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748 MURCIA. - Funcas

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MUR MUR 781<br />

determinar; y, en su consecuencia, determinó romper todo<br />

lo tratado acerca de España, y marchar á la destrucción<br />

de Roma, lo que tal vez no consiguió solo por acontecimientos<br />

ágenos de la previsión de ambas naciones.<br />

Según la relación que Tito Livio hace de estos sucesos<br />

(lib. 21, cap. 20) Anibal, después que hubo sujetado á los<br />

Olcades, Carpetanos y Vacceos, fomentó las cuestiones de<br />

los Turboletas y Saguntinos ; pasando á la c. de los primeros,<br />

cuyas querellas oyó y autorizó; ofreciéndoles apoyarlos<br />

con todo su poder; en consecuencia de lo que, escribió,<br />

según hemos dicho, al senado de Cartago. Sagunto , viendo<br />

que se trataba de determinarlas por medio de las armas, envió<br />

sus legados á Roma, que imploraron al senado su ausilio,<br />

para la guerra, que tan de cerca la amenazaba. Los<br />

cónsules P. Cornelio Escipion y Tiberio Sempronio Longo,<br />

dieron cuenta del estado de la república, y se acordó enviar<br />

legados á España, quienes, enterándose por si mismos<br />

de todo , si lo juzgasen conveniente , intimasen á Anibal el<br />

respeto álos saguntinos como aliados del pueblo romano,<br />

y aun pasasen á Cartago y espusiesen al senado los agravios<br />

que hubiesen aquellos recibido. Antes que se diese<br />

efecto á esta resolución, y cuando todavía no se esperaba,<br />

llegaron ya á Roma las noticias de estar asediada y combatida<br />

Sagunto. El senado, conmovido por esto, volvió á ocuparse<br />

de ello: unos opinaron que se debian_ asignar álos<br />

cónsules como provincia de conquista la España y el África,<br />

y que se hiciese la guerra por mar y tierra; otros pensaron<br />

se debia fijar la atención en España y contra Anibal; otros<br />

que se esperase la vuelta de los comisionados, para determinar<br />

, y esta, como mas fácil, fue la opinión queprevaleció.<br />

Con la mayor presteza fueron enviados á España P. Valerio<br />

Flacco y Q. Vebio Temphilo para que hablasen á Anibal<br />

en el campamento de Sagunto, y si continuaba las hostilidades<br />

á pesar de su intimación , pasasen á Cartago y demandasen<br />

al senado su persona como infractora de los tratados.<br />

Anibal entre tanto combatía á Sagunto por tres partes<br />

á la vez, con todas sus fuerzas, que se hacen subir á<br />

450,000 hombres. La muralla presentaba un ángulo por la<br />

parte propendiente al valle: este punto, mirado de lejos<br />

parecía apropósito para aplicar las máquinas , llamadas viñeta<br />

, debajo de las cuales pudiese obrar el ariete contra<br />

la muralla; mas al comenzar la operación, no dio los resultados<br />

que se esperaban; pues como el sitio era el mas espuesto,<br />

era también mucho mas elevada y fuerte la muralla,<br />

se hallaba defendida por la juventud mas escogida, y protegida<br />

por una enorme torre. Los saguntinos desde luego,<br />

no solo rechazaban al enemigo con armas arrojadizas, sino<br />

que se atrevieron á hacer salidas contra él y sus obras, cuyas<br />

escaramuzas siempre costaban mucha mas gente á los<br />

cartagineses. Anibal se acercó en cierta ocasión al muro<br />

con demasiada confianza, y un dardo que le hirió en la parte<br />

anterior de una pierna, le hizo caer en tierra; cuyo suceso<br />

consternó tanto á su campamento, que en poco estubo<br />

no abandonasen los cartaginés el asedio y máquinas con<br />

que combatianlac. Por algunos dias, mientras Anibal curaba<br />

de su herida, se suspendieron los combates , pero no las<br />

obras; y así poco después, las vineas y los arietes trabajaban<br />

ya el muro hasta por las partes mas difíciles. Los saguntinos,<br />

pocos para la defensa de tan general ataque , se<br />

vieron obligados a dividir sus fuerzas en muchos cuerpos,<br />

que no bastaban á llenar las necesidades Por muchas<br />

partes se quebrantaron las murallas, y por un lado se<br />

abrió una estensa brecha. Tres de las torres y las cortinas<br />

que mediaban , habian venido á tierra: los cartagineses<br />

creyeron ya suya la población ; acudieron con la mayor<br />

velocidad; pero los saguntinos no faltaron á la defensa. Se<br />

eleó con tanto orden en linea por unos y otros, como si<br />

Eubiesen estado en uu campo: todos se apoyaban en los<br />

escombros , animados unos por la esperanza y otros polla<br />

desesperación: el cartaginés creia que con poco mayor<br />

esfuerzo, entraban en la c.; y el saguntino sobre las ruinas<br />

de las murallas de la patria oponia su pecho. Echó este<br />

mano de la terrible arma llamada falarica, que era un chuzo<br />

de hierro, de tres pies de largo, con su correspondiente<br />

astil, aforrado de estopa , untada de pez , encendíanla<br />

al dispararla, y el movimiento avivaba de tal modo su llama,<br />

que, asiéndose á la armadura de los enemigos, para separarla<br />

