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Revista Pesca Diciembre 2013

Ciencia, tecnología y medio ambiente pesqueros, politica pesquera, mar

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tro paladar, prefieren a los meros que midan menos de<br />

un metro.<br />

Los chefs aseguran que por encima de esa talla, la carne<br />

puede tornarse cauchuda. “Si el restaurante ya empieza<br />

a seleccionar el tamaño de compra, por definición<br />

están prefiriendo animales juveniles”, explica Díaz. El<br />

problema es que muchos de esos meros -o meritos,<br />

más bien- son sacados del mar antes de que se puedan<br />

reproducir y multiplicar. Todo para que nosotros, elegantes<br />

consumidores, no le tengamos que exigir demasiado<br />

a nuestras mandíbulas.<br />

En el Caribe, tras años de explotación y sobre explotación,<br />

quedan ya pocos meros. Encontrarse un mero es<br />

casi un milagro. El mismo Caña lo ha tenido que vivir en<br />

carne propia: “mire doctora, hace 3 años uno cogía un<br />

mero al mes. Hoy coger 2 o 3 meros al año es mucho”.<br />

Fue de tres años para acá que el precio del mero empezó<br />

a subir porque ya no se conseguía por ningún lado.<br />

Mientras una libra de cojinúa la vende a 4.500, la de<br />

mero puede costar hasta 12 mil pesos. Tres veces más.<br />

La desesperación no es sólo de Caña, que deja de ganar<br />

50 mil pesos más al día. También es de lo restaurantes<br />

y de nosotros, los que nos encanta el mero. Los restaurantes<br />

tienen miedo a perdernos y por eso desesperan a<br />

los pescadores para que hagan algo al respecto. Ofrecen<br />

pagar más. ¡Que los cojan pequeños, como sea,<br />

pero que los cojan! Inclusive nos meten cherna o baza<br />

por mero y no nos damos ni cuenta. “El 99% de los colombianos<br />

no tiene paladar para distinguir si es mero o<br />

bagre del Magdalena”, me dice Juan Manuel, “Pero la<br />

sola idea de comer mero se siente elegante, se siente<br />

caché”.<br />

La cuestión es simple: no deberíamos comernos ni un<br />

sólo mero más. Ni en un pretensioso restaurante en Bogotá<br />

ni en una choza de palma al frente del mar.<br />

El problema es que no sólo deberíamos dejar de comerlo,<br />

sino que debemos empezar a tragarnos a su depredador<br />

número uno: el pez león.<br />

Un nuevo paladar por decreto<br />

“Sácalo todo porque ese man va a acabar con toda esta<br />

vaina”- dice Caña, refiriéndose al pez león, una especie<br />

exótica invasora nativa del Océano Indopacífico que<br />

llegó a Colombia, exactamente a la isla de Providencia,<br />

hace 5 años. Un pez león alcanza un tamaño de 30<br />

a 40 centímetros y todo su cuerpo está cubierto de puntillas<br />

venenosas de color café. Si lo coges mal, pierdes el<br />

año. Así le pasó a Ever Colina, un compañero de Caña.<br />

“Por acelerado, cogió al animal sin guante y sin nada, y le<br />

tocó salir corriendo pa’ l hospital… se le puso esa mano<br />

morada e hinchá’”, me cuenta Caña.<br />

Este animal se ha convertido en una plaga del Mar Caribe.<br />

“El pez león es uno de los depredadores más firmes que<br />

hay”, dice Caña. Este pez es una amenaza para las especies<br />

nativas porque se engulle a todos los peces jóvenes,<br />

incluyendo a los meros y a los pargos, que no alcanzan la<br />

edad suficiente para reproducirse. También se come las<br />

larvas de peces que son indispensables para la ecología de<br />

los arrecifes coralinos, como son los peces loro. Se ha<br />

constatado que cuando esta especie llega a una zona, el<br />

80% de la población de los peces pequeños puede desaparecer.<br />

Lo curioso es que la única especie que podría<br />

controlar su expansión es, precisamente, el mero. Sí, leyó<br />

bien: el M-E-R-O. Este pez tiene un paladar con hueso que<br />

tritura lo que sea. “A un animal de esos comerse un pez<br />

león es como comerse un maní”, me explica Díaz. El problema<br />

es que el círculo virtuoso del equilibrio entre depre-<br />

El pez león es uno de los depredadores más agresivos de<br />

especies marinas.<br />

<strong>Revista</strong> <strong>Pesca</strong> <strong>Diciembre</strong> <strong>2013</strong> 47

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