelo y luego las<br />

pisó, lo que derivó en jugo de tomate por todo el suelo, por lo que hubo de parar y<br />

limpiar.<br />

Los pimientos eran los más bonitos de aspecto, de color verde oscuro, delgados y<br />

brillantes. Las cebollas, sin embargo, hicieron que sus ojos lagrimearan. Mientras<br />

estaba agachada sobre la pileta para poder mojarse la cara, golpeó la tabla de<br />

cortar, la cual estaba colmada de verduras en rodajas, logrando que estas se<br />

desparramaran en el suelo. ¡Maldición! Se olvidó de su ardor en los ojos y se<br />

arrodilló rápidamente a recoger los pedazos dispersos. Lo que David no supiera no<br />

le haría ningún mal.<br />

Retiró los pedazos más grandes con polvo de la pila y después decidió olvidarse del<br />

tema. Eran ya las doce treinta. ¿Cómo demonios había ocurrido eso? El único<br />

almuerzo a la vista era un montón de maltratados vegetales crudos. Se imaginó a<br />

David en esta misma lucha, el cuchillo intermitente como si fuera magia,<br />

transformando un montón de aceitunas en trozos pequeños, charlando sin el menor<br />

esfuerzo todo el tiempo.<br />

Bueno, sólo eres una principiante, Maddy, pero tu puedes hacerlo. Intenta pensar en

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