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VE-06 OCTUBRE 2014

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VALENCIA ESCRIBE<br />

Número 6 – Octubre <strong>2014</strong>


© Eulalia Rubio (Valencia)<br />

© de los textos: Todos y cada uno de los derechos de las obras literarias o<br />

gráficas publicadas en esta revista pertenecen en exclusiva a sus respectivos<br />

autores.<br />

Portada: Wallflower - Joshua Suda http://www.joshuasuda.com/<br />

Fotografías: Eulalia Rubio http://jardinesrioturia.blogspot.com.es/<br />

Foto-Haikus: Marga Alcalá http://comolaspiedrasoelviento.blogspot.com.es/<br />

Diseño y edición: Rafa Sastre<br />

Colaboraciones: revistave@hotmail.com<br />

Para ver y descargar esta revista en formato pdf (5.94 mb):<br />

http://www.mediafire.com/view/jojhid2nzoabbnn/<strong>VE</strong>-<strong>OCTUBRE</strong>.pdf


Índice<br />

Seguimos en la brecha (Rafa Sastre) Pág. 1<br />

El pez y el pájaro (Yolanda Nava) Pág. 3<br />

Piedras al abismo (Adrián García) Pág. 5<br />

Fotohaiku (Marga Alcalá) Pág. 6<br />

El voyeur (Alberto Casado) Pág. 7<br />

¿Por qué escribes o quieres ser escritor? (Lu Hoyos) Pág. 11<br />

Guardianes de esperanza (Eva C. Franco) Pág. 15<br />

Una piedra en lugar de corazón (Rubén Vázquez) Pág. 17<br />

Voces /Christine Carcosa) Pág. 19<br />

Algo por lo que indignarse (David Rubio) Pág. 21<br />

Corsos eran los de antes (Lidia Castro) Pág. 23<br />

Popular (Aldana Giménez) Pág. 25<br />

La venganza es un plato que se sirve frío (Nicolás Aguilar) Pág. 27<br />

Te espero esta noche (Concha García) Pág. 29<br />

Cachorro de hombre (Lucho Bruce) Pág. 31<br />

Nueva jornada en el país de la guerra (Esther Moreno) Pág. 35<br />

Vine a recordarte (Lucía Uozumi) Pág. 37<br />

Yo no sé nada ni te lo cuento (Pernando Gaztelu) Pág. 39<br />

Fotohaiku (Marga Alcalá) Pág. 43<br />

Ardiente (Cari Blázquez) Pág. 45<br />

El incómodo embrollo (Rafa Sastre) Pág. 47<br />

Ausencias (Alejandro Ramos) Pág. 49<br />

Sin motivo de alarma (Javier Vayá) Pág. 51<br />

Desconsuelo (Pilar Descalza) Pág. 53<br />

Sueños (Marco A. Torres) Pág. 55<br />

Fotohaiku (Marga Alcalá) Pág. 57<br />

El retrato de tu recuerdo (Luis A. Molina) Pág. 59


Sussane (Amparo Hoyos) Pág. 61<br />

Otro mundo (Malén Carrillo) Pág. 63<br />

Desnudez (José L. Sandin) Pág. 65<br />

Por los siglos de los siglos (Marisol Santiso) Pág. 67<br />

Los secretos de un hotel cualquiera (J. Carrasco) Pág. 69<br />

Él ya no estaba allí cuando llegaron (Matilde Lledó) Pág. 71<br />

Veintidós (Luis González) Pág. 75


Seguimos en la brecha<br />

Un mes más, una revista más. Aunque nunca hemos prometido<br />

nada (no somos políticos, líbrennos Dios o el Diablo), consideramos que<br />

existe una deuda implícita tanto con nuestros autores como con<br />

nuestros lectores. El entusiasmo parece no decaer y la ilusión menos.<br />

¡Que la fiesta de la literatura continúe!<br />

A nuestro grupo se siguen sumando nuevas firmas, en esta ocasión<br />

tenemos el placer de abrazar a Marga Alcalá, Esther Moreno, Javier<br />

Vayá, Rubén Vázquez y Luis González. Tres valencianos, un mexicano y<br />

un argentino más en una revista nacida en Valencia, para el mundo.<br />

Y como comprendo que cualquier preliminar suele ser además de<br />

aburrido bastante estéril, acabo solo con unas sugerencias atemporales:<br />

seguid leyendo, seguid escribiendo, pero eso sí, sobre todas las cosas,<br />

sed felices cueste lo que cueste y sin contemplaciones.<br />

Rafa Sastre<br />

1


Sea World - Zeren Badar http://www.zerenbadar.com/<br />

2


El pez y el pájaro<br />

No es fácil ser pájaro. En un cuerpo tan pequeño y frágil pueden<br />

cebarse los salvajes vientos y la saña de ciertos cazadores. Además, las<br />

plumas pueden convertirse en un pesado lastre bajo los abrasadores<br />

rayos del sol de agosto. El pez escucha las quejas que el pájaro hace<br />

apostado en una rama que roza el agua; boquea furioso e impotente,<br />

lleno de rabia hacia aquel que dueño de su sueño, lo llena de fisuras.<br />

Yolanda Nava (León)<br />

http://microsyotrashistorias.blogspot.com/<br />

3


Ilustración de Adrián García Raga<br />

4


Piedras al abismo<br />

Hoy he visto piedras caer al abismo<br />

Inteligencia combatida con negligencia<br />

Personas sumidas en el fango<br />

Que derriten su preciado rango<br />

¿Brebaje mágico o estúpido trágico?<br />

Mecanismo de defensa<br />

Que hace efecto a la inversa<br />

Todo producto de idiotez humana<br />

Es resultado de vergüenza dispersa<br />

Hoy he visto tantas cosas<br />

Consecuencia de mentes borrosas<br />

En sustancias acuosas<br />

Un grito de ayuda<br />

Que se escapa en susurros<br />

Adrián García Raga (Valencia)<br />

http://unaestrellaenelcosmos.blogspot.com.es/<br />

5


© Marga Alcalá (Valencia)<br />

6


El voyeur<br />

Fotografía cedida a Alberto Casado por la modelo Andra Romanovski<br />

Escucha como la llave entra en la cerradura, gira lentamente y<br />

pronuncia su característico cric. Corre al cuarto de baño, pues es más<br />

que probable que su «amiga» se dirija allí. Destapa el orificio,<br />

perfectamente camuflado entre dos baldosas, y ayudándose de un<br />

binocular de última generación que acaba de comprar, se dispone a<br />

observar cómo se desnuda su vecina.<br />

Ha tenido mucha suerte de que una hembra como esa se haya<br />

mudado al apartamento contiguo, pues la vieja que antes vivía le daba<br />

repugnancia. Esta nueva inquilina es joven, atractiva y tiene un cuerpo<br />

7


de infarto. Lo que más le gusta es que puede deleitarse observando un<br />

cuerpazo como si estuviera en una sala 3D.<br />

Acerca la banqueta y se sienta para estar más cómodo. Mientras<br />

ajusta el enfoque y el zoom del binocular se relame ante el espectáculo<br />

que con toda seguridad va a presenciar. Y es que a la vecinita le gusta<br />

bailar mientras se desnuda, y de tanto en tanto se consuela con aquellos<br />

juguetitos que habrá comprado en algún sex-shop.<br />

La joven conecta su mp3 y lo pone a todo volumen, tarareando sus<br />

temas preferidos. Al compás de lo último de Laura Pausini comienza a<br />

quitarse la blusa, desabrochando los botones uno a uno, despacio, muy<br />

despacio. Contonea la cintura y hace unos graciosos movimientos de<br />

pelvis que excitaría a más de uno. El mirón pasa su lengua una y otra vez<br />

por sus labios en un signo inequívoco de nerviosismo.<br />

La vecina ya se ha despojado de la blusa, lanzando sus zapatos de<br />

tacón de agua a continuación. Se ríe porque uno de ellos ha caído en la<br />

taza del váter, que estaba abierta.<br />

Viste una bonita y coqueta falda a cuadros que no le tapa más que<br />

lo justo, mas ahora es la prenda que se quita. El voyeur está excitado y<br />

comienza a tocarse. Le encanta ver esas minúsculas braguitas que solo<br />

sirven para tapar el sexo de la muchacha, pues por detrás es una simple<br />

tira de silicona.<br />

A mitad de canción, y luego de unos movimientos sensuales de<br />

caderas, se despoja del sostén de encaje. Los senos, libres de la opresión<br />

que la prenda ejercía sobre ellos, apuntan enhiestos hacia el hombre<br />

oculto tras la pared. Los erectos pezones están a pocos centímetros de<br />

él. Ansía tocarlos, mas le es imposible porque una muralla de ladrillos y<br />

cemento se lo impide.<br />

El hombre ya se ha despojado del pantalón y de la ropa interior y<br />

da rienda suelta a su imaginación. La joven continúa con la prenda que le<br />

8


queda, arrojándola de manera divertida por encima de su cabeza. Ante<br />

los atónitos ojos del vecino aparece aquella vulva rasurada que le vuelve<br />

loco, tan loco que ya no puede aguantar más y acelera la velocidad de su<br />

mano.<br />

La señorita tiene un color de piel precioso, pues luce un bronceado<br />

natural que muchas lo querrían para sí. Y es que al parecer su madre es<br />

cubana o algo así, habiendo heredado de ella su bonito color trigueño.<br />

Ya está en la ducha, pasando una pequeña esponja por todo su cuerpo<br />

en movimientos circulares que aún excitan más al pervertido. Este tiene<br />

la suerte de cara, pues la mampara es transparente y deja ver los<br />

encantos de la joven a la perfección.<br />

Una vez que ella se moja, enjabona y aclara, todo ello con una<br />

sensualidad desbordante, comienza la operación de secado, lento como<br />

a ella le gusta. A estas alturas de la escena, el mirón ya ha terminado y<br />

conseguido el orgasmo pretendido, mas no le es suficiente y continúa<br />

con su lasciva observación.<br />

Cuando la vecina casi ha acabado de secarse, y tan solo le falta el<br />

cabello, alguien toca el timbre de la puerta. Se tapa lo más rápido que<br />

puede con una toalla, anudándola a la altura del pecho, y corre hacia la<br />

entrada. Regresa al baño acompañada de un joven que aparenta su<br />

misma edad, quien la besa con pasión.<br />

La escena continúa con los dos amantes desnudos y en pleno acto<br />

amoroso. Hoy ha sido el día de suerte del voyeur, pues va a tener ración<br />

