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MARTES 2 DE AGOSTO DE 2011
LUIS CONTE
AGÜERO
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Sarasota # 17: República Dominicana, creo en ti
Imbert Barrera lee la renuncia con voz firme y clara: “Esta es nuestra Acta. Este es nuestro acto.
Firmamos ante ustedes, el pueblo dominicano. Ahora, como ciudadanos prometemos una firme
vigilancia. Los enemigos del país jamás prevalecerán. Somos capitanes de tormenta.
¿Cómo está Antonio Imbert Barrera? ¿Cómo se encuentra?
La última vez que visité la República Dominicana no
alcancé a verlo. Ahora me han pedido que escriba memorias y
esperanzas, y una catarata de anécdotas y emociones me
bañan y conmueven. Y en esta evocación para LIBRE regreso
a Sarasota 17 donde vive una leyenda que anda y gravita en
mis vivencias y experiencias de historia y fraternidad.
Nuestro primer encuentro ocurrió hace 46 años. Casi
medio siglo, y siento que fue ayer. Era agosto de 1965; era
el tumulto, divisiones blindadas enfrente, ir y venir de oficiales
y órdenes; era el asombro por el P51 derribado por la propia
Fuerza Interamericana de Paz y caído por el Kilómetro 9
de la Carretera Sánchez ¡Suerte que el piloto se arrojó en
paracaídas!
Era un enfrentamiento de dos poderes. El Gobierno de
Reconstrucción Nacional con el Presidente Imbert al frente,
y el Gobierno Constitucional del coronel Francisco
Caamaño Deñó en Ciudad Nueva.
Porque las memorias regresan con vitalidad de lección,
escribo en presente, situado hoy en aquel escenario de historia.
Imbert me ha enviado un avión DC3. Me acompañan
Rafael del Toro, Presidente de la Compañía Dominicana de
Aviación; Alberto Arbelo, Cónsul General en Miami;. periodistas,
amigos, hermanos de pasión y deber, Ian Cameron
Glass, The Miami News; Carlos Martínez Barraqué y
Alberto Hilario Coya Lasaga, The Miami Herald; Francisco
Norman Díaz y Artiles, Noticiero Panamericano; Wilfredo
Gort, Diario las Américas; Reinaldo Llanos Rodríguez, Radio
Américas; Avelino Rafael Migues Arroyo, Radio Hispana;
Emilio Milián Did, El Periódico del Aire; José Mariano
Pintado Giraldo, Radio Progreso; Jorge Julio Rojas Pérez,
Traducción Prensa; Angel Félix Yergo Ugarte, Bohemia
Continental. Llegamos a Punta Caucedo, Santo Domingo, este
sábado 28 de agosto a las dos de la tarde. Por órdenes militares
los periodistas van al Hotel El Embajador, y yo a Sarasota
# 17. ¡Qué bonita hubiera sido la residencia de no estar
envuelta en las fealdades de la lucha fratricida!
Imbert aguarda. Nos damos las manos y nos abrazamos.
Primera vez que nos vemos y parecemos hermanos. Mis
transmisiones radiales y los contactos epistolares y telefónicos
han creado una amistad que la lucha y los ideales consolidan.
Quiero iniciar el diálogo inmediatamente; la adrenalina
acelera. Más tranquilo, Imbert invita a la mesa. La preocupación
prevalece: El mundo, el hemisferio, los Estados Unidos,
Cuba, la República Dominicana foco de atención mundial.
El presidente Lyndon B. Johnson, ha enviado los marines,
acción unilateral hecha continental por una Fuerza
Interamericana de Paz creada al efecto y por una Comisión
Ad-hoc de la OEA, integrada por Ellsworth Bunker, Estados
Unidos; Ilmar Penna Marinho, Brasil, y Ramón de Clairmont
Dueñas, El Salvador. Urge una salida democrática para que
las tropas regresen a sus tierras respectivas y los dominicanos
se restituyan a la plenitud de su independencia.
Imbert escucha, medita, sopesa, argumenta. ¡Aunque él
está de acuerdo en principio, se insinúan ofertas que no
puede siquiera concebir! ¡No acepta sobornos ni tolera ame-
nazas! Yo apelo a verdades y razones. El debe renunciar para
que Caamaño renuncie y se convoque a elecciones libres. Sí;
su gobierno controla el 80 % del territorio nacional; sí; las
fuerzas armadas lo secundan; sí; la OEA asume obligaciones
de la administración, pero él, Imbert, es la clave de una solución
nacionalista, sin más sangre ni más odio.
Imbert acepta. Renuncia al poder en nombre del deber. El
deber es más importante que la historia y que la gloria. Todo
sea por el futuro fraterno de la patria.
El comodoro Francisco Javier Rivera Caminero,
Secretario de Estado de las Fuerzas Armadas, entra, coincide
y se retira. ¡Todo un militar!
Llamo a David Phillips, jefe de estación de la Agencia
Central de Inteligencia y le informo de la decisión de Imbert.
Phillips llega feliz en la madrugada. La versión de la entrevista
consta en su libro “The Night Watch”, El Sereno.
Al salir de la residencia Imbert y yo conversamos bajo la
arboleda. Imbert me entrega una pastilla de Tuinal para el
sueño. Efecto instantáneo y fugaz. Duermo de pie por una
fracción de segundo.
