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LA TACARIGUA DE MARGARITA<br />
SU UBICACIÓN<br />
Con la denominación de Tacarigua, conócese en la Isla de Margarita a la región y poblado<br />
campesino que se halla situado al Este de Santa Ana, si se hace la entrada por la rada de<br />
Juangriego, y al Oeste de La Asunción si se viene desde Porlamar. Encuéntrase la región<br />
formada por un semivalle casi plano en su mayor extensión, de clima benigno y acogedor, y<br />
terreno exuberante y pródigo en agricultura a los primeros toques de las benditas lluvias que de<br />
tiempo en tiempo logran posarse sobre él, como el regalo de la naturaleza. Existiendo aquí un<br />
poblado en trilogía, que la tradición popular ha distinguido con las denominaciones de:<br />
"Tacarigua Afuera", "Tacarigua Adentro" Y "Tacarigüita" el primero equidistante de los demás,<br />
en trechos que oscilan entre los 200 y 600 metros escasamente, habiéndose remontado el último<br />
de los nombrados y de menor tamaño, algo hacia la cuesta del llamado "Portachuelo", desde<br />
donde da la impresión al viajero, de ser el perenne vigía de sus hermanos más desarrollados. Así<br />
aparecen los trillizos "Tacarigua" enclavados al pie de la parte oriental del legendario<br />
"Güaitoroco" y entre los brazos maternales de su "Palma Real", empinada, desafiante de siglos<br />
y oteadora de lejanías, sus empobrecidos: "Muere Sol", "La Matica" y "El Tamoco", y su<br />
embreñoso "Mureche"; cerros que unidos entre si, en sinfín hermandad, en frescor, simbolízanle<br />
la sublime aureola con que el destino ha premiado sus afanes constantes al poner a germinar el<br />
vientre fecundo de la tierra madre vistiéndola de floreadas galas con bellezas completas;<br />
mientras que en las sequías, cuando entre dolor y tristezas se llora la invasión de la<br />
miseria a sus predios, y hasta su diminuto riachuelo del mismo nombre, agota<br />
totalmente sus purísimas y cristalinas lágrimas, mostrando sus cuencas<br />
horriblemente vacías, patentízanle la muralla inexpugnable, enmohecida y<br />
milenaria, que tórnase en natural guardiana, que sólo deja abierto un escape<br />
occidental en dirección al anchuroso mar, por donde muchas de sus buenas cosas<br />
tienden al fin a salir en ordenada retirada, yendo a detenerse en lejanías, a<br />
reorganizar sus maltrechos cuadros, que luego habrán de retornar en su defensa y<br />
salvación.<br />
Como se ha dicho, es ubérrimo el pedazo de tierra aquí descrito; jamás<br />
desperdicia el más leve rocío para cobijar sus laderas de verdorosa fronda, haciendo<br />
rebosar como el Hada del misterio, sus cornucopias con abundantes y sazonados<br />
frutos, que inundan los mercados de la Isla y hasta los de fuera, con la inmemorial<br />
fama de ser los mejores y más sabrosos, moviendo al canto de trovadores y poetas:<br />
sus maizales y cañas dulces, mangos, nísperos y auyamas, patillas, piñas y melones,