doble por el mismo precio.<br />

Alberto Casado Alonso (Trujillo, Perú)<br />

9


The writer’s place – Zeitfaenger.at https://www.flickr.com/photos/kwarz/<br />

10


¿Por qué escribes o quieres ser escritor?<br />

¿Por qué respiras y quieres seguir respirando? Nunca me he<br />

formulado esta pregunta ni tampoco la que encabeza este texto. Me<br />

encontré un buen día, hace de esto ya mucho tiempo (a mitad del siglo<br />

pasado), existiendo y mi vida, supongo, era normal, tenía una familia,<br />

una casa, iba al colegio, mi padre era comerciante y mi madre se<br />

ocupaba de las labores del hogar y de nosotros, sus tres hijos. Salíamos<br />

los fines de semana (a tomar gambas a la plancha de aperitivo los<br />

domingos después de misa, de eso me acuerdo muy bien). Recuerdo<br />

muchas otras cosas que no vienen al caso y recuerdo también que desde<br />

siempre había un sueño que estaba conmigo, desde que leí los primeros<br />

libros, ese sueño era escribir, ser escritora, tener un aspecto serio y<br />

distinguido y hablar con fluidez de los asuntos más profundos de la vida.<br />

Pero ese sueño, permitidme la reiteración de la palabra, no era un deseo<br />

consciente, no era algo a lo que yo aspirara, no me consideraba<br />

agraciada con ningún talento especial, ni poseía una imaginación<br />

prodigiosa, ni tenía mi cabeza llena de historias pugnando por salir y<br />

liberarse de mí o yo de ellas, ni pensaba que algún día pudiera hacerse<br />

realidad. Simplemente vivía conmigo como algo ajeno al mundo real,<br />

como otra vida paralela u otro yo que me permitía disfrutar de una vida<br />

interior entretenida, sin planes, pero llenando mi cuerpo con una semilla<br />

de ilusión vaga e imprecisa, mezclada con otros sueños o con otros yoes<br />

que también habitaban dentro de mí, como el de ser una bella actriz de<br />

cine con extraordinarias cualidades interpretativas, que llenara toda la<br />

pantalla y enamorara a todos los espectadores con un suave parpadeo<br />

de sus grandes ojos verdes; o una chispeante cantante de verbenas con<br />

un traje rojo ceñido y escotado delante de una maravillosa orquesta,<br />

que interpretara románticos boleros en noches de verano con hermosos<br />

cielos estrellados como telón de fondo.<br />

11


Fui creciendo y el amor por la lectura nunca me abandonó<br />

(tampoco el amor por la música y el cine), leía todo lo que caía en mis<br />

manos, colecciones de clásicos encuadernados con barrocas portadas de<br />

colores y adornos dorados que mi padre compraba para decorar las<br />

estanterías del salón; pasé tórridos veranos de mi adolescencia<br />

devorando una novela de Corín Tellado por día, leí la obra completa de<br />

Zola encuadernada con tapas de piel roja que aún conservo como<br />

herencia paterna, pero que ya no es objeto decorativo en mi casa desde<br />

que la moda minimalista me llevó a esconder todos mis libros en una<br />

estantería con puertas de cristal translucido a través de las cuales sólo se<br />

adivina lo que hay en su interior y que los protege del polvo. Leía sin<br />

orden ni concierto, no sé si fue primero Shakespeare o las novelas de<br />

Zane Grey y no sé en qué momento empecé a tener una clara<br />

predilección por la buena literatura.<br />

Me gustaba leer tumbada en el sofá en el que me pasaba horas y<br />

horas y eso exasperaba a mi madre que me gritaba:<br />

-¡Niña, por qué no te pones a coser o a hacer algo de provecho!<br />

Pero yo hacía oídos sordos y seguía disfrutando de mi pasión por la<br />

lectura y viviendo vidas diferentes y extraordinarias a través de aquellas<br />

páginas.<br />

No fui una buena estudiante pero no recuerdo cómo conseguí<br />

acabar el Bachillerato, fui a la Universidad y cursé una carrera de letras,<br />

los números me producen una especie de aversión quizás por la<br />

cantidad de veces que me suspendieron las matemáticas en el colegio<br />

debido a mi falta de atención por culpa de esas fantasías que me<br />

alejaban del rigor académico. Supongo que deseaba ser profesora que<br />

era uno de mis juegos preferidos, sobre todo cuando mi amiga Teresa<br />

me prestaba el traje de monja que le habían regalado y con el que yo me<br />

veía tan atractiva y tan en mi papel de dar clase a sus hermanas<br />

pequeñas.<br />

12


Pero, ¡ay! No conseguí aprender lo suficiente y cuando acabé los<br />

estudios no me sentía preparada para enseñar nada, así que colgué los<br />

“hábitos” y me dediqué a variadas ocupaciones que se sucedieron en el<br />

tiempo: vendedora de ropa, de enciclopedias, auxiliar en un hospital<br />

psiquiátrico, dueña de un restaurante, profesora de cocina, …<br />

Un buen día decidí que tenía que seguir aprendiendo y volví a la<br />

Universidad (asomaban ya las primeras canas en mi abundante cabello<br />

negro) para cursar una nueva carrera de letras. Esta vez, después de<br />

cinco años de estudio intensivo en que me leí una copiosa<br />

representación de la historia de la literatura española e<br />

hispanoamericana y una pequeña incursión en la literatura inglesa, a un<br />

ritmo frenético en el que no sabía muy bien si leía o sobrevolaba las<br />

miles de páginas, pensé que ya estaba preparada para compartir mis<br />

conocimientos e inicié mi carrera en las aulas de educación secundaria.<br />

Fueron unos años difíciles porque tanta lectura me reblandeció un poco<br />

el cerebro y machacó mi espalda y no me preparó precisamente para la<br />

“guerra” sin cuartel que tuve que iniciar contra ciertos aprendices de<br />

nada y doctores de la mala vida a los que hube de enfrentarme.<br />

Una enfermedad profesional me tiene recluida, por el momento,<br />

en una casa aislada del mundo, sentada en un sillón ergonómico, viendo<br />

los árboles desde mi ventana, disfrutando de muchas horas de soledad,<br />

sabiendo ya que nunca seré cantante de verbenas, que quizá algún día<br />

me llegue la oportunidad de debutar en el cine y que es el momento de<br />

iniciar esa novela que todavía no sé qué contiene ni quiénes son sus<br />

personajes, pero que a lo mejor un día de estos se me aparecen y me<br />

atrapan en sus, espero, sugestivas vidas.<br />

Lu Hoyos (Valencia)<br />

http://inventariodelucrecia.blogspot.com.es/<br />

13


Baby cute – Magali Nanche https://500px.com/magalinanchephotographe<br />

14


Guardianes de esperanza<br />

Esparcía su luz por la faz de un nuevo mundo, respondiendo a la<br />

esencia del amor que lo creó. Volando entre las nubes se llenaba de la<br />

tierra y su grandeza, matizando hasta la profundidad del mar. Sin<br />

embargo, poco a poco sus alas se envejecieron, impregnadas de hollín y<br />

sequía de tanta desolación, al dejar de ver las almas puras, que no se<br />

dieron cuenta de lo que tenían, perdiéndose inevitablemente, en la<br />

sombra de sus miserias.<br />

Adolorido se sentó en los altos de un arco iris, formado por la risa y<br />

la esperanza de algún niño que lo pintó, pero al final no encontró el<br />

cofre de un tesoro, sino el oscuro sentimiento del hombre vestido de<br />

egoísmo, con su rostro de odio y maldad, que terminó destrozando la<br />

fuerza de su afligido corazón. Fue cuando al mirarse no encontró el crisol<br />

de su energía, y vencido cayó al vacío de la tierra que tanto amó.<br />

Casi sin aliento, en su caída pidió perdón a su creador, al no poder<br />

seguir con su gran misión. Al descender, terminó posado en las manos<br />

de una madre, que llena de vida lo abrazó, recibiéndola con la pureza de<br />

su amor. Fue así, como con sus lágrimas limpió su rostro, para parir con<br />

dolor, a un niño con su misma imagen, y la esencia que un día perdió.<br />

Al ver la imagen de la esperanza, en su último viaje el ángel voló,<br />

mirando en paz lo que dejó, para esparcirse con los luceros fieles que lo<br />

esperaban, y seguir siendo en una esencia diferente, un guardián más de<br />

lo que un día se nos dio.<br />

Eva C. Franco (Isla de Margarita, Venezuela)<br />

15


Sin título - Lilyana M. Pichardo<br />

16


Una piedra en lugar del corazón<br />

Podría poner una piedra en lugar del corazón,<br />

y seguiría dando saltos de rana sobre tu mirada,<br />

te tocaría Señora Mariposa,<br />

con débil arpa de huesos,<br />

te pintaría una noche estrellada,<br />

de rojo oxidado y espeso.<br />

Si dejas de mirarme,<br />

se convertirá en tormenta de arena,<br />

si no dejas de mirarme,<br />

se abrirá paso a través de piel y huesos.<br />

Tócalo para morir de amor,<br />

déjalo caer para convertirme en un recuerdo.<br />

Rubén Vázquez Charolet (Puebla, México)<br />

http://dependientedeltiempo.wordpress.com<br />

17


The voices in my head – Jeannie Howlett http://jeanniehowlett.deviantart.com/<br />

18


Voces<br />

Su última frase antes de morir me taladraba el cerebro a diario.<br />

Por más que intentara cerrar los ojos, su imagen aparecía ante mí una y<br />

otra vez. Su febril mirada de loca. Su ronca voz, hablándome casi en<br />

susurros, con demasiada calma teniendo en cuenta la situación. “Voy-asaltar-Ed”.<br />