tenian que soltar la espada y escudo, y presentaban<br />

el cuerpo sin defensa á los siguientes tiros. De este modo<br />

lograron rechazarlos y reducirlos á su campamento. En esta<br />

ocasión desembarcaron los legados de Roma, y sabiéndolo<br />

Anibal les envió á decir, que ni era prudente se aproximasen<br />

al campamento compuesto de gentes feroces , ni el estado<br />

de las cosas le permitia dar oídos á embajadas. Reembarcáronse<br />

para Cartago y obtuvieron audiencia del senado.<br />

Hanon , senador cartaginés , pronunció un elocuente discurso<br />

, haciendo ver que la idea dominante de la familia ambiciosa<br />

de los Barcas, era llevar la guerra á Italia, y que, mediando<br />

la fé de los tratados, protegida por los dioses, sino<br />

se llamaba á Anibal, no tardarían en verse á las puertas de<br />

Cartago las legiones romanas; mas tal era la influencia de<br />

los Barcas en el senado, que no solo se desatendieron sus reflexiones<br />

, sino que se le tomó á mal hubiese hablado de<br />

Anibal como lo hubiera hecho el mismo Valerio Flacco. Entre<br />

tanto, Anibal, para reanimar á sus soldados, Cansados<br />

ya de tan largo asedio, les ofreció el saqueo y botín de la<br />

ciudad. Los saguntinos habian conseguido levantar un nuevo<br />

muro en la parte por donde habia quedado abierto el<br />

pueblo. Anibal, recobrado de su herida, acudióen persona,<br />

mandó aproximar las torres de madera, colocó las catapultas<br />

y ballestas en los tablados, y obligó á los sitiados á<br />

abandonar esta muralla, que fue derribada hasta los cimientos<br />

por 500 africanos; operación que no ofreció dificultad<br />

por cuanto las piedras de la fáb. estaban unidas con<br />

solo barro, conforme á la construcción de los antiguos.<br />

Apoderáronse ademas los cartagineses de un sitio elevado<br />

donde colocaron las catapultas y ballestas, y formaron una<br />

especie de castillo en la misma c. Los saguntinos levantaron<br />

otro muro en la parte que les quedaba; así peleando y<br />

fortificando iban reduciendo el pueblo á menor recinto. Al<br />

mismo tiempo vino á ser grande la escasez de lo necesario:<br />

disminuíase la esperanza del ausilio romano, yeranenemigos<br />

suyos todos los pueblos vecinos. En este conflicto estremo<br />

vieron que Anibal se ausentaba con una parte del ejército<br />

, para apagar la rebelión , que empezaba á aparecer<br />

en los oretanos y en la Carpetania , á causa de la requisición<br />

de soldados que se les habia cargado ; y los saguntinos<br />

concibieron por este acontecimiento cierta esperanza.<br />

Pero Marbahal , que quedó al mando del sitio,<br />

no dejó de hacer algunos estragos en el muro; y vuelto<br />

Anibal á pocos dias, en el primer ataque , se apoderó del<br />

Alcázar con gran mortandad de unos y otros. Viéndolo<br />

así todo perdido, dos hombres de gran sensatez, Alcon,<br />

saguntino, y Alorco, español, amigo y huésped de los saguntinos<br />

, probaron el último resto de esperanza y trataron<br />

de traer á capitulación á unos y á otros. Alcon se presentó<br />

á Anibal sin que lo supiesen sus conciudanos; oyó<br />

las condiciones que este enemigo ofrecía : una de ellas era<br />

que habian de restituir á los turbitanos lo que les habian<br />

usurpado; otra que, entregando todo el oro, la plata y la<br />

c, saldrían , con un solo vestido por persona,y edificarían<br />

otra en el sitio que se les señalase. El respetable Alcon trató<br />

de ablandar el ánimo de Anibal con ruegos y lágrimas;<br />

pero nada mas consiguió; y no se atrevió á llevar esta embajada<br />

á los saguntinos, conociendo que habia de ser sacrificado<br />

cualquiera que la llevase. Hízose cargo de ella<br />

sin embargo Alorco ; se presentó á las avanzadas de la c,<br />

les entrego su lanza y fue conducido á la presencia del pretor,<br />

contorme lo habia ordenado este. Pronunció ante el<br />

senado un discurso amistosísimo, dirigido á persuadirles<br />

aceptasen la paz con estas condiciones, por duras que fuesen<br />

, supuesto que ninguna otra esperanza les quedaba, y<br />

mas triste seria verse y ver á sus mugeres y a sus hijos<br />

esclavos de los soldados ; ademas que aun se podia creer<br />

había de suavizarse con esta determinación algún tanto el<br />

encono de Anibal. La muchedumbre que se haSia agolpado<br />

é introducido en el senado , se indignó al oir lo que se les<br />

proponia; y antes que el senado respondiera, los principales<br />

del pueblo marcháronse á sus casas; recogieron todo<br />

su oro, plata y alhajas, lo llevaron á la plaza, encendieron<br />

una hoguera, lo echaron todo en ella y muchos se<br />

arrojaron también á las llamas. En medio de este trastorno<br />

se oyó un grande estruendo hacia la parte del alcázar: era<br />

una torre que, arietada por largo tiempo, vino á tierra<br />

y dejó paso franco á los sitiadores, quienes, aprovechando<br />

i la ocasión, se hicieron al punto dueños de la c. Cuantos

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