Ya en la casa de Manuel Imbert, Máximo Gómez esquina
a Pedro Henríquez Ureña, “duermo” pensando y escribiendo
en la cama hasta que el desayuno generoso interrumpe y reanima.
Temprano, el 29 de agosto corro a Sarasota 17. Desde allí
marcho al Centro de los Héroes donde 75 mil dominicanos
esperan. El Consejo de Ministros custodia mi avanzar feliz
por las calles entre aplausos. Flores de las mujeres de Baní.
La multitud desborda el domingo de sol y reta al agua.
Víctor Gómez Bergés, Secretario del Interior, lee el informe
de gobierno. Hablo después:. “Mujeres y hombres libres
de la tierra. Dios está con nosotros, y Dios no puede perder”.
De las marejadas humanas a la paz armada de la Fragata
Mella. Imbert. El jefe del ejército, Jacinto Martínez Arana,
que en paz descanse; Francisco Javier Rivera Caminero, que
en paz descanse; Germán Despradel Brache, Jefe de la
Policía, que en paz descanse ¡Cómo viven estos muertos en
mi vida! El jefe de la marina Ramón Emilio Jiménez
“Milo”, y el jefe de la fuerza aérea, Juan de los Santos
Céspedes “Pimpo”, que en paz descanse: “Como descendiente
en línea directa del Padre de la Patria Cubana, Carlos
Manuel de Céspedes, juro lealtad a la causa de la libertad y
de la democracia”. De pie, militar el saludo. Agradezco el
simbolismo del uniforme de la marina que sustituye mis
ropas empapadas.
En la tarde, brindis en el Club Naco, entre la esposa y la
hija de Imbert, que en paz descansen, muertas en una accidente
aéreo rumbo a San Juan, Puerto Rico. La foto me sacude
hoy.
En Sarasota 17 una anécdota esa noche. Con Imbert trabajo
en su renuncia. En la habitación del piso alto, Guarina,
curiosa, se acerca. Imbert desea un secreto total. Vamos a la
terraza. Está oscura y el General se lamenta: “No se puede
escribir”.
Ignorando que Imbert ha decidido renunciar y temiendo
una ofensiva armada animada por la imponente concentración
popular del mediodía, los constitucionalistas disparan
contra un puerto de observación en el este del río Ozama.
Hay más ataques. Los norteamericanos contestan, 9 y 40:
explosiones en Ciudad Nueva. 9 y 48: incidente con el contingente
brasileño. 9:58, el fuego se extiende al contingente
de Honduras. 11 y 15, toda la brigada latinoamericana bajo
la intensidad de los disparos. El cielo se ilumina frente a la
terraza de Sarasota 17: “General, ya tenemos luz para escribir”.
Imbert neutraliza con una carcajada la gravedad del
momento. Terminamos el documento.
Lunes 30 de agosto, Imbert informa al Consejo de
Ministros que renunciará sin firmar el Acta de Conciliación
Nacional. Firmarán Rivera Caminero y Caamaño Deñó, que
preside a los de enfrente.
3 PM Imbert se reúne con el Dr. Héctor García Godoy,
escogido para presidir el Gobierno Provisional; yo con la
Comisión Mediadora de la OEA. Las fuerzas armadas serán
esencialmente respetadas, única demanda del General
Imbert.
5 PM, me reúno con Imbert en Sarasota 17. El Canciller
Horacio Vicioso entrega un original de la renuncia a la
Comisión Mediadora.
Esa noche la Televisión Nacional se estremece de historia.
La teleaudiencia espera una charla mía profusamente anunciada.
Nacional. Pero allí está Imbert, de semigala, acompañado
por su Gabinete y la presidencia colegiada: Lic. Carlos
Grisolía Poloney, Ing. Leonte Bernard Vázquez, Ing.
Alejandro Séller Cocco, coronel Pedro Baltolomé Benoit. El
Dr. Pedro R. Vázquez me presenta con generosidad increíble.
Hablo: “Se había anunciado una conferencia mía; sin
embargo, una definición histórica me invita a pronunciarla
después de la lectura de un documento del presente y para el
porvenir...”.
Imbert Barrera lee la renuncia con voz firme y clara:
“Esta es nuestra Acta. Este es nuestro acto. Firmamos
ante ustedes, el pueblo dominicano. Ahora, como ciudadanos
prometemos una firme vigilancia. Los enemigos
del país jamás prevalecerán. Somos capitanes de tormenta.
En todo momento de peligro y deber estamos dispuestos
a dar un paso al frente. Un paso al frente por Cristo,
por la democracia, por la soberanía, por la paz dominicana”.
Recibo la renuncia y la comento largamente. Tome la
juventud las amplias avenidas de un porvenir de trabajo
y sonrisa para la patria de Juan Pablo Duarte.
Al día siguiente, en el Palacio del Congreso, el homenaje
de las Fuerzas Armadas con Imbert al frente. Tan emocionante
testimonio cuelga en una pared de mi oficina y en mi
gratitud total. Allí, con todos los militares ya mencionados,
están Olgo Santana y Luis José Domínguez. Parto de
Sarasota 17 el martes 31 de agosto de 1965 en un gigantesco
avión DC7 especialmente enviado por el Presidente Lyndon
B. Johnson. Yo mismo no entiendo como han ocurrido tantas
cosas maravillosas para una patria hermana y bienamada.
Y ahora, reescribiendo esta crónica para LIBRE y ante la
petición de recuento y reencuentro, repito el título de mi
poema: “República Dominicana: Creo en ti”.
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