“Pues salta, joder”, le grité.<br />

Lo hizo. Voló desde lo más alto de la azotea como un pájaro y se<br />

estrelló contra el asfalto con la fragilidad de una muñeca de porcelana.<br />

Su cuerpo se pudrió bajo toneladas de tierra húmeda pero su alma<br />

se quedó conmigo con el firme propósito de hacerme la vida imposible.<br />

Juro que intenté por todos los medios ser una persona normal,<br />

pero Irma nunca me dejó.<br />

Conocí a alguien en el metro. Se llamaba Annie. Era una preciosa<br />

estudiante de Psicología. Jesús, solo tenía veintidós años.<br />

Lo nuestro tampoco funcionó. Empecé a escuchar más voces.<br />

Un año después no había nada más que voces. Diabólicas voces<br />

que susurraban, que reían y gritaban haciendo trizas mi cerebro,<br />

haciendo hervir mi sangre hasta explotar mis venas. El nombre de Irma<br />

ya no era el primero de la lista, su voz tampoco. Ahora todas eran mis<br />

chicas, todas reunidas en mi cabeza y yo el fruto de su macabra fusión.<br />

Las odiaba, casi siempre. Después me sentía solo y miserable y las<br />

añoraba. En ocasiones les pedía a gritos que volvieran conmigo, pero<br />

sabía que no podían hacerlo.<br />

Reconozco que mis relaciones comenzaban siendo algo confusas<br />

para ellas, pero terminaban queriéndome, a su manera. Tampoco era un<br />

amor cualquiera; era un amor secreto, oscuro y profundo. Cuando lo<br />

19


descubrían, ya no querían seguir viviendo. Yo nunca he sido un defensor<br />

de la vida, en eso les ofrecía plena libertad. Podían elegir entre quedarse<br />

conmigo o abandonar. Elegían la muerte, de acuerdo, estaba bien. Sólo<br />

que no se conformaban con marcharse solas; querían arrastrarme con<br />

ellas a su Infierno. Era casi anecdótico; todas caían en el mismo error.<br />

Hace mucho tiempo que la confusión se apoderó de mi mente,<br />

pero en los breves momentos de lucidez tengo miedo. La redención no<br />

existe. La verdadera condena no es la cárcel. Son sus voces, llamándome<br />

a gritos. Es el inevitable encuentro después de la muerte.<br />

Christine Carcosa (Murcia).<br />

20


Algo por lo que indignarse<br />

Deslizó el dedo sobre la pantalla táctil de su teléfono móvil y buscó<br />

la edición digital del periódico. La noticia de cabecera trataba de un<br />

nuevo bombardeo sobre Iraq y la entrada inferior detallaba los<br />

pormenores del atentado terrorista en el Metro. Mantuvo la presión de<br />

su dedo sobre el triangulito situado en la parte izquierda de la página y<br />

fueron apareciendo el resto de noticias: “desaparición de una niña en un<br />

parque”; “nuevo brote de Ebola”; “sube la tasa de pobreza”. Al fin llegó<br />

a la sección de deportes pero al acceder a ella aparecieron dos anuncios<br />

a pantalla completa: en el primero, una ONG solicitaba la colaboración<br />

para luchar contra el hambre en un lugar de África; en el otro, se<br />

solicitaba una aportación para los afectados por un huracán que causó<br />

más de cien mil muertos en Filipinas.<br />

—Esto es una mierda —musitó a su acompañante en la cola— ¡Qué<br />

lento es este móvil! No hay manera de ver los resultados de la Liga.<br />

— ¡Y que lo digas, tío! —Respondió sin apartar la vista de su<br />

móvil— Dicen que con el ITelephone 6.2/3 XGSPlus EmotionHDintegral<br />

la experiencia de navegación por Internet es casi espiritual. Tiene un<br />

Sense perfect que nada más captar tu retina te dirige a la noticia<br />

deseada. ¡Por no hablar de su definición nunca vista!<br />

—Joder, ¡Qué nervios! ¿Habrán traído suficientes, no? —<br />

Acompañó la pregunta con una mirada preocupada a la multitud que<br />

tenía delante haciendo cola— ¡Mierda! ¡Todavía no se ve la tienda<br />

Peach!<br />

—Hombre, imagino que por lo menos habrá un Stock de<br />

trescientas mil unidades.<br />

—Eso espero.<br />

21


— ¡Claro que sí! En caso contrario sería una verdadera vergüenza y<br />

algún incompetente se habría ganado a pulso su despido.<br />

—Ya, pero ¿de qué serviría? —Miró con asco su móvil, comprado<br />

cinco meses atrás. Sintió escalofríos— No quiero ni imaginar que se<br />

agote antes de que nos llegue el turno.<br />

David Rubio (Sant Adrià de Besòs, Barcelona)<br />

http://elreinorobado.blogspot.com.es/<br />

Facebook update – Marsel Van Oosten https://500px.com/MarselvanOosten<br />

22


Corsos eran los de antes<br />

Disfrazado de silla Luis XV, comienzo a recorrer las calles<br />

iluminadas. Sin haberla buscado, me encuentro con la chica de mis<br />

sueños roja buzón, aguardando que le regalen una carta. Ella se acurruca<br />

entre mis brazos de gobelino y caminamos entre las demás máscaras.<br />

La serpentina y el agua de los pomos se cruzan por el aire y enlazan<br />

a Superman con el Corsario Negro, a cierta Caperucita con uno de los<br />

tantos Patitos Feos, al cowboy con una gitana. Nadie se preocupa por la<br />

hora: siempre es temprano. Las matracas compiten con los globos que<br />

revientan porque sí.<br />

La calle y las veredas ruegan un espacio de libertad, y los perros<br />

vagabundos se esconden con miedo bajo las maderas quejosas del<br />

escenario donde pasearán las mascaritas, aspirando al premio. Algunas<br />

madres llaman a sus hijos, perdidos voluntariamente entre los<br />

vendedores de estrellitas y los heladeros.<br />

Desapercibidos, paseamos nuestro recién estrenado amor a primer<br />

antifaz bajo las lamparitas de colores buscando una vereda arbolada y<br />

sin luna. Su boca rectangular me susurra un deseo: recorrer mi disfraz<br />

hasta escuchar el latido del corazón. Yo, encontrar el cierre relámpago<br />

que descubra su verdadero yo. Somos mascaritas sin sosias. A seis<br />

cuadras del corso, contra un paredón roído por la lluvia y el tiempo,<br />

consigo deshacerme de las maderas que me dan forma y de la tela que<br />

me cubre. Haciendo malabarismos, deslizo con cuidado el cierre casi<br />

interminable del papel maché, hasta que cae y forra las baldosas. Nos<br />

asombramos al conocernos hombre y mujer. Sorbo de su boca<br />

verdadera y la encierro con dulzura entre mis brazos de carne. Ella apoya<br />

su oreja contra mi pecho y ríe con el galope interno.<br />

23


La luz de la madrugada nos encuentra contándonos nuestros<br />

recuerdos y sueños. Mientras, se dispersan las otras mascaritas con<br />

cabezas de cartón bajo los brazos, cientos de globos se quedan<br />

enlazados en las ramas de los árboles, y otros personajes bailan<br />

borrachos mientras guardan los martillos de plástico y los pomos vacíos<br />

para el año próximo.<br />

Lidia Castro Hernando (Mar del Plata, Argentina)<br />

http://escritosdemiuniverso.blogspot.com<br />

The mask – Kim Tepper http://kim-92.deviantart.com/<br />

24


Popular<br />

Quotes – Alexander Khokhlov http://www.alexanderkhokhlov.com/<br />

Varón, no escupa tan alto,<br />

todavía no hemos ganado,<br />

las cosas aún pueden salir mal,<br />

y después se deberá disculpar.<br />

Campeón, hable más despacio,<br />

creerán que es muy agrandado,<br />

aún se pueden echar para atrás,<br />

y decirle que van a abandonar.<br />

25


Señor, retroceda un paso,<br />

pueden sentirse amenazados,<br />

y usted, ahora debe intentar,<br />

que confíen que usted puede ganar.<br />

¿No quiere el premio en sus manos?<br />

Caballero, ¡Qué pesado!<br />

¡Levántese! ¡Es muy popular!<br />

miéntale a todos una vez más.<br />

Aldana Giménez (Mendoza, Argentina)<br />

26


La venganza es un plato que se sirve frío<br />

Se pasó la vida matando el tiempo.<br />

Nicolás Aguilar (Valencia)<br />

http://tengaustedbuendia.wordpress.com/<br />

Smoke – Florian Leroy https://500px.com/florianleroy<br />

27


Self Obsessed – Rebeca Saray https://500px.com/rebecasaray<br />

28


Te espero esta noche<br />

Sabía que le gustaban las morenas, de pelo largo y rizado. Así que<br />

se lo dejó crecer. Tras largos meses de investigación conocía al dedillo su<br />

repulsivo ritual, su modus operandi.<br />

No fue fácil descubrirlo. Mucho más fácil fue tenderle el cebo. Fácil<br />

dejarse ver unas cuantas veces por su tienducha, hacerse notar<br />

coqueteando, decirle dónde vivía como si tal cosa.<br />

Siempre actuaba en noches gélidas, le gustaba seguir el rastro de<br />

sus presas en la nieve. Aquel día la meteorología había sido<br />

especialmente dura. Aquella era la noche esperada.<br />

Hoy haría un gran favor a quién sabe cuántas mujeres, al tiempo<br />

que se lo haría a ella misma. Escuchó el forcejeo de la puerta. Estaba<br />

lista. Avisó a la policía, se sintió aliviada. Sabía que, por suerte, llegarían<br />

