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Revista: Chispas No.8 - conafe.edu.mx

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18<br />

“Y ahí vamos como mensos siguiéndola. Ni nos dimos cuenta cuando salimos del pueblo. De repente<br />

el suelo se nos hizo desconocido y mi compadre gritó, señalando a la muchacha:<br />

“—¡Miren! ¡Sus pies no pisan el suelo!<br />

“—¡Ave María purísima! —dije yo—. Esto es cosa del diablo.<br />

“La muchacha había desaparecido y uno y otro nos echábamos la culpa de lo que había pasado.<br />

Como estábamos jóvenes les contamos todo a nuestros padres. Ellos nos dijeron que la llorona se aparecía<br />

por ahí. Ya con eso se nos quitó la maña de seguir a las muchachas. Nadie nos cree lo que vimos.” 3<br />

El hombre que comió diablitos<br />

“A los 19 años, yo era un muchacho alegre, sin nadie que insistiera en mis deberes.<br />

“Una vez me enteré que se celebraría un baile en el pueblo […] Por fin me decidí y salí de mi casa para ir<br />

al mentado baile […] Por todos lados se veían mujeres hermosas que bailaban con gracia al sonar una banda<br />

[…] Pero al poco rato se acercó un pelao que no me pintó tan mal y me dijo:<br />

“—Ándele amigo, anímese, póngase a bailar.<br />

“¡La pura vida!, decía yo de lo bien que la estaba pasando, aunque<br />

poco después me sentí algo mareado y muy hambriento.<br />

“Llegó el momento en que mi hambre fue insoportable, como no<br />

encontré nada qué comer pensé en regresar a mi casa para buscar<br />

algo. Solo que antes de salir del lujoso salón miré hacia la puerta y me<br />

fijé en dos enormes barriles de madera que estaban ahí cerca. Olvidé<br />

por un momento a las mujeres y me acerqué a los barriles, disimuladamente<br />

me asomé a unos de ellos y ¡cuál sería mi sorpresa cuando<br />

descubrí que estaban llenos de tornachiles güeritos! Con el hambre<br />

que traigo, pensé, estos chilitos curados no están pa’ despreciarse.<br />

“Cada tornachile me sabía a gloria y los rabitos los aventaba discretamente<br />

a la pista de baile.<br />

“Buen rato me la pasé come y come y sin que nadie me molestara,<br />

pero de pronto me miró el hombre de la fiesta y se<br />

acercó muy asustado:<br />

“—¡Hombre, amigo! —me dijo poniéndome la mano en el hombro—<br />

¡váyase de aquí antes de que lo vean porque si no, olvídese!<br />

“Yo no sabía de qué estaba hablando y le pregunté sorprendido,<br />

entonces él me explicó que me estaba comiendo<br />

la cría, y me hizo una seña para que me fijara en las mujeres<br />

de la fiesta.<br />

“Las observé y me quedé tieso de susto. ¡Eran diablas!,<br />

hembras con cola y cuernos, aunque disimulados por el peinado y<br />

el vestido. Me dieron ganas de salir corriendo, sobre todo cuando<br />

vi los rabos en el piso. ¡Qué rabos ni que nada!, eran las colas de<br />

los diablitos que se retorcían en el suelo. De los diablitos güeros<br />

que yo había comido, hijos de aquellas hembras y de aquel varón a<br />

quien, finalmente, veía con cuernos y cola horribles, como pocos se<br />

lo imaginan.<br />

“Sin hacer más preguntas me acerqué a la salida y cuando ya<br />

estaba afuera, se me ocurrió decir: ¡Ave María purísima!, y de inmediato<br />

aparecí en medio de una troje grande y un poco destruida… Ya<br />

no había salón, mujeres ni música. Para colmo, el rumbo hacia mi<br />

casa se divisaba bastante lejos, no fue fácil el regreso.<br />

“Desde entonces, desde aquel baile en el que calmé mi hambre<br />

con diablitos, padezco de un dolor de barriga que no se me quita<br />

nunca, ande con quien ande y vaya a donde vaya.” 4<br />

Una señora curiosa<br />

“Una señora curiosa vivía en un pueblecito lejano. Vivía sola porque<br />

su esposo ya había muerto y sus hijos se habían ido a otro lado.<br />

“Esa señora tenía como cincuenta años y, aunque su pelo estaba<br />

cano, aún era fuerte. Además, se hallaba bien protegida: dos grandes<br />

perros cuidaban su casa y no dejaban que ningún extraño se acercara.<br />

“Una noche se acostó y trató de dormir. Afuera los perros ladraban.<br />

Durante mucho rato siguió el ruido de los perros pero ella no le dio<br />

importancia y finalmente logró dormirse.

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