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Revista: Chispas No.8 - conafe.edu.mx

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Lo maravilloso de la infancia<br />

es que cualquier cosa en ella es maravillosa<br />

Los niños:<br />

el legado del futuro<br />

Lorena Marín Maceda. Maestra en Pedagogía y colaboradora del Conafe.<br />

La<br />

noción de infancia tiene un carácter histórico y cultural, es por ello que ha tenido diferentes<br />

apreciaciones en la historia; su concepción depende del contexto cultural de la época.<br />

Un rápido recorrido sobre el concepto de infancia a través de la historia nos muestra los<br />

cambios que ha tenido esta categoría: de acuerdo con José Puerto Santos (2002), en los años 354-430<br />

hasta el siglo IV, se concibe al niño como dependiente e indefenso (“los niños son un estorbo”, “los<br />

niños son un yugo”). Durante el siglo XV en la concepción de infancia se observa cómo “los niños son<br />

malos de nacimiento”. Para el siglo XV, el niño se concibe como algo indefenso, es por ello que se debe<br />

tener al cuidado de alguien y se define “como propiedad”. En el siglo XVI la concepción de niño es de un<br />

ser humano pero inacabado: “el niño como adulto pequeño”. Y durante siglo XVII se le reconoce con una<br />

condición innata de bondad e inocencia, “como un ángel”, los niños tienen “bondad innata”. En el XVIII<br />

se asume como una categoría de infante, pero con la condición de que aún le falta para ser alguien; es<br />

el infante “como ser primitivo”. A partir del siglo XX hasta la fecha, gracias a todos los movimientos a<br />

favor de la infancia y de las investigaciones realizadas, se reconoce una nueva categoría: “el niño como<br />

sujeto social de derecho”.<br />

La “reinvención” moderna de la infancia se inicia desde el siglo XVIII en las sociedades democráticas<br />

y especialmente a través del gran filósofo y <strong>edu</strong>cador Jean-Jacques Rousseau, 1 advertía las características<br />

especiales de la infancia. Son numerosos los autores que a partir de este siglo comprendieron que<br />

la infancia tiene formas particulares de ver, de entender, de sentir y que por ello debían existir formas<br />

específicas de <strong>edu</strong>cación y de instrucción.<br />

El siglo XX se inició con la premonición de que sería el siglo de los niños. A finales de los ochenta y<br />

principios de los noventa, con la “Convención de los derechos del niño” 2 , los niños y las niñas son reconocidos<br />

como objeto de derecho, reconociendo en la infancia el estatus de persona y de ciudadano. Esto<br />

implica un cambio paradigmático en el marco jurídico que rige la relación entre la sociedad, el Estado,<br />

la familia y la infancia, como parte de un proceso más amplio de reconocimiento de derechos y formas<br />

democráticas de convivencia social.<br />

A consecuencia de ello se crearon derechos para un trato digno y respetuoso hacia la infancia, entre<br />

ellos están:<br />

• Ser amado, valorado y apoyado.<br />

• Recibir un trato respetuoso y digno.<br />

• Que se le trate con bondad y responsabilidad.<br />

• Que se le estimule y ampare emocional e intelectualmente.<br />

• Satisfacer sus necesidades físicas, alimenticias, de vivienda y salud.<br />

• Recibir una buena <strong>edu</strong>cación que le proporcione el desarrollo de competencias y habilidades.<br />

• Una <strong>edu</strong>cación en valores que encaucen su vida.<br />

• Prepararse para las obligaciones y exigencias de la vida adulta.<br />

• Trato justo, imparcial y sin discriminación.<br />

• Vivir en un ambiente seguro, a resguardo de perjuicios y peligros.<br />

Estos derechos convocan a pensar en formar una infancia sana y feliz; para que en un futuro sean adultos<br />

éticos y responsables, ellos se convertirán en el pilar fundamental para el desarrollo del capital<br />

humano de un país. El futuro de los niños y niñas está relacionado con la atención, el cuidado y la <strong>edu</strong>cación<br />

que se les brinde hoy, es decir, si son tratados de manera amorosa y respetuosa; si son cuidados,<br />

alimentados y atendidos en sus hogares, jardines infantiles y escuelas, podrán crecer física y mentalmente<br />

sanos. Es necesario formar a la infancia, con un sentido para afrontar los acelerados cambios que<br />

tienen lugar en su entorno.

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