justo a tiempo de atraparle. Justo a tiempo de descubrir su cuerpo<br />

desnudo que yace en el suelo, con el cabello mutilado en mechones<br />

ridículos y el fino sedal luciendo en su cuello. Ya sin dolor.<br />

Concha García Ros (Cartagena, Murcia)<br />

http://nosvemosenkairos.blogspot.com.es/<br />

29


Foto: Neanderthal Museum/H. Neumann<br />

http://www.neanderthal.de/<br />

30


Cachorro de hombre<br />

La arena se amoldaba a sus pies a medida que iba pisando y<br />

caminando sobre ella, tibia y acariciante. Parecía sentir la energía en un<br />

ida y vuelta entre la misma tierra y él; parecía flotar sobre firme, cosa<br />

extraña y placentera, el sílice no era como la hierba, a veces pisas una<br />

mala hierba y la sensación no es para nada agradable, como un pinchazo<br />

en un dedo al tomar por el tallo a una rosa…un sentimiento<br />

contradictorio, el dolor mientras se observa la belleza, sentimientos que<br />

chocan entre la contemplación y el acto físico de tomar algo sólido y<br />

bello entre los dedos.<br />

La animalidad de un hombre cavernario y el no saber razonar la<br />

diferencia entre lo que se observa y el resultado de entrometerse con<br />

ello, mirar un hermoso lago congelado y sentir al pisarlo que el frío te<br />

atenaza como mandíbulas de fuego, y la reacción de contrariedad y<br />

dolor posterior.<br />

Y su pequeño cerebro subnormal y todavía con siglos por delante<br />

de evolución, la causa y efecto era una ley ineludible, bello al mirarlo,<br />

malo y desagradable al tocarlo, ley inquebrantable y que seguiría a pie<br />

juntillas a lo largo de su vida, sea cual fuera su duración.<br />

Como toda regla, la excepción, animales enormes y monstruosos<br />

de los que había que huir para no ser devorado, feos por fuera y peores<br />

si se acercaba y tocaba, era subnormal su desarrollo cerebral, pero su<br />

instinto animal no le fallaba nunca.<br />

Evolucionando y sobreviviendo apenas erguido se movía sólo y<br />

contrito, hurgando aquí y allá entre setos verdes y espinosos en busca de<br />

frutos y arenas tibias y amables.<br />

31


Los huecos que encontraba en la formaciones rocosas, le servían<br />

de refugio durante la noche, en los rincones de tinieblas de la roca se<br />

acurrucaba y dejaba que sus ojos cesaran de mirar todo lo que<br />

observaba durante el día y que su cerebro no alcanzaba a digerir,<br />

gruñendo ante el dolor o el frío, el miedo o la sorpresa, en un gigantesco<br />

tren fantasma de tiempo completo, como se le presentaba el mundo<br />

recién horneado.<br />

Sensaciones y energía, instinto, éxito o fracaso, todo era prueba y<br />

error, todo por hacer y descubrir, todo por encontrar y padecer…<br />

Caminaba sin rumbo, impulsado por el cosquilleo de su estómago,<br />

o por su boca seca y anhelante de agua, la que sorbía hundiendo la cara<br />

en los espejos de agua tragando y atragantándose y tosiendo y tragando,<br />

como un orate, pero calmando el fuego que le secaba la lengua y le<br />

opacaba la mirada.<br />

Se había cruzado con pequeños animales en su camino, algunos de<br />

los cuales fueron presa de sus manos de largas uñas, las que<br />

destrozaban y con ayuda de alguna roca filosa desgarraban para calmar<br />

la vaciedad de su panza…feos por fuera, peligrosos y desagradables,<br />

pero en esos casos útiles para su hambre.<br />

Sentado en un hueco, esa noche escuchó como otras noches<br />

diversos ruidos y gritos de animales salvajes, haciéndolo a su vez gruñir<br />

de miedo y sorpresa, acompañando ese coro enajenado, música de<br />

fondo de la noches de los comienzos, pero esta vez un sonido distinto,<br />

mezcla de graznido, agudo y chillón, irritante, como de cachorro del<br />

temible tigre dientes de sable…letal e impiadoso.<br />

Gruñía a su vez, molesto y sorprendido, taladrado en sus vísceras<br />

por ese lamento incesante y cansino, casi aturdidor, por lo que decidió<br />

incorporarse y lentamente acercarse hacia la fuente de ese extraño<br />

sonido.<br />

32


Con sus manos de afiladas uñas delante en posición de defensa y<br />

ataque fue acercándose lentamente en la noche clara entre matas y<br />

hierbas y a medida que se acercaba el gemido se intensificaba hasta<br />

despertar en él irritación y nerviosismo.<br />

Casi llegando al borde del lago, entre hierbas erizadas, giró la<br />

cabeza para que su oído captara el graznido estridente y desconocido, y<br />

agachando un poco su cuerpo apartó los setos con sus dedos y un par de<br />

ojos parecidos a los suyos pero entrecerrados se le presentaron ante él,<br />

la cosa que gritaba y sacudía sus patas, tenía labios temblorosos y entre<br />

toses y llanto gemía y graznaba como un pájaro herido. Extendió sus dos<br />

manos lento para tomar esa cosa que parecía atrapada o sujeta al suelo<br />

ya que sólo se revolvía, pero no remontaba el vuelo y tampoco salía<br />

despedido huyendo de su ataque…tomó la cosa firme entre sus dedos y<br />

antes de que sus manos lo oprimieran o golpearan contra una roca sintió<br />

algo entre su estómago y su pecho desconocido y angustiante…No era<br />

dolor, no… era una sensación entre placentera y extraña y conmovedora<br />

y dolorosa, aún sin sentir el dolor físico y, a medida que acercaba esa<br />

cosa a su pecho ya los quejidos y gemidos no le parecían tan irritantes y<br />

su cuerpo sintió otra sensación, esta vez acompañada de una oleada<br />

cosquilleante que le hizo sentir que su pecho se llenaba de bienestar y<br />

calor, sintiendo este animal/hombre con ese cachorro de<br />

animal/hombre entre sus brazos, por primera vez el amor.<br />

Lucho Bruce (Mar del Plata, Argentina)<br />

33


Don’t tell mom – Cristina Otero http://senju-hime.deviantart.com/<br />

34


Nueva jornada en el país de la guerra<br />

Por mucho que me han pisoteado, me he vuelto a levantar. No me<br />

dan miedo sus armas, sus tanques ni sus bombas. Yo soy de acero, tierra<br />

y esperanza. Creo que todo lo que he perdido no ha sido en vano, todxs<br />

estamos luchando por la misma razón. Esos cerdos no acabarán con<br />

nostrxs. ¿Tregua? No existe ese concepto. Nuestro día a día es el olor de<br />

la pólvora, el sonido de las explosiones, los aullidos de dolor, los gritos<br />

de clemencia, los llantos de desesperación. La visión de la muerte está<br />

por todas partes. Hagas lo que hagas, está ahí, pisándote los talones.<br />

Vulgar, mezquina y envidiosa. Una sombra escondida con ganas de<br />

matar. Convirtiendo su fina guadaña en una pistola, sus embestidas en<br />

balas y sus cortes en una verdadera muerte, fría, dolorosa y llena de<br />

satisfacción.<br />

Nunca pensé que sería tan fácil coger un arma. Apuntar con<br />

determinación y ver como tiemblan ante ti, una persona sin poder<br />

alguno, una mujer que ha sustituido su humilde hoz por un viejo y<br />

destartalado rifle de su padre. A veces resulta cómico, pues incluso se<br />

acaban orinando ante ti. Puedes sentir su miedo, lo respiras, lo palpas, lo<br />

disfrutas. Te suplican que no les mates, vienen con los cuentos<br />

lacrimosos de sus familias, te piden benevolencia, después de que ellos<br />

arrasaran tus tierras, mataran a sangre fría a tus hermanos y violaran a<br />

tu anciana madre. Hablan de paz. ¿Que sabrán ellos de paz? Esta es una<br />

guerra que comenzaron ellos. Una guerra que no tiene fin, ni tampoco<br />

principio. Yo solo sé que nací en un día en que la metralla acabó con mi<br />

abuelo, dejando su cuerpo como un colador sangriento. Ese día solo<br />

pudimos escuchar los chillidos de mi abuela, por encima de todos los<br />

proyectiles que perforaban el aire. Nos hemos convertido en bárbaros,<br />

en astutos carniceros, en amantes de la muerte, en verdugos<br />

35


verdaderos. Y es, en ese preciso momento, en el cual yo les meto una<br />

bala entre ceja y ceja. Y observo encantada, como se les escapa la vida<br />

en un quejido.<br />

Muchos luchan por no derramar ni sola lágrima ante mí, no quieren<br />

que vea su debilidad, que su hombría quede aplastada por una mujer,<br />

por una simple campesina. Y cantando sus insultantes himnos, a veces,<br />

algunos se suicidan antes de que mi hoz corte sus gargantas. Otros<br />

intentan disuadirme, me dicen que ese Dios que no existe me juzgará<br />

por mis pecados, que una mujer no puede involucrarse en la guerra. Y yo<br />

les respondo astuta, que un castrado tampoco puede batallar, y les<br />

amputo esa protuberancia que les hace creerse superiores que las<br />

mujeres, y les dejo morir desangrados, bramando como perros sarnosos,<br />

llenos de chinches y piojos.<br />

Y así llevamos años. Escondidxs en cochambrosos zulos, sin<br />

alimentos, sin agua, pasando frío, rodeados de enfermedades, muriendo<br />

día tras día, noche tras noche.<br />

La única razón por la que seguimos luchando es la esperanza. La<br />

creencia de darle un fin a esta guerra. Este conflicto que se ha llevado a<br />

todo aquel al que he querido, que me ha arrebatado aquellos sueños<br />

que una vez traté de imaginar, que amaina la creencia que tengo en este<br />

país, que no me dejó disfrutar del amor, de mi juventud, de mi entera<br />

vida.<br />

Es hora de cortar algunas cabezas.<br />

Esther Moreno Morillas (Valencia)<br />

http://elcascabelalgato.blogspot.com.es/<br />

36


Vine a recordarte<br />

La mañana era triste, gris y el frío calaba en sus huesos. Su corazón<br />

desgarrado dolía como mil cuchillos clavados en el centro de su pecho.<br />

El dolor punzante laceraba sus entrañas y la rompía en mil pedazos;<br />

quería llorar a gritos su pena, pero la voz y el llanto se negaban a escapar<br />

