Diferentes-desiguales-y-desconectados_Garcia-Canclini
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tintas de las que percibíamos en 1989, y por supuesto de las que hace<br />
30 o 40 años incitaron a Raymond Williams, Roland Barthes y otros a<br />
lecturas transdisciplinarias sobre los compromisos ocultos entre cultura,<br />
economía y poder. Si estos rasgos aún pueden definir, como en aquella<br />
época, el proyecto de los estudios culturales, el problema no es elegir<br />
la interpretación correcta o políticamente más eficaz de esas herencias<br />
sino descubrir los papeles de la cultura en esta etapa del capitalismo.<br />
Mis recursos para repensar esto proceden sobre todo de América latina,<br />
pero los principales autores de esta región identificados como parte<br />
de los estudios culturales se caracterizan por haber desarrollado sus<br />
proyectos intelectuales en diálogo con autores estadounidenses y europeos<br />
de los cultural studies y de las ciencias sociales.<br />
De las salidas de emergencia a las puertas giratorias<br />
Al situarnos en la intersección de estas tres regiones, debemos considerar<br />
la redistribución actual del poder académico y comunicacional.<br />
Escribí en otro lugar que, al pasar del siglo XX al XXI, cuatro fuerzas<br />
prevalecen en la administración internacional de la imagen de lo «latinoamericano»:<br />
a) los grupos editoriales españoles, últimamente subordinados<br />
a megaempresas europeas (Berstelmann, Planeta), en parte<br />
complementados por grupos comunicacionales (Prisa, Telefónica y Televisión<br />
española); b) algunas empresas comunicacionales estadounidenses<br />
(CNN, Time Warner); c) los latinamerican cultural studies, concentrados<br />
en las universidades estadounidenses y con pequeños<br />
enclaves complementarios en Canadá y Europa; d) los estudios culturales<br />
latinoamericanos, entendidos en sentido amplio como la producción<br />
heterogénea de especialistas en procesos culturales, literarios y<br />
científico-sociales, con un intercambio intenso pero menos institucionalizado<br />
que el de los latinoamericanistas estadounidenses. Hay un<br />
quinto actor, que son los gobiernos latinoamericanos y sus políticas<br />
culturales, pero no es fácil justificar su lugar entre las fuerzas predominantes<br />
por su deprimida participación respecto de las tendencias estratégicas<br />
del desarrollo cultural (García <strong>Canclini</strong>, 2002: 48-49).<br />
En relación con la producción intelectual, aún es baja la incidencia<br />
de las empresas audiovisuales. Solo en los estudios comunicacionales<br />
se considera la reconfiguración actual de las imágenes de América latina,<br />
por ejemplo en el periodismo de CNN, los entretenimientos distribuidos<br />
por Time Warner, Televisa, Globo, la difusión discográfica de<br />
las grandes empresas y otros actores que articulan sus inversiones en<br />
medios escritos, audiovisuales y digitales. Me interesa aquí concentrar<br />
lo