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MUR MUR 781<br />
determinar; y, en su consecuencia, determinó romper todo<br />
lo tratado acerca de España, y marchar á la destrucción<br />
de Roma, lo que tal vez no consiguió solo por acontecimientos<br />
ágenos de la previsión de ambas naciones.<br />
Según la relación que Tito Livio hace de estos sucesos<br />
(lib. 21, cap. 20) Anibal, después que hubo sujetado á los<br />
Olcades, Carpetanos y Vacceos, fomentó las cuestiones de<br />
los Turboletas y Saguntinos ; pasando á la c. de los primeros,<br />
cuyas querellas oyó y autorizó; ofreciéndoles apoyarlos<br />
con todo su poder; en consecuencia de lo que, escribió,<br />
según hemos dicho, al senado de Cartago. Sagunto , viendo<br />
que se trataba de determinarlas por medio de las armas, envió<br />
sus legados á Roma, que imploraron al senado su ausilio,<br />
para la guerra, que tan de cerca la amenazaba. Los<br />
cónsules P. Cornelio Escipion y Tiberio Sempronio Longo,<br />
dieron cuenta del estado de la república, y se acordó enviar<br />
legados á España, quienes, enterándose por si mismos<br />
de todo , si lo juzgasen conveniente , intimasen á Anibal el<br />
respeto álos saguntinos como aliados del pueblo romano,<br />
y aun pasasen á Cartago y espusiesen al senado los agravios<br />
que hubiesen aquellos recibido. Antes que se diese<br />
efecto á esta resolución, y cuando todavía no se esperaba,<br />
llegaron ya á Roma las noticias de estar asediada y combatida<br />
Sagunto. El senado, conmovido por esto, volvió á ocuparse<br />
de ello: unos opinaron que se debian_ asignar álos<br />
cónsules como provincia de conquista la España y el África,<br />
y que se hiciese la guerra por mar y tierra; otros pensaron<br />
se debia fijar la atención en España y contra Anibal; otros<br />
que se esperase la vuelta de los comisionados, para determinar<br />
, y esta, como mas fácil, fue la opinión queprevaleció.<br />
Con la mayor presteza fueron enviados á España P. Valerio<br />
Flacco y Q. Vebio Temphilo para que hablasen á Anibal<br />
en el campamento de Sagunto, y si continuaba las hostilidades<br />
á pesar de su intimación , pasasen á Cartago y demandasen<br />
al senado su persona como infractora de los tratados.<br />
Anibal entre tanto combatía á Sagunto por tres partes<br />
á la vez, con todas sus fuerzas, que se hacen subir á<br />
450,000 hombres. La muralla presentaba un ángulo por la<br />
parte propendiente al valle: este punto, mirado de lejos<br />
parecía apropósito para aplicar las máquinas , llamadas viñeta<br />
, debajo de las cuales pudiese obrar el ariete contra<br />
la muralla; mas al comenzar la operación, no dio los resultados<br />
que se esperaban; pues como el sitio era el mas espuesto,<br />
era también mucho mas elevada y fuerte la muralla,<br />
se hallaba defendida por la juventud mas escogida, y protegida<br />
por una enorme torre. Los saguntinos desde luego,<br />
no solo rechazaban al enemigo con armas arrojadizas, sino<br />
que se atrevieron á hacer salidas contra él y sus obras, cuyas<br />
escaramuzas siempre costaban mucha mas gente á los<br />
cartagineses. Anibal se acercó en cierta ocasión al muro<br />
con demasiada confianza, y un dardo que le hirió en la parte<br />
anterior de una pierna, le hizo caer en tierra; cuyo suceso<br />
consternó tanto á su campamento, que en poco estubo<br />
no abandonasen los cartaginés el asedio y máquinas con<br />
que combatianlac. Por algunos dias, mientras Anibal curaba<br />
de su herida, se suspendieron los combates , pero no las<br />
obras; y así poco después, las vineas y los arietes trabajaban<br />
ya el muro hasta por las partes mas difíciles. Los saguntinos,<br />
pocos para la defensa de tan general ataque , se<br />
vieron obligados a dividir sus fuerzas en muchos cuerpos,<br />
que no bastaban á llenar las necesidades Por muchas<br />
partes se quebrantaron las murallas, y por un lado se<br />
abrió una estensa brecha. Tres de las torres y las cortinas<br />
que mediaban , habian venido á tierra: los cartagineses<br />
creyeron ya suya la población ; acudieron con la mayor<br />
velocidad; pero los saguntinos no faltaron á la defensa. Se<br />
eleó con tanto orden en linea por unos y otros, como si<br />
Eubiesen estado en uu campo: todos se apoyaban en los<br />
escombros , animados unos por la esperanza y otros polla<br />
desesperación: el cartaginés creia que con poco mayor<br />
esfuerzo, entraban en la c.; y el saguntino sobre las ruinas<br />
de las murallas de la patria oponia su pecho. Echó este<br />
mano de la terrible arma llamada falarica, que era un chuzo<br />
de hierro, de tres pies de largo, con su correspondiente<br />
astil, aforrado de estopa , untada de pez , encendíanla<br />
al dispararla, y el movimiento avivaba de tal modo su llama,<br />
que, asiéndose á la armadura de los enemigos, para separarla<br />