de su boca.<br />

Patricia caminó sin rumbo fijo, con el rostro anegado de lágrimas,<br />

con su corazón desecho, con un nudo en la garganta. Cuando llegó a la<br />

playa, testigo de todas sus promesas y juramentos, lanzó un grito<br />

desgarrador que se escuchó en la lejanía. El sufrimiento la atravesaba, su<br />

mundo se le vino encima, se desvaneció.<br />

Sin tener consciencia de lo que hacía, sus pasos la condujeron<br />

hasta la cabaña que ambos compartían y donde se juraron amor eterno.<br />

Lo buscó con ansías, con desesperación, quería devolver el tiempo,<br />

despertar esa pesadilla que la tenía al borde de la locura, que le quitaba<br />

la alegría, que le comprimía el alma. Al no encontrarlo, con un lamento<br />

de desgarrador le dijo así:<br />

¿Sabes amor? Solo deseé que tú me amaras. Todo lo demás carecía<br />

de importancia.<br />

Vine a recordarte. No es fácil enterrarte en vida y traer flores a tu<br />

tumba. Crear una simbólica para dar muerte a todo el sentimiento, al<br />

dolor de mi corazón. Venir a nuestra casa a llorarte, a decirte que te<br />

extraño, que mi amor por ti sigue intacto. Que me duele el alma y me<br />

gana la nostalgia.<br />

¿Cómo estarás, amor de mi corazón? ¿Me extrañarás? ¿Fui<br />

importante para ti? Tantas preguntas, todas sin respuestas. Había magia<br />

y se rompió en mil pedazos. Ahora el vacío. ¿Vendrás algún día?<br />

37


¿Abrirás las ventanas de nuestra cabaña y dejarás que el aire de mar<br />

penetre en todos los rincones que compartimos? ¿Evocarás los<br />

momentos íntimos? ¿Me sentirás en el ambiente y cada pensamiento, o<br />

ya soy sólo un recuerdo? ¿Cómo llegamos a esto? ¿Qué nos pasó cielo?<br />

¿Serás feliz con tu nuevo amor? ¿Ella tiene la magia que se esfumó entre<br />

nosotros? ¿Cómo es ella? ¿Te ama? ¿Te hace feliz? ¿Te dará ese hijo que<br />

juntos soñamos para los dos, y todos los demás que no nacieron? ¿Será<br />

ella la madre de nuestros hijos? ¿Vivirás con ella nuestra historia?<br />

Quiero saber la verdad de tu alma, tus íntimos secretos. Develar tu<br />

esencia, estar contigo. ¿Serás feliz? ¿Habrá valido la pena?<br />

He venido a recordarte, a ventilar nuestra casa, a llenarla de flores,<br />

abrir las cortinas e imaginar que tú aún vives aquí. A soñar que pronto<br />

entrarás por esa puerta y al verme correrás a mis brazos, fundiéndonos<br />

en el más sublime abrazo, donde el tiempo se detenga y todo lo que nos<br />

ha alejado ha dejado de existir.<br />

Que al reencontrarnos y mirarnos a los ojos, ambos comprendamos<br />

la verdad de nuestros corazones, sin necesidad de explicaciones, sin<br />

palabras, pues no las necesitamos, nuestras almas tienen su propio<br />

lenguaje común.<br />

He venido a recordarte, un día más sin ti, un día más sin ti. Un día<br />

más. ¿Sentirás nostalgia, o simplemente me borraste de tu vida, como se<br />

borran las letras de un pizarrón? ¿Cómo estarás amor? ¿Cómo vivirás sin<br />

mí?<br />

La magia se esfumó y tú con ella. La magia tenía impreso nuestros<br />

nombres. Hoy la soledad, y un día más sin ti.<br />

Lucía Uozumi (Miyazaki, Japón)<br />

http://www.mishumildesopiniones.com/<br />

http://luciauozumi.com/<br />

38


Yo no sé nada ni te lo cuento<br />

Occupy Istanbul – Kemal Aslan http://kemalan.deviantart.com/<br />

El maldito ruido del ordenador sonando y yo, una puta máquina de<br />

decir cosas sin sentido, comienzo a recordar la tragedia que me trajo<br />

hasta aquí.<br />

Las teclas, horriblemente sonoras, me despiertan de una<br />

borrachera insensible. El furor de Sun Tzu en mis oídos y las latas de<br />

cerveza y las conspiraciones y ¿cuándo pensaste por primera vez que, y<br />

por qué estamos hablando bajito? El aire se enrarece y una noche que<br />

comienza con un ¡Agur, gero arte! 1 Un plan que comienza con un<br />

podemos hacer esto y un mirá que aquello y el tiempo cambia a las<br />

1 ¡Adiós, hasta luego! (en Euskara)<br />

39


personas no aguanto las estupideces de antes, podemos cambiar el<br />

presente y la situación del barrio, del mundo, que se vuelve tensa, los<br />

uniformados, las elecciones, quilombo 2 en las calles, en la unión. Todo el<br />

mundo corre y la gente sigue encerrada en sus casas, con miedo. Con<br />

odio y con miedo, y el poder se vuelve avaro, más que nunca…<br />

Nos juntamos en la plaza, las birras pasan, los porros aclaran la<br />

mente de los muchachos, somos dos pero así hay miles. Miles de<br />

millones con birras, con porros, con shishas, con perdigones. Estamos<br />

por todos lados recordando clases de hombre nuevo del “ché”, de la<br />

revolución de las flores y mil recuerdos colectivos. Mi compa me mira y<br />

dice con sus ojos: «tenemos que hacerlo, Per, 1984 y tal y cual…». Mil<br />

historias vienen a mi mente, ovejas, tiempo, verlo, hacerlo. Esto no<br />

puede esperar y tal y cual.<br />

Ahora lo veo más claro.<br />

Ahora me leo, me duelen las teclas escribiendo y me leo y sé que<br />

todo aquello, que aquella noche de latas de cerveza y sueños, de dos<br />

borrachos y sueños, se han vuelto realidad. No sólo la revolución, la<br />

chispa, los revuelos y el descontento, la maldita humanidad y su virus<br />

dentro se han vuelto contra sí misma con sólo enfocar un poco el fuego.<br />

Estoy pletórico Javi. Estoy pletórico porque le encontramos el truco al<br />

juego. Sólo había que apuntar un poco el disparo para que diera en la<br />

diana. Miles de disparos errados, miles de intentos y ahora tenemos que<br />

venir dos muermos amantes del placer hedónico, el disfrute del ser<br />

humano por solo ser un «señor cualquiera que habla correcto» para<br />

mostrarle al mundo que organizar a las masas, los trabajadores que<br />

mueven el mundo, no es tarea de titanes civilizados, de eternos<br />

dominadores del pueblo, sino de simples personas que se dan cuenta de<br />

cómo va este cuento y que le cuentan a unos pocos que el truco está<br />

adentro y que mientras mejor guarden el secreto mejor irá el intento y<br />

2<br />

Jaleo, revuelta, follón ( en Argentina)<br />

40


todos siguen la letra como si se tratara de una obra de un emérito. Nos<br />

vamos a dormir pensando en el tiempo, en las escenas del día siguiente.<br />

Fuego, acción a lo grande, pancartas y terroristas al acecho. Todos<br />

sorprendidos, el sistema pende de un hilo, malditos desestabilizadores<br />

están moviéndonos el suelo y el tiempo pasa, nos vamos poniendo<br />

viejos, sonrisas complacientes. Vermouth y un ¿no habrás tenido que ver<br />

algo con eso? ¿Yo? No sé nada pero me gusta lo que contás, igual… Y<br />

risas y pancartas, y pegatinas, y escraches y casi la policía y tambalea un<br />

gobierno y llega el siguiente y noches en vela y planes y yo no sé nada ni<br />

te lo cuento.<br />

Y llega un día en el que el borrador se depura, los virus se vuelven<br />

cuentos y todos nosotros, perseguidos, asediados nos reunimos en un<br />

oscuro antro para simplificar nuestros pesares y justificar nuestros<br />

necesarios intentos de llegar a cumplir con el objetivo final: deshacernos<br />

del impero.<br />

Y se calientan los polos, el agua sube dos metros, nos vamos a las<br />

montañas y luchamos cuerpo a cuerpo con seres extraños, con personas<br />

del mismo sexo. Nos batimos entre hermanos, una vez más, porque de<br />

un lado paga el hombre de siempre, y le ganamos, porque nos<br />

revelamos todos y la sangre no sale de nuestros cuerpos sino que sale de<br />

sus oídos, de sus cerebros al ver que ya no tienen negros, ni rubios ni<br />

cosacos. Ya no nos controlan, estamos todos luchando por nuestros<br />

derechos. El hombre nuevo ha nacido y peleamos por el bien común y<br />

ganamos a su tecnología porque el cerebro de mil células pensantes, de<br />

millones de almas humanas puede más que gramos de silicio, germanio<br />

y arsénico.<br />

Y vuelan coches, refinerías, pueblos enteros. Es un desastre,<br />

mueren inocentes por doquier y los estados no hacen nada más que<br />

buscar ovejas negras en blancos desiertos. No hay como escribir<br />

borracho me dices mientras nos tirotean con todo tipo de proyectiles y<br />

41


yo, pensando en aquella noche le pido al cielo que esto no sea un sueño,<br />

que todo acabe pronto y que aunque muera se cumpla el objetivo que<br />

nos trajo aquí, que nos hizo pasar penurias. Hay sangre a raudales y<br />

experimento el mayor de los dolores que puede sentir el cuerpo. Hemos<br />

sobrevivido al resto y traemos su mirada en nuestros ruegos. El mundo<br />

sobrevivirá al maldito poder del dinero. Estamos plantándole cara y<br />

saliendo del pozo oscuro del usurero. El hombre por fin sabe lo que vale<br />

y eso no se cuenta con billetes de colores ni con títulos impresos. Me<br />

levanto y me miro al espejo. Estoy en una sala grande, histórica, y no hay<br />

ricos bien vestidos, todos somos unos pobres seres que asistimos al<br />

momento con nuestras humildes ropas y así da comienzo la asamblea.<br />

Por fin formamos gobierno. Después de meses de la nada, de la guerra,<br />

del dolor y el fin del averno. El poder se comió a sí mismo y ahora ya no<br />

estamos de duelo, volvemos a los orígenes, una vez más volvemos al<br />

hombre nuevo.<br />

Sí, Javi, sí. Esto parecía una utopía, pero ahora que lo leo, me<br />

alegro. Porque así es como tiene que ser. ¿Vos creés? Sí, Javi, sí, vamos a<br />

verlo.<br />

Pernando Gaztelu (Iruña, Navarra)<br />

http://lokos-a-disfrutar.blogspot.com.es/<br />

42


© Marga Alcalá (Valencia)<br />

43


Ring finger – Antonio Rosario https://www.flickr.com/photos/amrosario/<br />

44


Ardiente<br />

Sus labios carnosos parecían querer decir cosas aunque era muy<br />

discreta, sus manos invitaban al encuentro, la piel era perfecta, se<br />

intuían cuidados profesionales. Su cuerpo era insinuante, sobre todo por<br />

la voluptuosidad de las formas, más su intención no era provocar. Era<br />

muy sensual, cada detalle de su vestido estaba muy cuidado, la ropa<br />

estaba ligeramente ceñida. Sus largas piernas daban soporte a una<br />

auténtica diva, su pelo era como...<br />

¿De qué demonios estaba hecho su pelo? La decepcionante<br />

conclusión es que no era suyo. Aceptaría esa pequeña licencia, él estaba<br />

dispuesto a ceder por amor.<br />

Era una relación basada en el deseo, compartían muy buenos ratos,<br />

él le había contado lo más importante de su vida y ella entendió. Lo que<br />

no soportaba era esas manos tan frías. La primera vez que la tocó un<br />

escalofrío le dejó casi sin habla.<br />

Aquella tarde cuando saltó la alarma anti-incendios, el guarda del<br />

museo tuvo que pedir ayuda para separarlo de su amada, salvó su vida<br />

mientras se preguntaba por qué.<br />

Caridad Blázquez (Cartagena, Murcia)<br />

45


Couples in love – JRChrizz Estudio http://artisticcollection.deviantart.com/<br />

46


El incómodo embrollo<br />

Si bien mi mujer me engaña, no debería reprochárselo. Multitud de<br />

veces le he dicho: "Nena, si se presenta una oportunidad no la<br />

desaproveches, dale alegría a tu cuerpo, que tu cuerpo es para darle<br />

alegría y cosas buenas, ¡ahhhhhhhhhhhhh, Macarena!"<br />

Primero sospeché que la alegría se la proporcionaba un vecino, la<br />

pareja de alguna de sus amigas, uno de sus compañeros de trabajo,<br />

incluso el cartero o su místico profesor de tai-chi. Al final, conseguí<br />

descubrir que solo me es infiel con mi otro yo. Y eso sí que no. Ah, no.<br />

Por ahí no paso. Toleraría que me pusiera los cuernos con alguien<br />

conocido o cognoscible, pero justamente con alguien que -por mucho<br />

que me lo proponga- jamás llegaré a conocer, eso no puedo consentirlo.<br />

De ninguna de las maneras. Aunque, si me paro a reflexionar, a estas<br />

alturas dudo si culpar a mi esposa o a mi otro yo, el perfecto extraño que<br />

se la beneficia a mis espaldas.<br />

Mi mujer argumenta que no sabe nada, que debe ser su otra ella la<br />

que se entiende a escondidas con mi otro yo. Un día de estos he de<br />

intentar reunir a los cuatro, para ver si entre todos resolvemos, de una<br />

vez por todas, este incómodo embrollo.<br />

Rafa Sastre (Valencia)<br />

http://rafasastre.blogspot.com<br />

47


Smell of rain – Estúpidas Palabras http://estupidaspalabras.deviantart.com/<br />

