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Leer Libro - Fundación Cheguaco

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MUTUO AUXILIO EN LO SOCIAL<br />

Y así como Tacarigua ha dejado traslucir hacia los cuatro puntos cardinales, los<br />

reflejos de su estabilizada unidad de acción comunitaria, para las faenas laborales,<br />

basamentada en la perseverancia de sus principios tradicionales, de la mutua<br />

colaboración en el trabajo de la tierra, en la recolección de sus productos, en las<br />

construcciones de sus viviendas, en el aseo de sus calles y caminos y en todo lo que<br />

fuese de utilidad pública o beneficio particular, ha puesto así mismo, a vista de<br />

propios y extraños, como una lección más de convivencia y confraternidad,<br />

-heredada también de sus antepasados, creyentes en la Superioridad de un Ser al<br />

cual estaban subordinados, y al que tarde o temprano tendrían que rendirles cuentas<br />

de su breve estadía sobre la tierra, sus nobles muestras de desprendimiento humano<br />

generados de una sociedad eminentemente cristiana. En tal sentido, sentían el mal<br />

ajeno como suyo propio y era frecuente mirarlos en las casas de los enfermos,<br />

confundidos todos como miembros de una misma familia, actuando, disponiendo y<br />

hasta ofertando lo más íntimo que tuviesen y que pudiesen ser de alguna utilidad,<br />

inclusive dinero, el cual prestaban a título de palabra empeñada únicamente, sin el<br />

especulativo porcentaje de intereses, ni más testigos que sus propias personas, a lo<br />

que se debe, que sea el pueblo de la Isla, del más bajo índice de hipotecas y<br />

gravámenes en sus bienes inmuebles, como muy bien se puede constatar en las<br />

Oficinas de Registro Público. Igualmente, y debido al amplio concepto que<br />

albergaban acerca del valor del ser humano, sentían una gran predilección por sus<br />

muertos, llegándose el caso que al acaecer algún fallecimiento y las campanas<br />

empezaban a expandir sus lamentinos tañidos anunciadores, incontinenti hacían un<br />

alto en sus faenas campestres, por importantes que fuesen, para dirigirse en<br />

interminable romería, presurosos y cabizbajos, hacia la casa del difunto, donde<br />

nunca irrumpían con las manos vacías, sino llevando siempre algo en son de dádiva,<br />

-no de limosna- , que las más de las veces consistía en cosas que obligadamente<br />

tendrían que ser utilizadas, como: papelones, café, cacao, velas, aceite, tabacos, etc.,<br />

y de allí, luego de las cumplimentaciones, partir la caravana de hombres, portando<br />

sus patrimoniales herramientas, tales como: coas, picos, palas, azadones y<br />

machetes, hacia el lugar señalado para cavar la sepultura; faenas que estuviéronse<br />

llevando a cabo desde épocas inmemoriales, en el Cementerio de la Villa de El<br />

Norte, donde correspondían por su cercanía y ordenamiento eclesiástico, hasta el<br />

comienzo de la última década del siglo próximo pasado, cuando gracias a las<br />

donaciones de terrenos hechas por Juan Narciso Gil y Carlos Lista, y

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