Diferentes-desiguales-y-desconectados_Garcia-Canclini
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munidades interculturales, que incluso desbordan el territorio habitualmente<br />
identificado con el nombre de América latina. No hay una<br />
identidad latinoamericana, sino múltiples identidades étnicas, nacionales,<br />
de género, etc., contenidas en dicho espacio. Los recursos patrimoniales<br />
que las cohesionan son lenguas (solo las indígenas suman unas<br />
400), tradiciones orales, culturas populares, memorias históricas, y<br />
también sistemas educativos, industrias culturales y modos de comunicación.<br />
¿Qué resuelve y qué deja pendiente la noción de espacio cultural<br />
latinoamericano? Deja atrás, ante todo, las definiciones ontológicas<br />
que procuraban captar un ser o una identidad regional. Reconoce la<br />
diversidad y la existencia de diferentes movimientos o modelos de integración,<br />
como procesos históricos c inacabados. Considera integraciones<br />
territoriales, económicas, sociales y culturales, e incluso «integraciones<br />
mediáticas»: de ellas, el Informe del Convenio Andrés Bello<br />
documenta y razona sus fracasos o realización parcial (Aladi, Cepal,<br />
SELA, Alasei y el propio Convenio Andrés Bello, entre otras). Abre<br />
también la figura de la integración coincidente con el territorio llamado<br />
América latina a los millones de latinoamericanos que migraron a<br />
los Estados Unidos, España y otros países. Se trata, por tanto, de una<br />
noción operativa, que permite elaborar políticas de articulación adecuadas<br />
a los procesos históricos de integración y desintegración. Valora<br />
en su relatividad las condiciones comunes existentes. No obstante,<br />
la noción de espacio cultural, o sociocultural, latinoamericano no<br />
abarca suficientemente la totalidad de nombres con que los actores étnicos,<br />
nacionales o de otros agolpamientos sociales se identifican. Esa<br />
insuficiencia representa la riqueza de la diversidad, inabarcable por<br />
los intentos totalizadores, pero también las carencias de acuerdos unilateralmente<br />
económicos, hechos entre cúpulas.<br />
El Informe del Convenio Andrés Bello desemboca en «conclusiones»,<br />
que es posible leer como un repertorio de preguntas. Al destacar<br />
la débil dimensión cultural de la integración, en contraste con el libre<br />
comercio priorizado hasta ahora en el Tratado de Libre Comercio de<br />
América del Norte, el Mercosur y otros convenios bilaterales, revela<br />
que ni las diferencias ni las desigualdades están encontrando un tratamiento<br />
adecuado. Los esquemas asociativos y de cooperación centrados<br />
en flujos financieros y de mercancías, empresariales y comunicacionales<br />
entendidos solo en sentido comercial, producen fragmentaciones y<br />
competencias oportunistas más que acuerdos institucionalizados y beneficios<br />
compartidos. ¿De qué integración puede hablarse si los adelgazamientos<br />
neoliberales de los Estados y en general de las instituciones<br />
públicas debilitan el desarrollo educativo y cultural? Unos pocos pro-<br />
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