48


Ausencias<br />

Una tarde-noche poco tranquila<br />

la llovizna sonaba con agresividad<br />

sobre el techo de lámina<br />

de esta pobre choza,<br />

un pequeño caudal corría por las calles<br />

perseguido por un montón de líquido<br />

más grande e imponente.<br />

El viento fresco se colaba por la puerta<br />

entreabierta, la gente apresuraba el paso<br />

con rumbo a sus hogares,<br />

alguna ama de casa despistada<br />

quitaba la ropa del tendedero con fiereza,<br />

ante las gotas que suicidas<br />

se impregnaban en su vestimenta.<br />

Pasaron un par de horas más,<br />

bajo la constante tempestad.<br />

Me vuelve a la vida y llama mi atención<br />

un destello; el crepitarse de la veladora<br />

con el suspiro de un Dios enamorado.<br />

Mi pensar baila al compás de la flama.<br />

Así me paso la noche<br />

en este insomnio sórdido,<br />

mientras veo tu silencio caer a cántaros.<br />

Manuel Alejandro Ramos Ayala (Naica, México)<br />

http://chatomusik.blogspot.mx<br />

49


The Future – Justin Aerni http://justinaerni.deviantart.com/<br />

50


Sin motivo de alarma<br />

Pasa que nosotros somos una familia normal y trabajadora que ya<br />

tenemos bastante con lo nuestro y no queremos quebraderos de cabeza.<br />

El trabajo, el día a día de la casa, las facturas, el colegio de los niños,<br />

llegar a fin de mes…creemos que ya es demasiado como para meternos<br />

en camisas de once varas y problemas complejos de los que se deben<br />

ocupar otros.<br />

Por eso, cuando al principio comenzaron a llegar las primeras y<br />

confusas noticias, preferimos no hacer caso, gracias a dios en la tele<br />

siempre había algún programa de entretenimiento y cotilleo o fútbol con<br />

el que poder evitar los informativos, los debates de gente sesuda de la<br />

que no entendíamos una palabra o los reportajes a pie de conflicto. Que<br />

uno quiere sentarse tranquilo a cenar después de un día duro, faltaría<br />

más.<br />

Más tarde, cuando comenzaron las patrullas frecuentes y<br />

comenzaron a llevarse a algunos de nuestros vecinos, simplemente<br />

dedujimos que algo habrían hecho y cerramos las cortinas con pudor y<br />

cierto alivio para no enfrentar sus rostros suplicantes y perplejos.<br />

Nosotros éramos una familia ejemplar y decente, así que no teníamos<br />

que temer nada.<br />

Tampoco nos importó demasiado lo del toque de queda, bien<br />

mirado hasta nos pareció una buena idea ya que al fin y al cabo nadie en<br />

su sano juicio o con buenas intenciones estaría en la calle a partir de las<br />

seis de la tarde. Debemos reconocer que en alguna ocasión alguno de<br />

nosotros se sorprendió a sí mismo mirando con incertidumbre cómo se<br />

iluminaba el cielo nocturno, confesar que más de una vez los sonidos de<br />

disparos y bombardeos lejanos nos provocaron cierto estremecimiento,<br />

pero en general todos sabíamos que no había por qué alarmarse.<br />

También es cierto que el cierre de fábricas y colegios supuso cierto<br />

fastidio y tuvimos que adaptarnos a la novedad de estar todos en casa<br />

51


todo el día, pero como el sustento de momento estaba garantizado por<br />

los paquetes que regularmente lanzaban los aviones de ayuda<br />

humanitaria, nos acabamos acostumbrando. Solo era cuestión de<br />

esperar a que todo pasara. No había que inquietarse, estábamos<br />

convencidos de que alguien, el gobierno o quien fuera, lo solucionaría<br />

pronto. Además la buena noticia es que la televisión dejó de emitir<br />

informativos para centrarse tan solo en películas familiares, fútbol y<br />

telenovelas.<br />

Ninguno quisimos dar demasiada importancia a los ruidos y bultos<br />

que se advertían entre las paredes, a las grietas cada vez más frecuentes<br />

entre las que quizá alguien descubrió asomarse un tentáculo extraño, no<br />

era necesario preocupar a los demás con algo que iba a ser pasajero. Tan<br />

solo queríamos recuperar nuestra normalidad lo antes posible,<br />

mantenernos al margen de algo que no era de nuestra incumbencia. Por<br />

eso cuando cayó el techo de la habitación de la niña, ardieron algunas<br />

casas cercanas o vimos posarse las naves vencedoras sobre la ciudad no<br />

nos volvimos histéricos como la mayoría de gente, no había por qué<br />

alarmarse, nosotros no habíamos hecho nada.<br />

Y teníamos razón en pensar así. La calma y tranquilidad han vuelto<br />

a instalarse entre nosotros. Con la excepción de esos odiosos grupos<br />

minoritarios, los mismos de siempre, con su afán de llamar la atención y<br />

sus ansias de protestar por cualquier cosa, de destrozarlo todo con la<br />

gastada excusa de la revolución, su estúpido empeño de querer poner<br />

todo patas arriba otra vez, de alterar el orden público y molestar a la<br />

gente de bien como nosotros. Nos resulta una actitud incomprensible.<br />

Después de todo ahora no se vive tan mal, tan solo hay que ser<br />

como nosotros, una familia normal y decente que tiene bastante con lo<br />

suyo, que no se mete en jaleos y que obedece sin rechistar todo lo que<br />

se le ordena. Absolutamente todo.<br />

Javier Vayá Albert (Valencia)<br />

http://actosinvisibles.blogspot.com.es/<br />

52


Desconsuelo<br />

Desconsuelo – Escultura de Josep Llimona (1864-1934)<br />

Lloré, sí, lloré desconsoladamente, ahogada por un mar de<br />

lágrimas, con un vacío doloroso en mi pecho.<br />

Levanté la mano frotándome en el lugar más cercano al dolor,<br />

como si el masaje pudiera eliminarlo.<br />

Una solitaria lágrima resbaló por mi mejilla, a la que siguió una<br />

segunda y una tercera, y volví a llorar.<br />

Tuve pánico. Cerré los ojos con fuerza e inspiré profundamente<br />

para tranquilizarme.<br />

No, no iba a permitir que esto me superara. Volví a respirar<br />

profundamente deseando que el dolor en el pecho se fuera, deseando<br />

que el sueño llegara.<br />

53


Abrí los ojos y le encontré allí, mirándome, con su sonrisa que<br />

tanto me cautivaba.<br />

Pronunció solo una palabra, mi nombre, y eso fue suficiente para<br />

encontrar otra vez mi rumbo.<br />

Dejé de llorar.<br />

Pilar Descalza (Valencia)<br />

http://micuartosecret.blogspot.com.es/<br />

54


Sueños<br />

Aquello no era Montana, pero el río pasaba tan cerca de su casa<br />

que, al alba, mientras ponía el café al fuego y partía un par de rebanadas<br />

de pan para desayunar (siempre desayunaba lo mismo: una taza de café<br />

sin azúcar y dos rebanadas de pan con manteca), el rumor del agua al<br />

acariciar su cauce le llegaba como una plegaria: primero atravesando el<br />

porche, luego el salón, la habitación, la biblioteca, hasta llegar,<br />

inexorable, a la cocina.<br />

Cuando Hannah murió, cosa que hizo de forma tan fulminante<br />

como pueda hacerse tras colisionar en una interestatal contra un camión<br />

cisterna a las cuatro de la madrugada, R. se hizo la promesa de llevar a<br />

cabo el viejo sueño que él y su mujer tejieron desde su lejana juventud.<br />

Con John perfectamente instalado en su vida castrense (graduado en<br />

West Point el cuarto de su promoción; historiador militar especializado<br />

en la importancia del Potomac en el desarrollo de la Guerra de Secesión)<br />

y Emily dando seminarios en Yale, R. se sentía completamente libre de<br />

cargas. Además, sus dos hijos le animaron a que hiciera realidad esa idea<br />

de la que también habían sido testigos en el transcurso de los años. Y fue<br />

así como R. comenzó los preparativos para un viaje del que, estaba<br />

seguro, no había marcha atrás.<br />

Los siguientes cuatro meses pasaron volando: el papeleo para la<br />

prejubilación en la universidad (algo que desde hacía tres años el rector<br />

ya le estaba insinuando, y que, claro, hizo encantado su viejo rival en los<br />

seminarios de literatura), el traspaso de todos sus ahorros a otra cuenta,<br />

las llamadas a Pedro (el vigilante de la finca) para que lo tuviera todo<br />

preparado para su llegada, ya definitiva. R. también tuvo que hacer<br />

frente al doloroso expurgo de su enorme biblioteca. Una semana tardó<br />

elegir los mil volúmenes (de los más de quincemil que invadían su hogar<br />

55


desde hacía más de treinta y cinco años) que viajarían con él para<br />

siempre. El resto de su biblioteca la repartió entre sus dos hijos, la<br />

facultad y una asociación que se dedicaba a llevar libros a las prisiones<br />

más cercanas. Y, por último, el retrato de Hannah; esa foto en blanco y<br />

negro, verano del sesenta y dos, el rostro pecoso de su mujer sonriendo<br />

a través del tiempo, mientras enseña orgullosa un salmón de cuatro kilos<br />

que minutos antes había pescado, no sin esfuerzo y algo de suerte.<br />

Treinta años ya, pensó R.<br />

No, definitivamente aquello no era Montana, pero Hannah<br />

siempre le decía que los ríos en España tienen el rumor de siglos de<br />

historia. Por eso se especializó en literatura española. Por eso pasó ocho<br />

meses en Salamanca dando sus últimos retoques a su tesis sobre<br />

Unamuno. Por eso allí conoció a R., un joven estudiante que preparaba<br />

un viaje a Estados Unidos para asistir a un seminario sobre Robert Frost.<br />

Por eso, después de que Emily naciera, Hannah obligó a R. a comprar<br />

una destartalada casa de campo en plena meseta castellana donde,<br />

desde entonces y todos los años, pasaban el mes de agosto. Por eso<br />

ambos soñaron, día y noche, con la esperanza de que llegara el<br />

momento en el que allí pudieran vivir su plácida vejez. Pero la vida no<br />

siempre respeta nuestros sueños.<br />

R. abandona la cocina, taza de café en mano y la pipa encendida.<br />

Sale al porche y se sienta en la mecedora. El otoño ha llegado a España<br />

de forma tan precipitada como aquel camión cisterna, con su conductor<br />

dormido. Los camachuelos y los herrerillos sobrevuelan el amanecer. El<br />

rumor del río habla con palabras sabias. R. bebe café y fuma. Y llora.<br />

Marco Antonio Torres Mazón (Torrevieja, Alicante)<br />

http://itacadeshabitada.blogspot.com.es/<br />

56


© Marga Alcalá (Valencia)<br />

57


Venom and tears – JP Valderrama http://thefreshdoodle.deviantart.com/<br />

58


El retrato de tu recuerdo<br />

Eras tan hermosa, aún te recuerdo, y han pasado ya… no sé<br />

cuantos años. Te lloré, no me avergüenzo, eras mi compañera, siempre<br />

fiel, siempre atenta a mis deseos.<br />

Sentir tu calidez en una tarde de invierno, sentir tu aliento en mi<br />

rostro, tus caricias, tu mirada tierna. Pero ya no estás, no puedo dejar de<br />