tenian que soltar la espada y escudo, y presentaban<br />
el cuerpo sin defensa á los siguientes tiros. De este modo<br />
lograron rechazarlos y reducirlos á su campamento. En esta<br />
ocasión desembarcaron los legados de Roma, y sabiéndolo<br />
Anibal les envió á decir, que ni era prudente se aproximasen<br />
al campamento compuesto de gentes feroces , ni el estado<br />
de las cosas le permitia dar oídos á embajadas. Reembarcáronse<br />
para Cartago y obtuvieron audiencia del senado.<br />
Hanon , senador cartaginés , pronunció un elocuente discurso<br />
, haciendo ver que la idea dominante de la familia ambiciosa<br />
de los Barcas, era llevar la guerra á Italia, y que, mediando<br />
la fé de los tratados, protegida por los dioses, sino<br />
se llamaba á Anibal, no tardarían en verse á las puertas de<br />
Cartago las legiones romanas; mas tal era la influencia de<br />
los Barcas en el senado, que no solo se desatendieron sus reflexiones<br />
, sino que se le tomó á mal hubiese hablado de<br />
Anibal como lo hubiera hecho el mismo Valerio Flacco. Entre<br />
tanto, Anibal, para reanimar á sus soldados, Cansados<br />
ya de tan largo asedio, les ofreció el saqueo y botín de la<br />
ciudad. Los saguntinos habian conseguido levantar un nuevo<br />
muro en la parte por donde habia quedado abierto el<br />
pueblo. Anibal, recobrado de su herida, acudióen persona,<br />
mandó aproximar las torres de madera, colocó las catapultas<br />
y ballestas en los tablados, y obligó á los sitiados á<br />
abandonar esta muralla, que fue derribada hasta los cimientos<br />
por 500 africanos; operación que no ofreció dificultad<br />
por cuanto las piedras de la fáb. estaban unidas con<br />
solo barro, conforme á la construcción de los antiguos.<br />
Apoderáronse ademas los cartagineses de un sitio elevado<br />
donde colocaron las catapultas y ballestas, y formaron una<br />
especie de castillo en la misma c. Los saguntinos levantaron<br />
otro muro en la parte que les quedaba; así peleando y<br />
fortificando iban reduciendo el pueblo á menor recinto. Al<br />
mismo tiempo vino á ser grande la escasez de lo necesario:<br />
disminuíase la esperanza del ausilio romano, yeranenemigos<br />
suyos todos los pueblos vecinos. En este conflicto estremo<br />
vieron que Anibal se ausentaba con una parte del ejército<br />
, para apagar la rebelión , que empezaba á aparecer<br />
en los oretanos y en la Carpetania , á causa de la requisición<br />
de soldados que se les habia cargado ; y los saguntinos<br />
concibieron por este acontecimiento cierta esperanza.<br />
Pero Marbahal , que quedó al mando del sitio,<br />
no dejó de hacer algunos estragos en el muro; y vuelto<br />
Anibal á pocos dias, en el primer ataque , se apoderó del<br />
Alcázar con gran mortandad de unos y otros. Viéndolo<br />
así todo perdido, dos hombres de gran sensatez, Alcon,<br />
saguntino, y Alorco, español, amigo y huésped de los saguntinos<br />
, probaron el último resto de esperanza y trataron<br />
de traer á capitulación á unos y á otros. Alcon se presentó<br />
á Anibal sin que lo supiesen sus conciudanos; oyó<br />
las condiciones que este enemigo ofrecía : una de ellas era<br />
que habian de restituir á los turbitanos lo que les habian<br />
usurpado; otra que, entregando todo el oro, la plata y la<br />
c, saldrían , con un solo vestido por persona,y edificarían<br />
otra en el sitio que se les señalase. El respetable Alcon trató<br />
de ablandar el ánimo de Anibal con ruegos y lágrimas;<br />
pero nada mas consiguió; y no se atrevió á llevar esta embajada<br />
á los saguntinos, conociendo que habia de ser sacrificado<br />
cualquiera que la llevase. Hízose cargo de ella<br />
sin embargo Alorco ; se presentó á las avanzadas de la c,<br />
les entrego su lanza y fue conducido á la presencia del pretor,<br />
contorme lo habia ordenado este. Pronunció ante el<br />
senado un discurso amistosísimo, dirigido á persuadirles<br />
aceptasen la paz con estas condiciones, por duras que fuesen<br />
, supuesto que ninguna otra esperanza les quedaba, y<br />
mas triste seria verse y ver á sus mugeres y a sus hijos<br />
esclavos de los soldados ; ademas que aun se podia creer<br />
había de suavizarse con esta determinación algún tanto el<br />
encono de Anibal. La muchedumbre que se haSia agolpado<br />
é introducido en el senado , se indignó al oir lo que se les<br />
proponia; y antes que el senado respondiera, los principales<br />
del pueblo marcháronse á sus casas; recogieron todo<br />
su oro, plata y alhajas, lo llevaron á la plaza, encendieron<br />
una hoguera, lo echaron todo en ella y muchos se<br />
arrojaron también á las llamas. En medio de este trastorno<br />
se oyó un grande estruendo hacia la parte del alcázar: era<br />
una torre que, arietada por largo tiempo, vino á tierra<br />
y dejó paso franco á los sitiadores, quienes, aprovechando<br />
i la ocasión, se hicieron al punto dueños de la c. Cuantos