recordar aquel momento del adiós, mi llanto y tu dolor, la impotencia, el<br />

tener que dejarte ir, apretar mis puños y mi corazón.<br />

Llovía cuando nos presentaron, tu pelo chorreaba, nos miramos y<br />

fue amor a primera vista, eras pequeña, alegre, le diste vida a mi<br />

entorno y yo te amé.<br />

Desde el retrato me miras, estamos abrazados, mi rostro es de<br />

felicidad. Cuando diste a luz a ese ser que me acompaña no pensé que te<br />

podía perder, nunca me lo imaginaba, hoy observo la foto con nostalgia.<br />

¿Sabes? Se parece tanto a ti, pero aún es muy pequeño y sigue<br />

destrozando cosas, pero ya me acostumbré, es como si estuvieras,<br />

aunque nada te reemplaza, fuiste la compañera de mis mejores y peores<br />

momentos.<br />

Tu cachorro me mira y no entiende mis lágrimas.<br />

Luis Alberto Molina (Rosario, Argentina)<br />

http://www.luismolin.blogspot.com.es/<br />

59


Man in the mirror – Jack Vettriano http://www.jackvettriano.com/<br />

60


Sussane<br />

- ¡Quita tu sucia vista de mi escote y mírame a los ojos! Sé<br />

perfectamente lo que estáis tramando. Dile a mi marido que no se va a<br />

salir con la suya. Lo tengo todo planeado. No sabéis de lo que puedo ser<br />

capaz...<br />

- ¡Hay que ver lo mal pensada que eres! Sabes que me gustas en<br />

serio. Adoro ese pelo negro como el azabache, tus labios rojos y esa<br />

mirada de gacela asustada.<br />

- ¡Já! ¿Te crees que voy a caer rendida a tus pies después de<br />

conocer vuestras intenciones? Sé que quieres acabar conmigo y que el<br />

imbécil de mi marido te ha pagado para liquidarme.<br />

- ¡Jamás te haría daño! Te amo…<br />

- El sexo no tiene nada que ver con el amor...<br />

- Pero yo te quiero… ¡Escapémonos! Podemos engañarle, huir con<br />

el dinero y empezar una nueva vida en otro lugar. Te daré los hijos que<br />

él te ha negado. Quiero dejar todo esto y formar una familia. Vivir en<br />

una preciosa casita con jardín, tener un perro, o dos incluso.<br />

- Contigo no iría ni a la vuelta de la esquina, eres peor que él. ¡Te<br />

odio, os odio a los dos! He soñado tantas veces con escaparme de su<br />

telaraña…<br />

- Ya no tienes otra elección, Susanne. He puesto un somnífero en<br />

tu copa de vino…<br />

- Me imaginaba algo así... ¡Ja, ja, ja...!! Al final han dado fruto todas<br />

las películas de cine negro que he visto... Sólo he humedecido mis labios.<br />

No creo que me produzca efecto alguno, en cambio tú… Tú has dado<br />

varios tragos, en nada comenzarás a sentirte muy mal, la gente creerá<br />

61


que es tu corazón... Cuando se den cuenta de que la copa estaba<br />

envenenada yo ya estaré lejos. En la puerta está esperándome Félix, mi<br />

chófer. Tenemos billetes para las islas Caimán... Mi marido siempre me<br />

creyó una mosquita muerta, una tonta incapaz de conocer sus oscuros<br />

negocios… Pero ahora, después de ver tanto telediario, ya sé lo que<br />

significa ser su testaferro... Por cierto, estás empezando a sudar… y te<br />

tiembla el pulso…<br />

Amparo Hoyos (Valencia)<br />

62


Otro mundo<br />

Foto de Edgar García http://www.minube.com/fotos/rincon/87948/3471121<br />

La joven de las trenzas se separó de sus compañeros y siguió sola.<br />

Le atraía aquel lugar. El mar y el bosque secreto. Le gustaba soñar y se<br />

encontraba en el escenario perfecto. Prefería escuchar los sonidos de la<br />

naturaleza que no el parloteo incesante de sus colegas de instituto.<br />

Se sentó en un banco y cerró los ojos. La sombra de los árboles<br />

bailaba en su rostro y se dejó llevar. Se sintió la dueña del jardín<br />

olvidado, princesa rescatada de los piratas y justiciera, compañera de<br />

Robín. Hada y bruja. Maga de pócimas florales y elfo saltarín. Incansable<br />

hormiga trabajadora y cigarra cantarina bajo el sol estival…<br />

-Lucrecia, ¿qué haces ahí sola? –El profesor de botánica la regañó.<br />

¡Vuelve con los demás!<br />

Pero ella ya no podía regresar.<br />

Malén Carrillo, “Maga” (Sóller, Mallorca)<br />

http://enredadaenlaspalabras.blogspot.com.es<br />

63


Palestine – Tawfiq http://graphinate.deviantart.com/<br />

64


Desnudez<br />

A propósito de un ataque militar de USA<br />

a una boda por pensar que se trataba<br />

de una reunión de El Qaida en Afganistán.<br />

40 resultaron muertos.<br />

1 jul 2002<br />

enfrento desnudo<br />

al proyectil letal<br />

que emerge absurdo<br />

en un son de guerra<br />

le dejo mis trapos<br />

al pobre vencido<br />

que seguirá vivo<br />

en mil fogonazos<br />

dispara penetra<br />

huesos mentes carnes<br />

absorbe creencias<br />

tima voluntades<br />

razón genocida<br />

levanta banderas<br />

estimula riñas<br />

arrebola tierras<br />

graciosa libertad<br />

que en dios dices confiar<br />

feroz asesina<br />

fatal castigas<br />

65


enciendes los cielos<br />

con fuegos gallardos<br />

el triunfo inmediato<br />

corona al gran terror<br />

facciones y muerte<br />

son idealistas<br />

navegantes crueles<br />

de mares fascistas<br />

patria más venganza<br />

se comportan fuertes<br />

pisan a inocentes<br />

hablan a mansalva<br />

por esto desnudo<br />

al proyectil mortal<br />

le arrebato el ajuar<br />

con que vive oculto<br />

y disparo al sitio<br />

de la patria absurda<br />

versos de locura<br />

que asonan con juicio<br />

José Luis Sandin (Valencia)<br />

http://josseluiss.blogspot.com/<br />

66


Por los siglos de los siglos<br />

El viento del Sur les presentó. El quedó prendado de su palidez<br />

mortal y ella se rindió a la intensidad de su fuego.<br />

Se besaron con la imprudencia permitida por la locura y marcharon<br />

juntos a recorrer las penumbras, sin ocultarse del mundo, que había sido<br />

invadido por una eterna madrugada.<br />

Se llegaron a conocer en sus más íntimos secretos y se bebieron a<br />

sorbos las historias de amor vividas a la luz de sus sombras.<br />

Llegó el viento del Norte, y bajito les susurró su nombre, pero el<br />

susurro quedó ignorado a la merced del primer amor.<br />

Juntos subieron montañas pero no otearon el horizonte, que yacía<br />

en la tristeza del olvido de un alba interminable.<br />

Llegó el viento del Este y les recordó su historia, pero ellos no<br />

prestaron atención y sus palabras quedaron apagadas por los ecos de los<br />

suspiros que se escapaban de sus poros.<br />

Llegaron al mar y se bañaron en sus aguas sin espuma, donde ya no<br />

rugían las olas embravecidas, ni los caballitos de mar jugaban a las<br />

escondidas en los arrecifes de coral; pero ellos no se percataron de la<br />

ausencia.<br />

Llegó el viento del Oeste y les obligó a mirar lo que sucedía a su<br />

alrededor mientras ellos se amaban.<br />

Espantados observaron como la tierra agonizaba en un amanecer<br />

perenne, los pájaros no trinaban, las hierbas habían sucumbido en un<br />

llanto desesperado por falta de vida y, el cielo ya no acariciaba el suelo<br />

con su lluvia, sino que rezumaba nostalgia por la derrota.<br />

67


Comprendieron que no habría paz en sus corazones si seguían el<br />

mismo camino y sin despedirse cambiaron sus rumbos.<br />

Lloraron tanto cuando se alejaron que quedaron suspendidas en el<br />

cielo un millar de lágrimas congeladas para que se recordase su tristeza<br />

por los siglos de los siglos.<br />

Marisol Santiso Soba (Madrid)<br />

Dead Vlei – Martin Heigan https://500px.com/mheigan<br />

68


Los secretos de un hotel cualquiera<br />

Tan solo es un hotel en un día cualquiera, en cualquier mes de<br />

cualquier año. Nada más que eso, uno entre tantos. Nada personal, tan<br />

solo un lugar donde se cobija gente que no se conoce y quizás no vayan<br />

a hacerlo nunca. Y es justo ahí dónde radica su magia, porque si<br />

detuviésemos el tiempo justo ahora, en este preciso momento, veríamos<br />

la belleza pasear despreocupada ajena a miradas que no saben que en<br />

cualquier lugar se esconde el arte.<br />

En esta ínfima fracción de tiempo un bebé ha pasado de la<br />

desolación a la felicidad más plena, mecido entre los brazos de su<br />

madre.<br />

Dos miradas entrelazadas se dicen todas las palabras bellas que no<br />

conocen sus labios. Ajenas al odio y a la envidia del exterior, sabiendo<br />

que no hay nada más importante que el ahora, se dejan guiar por el<br />

imprevisible amor.<br />

Una mujer vuela lejos con un libro, escapando de un pasado que<br />

aún la asfixia. Ahora es libre y feliz, como la protagonista de su novela.<br />

Se siente débil pero lo cierto es que no sabe lo equivocada que está...<br />

porque hizo falta mucha valentía y fuerza para romper los gruesos<br />

grilletes que la mantenían presa. Ahora puede desplegar sus alas y<br />

volar... y con una pluma de ellas escribirse su propia historia. Ser la<br />

dueña de las páginas de su vida.<br />

Un hombre vibra con un simple partido de fútbol. Pero para él su<br />

equipo no es un simple club, sino que son los recuerdos vivos de un<br />

padre al que no podrá abrazar más cuando ganen un título. Cada gol es<br />

una sonrisa que no verá; cada victoria un abrazo, cada derrota un otra<br />

vez será.<br />

69


Un niño come un helado. Mira a sus padres sin decir nada, inmerso<br />

en una vorágine de sabor, dulzura y frescor. Quisiera que no se acabase<br />

nunca y apura cada lametón. Sus padres lo miran sonrientes,<br />

contagiados por su alegría. Piensan en lo poco que necesita un niño para<br />

ser feliz y en lo tanto que se complican los adultos para intentar serlo.<br />

Una pareja descansa en la cama. Ella duerme y él la mira tratando<br />

de no moverse ni un ápice para no despertarla. Una sensación de paz<br />

inmensa le embarga, lejos del estrés del día a día producido por un<br />

trabajo que no le gusta. La mira y piensa que, así sin maquillar,<br />

totalmente despeinada y con una camisa suya que tenía tendencia a<br />

cogerle, es la mujer más impresionante del planeta.<br />

Una abuela besuquea a sus revoltosos nietos antes de que se vayan<br />

al parque y les da dinero para que se compren chucherías. Ella no lo<br />

sabe, pero por encima del dinero, les está regalando recuerdos.<br />

En este simple hotel, están ocurriendo cosas que quizás escapen a<br />

la vista pero en ningún caso al corazón ni al tiempo. Los pequeños<br />

detalles son las flores del jardín de la vida. Hazlo tan grande y complejo<br />

como quieras, pero nunca dejes de admirar los colores de las flores.<br />

J. Carrasco (Durango, Vizcaya)<br />

70


© Eulalia Rubio (Valencia)<br />

71


In the Swamp, 1863 – Library Company of Philadelphia<br />

72


Él ya no estaba allí cuando llegaron<br />

El viento traía ecos de rabia. A lo lejos aullaban los perros. Sus pies<br />

descalzos se hundieron en la arena. Delante estaba el mar. Ese mar que<br />

le llevó entre cadenas a aquella tierra extranjera. El mismo mar que le<br />

alejó de ella.<br />

El aliento del odio rozó su espalda. Busco refugio en las sombras de<br />

la playa, pero aquella extraña luna le negó su amparo.<br />

Su amor estaba al otro lado de aquella noche sombría. Las olas<br />

traían el aroma de su cuerpo. Desafiaban el océano que los separaba y lo<br />

llevaban hasta él para calmar su temor. Soñó su piel de seda, su carne<br />

tersa de gacela oscura. Rozó sus labios entreabiertos y buscó en ellos<br />

saciar su sed de condenado. El tibio calor de su cuerpo desnudo le<br />

cobijó. Para esconderle, redimido, en el cálido abrigo de su vientre.<br />

Con el alba le encontraron. Rompió el silencio el implacable<br />

estruendo de la rabia. Restalló el látigo su furia sobre un cuerpo huero<br />

que yacía en la arena, Porque él, él ya no estaba allí cuando llegaron.<br />

Matilde Lledó (Madrid)<br />

73


No murder – Alex Cherry http://vhm-alex.deviantart.com/<br />

74


Veintidós<br />

La frustración de no poder resolver este crimen se iba adueñando<br />

de mí…<br />

Me puse de pie, me bebí el whisky que tenía en el vaso y mirando<br />

hacia la calle por la ventana de mi oficina desde el cuarto piso observé a<br />

lo lejos el cartel luminoso de un tugurio llamado Valencia, era un viejo<br />

burdel frecuentado por sujetos de la más baja calaña y donde las<br />

mujeres olían a alcohol, a humo de cigarrillos y marihuana, a sexo y a<br />

lujuria.<br />

Muchas veces ese antro fue el lugar más acogedor en mis<br />

momentos de soledad y tristeza y este era ese momento, me sentía<br />

abatido, solo, deprimido y sin fuerzas para seguir con una investigación<br />

que no me llevaba a nada.<br />

Observé mi oficina. Debía pintar de manera urgente y solucionar el<br />

problema de humedad o no vendría ningún cliente; también tendría que<br />

redecorar, sacar esa pequeña biblioteca. ¡Claro, eso es!<br />

¡Biblioteca!¡Escritura!¡Valencia!<br />

Fue como una visión, tomé al azar la hoja del expediente de una de<br />

las víctimas y leí “Valencia Escribe”, miré otra más y pude leer el mismo<br />

dato, de las veintidós victimas, doce habían ingresado a una pagina de<br />

literatura llamada “Valencia Escribe “. Quizás ahí estaba la clave que me<br />

llevaría al fin al asesino. Sonreí, estaba nuevamente en el caso.<br />

Volví a estudiar el perfil de las víctimas, cambiando la óptica pude<br />

advertir que los casos tenían algo en común, todos y cada uno de ellos<br />

eran escritores noveles.<br />

75


Volví a interrogar a los familiares y amigos, quienes coincidieron en<br />

afirmar y confirmar que cada uno de ellos habían demostrado su enojo a<br />

la revista “Valencia Escribe” e incluso haber amenazado con iniciar<br />

acciones legales.<br />

Pedí las copias de los escritos a los familiares y amigos y llevé los<br />

mismos para ser investigados por un experto en literatura y corrector, el<br />

profesor Sebastián Von Traggen, quien también dictaba clases de<br />

Semiología en la Universidad de Buenos Aires. El mismo se mostró<br />

complaciente en ayudar a dilucidar los crímenes, se podría decir que<br />

hasta se lo veía emocionado, cuando sonriente dijo:<br />

- ¡No solo será un placer ayudarlo sino que me hace sentir usted<br />

uno de los personajes de las novelas que yo tanto admiro de Agatha<br />

Christie, cuente conmigo!<br />

Y tomando todos los escritos afirmó:<br />

– ¡Ahora mismo pongo manos a la obra! Para mañana tendrá mi<br />

humilde opinión…<br />

Mientras el profesor hacía su trabajo yo me dediqué a investigar el<br />

sitio web llamado Valencia Escribe, comencé a leer lo que allí se<br />

publicaba y sin ser un experto, ni siquiera un gran lector, fui<br />

descubriendo que todo lo que leía me atrapaba, cada historia me llevaba<br />

a mundos nunca antes explorados por mí, hasta leí poesía y pude<br />

emocionarme, cosa que hasta entonces creía imposible en alguien como<br />

yo, como dije antes no sé nada de literatura, pero esto era fabuloso y los<br />

autores sin ser conocidos eran uno mejor que otro.<br />

El cansancio comenzó a hacer estragos en mi vista y fue entonces<br />

que caí en la cuenta del horario, había pasado más de dieciocho horas<br />

leyendo, algo impensado antes para alguien que como yo solo prefería<br />

las armas, el whisky y las mujeres fáciles, a leer un libro; sin duda este<br />

sitio era buenísimo.<br />

76


Me refregué los ojos y comencé a preguntarme ¿Qué tiene que ver<br />

todo esto con un asesino? ¿Será algún usuario escritor de la página? ¿Si<br />

me registro bajo otro nombre y presento un escrito y espero?<br />

Cuando más preguntas comenzaban a agolparse en mi cabeza sonó<br />

el teléfono, era el profesor Von Traggen muy enojado y a los gritos<br />

repetía:<br />

– ¡Esto debe ser una broma de muy mal gusto! ¿Quién se cree<br />

usted que es para hacerme perder el tiempo de esa forma? ¡Todo lo que<br />

me dio es una basura, una completa basura, de los veintidós escritos no<br />

pude rescatar uno como Dios manda! ¡Ni siquiera un niño que comienza<br />

a escribir puede hacerlo tan mal…!<br />

Quince minutos tardé para poder calmar al profesor, hasta que al<br />

fin me explicó que de haber sido él quien recibía esos escritos, sin<br />

pensarlo y salvaguardando el gusto de los lectores, él mismo hubiera<br />

matado a los autores en forma violenta para que sufrieran lo que los<br />

lectores hubieran tenido que sufrir de haberse publicado semejantes<br />

bazofias.<br />

Una semana después recibí en mi correo personal un mail escrito y<br />

firmado por los directivos de Valencia Escribe, en el que decían que<br />

habiéndose enterado acerca de la investigación llevada a cabo por mí y<br />

mencionando el nombre de cada una de las veintidós victimas, se hacían<br />

cargo del asesinato de cada una de ellas, recalcando que no solo no se<br />

sentían apenados sino que estaban orgullosos de haber borrado de la<br />

faz de la tierra a personajes que osaban por desprestigiar la literatura y<br />

el buen gusto, olvidándose y hasta faltando el respeto al lector,<br />

escribiendo lo que escribían sin mostrar siquiera un ápice de humildad; y<br />

aunque no había un sentimiento de remordimiento ni culpa por lo que<br />

hicieron, querían hacer saber que estaban dispuestos a indemnizar a los<br />

familiares de las víctimas y a entregarse a la ley.<br />

77


Después de haber escuchado los insultos del profesor por más de<br />

quince minutos ininterrumpidamente, haber leído yo mismo los escritos<br />

de las víctimas y compararlos con las maravillosas historias que se<br />

publicaban en Valencia Escribe, decidí no entregar a la justicia a los<br />

culpables de los asesinatos. Al fin y al cabo no solo estaba de acuerdo,<br />

sino que de haber podido, yo también lo hubiese hecho y quizás hasta<br />

en forma más sádica aún.<br />

Junté los expedientes y los fui quemando, me serví otro whisky para<br />

celebrar el fin del caso y mientras me relajé, para disfrutar de la<br />

agradable música de jazz, me dije con una sonrisa:<br />

– ¡Bien merecido lo tenían…!<br />

Luis González (Buenos Aires, Argentina)<br />

http://cuentosdeviaje.es.tl/<br />

78


¿Dónde encontrar anteriores números de VALENCIA ESCRIBE?<br />

Número 0 (Marzo <strong>2014</strong>)<br />

http://www.yumpu.com/es/document/view/23959053/valencia-escribe<br />

Número 1 (Abril <strong>2014</strong>)<br />

http://www.yumpu.com/es/document/view/24317623/valencia-escribe<br />

Número 2 (Mayo <strong>2014</strong>)<br />

http://www.yumpu.com/es/document/view/25030771/valencia-escribe<br />

Número 3 (Junio <strong>2014</strong>)<br />

https://www.yumpu.com/es/document/view/25553855/valencia-escribe<br />

Número 4 (Julio/Agosto <strong>2014</strong>)<br />

http://www.yumpu.com/es/document/view/262<strong>06</strong>365/valencia-escribe<br />

Número 5 (Septiembre <strong>2014</strong>)<br />

http://www.yumpu.com/es/document/view/27009334/valencia-escribe<br />

79


© Evelyn Carrell http://evelyncarell.artelista.com/<br />

80


© Eulalia Rubio (Valencia)<br />

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SDCC Year of the writer – Julie Dillon http://juliedillon.deviantart.com/<br />

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